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Reseña
Sobre Solecismos y Atentados Contra el Lenguaje
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Estudiante Licenciatura en Lenguas Modernas
Usted se habrá encontrado, en alguna de sus conversaciones cotidianas en el trabajo o en la universidad, ante la confusión sobre el uso de preposiciones, y con numerosos interrogantes con respecto a la concordancia en los accidentes gramaticales de género, número y persona cuando construye una oración. También puede ocurrir, que cometa estos errores de manera inconsciente. Marcos Bonvín Faura, doctor en Filología Hispánica de la Universidad de Granada, ha publicado numerosos artículos sobre teatro, literatura, lengua y medios de comunicación. En 1996, decidió escribir sobre los errores lingüísticos más comunes de nuestra lengua: los solecismos. Si usted se siente identificado con las situaciones anteriormente mencionadas, este libro le ayudará a reflexionar, prevenir, y combatir dichos errores que atentan contra la lengua española.
El español se enriquece asiduamente mediante la incorporación de neologismos y extranjerismos como nuevos términos y estructuras sintácticas, asimismo, hay que añadir las variantes dialectales existentes desde 1942. Sin lugar a dudas, el desgaste del español viene establecido por el índice progresivo de errores lingüísticos, que son resultado tanto del mal uso por parte de los hablantes como de la contaminación a la que está continuamente sometida la lengua. Soloikismos -del griego-significa hablar defectuoso y consiste en una alteración gramatical en la que incurre el hablante, porque ubica los elementos o partes de la oración en una forma o lugar que no les corresponde, de acuerdo con las normas del idioma. Bonvín (2014) destaca dos grandes grupos de solecismos: de régimen y de concordancia. Los solecismos de régimen presentan la dependencia que tienen entre sí las palabras en la oración, según estén o no por medio de preposiciones.
Entre los habituales errores gramaticales, se puede señalar el dequeísmo que consiste en el uso innecesario de la preposición de ante determinadas proposiciones sustantivas. Por ejemplo: *Creo de que vendrá, en lugar de Creó que vendrá. Junto a este vulgarismo que tiene una vasta extensión en el español moderno, se puede citar además el deísmo, el cual consistente en situar la preposición de innecesaria entre un verbo principal y un infinitivo. En esta impropiedad lingüística se presentan oraciones de tipo: *Intentó de llegar a tiempo, en lugar de Intentó llegar a tiempo. Por otra parte, y no menos importante, el queísmo reside en la supresión de la preposición de en la secuencia de que cuando esta acompaña a verbos semitransitivos que llevan un complemento suplemento, que necesariamente debe estar encabezado por dicha preposición. Se incurre en el queísmo en construcciones como: *Se acordó que tenía una cita, en lugar de Se acordó de que tenía una cita. Asimismo, se observa el uso de locuciones extrañas en sustitución de preposiciones, como: *Tienes una decisión a tomar en lugar de Tienes una decisión que tomar; *El Real Madrid jugará ante el Valencia, en lugar de El Real Madrid jugará contra el Valencia; *Bajo su criterio, en lugar de Según su criterio, entre otras.
Otro error frecuente es el mal uso de ciertas preposiciones, como en las siguientes expresiones: *máquina a vapor, en lugar de máquina de vapor; *olla a presión, en lugar de olla de presión. Sintácticamente, destacan expresiones extrañas o forzadas, como la perífrasis an-
Laura Villarreal

“Entre los habituales errores gramaticales, se puede señalar el dequeísmo que consiste en el uso innecesario de la preposición de ante determinadas proposiciones sustantivas”. Ilustración: Elena Opina para El Colombiano bit.ly/2yuGMuk
glicista estar + siendo + participio, en lugar de la voz pasiva. También son frecuentes los atentados a la morfología, sobre todo en la conjugación de algunos verbos (* preveyendo, en lugar de previendo; iros, en lugar de idos, etc.). Entre los solecismos de concordancia, pueden ser mencionados: los de número y género. La concordancia de número se erige en el morfema de número que, en nuestra lengua indica plural o singular. El plural se distingue del singular por la utilización del morfema –s, si la palabra en singular termina en vocal átona, o si acaba en consonante por el uso del morfema –es. Pero estas normas presentan problemas de grandes implicaciones en las construcciones del español. Por otra parte, la formación de género que, bien es cierto atiende a la oposición desinencial -o/-a, produce problemas como: el cambio de sufijo, la heteronimia, los sustantivos femeninos que empiezan por a o ha y que revisten una confusión común en los hablantes.
La oleada de barbarismos, procedentes en su mayor parte del inglés, ha sido capitalizada por los medios de comunicación y por las agencias de publicidad. Y lo que es peor, este aflujo parece inagotable con la llegada de Internet. Lo que resulta aún más preocupante es la aparente aprobación de ciertos sectores de nuestra cultura hacia esa desmesurada contaminación anglófona a nuestra sintaxis milenaria. De esta manera, la lengua escrita ha alcanzado en los últimos años altísimos niveles de corrupción, por no hablar de la cada vez más peligrosa falta de expresividad. Resulta entonces un evento cotidiano encontrarnos ante vocablos como (e) sponsor, en lugar de patrocinador; express, en lugar de expreso; parking, en lugar de aparcamiento; basket, en lugar de baloncesto, etc. Aunque la prensa, la televisión y la radio deberían servir de guía para todas las personas que desean hacer un uso correcto de su idioma, no es éste el caso. Lamentablemente, no suele ser una rareza encontrar artículos mal escritos ni escuchar a locutores o a comentaristas que convierten nuestra lengua en una retahíla de despropósitos. En los textos informales de la red proliferan las abreviaturas, las faltas de concordancia y las faltas de ortografía; se sistematiza la ausencia de acentuación y de signos de puntuación; se omite habitualmente la h, que es muda; se anula la distinción entre b / v, j / g, k / qu o y / ll. Los cibernautas escriben a veces para sí mismos sin percatarse de sus errores ortográficos ni de la alta densidad de los mismos en sus escritos. Muchos usuarios se escudan en la rapidez de estos mensajes para justificar sus errores; otros aseguran que su ortografía no corre peligro porque el ordenador puede corregir los escritos.
Así pues, lo que usted tendría en sus manos es un valioso artilugio que busca combatir vicios del habla, los cuales pueden afectar la comunicación formal y alterar la escrita. No se trata pues, de una revisión teórica, sino de un manual práctico y útil, ya sea para el autoaprendizaje o para su empleo en el aula. Como usuario de la lengua; mediante el uso de competencias lingüísticas, del conocimiento de códigos reales, formales, informales, coloquiales y folclóricos de la lengua; de la comprensión y elaboración, usos y formas icono-verbales como imágenes, caricaturas, y dibujos de los medios de comunicación y de la publicidad. En las páginas de Bonvín, podrá embarcarse en una divertida aventura para seguir luchando contra la corrupción idiomática y conferirle a nuestra lengua su importancia en los contextos de la vida diaria, trascendente e histórica.
Referencia:
Bonvín, M. (2014). Los errores lingüísticos. Barcelona: Ediciones Octaedro, S.L.