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Legislar de cara al Vecino
Como ya hemos dicho en la editorial que abre este balance, creo que la legislatura es el ámbito de representación ciudadana por antonomasia. No sólo por ser el espacio natural en el que confluyen las diversas manifestaciones políticas, sino también por la dinámica de su quehacer diario. Esta convicción implica entender el trabajo legislativo como un cuerpo vivo, que lejos de aferrarse a estructuras estáticas y aisladas, se desarrolla atento a las demandas sociales y momentos políticos de una sociedad en constante movimiento.
En ese sentido, como ya hemos señalado, el Poder Legislativo de nuestro país tiene un difícil desafío en cuanto a la necesidad de preservar y consolidar el vínculo de representatividad que se nos delega. Un estudio realizado a nivel nacional por la Universidad de San Andrés durante los primeros días de enero de 2018 es bastante ilustrativo al respecto: el 71% de los encuestados manifestó estar insatisfecho con el trabajo que se realiza en la cámara baja. Los porcentajes fueron casi calcados al preguntar por el trabajo del Senado.
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Este tipo de indicadores son un llamado de atención que nos obliga a pensar si la política, en ocasiones, no queda atrapada en discusiones endogámicas, personalistas y alejadas de la realidad y los problemas del vecino. También, y en particular, nos obliga a reflexionar sobre qué tipo de legislatura queremos y cómo logramos convertirnos en una herramienta cercana y valorada socialmente como una instancia efectiva de construcción cívica.
Para que ello ocurra debemos ser sensibles y conscientes de los debates que le importan a cada vecino, y para eso no hay mejor camino que abrir los despachos: vincularse con los actores de la sociedad civil; generar instancias de diálogo permanentes; trabajar en conjunto entre los diversos espacios políticos; visitar las realidades de todo el territorio. Pero también, es fundamental definir claramente los valores y las prioridades con los que cada legislador está comprometido para ser consistentes con aquello que representamos.
Teniendo en cuenta esa convicción, durante este primer bienio de mandato hemos impulsado proyectos que consideremos han contribuido a acercarnos más a la Ciudad que escuchamos que el vecino reclama y que nosotros también deseamos: una ciudad sin brechas. Equitativa, justa y segura. Con igualdad entre el norte y el sur; entre mujeres y hombres; entre los alumnos de los barrios humildes y los barrios ricos.
Ya llevamos presentadas 524 iniciativas - incluyendo proyectos de ley, resolución y declaración - entre las que podemos destacar algunos de los proyectos de ley de nuestra autoría que han sido aprobados como la modificación del régimen de inasistencia para alumnos padres (aprobado por unanimidad), que contribuyó a una igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres, permitiendo que tanto las madres como los padres compartan las tareas propias de ese momento de la vida, y garantizando las condiciones para que los padres y madres adolescentes puedan completar sus estudios secundarios; la incorporación del enfoque de género al Sistema Estadístico de la Ciudad, que permitirá recabar información periódica para estudiar las problemáticas de género a lo largo del tiempo y analizar así el impacto de nuestras políticas y soluciones; o la publicación obligatoria de las votaciones nominales, que permite que todo ciudadano pueda conocer cómo votan sus representantes en la Legislatura.
Esta línea de construcción, en la que creemos profundamente, es las que seguiremos impulsando durante el 2018. No sólo respetando los valores que encarnamos en nuestro trabajo diario, sino también haciendo culto de la crítica constructiva sensata, que no es más que la voluntad de aportar a los debates con libertad y la genuina vocación de encontrar mejores soluciones para el vecino. Que, en definitiva, es de lo que se trata legislar.
Tener despachos abiertos en donde el ciudadano pueda acercarse para compartir sus ideas y exponer sus necesidades. Generar instancias de diálogo permanentes.
Aumenta la participación de los ciudadanos en el proceso de la construcción de las leyes. Surgen proyectos en respuesta a las cuestiones que le importan a los vecinos. Mejora la percepción de los ciudadanos sobre el Poder Legislativo. Comienzan a verlo como una herramienta cercana y una instancia efectiva de construcción cívica.
Trabajar en conjunto entre los diversos espacios políticos. Conocer las realidades de los vecinos recorriendo el territorio.
Escuchar la crítica constructiva para mejorar nuestro trabajo representativo.
Votaciones nominales públicas: los ciudadanos conocen cómo votan sus representantes.
Las iniciativas aprobadas son producto de la participación de muchas voces y por eso gozan de mayor legitimidad.

