
4 minute read
COREREPE Y TIJUANA
UNIDOS POR UNA CAUSA
Por Guadalupe Rivemar
Advertisement
¿Vamos a Corerepe?
¡Vamos a Corerepe!
Los pasajes estaban listos y la decisión tomada. El pretexto de viajar estaba más que justificado, puesto que desde los últimos cinco años he seguido a la distancia las actividades del Centro Comunitario de Corerepe, un espacio que se concreta desde la Fundación del Grupo ICASA, con sede en la ciudad de Tijuana, Baja California.

De manera que arribamos al pequeño pero funcional aeropuerto de Los Mochis, Sinaloa para trasladarnos por carretera hasta llegar al ejido, lo cual nos tomó apenas unos 30 minutos por una carretera donde apreciamos los enormes campos de maíz, chile y frijol. El clima era inusualmente frío, y el cielo iba contrastando sus azules, con los verdes de los sembradíos y los marrones de la tierra.

Antes de llegar a destino, hicimos un breve recorrido para conocer algunos puntos importantes de la comunidad, tales como la pequeña iglesia, las escuelas y la casa ejidal. Llegamos al fin y nos encontramos con un Centro Comunitario activo, con gran movimiento ya que esa mañana se realizaban las entregas de pensiones a casi 400 adultos mayores por parte del Gobierno Federal. Aquí las personas esperan en un espacio digno, sin tener que enfrentar las inclemencias del clima.

Nos recibió Ismael Cázarez, el director de este Centro Comunitario que el próximo mes de junio cumple una década de vida. El proyecto se hizo realidad gracias a la voluntad de la propia comunidad y en particular, a la generosidad de la familia Soto Cota, originaria del ejido. Ellos aportaron el terreno con la ilusión de abrir un centro comunitario con el propósito de ofrecer alternativas de superación y esparcimiento a los habitantes del ejido, a través de talleres, actividades deportivas, culturales y sociales, orientados a toda la familia. Cabe mencionar que buena parte de la planta de maestros, llega al centro comunitario a partir de alianzas como el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC), y el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Sinaloa (ICATSIN), entre otras.

Nuestra visita duró apenas 3 días pero vivimos la experiencia del taller de corte y confección donde conocimos a la alumna más entusiasta: Flora quien con 95 años de edad, está presta a contar sus historias de vida. Atendimos a la sesión de cuenta-cuentos y artes plásticas para los más pequeños; las canchas de básquet siempre en constante ajetreo, el gimnasio bien equipado y un gran salón de usos múltiples. Entre el ir y venir, conversamos con algunas personas y aprendimos cómo el ritmo de Corerepe ha sido transformado a partir de la apertura del centro.

Hay mucho que platicar de esta grata experiencia. La gente linda, bien informada, entusiasta. Algunos de ellos, ocupados en los retos propios de su actividad agrícola y en las políticas del campo que les afectan directamente. Vivencias que no puedo dejar de mencionar y agradecer: el pan recién salido de la panadería de don Gaspar Estrada, una delicia que nos hizo olvidar la dieta; una tarde de amistosa charla y rica comida que nos preparó Jesús “El Chino” Soto; una aventura en el recorrido por la colorida comunidad de Topolobampo y nuestra emocionante despedida, nada menos que en el estadio de béisbol Chevron, atestiguando el juego de Cañeros de Mochis contra Algodoneros de Guasave.
Gracias Edith Tornero y Mario Soto. ¿Vamos a Corerepe?
