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Rincón de Maestro

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Carta a los Estu diantes de Traducción

Emma Montaña

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“Escribir bien es una habilidad descuidada desde el colegio, que debería ser desarrollada por los docentes de cual quier disciplina o, mejor aún, por cada docente de cada disciplina”.

Docente del área de traducción del Departamento de Lenguas

Queridos estudiantes:

Recurro al género epistolar — situado entre lo confidencial y lo público— para plasmar algo de mi experiencia, conocimiento y percepción de esa labor que he aprendido a amar y perfeccionar con el paso de los años: la Traducción.

Al igual que ustedes, me formé como docente de lenguas pero después de varios años de enseñar lo que aprendí en mi alma máter, sentí que no me quería repetir más. Hice el ejercicio de mirar hacia adentro y empecé a reconocer mi habilidad para imitar y reproducir sonidos, palabras, imágenes, movimientos… Descubrí entonces mi sensibilidad lingüística y mi facilidad para la pintura y la danza. Entendí que todas las formas de expresión que me atraen son ejercicios de traducción lingüística o intersemiótica.

Mis primeros pasos en el campo de la traducción interlingüística los di justamente en el campo epistolar cuando servía de puente entre una comunidad de niños marginados de nuestro país y un grupo de padrinos angloparlantes interesados en mejorar las condiciones de vida de esos chicos. En esa época, las cartas eran el único medio posible de comunicación entre ellos. La vida me dio la oportunidad de ser mediadora en esa comunicación y allí vi por primera vez la importancia del contexto en la transferencia de sentidos de una lengua a otra. Desde textos de partida tan sencillos como lo eran las cartas de los niños a sus patrocinadores, debía Bogotá, 17 de septiembre de 2018

traducir —no solo las palabras sino también a los niños mismos— de la lengua en la que ellos vivían, se movían y eran, a un lenguaje comprensible para los destinatarios de sus misivas. La diferencia entre las realidades de unos y otros hizo evidente para mí la complejidad del oficio del traductor. Podía moverme en dos direcciones opuestas: obligando a los padrinos a meterse en los hábitos lingüísticos de los niños, o llevando a los niños al lenguaje de sus patrocinadores mediante una paráfrasis de las ideas expresadas por los pequeños. ¿Cuál camino tomar? Infortunadamente, la escogencia no fue una decisión personal…

Decidí ahondar en esa práctica que hasta el momento había hecho intuitivamente, como la hacen muchos de ustedes hoy. Para ello, contaba con un buen dominio de la lengua inglesa, particularmente en comprensión de lectura. Me especialicé en la traducción de textos y en ese proceso de formación tuve que ampliar en cobertura y tiempo mi hábito de lectura en español, tanto para adquirir conocimientos

“Mis primeros pasos […] los di en el campo epistolar, servía de puente entre una comunidad de niños marginados y un grupo de padrinos angloparlantes”. Foto: bit.ly/2O2QxVA de disciplinas ajenas a la mía (economía, derecho, finanzas, política, etc.), como para cualificar mi redacción en español. Hoy por hoy estoy convencida de que el mayor obstáculo en el camino de la buena traducción es el desconocimiento de la propia lengua. En palabras de Peter Newmark: “All translation problems finally resolve themselves into problems of how to write well in the target language”. (1988, p.17)

Felizmente, mi trabajo en la Universidad me permitió combinar mi formación como docente y como traductora. La docencia en este campo la inicié tímidamente en 1988 con un “Taller Experimental de Traducción” dirigido a profesores de planta del Departamento de Lenguas. Fue una experiencia divertida, agradable y relajada entre colegas, que arrojó las primeras luces sobre lo que podría ser

Carta a los Estu diantes de Traducción

“Escribir bien es una habilidad descuidada desde el colegio, que debería ser desarrollada por los docentes de cualquier disciplina o, mejor aún, por cada docente de cada disciplina”.

atractivo para un público externo a la Javeriana. Fue así como empezamos a ofrecer cursos y diplomados de traducción de textos en la modalidad de Educación Continua. Varios años después, empezamos a cuestionarnos sobre el interés que podría suscitar este tema entre los estudiantes de la Licenciatura en Lenguas Modernas, y en 2006 la enseñanza de traducción en la Carrera empezó con la inclusión de un “Módulo de Traducción” en los cursos de Lingüística Aplicada. El propósito del mismo era mostrar la relación existente entre la disciplina fundante del quehacer del Departamento de Lenguas —la Lingüística—y la traducción, no vista ya como una metodología obsoleta para la enseñanza de lenguas, sino como una problemática en torno al lenguaje que le compete resolver — sólo parcialmente— a la Lingüística Aplicada. Pensamos, entonces, en una estrategia que permitiera impartir conocimientos sobre traducción con la profundidad suficiente para convertirla en una herramienta útil para ustedes, pero con un alcance limitado y controlable, de manera que no riñera con los objetivos de formación del programa. En 2007 concebimos y diseñamos el Énfasis en Traducción que se viene ofreciendo ininterrumpidamente desde ese año. Su propósito ha sido brindar a ustedes la posibilidad de incursionar en el campo de la Traducción como alternativa de quehacer profesional.

Más de una década después, me siento feliz de atraer y cautivar a un número creciente de alumnos que llegan a mis clases llenos de motivación e interés en el tema. Cuando les llegue el momento de ejercer su profesión, verán cuán maravilloso es poder transmitir pasión por aquello que se enseña, y cuán gratificante resulta ver germinar una semilla sembrada en tierra fértil. Son ya muchos los trabajos de grado que se han desarrollado en el tema de la traducción, y varios los egresados que han optado por recibir educación formal en traducción o en interpretación. Considero que esa opción, escogida con madurez y responsabilidad, es el preámbulo de una vida profesional exitosa y satisfactoria.

Mi experiencia como docente y traductora revela dos grandes retos que quizás ustedes quieran asumir: el primero, escribir bien para traducir mejor. Esta tarea, nada fácil, no me compete solo a mí como orientadora de futuros docentes de lengua o potenciales traductores. Probablemente, los mejores traductores especializados se gesten en carreras muy distintas a la pedagogía, la lingüística o la traductología. Escribir bien es una habilidad descuidada desde el colegio, que debería ser desarrollada por los docentes de cualquier disciplina o, mejor aún, por cada docente de cada disciplina. El segundo reto es prepararse como el mejor recurso humano que Colombia necesita en nuestro campo: más docentes de lengua y más traductores de más lenguas, capaces de hacer su trabajo con altos niveles de calidad. Se podría pensar que hay muchos traductores en el mercado y que formar más sería contraproducente o incluso peligroso para el gremio. Me resisto a creer que un mayor número de buenos traductores sea perjudicial. Perjudica, sí, la competencia desleal con las bajas tarifas y hace mucho daño la mala calidad del trabajo de aquellos por quienes popularmente se dice que la traducción “es un mal necesario”. Un alto nivel de exigencia en las clases contribuye a garantizar la buena calidad de ustedes como egresados. Recurriendo a los principios de calidad formulados por Philip Crosby, podríamos decir que la exigencia de calidad en la docencia es gratuita y que la calidad de un producto de traducción nunca es invisible.

Muchachos: es urgente hacer un relevo generacional en el oficio de la traducción. Necesitamos pupilos talentosos dispuestos a aprender de los viejos maestros, o de los maestros viejos —he aquí la importancia de la sintaxis— antes de que los traductores automáticos nos reemplacen… ¿Se le miden al reto?

Reciban un cordial y cariñoso saludo, Kitty.

Referencia:

Newmark, P. (1988). Approaches to translation. New York and London: Prentice Hall.

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