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Argumentos a favor de la literatura juvenil
La literatura juvenil trata de temas que importan a los chicos y chicas. No quiero decir con esto que crea que solo deban leer sobre su mundo, pero sí es verdad que, si se sienten identificados, es probable que les guste más y así lean más a gusto. No debemos olvidar que están en una etapa de la vida en la que creen que nadie les entiende, que hay cosas que solo les pasan a ellos, que son los primeros en descubrir el amor, el dolor, la ansiedad, etc. Leer ciertos libros escritos para su edad les ayuda a ver que no es así.
El lenguaje es actual, por lo que es más asequible. Ojo, eso también podría incluirse dentro de la lista de contras, porque a veces es tan natural que desaparece la división entre el lenguaje escrito, culto (por muy a su altura que esté) y el lenguaje vulgar más chabacano. No les voy a pedir que hablen como Galdós, pero tampoco quiero que suenen como los de Mujeres, Hombres y Viceversa, y “princesas del pueblo” ya abundan.
Muchos de los libros juveniles van más allá de ese supuesto público objetivo y la frontera entre literatura juvenil y literatura a secas se diluye.
Tratan a sus lectores como adultos, como seres inteligente capaces de llegar a conclusiones por sí mismos, sin necesidad de explicaciones superfluas.
Esto queda claro cuando un adulto puede leerlo sin pensar “ah, claro, que esto está escrito para gente más joven”. Me pasa con los libros de Nando J. López, o La segunda revolución: Heredero, de Costa Alcalá, o cualquiera de John Green, que es capaz de hablar de amor sin ser ñoño y tratando muchos más temas.
Algunos autores y autoras tiene muy presentes una serie de valores que quieren transmitir. Hay diversidad en sus novelas; rompen los roles de género, hay personajes ambiguos, fuertes o débiles que piden ayuda; vemos la lucha entre el bien y el mal, elecciones difíciles entre lo que es bueno para uno o para el grupo…
No llegan a ser didácticos (ningún adolescente permitiría que le dieran lecciones desde la página), pero cuidan las formas y el mensaje que transmiten. Y para mí esto es fundamental a esta edad. Utilizan una sintaxis correcta, un lenguaje culto sin ser pedante, se estructuran como cualquier otra novela, sin trampas y con giros complicados.