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Referencias Urbanas La primera casa:
De acuerdo con las crónicas anteriores a la llegada de la Venezuela Gulf Company en 1924, en el
territorio en donde nos encontramos, únicamente había dos viviendas, la de Tertuliano Naveda y la Juana Acosta, siendo que todo era conocido como Cerro Arriba. Sin embargo, la considerada como primera casa llamada de Punto Fijo, corresponde a la todavía en pie, ubicada en la calle Páez de nuestra ciudad. La denominación de Punto Fijo se originó, por cuanto en la mencionada casa, propiedad de Pedro Yagua, vivía su hijastra Leocadia Pulgar, de quien Rafael González Estaba, se enamoró y luego contrajo matrimonio con ella. Como en realidad no había una dirección precisa, cuando el conocido margariteño no era ubicado en los lugares donde compartía con sus amigos, ellos afirmaban “Rafael debe estar en su punto fijo”, es decir, la casa donde vivía su ya descrita novia. Por eso sostenemos que Punto Fijo nació del amor.
La primera escuela:
El crecimiento de Punto Fijo en forma apreciable, se originó cuando la Venezuela Gulf
Company se convirtió en Mene Grande. De allí que muchas instituciones fueron tomando cuerpo, entre ellas las relacionadas con la educación, la cultura y el deporte. Fue así como en 1938 fue creado el primer plantel, denominado como Escuela Federal Unitaria N° 3.309, ubicado en la misma calle Páez, para lo cual se designó como maestra a Olga Díaz de Díaz. Lo particular de este plantel residió en que en un mismo espacio se impartía el 1°, 2° y 3° grados y la educadora se le daba el nombre de preceptora. No ocurrió hasta mediados de la década de los cuarenta, la creación de escuelas que impartían hasta el sexto grado, siendo la primera de ellas la Juan Garcés, cuya promotora y directora fue la Maestra Conchita de Cáceres, institución que se convirtió en la siguiente década en Carlos Delgado Chalbaud y que, a partir del derrocamiento de la Dictadura de Marco Pérez Jiménez pasó a llamarse, hasta la actualidad, Escuela Punto Fijo.
El pasaje Zeiter:
Definitivamente la referencia urbana más importante de nuestra ciudad, ha sido sin duda
el Pasaje Zeiter, ubicado en el centro de la misma y cuya propiedad inicial fue de Leonardo Castillo, siendo que la nueva adquisición, por parte del comerciante Libanés Pablo Zeiter dio entrada, sobre todo por la parte de la calle Colombia, a una especie de Mercado Municipal, por cuanto allí se concentraba la descarga de hortalizas y legumbres, venidas de otras partes del país. En sus comienzos, a finales de los cuarenta, el pasaje se dividió en dos alas, la de la izquierda la relacionada con todo tipo de productos alimenticios y la derecha fue reservada a un gran expendio de mercancía, privilegiada por telas de distinta naturaleza. Debemos resaltar que en el propio pasaje, por medio de un espacio que todavía conduce a la calle Mariño, se establecieron comercios muy pequeños, entre ellos los de Rómulo Perozo y el llamado La Mano de Dios. Como dato importante, debemos señalar que la Franco Italiana tuvo su embrión en este pasadizo urbano, que todavía resuena en la vida activa de nuestra ciudad.