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ROSARITO: Un horizonte de posibilidades gastronómicas
POR OCTAVIO MACHADO SÁNCHEZ
El escritor Italo Calvino en su obra Las ciudades invisibles, profundiza sobre el imaginario colectivo que construye a las ciudades: el tiempo, el amor, la vida y la muerte. Una ciudad no sólo está cimentada por sus muros, casas o carreteras, también se edifica desde la cotidianidad de sus habitantes, de lo que hablan, sienten y comen.
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Playas de Rosarito ha ido forjando poco a poco su identidad como ciudad. Desde que fue poblado hasta antes de la municipalización, tenía una enorme vocación turística. Estaba en el mapa del imaginario de los turistas como un lugar tranquilo, acogedor, con largas playas del Pacífico, y sobre todo, se comía y se bebía bien. Las personas que visitaban Rosarito tenían la tranquilidad de dormir al arrullo de las olas del mar, bajo la vigilancia estoica de un coronel y la certeza que al día siguiente, la mesa estaba servida.

FOTOGRAFÍA: SAMUEL GARCÍA ZAZUETA
La consolidación del proyecto del quinto municipio en 1995, trajo consigo una paulatina diversificación económica, un crecimiento acelerado y nuevos desafíos, pero el reto mayor era dotar de identidad y nuevos imaginarios a la ciudad naciente (esto no quiere decir que haya sido la prioridad en la agenda de los gobernantes). La identidad se fue formando al margen y en opuesto a los cambios políticos o sociales. La rápida unificación entre los habitantes locales y la inmigración creciente, permitió retomar elementos del viejo Rosarito y al vez, vislumbrar nuevos horizontes.
Uno de los sectores que más se fortaleció es el gastronómico. La idea de inventar y reinventar la oferta en este sentido, ha sido una constante en los últimos 20 años. Festivales de comida, muestras culinarias, chefs distinguidos internacionalmente, y comensales satisfechos de todos los sabores y colores, han permitido poner en el mapa gastronómico entre Tijuana y Ensenada, a Playas de Rosarito.
La oferta es amplia, diversificada y de calidad. Locales y visitantes pueden disfrutar desde los tradicionales “Perrones” y una langosta estilo Puerto Nuevo, desayunos rápidos en el centro de la ciudad (Go-b´s, el tío, La fuente…) hasta una cena a tiempos en el sur de Rosarito (Lazzo de tinto, Raíces, Úrsula …); las cafeterías han apostado por infusiones de especialidad (Pergamino, Expreso 29, Garage café…); y se puede empezar desde el norte de Rosarito (El cachanilla, Los panchos, Hacienda de Badú) o descubrir restaurantes diásporas, escondidos en lugares inimaginables (M122 bistro & coffee, Rancho las ilusiones, Los portales…). Hay muchísimos lugares por descubrir, enlistarlos sería ocioso y privaría al comensal de la serendipia que guarda la gastronomía local.
El imaginario gastronómico que ha construido el municipio, les ha permitido a sus habitantes rehacer esa ciudad invisible de la hospitalidad, el servicio y el trabajo arduo del día a día. Las postales que regalan cada uno de los platillos y bebidas que se sirven en las mesas de los restaurantes rosaritenses, demuestran que volver a la tabla, a la piedra y la fogata devuelven la certeza de que Playas de Rosarito nos presenta un nuevo horizonte de posibilidades gastronómicas.