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Música

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Experiencia

Experiencia

Al Son del Clarinete

“Mi única expectativa era interpretar un instrumento y divertirme. Sin embargo, esta idea desapareció en la primera clase”.

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Estudiante Licenciatura en Lenguas Modernas

BRAYAN RODRÍGUEZ

He aprendido que lo más importante del camino se encuentra en los detalles. En mi caso, el detalle que siempre me hace feliz es el clarinete. Siempre que me preguntan qué es lo que más me gusta hacer respondo: tocar el clarinete. Cuando tengo la oportunidad de interpretarlo, aunque sea por un instante, recuerdo con alegría y a veces nostalgia, los momentos que he vivido al lado de la música.

Esta historia empezó en el año 2011, cuando se abrió la convocatoria para integrar la escuela de música del municipio donde crecí, Tota - Boyacá. Decidí inscribirme, aunque no sabía de qué se trataba. Mi única expectativa era interpretar un instrumento y divertirme. Sin embargo, esta idea desapareció en la primera clase pues por ningún lado vi instrumentos. Los primeros seis meses fueron para estudiar teoría musical y solfeo. Como estaban las cosas, nada sería tan simple y rápido, y además parecía aburrido. Al principio, no fue fácil comprender la teoría musical; no obstante, me gustaba lo que hacía, así que no desistí. Empecé con el pentagrama, las notas, los silencios y los demás símbolos que nos resultan extraños al acercarnos a una partitura por primera vez. Poco a poco, “ir a banda” se convirtió en una tarea programada en mi horario. Luego de un largo tiempo, por fin fue la entrega de instrumentos, era la primera vez que veía tantos. Cuando llegó mi turno, la profesora abrió una caja negra de la cual utilizamos una pieza que tenía una caña de madera en un orificio. Fue en ese momento cuando conocí el clarinete e inicié la tarea de comprender cómo funcionaba. Cada sábado asistía a clase práctica con un profesor, mientras que los martes y jueves continuaba con la teoría.

Fue difícil lograr que las notas del clarinete sonaran de forma correcta. A pesar de que dedicaba mucho tiempo estudiando, a veces creía que no lo iba a lograr. Aun así, no veía la hora de que fuera sábado para tenerlo en mis manos. No puedo olvidar la emoción que sentí el día que logré emitir una nota que, hasta aquel entonces, había sido imposible. Luego de eso, hice parte del ensamble para la banda sinfónica. Entonces, aparecieron conceptos y símbolos más extraños. Ahora se trataba de obras completas, no solo ejercicios cortos de lectura. Con el tiempo entendí que cuando uno estudia música siempre se aprende algo nuevo,

Clarinete. Foto: Autor

cualquier detalle aparece, parecido a cuando se aprende una lengua.

El proceso iba bien hasta que, a finales del año 2012, los profesores encargados tuvieron que marcharse. En esa ocasión, todos pensamos que ahí terminaba el sueño de lograr un nivel musical alto, debido al cariño que le teníamos a la música. Además, desconocíamos que aún faltaba un mundo sinfónico por explorar. Sin embargo, en el año 2014, llegó un nuevo director. Según él, el proceso sería diferente. Asistí con mis antiguos compañeros y pasó lo mismo que la primera vez: muchos niños con la idea de divertirse, seguro lo harían, pero no tan rápido. Sabíamos que pronto quedarían muy pocos porque no tendrían la paciencia que se necesita en procesos como estos que no se dan de la noche a la mañana.

Efectivamente, las cosas cambiaron. El director nos enseñó la función de cada uno de los instrumentos en una banda sinfónica, su ubicación y la importancia del equilibrio sonoro. Asimismo, ya no teníamos las clases de teoría y trabajábamos en conjunto en obras sencillas para bandas en iniciación. Cada vez que aparecía un concepto que no conocíamos el profesor se detenía y nos explicaba de forma sencilla. El avance fue rápido así que el director decidió que participaríamos en categoría “muestra” en las eliminatorias zonales para el Concurso Departamental de Bandas de Boyacá. No concursamos, solo recibimos las recomendaciones del jurado. La presentación fue exitosa, recibimos críticas constructivas, y desde ese momento inició nuestro camino y preparación para participar en concursos regionales, departamentales y nacionales. No sería fácil lograrlo y una vez más entendería que solo se necesita mucha disciplina y pasión.

El desarrollo como proceso sinfónico fue exitoso, ese mismo año, 2014, viajamos como banda invitada al Festival de Música Andina: Mono Núñez en Ginebra, Valle del Cauca. Luego del viaje, nuestro municipio fue sede de la eliminatoria zonal, no logramos clasificar a la siguiente fase, pero eso no fue un impedimento para continuar ensayando. Al año siguiente, quedamos en el segundo lugar del Concurso Departamental en el Monumento Histórico de Los Lanceros en el Pantano de Vargas, Paipa. Estuvimos un fin de semana de agosto presentándonos ante el jurado. Allí ganamos el tercer lugar y con ello un cupo para representar al departamento de Boyacá en el XI Concurso Nacional de Bandas Infantiles de Viterbo, Caldas. En el 2006, inicié mi carrea universitaria, por eso no pude continuar en la banda de la misma forma, pero cuando tengo la oportunidad, asisto a los ensayos.

Me siento orgulloso y satisfecho porque nunca imaginé que todo esto pasaría. Allí conocí a mis mejores amigos, aquellos con los que inventaba melodías cada tarde. Además de eso puedo recordar todas las presentaciones, los desfiles, la espera del veredicto de los jurados y todas las emociones que vivimos juntos. Asimismo, en la universidad encuentro personas con historias similares, con los mismos intereses, con quienes puedo conversar de estos temas sin aburrirme.

Ahora soy estudiante de la Licenciatura en Lenguas Modernas, pero no por eso he dejado de lado la música, pues tengo un amigo que saco de una caja negra, cada vez que me llama. Puedo decir que una de las mejores decisiones que he tomado fue inscribirme a esa escuela de música, pues crecí feliz al son del clarinete, interpretando bambucos, pasillos y cumbias, que son ahora las piezas musicales que más disfruto. Estoy seguro de que la enseñanza más importante de este proceso es que la disciplina, el amor y la paciencia son la clave para conseguir todo aquello que queremos.

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