Entrevista Dr. Enrique Llobel Palanca, premio Santa Apolonia del Consejo de Dentistas
«Ningún exceso es bueno, y el exceso de odontólogos está perjudicando a la profesión»
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Toda una vida dedicada a la Odontología le ha sido reconocida al doctor Enrique Llobel Palanca –hijo, padre y abuelo de odontólogos–, con la concesión del Premio Santa Apolonia que otorga anualmente el Consejo General de Dentistas de España. De su trayectoria, vivencias personales y preocupaciones acerca del momento actual que atraviesa la profesión hablamos en esta entrevista.
58 Gaceta Dental 250, septiembre 2013
—¿Qué representa para usted la concesión del Premio Santa Apolonia? —Es para mí de un gran valor, ya que es el reconocimiento de los compañeros de profesión. —¿Qué sintió al recibir la llamada que le comunicaba la concesión de este importante reconocimiento profesional? —Es difícil a mi edad expresar sentimientos sin caer en la sensiblería. Se trató de algo que, de momento, detuvo el pulso, ante lo inesperado. La voz del profesor Martín Villa en su llamada telefónica ha quedado grabada en mí. —El apellido Llobell está ligado a la Odontología desde ha hace casi 80 años. Su padre, usted, sus hijos, sus nietos… han elegido esta carrera. Una tradición familiar, mezclada imagi imagino también con la vocación por la profesión. —Mi padre nació en Denia, Alicante, en 1899. Trabajó de me meritorio en el laboratorio de prótesis de la clínica de un dentis dentista de Valencia. Marchó después a Barcelona, donde contrajo matrimonio y nacimos mi hermano Andrés y yo. Desgraciada Desgraciadamente, nuestra madre falleció al poco de nacer mi hermano en un trágico accidente, y mi padre trasladó su residencia lilicenciándose en Odontología en Madrid y ejerciendo en Valen Valencia como odontólogo el resto de su vida. Mientras yo cursaba el bachiller en las Escuelas Pías, veía cómo se confeccionaban en el laboratorio de prótesis, –que compartía piso con la clínica y la vivienda– las dentaduras de caucho vulcanizadas, y también cómo se laminaban lingotes y monedas de oro para hacer coronas. En la guerra, acompañé frecuentemente a mi padre al Hospital Militar donde veía como extraía trozos de metralla del ter tercio medio facial. Estos antecedentes me hicieron decantarme por lo que posteriormente sería la cirugía maxilofacial. —De no haber sido dentista, ¿cuál cree que es la profesión que hubiera elegido? —Empecé estudiando Medicina y Derecho, aprobando el pri primer curso en ambas facultades. Posteriormente me dediqué a la Medicina y de no haber sido médico, hubiese terminado la carrera de Derecho. —¿Cómo recuerda sus inicios profesionales? —Por las mañanas, en la consulta de Odontología del Hospi Hospital Provincial, veía trabajar al Dr. Luis Lafora, que me dejaba