No. 4: Reliquias del Deshuesadero

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Frac-mentadas por César Navarrete.

Más allá de la preparación de cocteles, la profesión de barman requiere una labor de investigación que pocos se aventuran a hacer. Jorge González, sin embargo, quiso llevar más lejos su amor por la cultura mexicana y se ha dedicado a rescatar la tradición de los destilados prehispánicos.

Ya que desde su niñez ha sido considerado incómodo, Gabriel Orozco ahora siente empatía por las personas chacales y quiere ser como ellas. Por eso, su pintura de animales y monstruos representa, en cada cuadro, las partes de sí mismo que lo identifican como un verdadero Chacalall.

A pesar de la cercanía que las redes sociales y la tecnologías nos hacen suponer, Godfrey Reggio, director de cine estadounidense, se ha dado cuente de cómo, más bien, nos han aislado socialmente. Su última película, Visitors, precisamente es un poema fílmico que nos lo recuerda mirándonos a los ojos.


Por muchos motivos, la sociedad actual y el mundo que habitamos han sido considerados en decadencia, igual por filósofos y científicos que por políticos y ciudadanos. Actualmente, los países y sus gobiernos ocupan sus mayores esfuerzos en resolver problemas específicos y catastróficos que en conducir las naciones por caminos prósperos emprendidos desde antes. El hombre, sobre todo desde el comienzo de la Revolución Industrial hasta nuestros tiempos, se ha encargado por sí solo de llevar sus hábitats hacia la catástrofe. Su deterioro ha sido tal que la Geología ha propuesto considerar un cambio oficial de era geológica, a la cual se nombraría Antropoceno. El término es incuestionable al punto en que su uso comienza a ser común entre especialistas de todos los ramos. Nos enfrentamos, hoy en día, a innumerables crisis: ecológicas, políticas, filosóficas, espirituales, sociales, tecnológicas y, esencialmente, humanas. El Antropoceno implica a la especie humana como epicentro de la hecatombe. El mundo está hecho pedazos por culpa nuestra. Lo anterior conlleva, por supuesto, a que la cultura genere una respuesta. Dentro del mismo deshuesadero del hombre, hay quienes han sabido encontrar tesoros. Con las partes regadas de la desgracia, los verdaderos artistas son capaces de crear reliquias sumamente valiosas, como una lección para quienes lo dan todo por perdido y se precipitan al desenlace. En este número nos enfrentamos a esos monstruos, al apocalipsis tecnológico y al desprecio del conocimiento milenario; porque solamente así se puede encontrar reliquias en el deshuesadero.


Por: CÉSAR NAVARRETE

METRO (Leyenda)

“Antes De salir Permita Entrar”

PROPUESTA (Matrimonial)

Quiero Que tú Me saques La leche Del refrigerador Para prepararme El café Por el resto De mis días

CANTO (Ingobernabilidad)

¡México Lindo Y qué herido Si muero Dentro De ti!

TABLE-DANCE (Administración)

En este Negocio Todo está En regla Los fines De mes 3


La sensación cosquilleante que provoca en la lengua un dulce preparado de alcohol y frutas con sabores intensos, sólo puede provocarla un coctel bien preparado, y esta seducción, únicamente consigue elaborarla un barman experimentado. En el mundo de los bares, a veces parece no haber nada nuevo que proponer y la profesión del barman ha quedado relegada a la posición de hacedor de bebidas. Son pocos quienes se atreven a crear e investigar en este ámbito; pero, en lo que respecta al arte culinario, la investigación también debe ser forzosa y rigurosa. Jorge González, barman profesional y presidente de la Unión Mexicana de Barman, lo sabe bien. “He investigado la historia prehispánica y de la conquista y veo que casi nadie hace mención de la coctelería. O a veces sí, pero muy minimizado. Así que me digo: ‘yo he estudiado mucho y en todas las épocas y culturas siempre ha habido coctelería y destilados’, y cuando leo un nuevo libro sobre mi gran cultura, me confirma los grandes conocimientos que se tenían sobre esta profesión”. De esta manera y luego de 37 años de experiencia como barman profesional, Jorge ha dado un gran salto en su carrera: de hacedor de palomas y margaritas a barman que propone un nuevo concepto en este arte. Así, hoy puede decir con orgullo que es creador del concepto de coctelería prehispánica y de su propia marca de licor de xoconostle. Jorge cuenta su historia con emoción, pero el sendero que decidió andar ha tenido demasiados baches, ya que aún, después de años de investigación, se ha encontrado con quienes incluso han tratado de desacreditarle. “La gente no está muy de acuerdo con mis investigaciones y se les hace fácil decir no. Yo he luchado sin apoyo alguno, con mis propios recursos, y creo que debería haber un poco más de apertura para este tipo de expresiones”. Por: DANIELA BA’DUNASHI


Más allá de la preparación de cocteles, la profesión de barman requiere una labor de investigación que pocos se aventuran a hacer. Jorge González, sin embargo, quiso llevar más lejos su amor por la cultura mexicana y se ha dedicado a rescatar la tradición de los destilados prehispánicos. Lo dice con justa razón, pues es cierto que todavía persisten viejos prejuicios sobre el pasado mexicano, que a veces dificultan el avance cultural en algunos aspectos. Así lo expresa Jorge: “Cuánta cultura hemos desaprovechado queriendo hacer otras cosas. En lugar de sorprender al mundo, sólo copiamos el trabajo de otros. Entonces, lo que yo quiero es sorprender al mundo con mi investigación en coctelería prehispánica y asentar que estamos presentes desde hace más de dos mil años en el concepto de coctelería, destilados y fermentados”. Su propuesta consiste en transformar la manera en que tomamos el mezcal actualmente, con la famosa naranjita. Sin embargo, en aquellas épocas de esplendor mexica no existía la naranja en estas tierras; así que, más bien, acompañaban su trago de mezcal con una rica y ácida rebanadita de xoconostle, ese fruto, primo de la tuna, que hasta en salsas hemos probado. Además, Jorge prepara la combinación ganadora: xoconostle con miel de maguey y un gran trago de mezcal. ¡Uf! Son indescriptibles la explosión de sabor y la frescura que la mezcla deja en la boca. Así comienza la experiencia de la coctelería prehispánica.

8 años en México


Por: ALEJANDRO MENDOZA


La infancia es comúnmente la única etapa de nuestras vidas cuando nuestros padres pueden y se atreven a escogernos las amistades, hablarnos mal de los escuincles desmadrosos y procurar arrimarnos con los niños bonitos, serios y bien peinaditos. A Gabriel —a quien llamaremos Chacalall desde ahora—, sin embargo, le tocó estar varias veces del otro lado: perdió amigos por culpa de sus estiradas madres, que les pedían alejarse de él y de su “mala influencia”. Y aunque Chacalall, desconcertado, les recordaba los divertidos momentos y las ricas papas que habían compartido juntos, desde entonces su vida ya significaba una incomodidad para otros. Podría ser, pues, que por razones como esas o por otros grandes misterios de la psicología, siempre ha sentido empatía y gusto por la gente chacal, porque son personas vale-madres; que si responden a un gobierno, es únicamente al suyo; y que, sin mayor rodeo, obedecen nada más a sus antojos. Nadie espera ya ninguna cosa de un chacal. Está hasta el fondo. Así que, irremediablemente, también son personas con el cielo por delante. “Ya tienen la etiqueta. Entonces, cualquier cosa que puedan hacer para arriba, es significativa”, argumenta Chacalall, quien por este afecto debió empezar a utilizarlo como sustantivo cariñoso para nombrar a sus amigos. “Al final, se te queda el apodo a ti”, cuenta, ya satisfecho porque ahora ha decidido utilizarlo, además de mote y estilo de vida, como seudónimo para firmar su trabajo. Chacalall, por las noches, las mañanas y las tardes, se dedica a pintar, ilustrar, diseñar y, en sus momentos más oscuros, hasta a grafitear. En la pared principal de su departamento, un gran y colorido chacal de acuarela con su autógrafo nos mira directamente a los ojos, con el hocico abierto, como si hubiera detenido su camino alertado por la presencia de una presa, mientras Chacalall nos comenta que le gustaría “ser más agresivo en cosas que yo quiero y que me valga verga” para poder asemejarse más a un chacal verdadero.


Como en esa pintura, su obra está conformada por escenas de animales de apariencia monstruosa en paisajes oníricos y posturas retadoras. Todas aquellas actitudes socialmente rechazadas, como el enojo y las ganas de partirle la madre a alguien, él las relaciona con los animales y se siente identificado con ellas y las acepta. Solamente se trata de reconocer los instintos que portamos en nuestra genética. Por eso, a Chacalall no le extraña —al menos ya no ahora— que una de las relaciones más fuertes y profundas de su vida haya sido con un coatí que tuvo como mascota en el pasado, porque al admitir su lado primitivo, también ha aprendido a encontrar sus propios límites. No conocemos su casa paterna en Pachuca, de donde es originario, pero él nos la describe caótica y desordenada, con la ropa, las toallas y los vestidos tirados por doquier; mas el espacio donde nos recibe, en su departamento, inclusive su propia recámara, están perfectamente ordenados, porque así se lo ha propuesto él solo. Su extraño caso simplemente obedece a los límites que ha encontrado para sí mismo, a su esencia. Así que, cuando se le pregunta por algún tipo de precepto espiritual que dé origen o habite en su trabajo, Chacalall responde: “Para mí, lo espiritual es la parte en la que te conoces”, por lo cual tanto su pulcritud habitacional como los mágicos universos y especies animales que dibuja representan su chacal interno.

Lo espiritual tiene que ser místico por eso, piensa él, porque “no te pueden decir las cosas tal cual; la mente no lo resistiría. Es como en los sueños, en los cuales te pasan muchas cosas ilógicas; pero no es más que tu cerebro tratando de organizar toda la información de ese día” y traduciéndolo a manera de metáforas surreales. “Tiene que venir un güey con cara de cráneo y decirte ‘estás solo’, para que más o menos lo entiendas”. Debe existir un ente superior del más allá a quien podamos aceptar y hacerle caso. En ese supuesto, los animales de Chacalall poseen, cada uno, fragmentos de su personalidad y de su espíritu. Como quien dice, se roban cachitos de su corazón. Durante el lapso más elevado de nuestra charla, Chacalall nos confirma que todas y cada una de sus pinturas heredan una parte suya, su creador, a las cuales les confiere personalidad a partir de una y sólo una particular característica de sí mismo, porque incluso éstas pueden chocar entre sí: la infantil, la violenta, la salvaje, la reflexiva. El resultado, lo considera una forma de defensa, porque así evita entrar en conflicto con su propia identidad.


Esta fusión tan íntima que ha logrado alcanzar con su trabajo, le ha dado claridad suficiente para darse cuenta cuando la gente no se atreve a ser sincera frente a su obra. Chacalall gusta de preguntarle a los demás por lo que ven en su obra, pues le interesa que su arte se aleje de lo elitista para acercarse a la banda y que ésta pueda disfrutarlo también; pero la mayoría responde con clichés: “es armónico”, “tiene estructura”, “parece huichol”. Mas sabe bien que su pintura es espontánea y experimental, y por eso duda de ese tipo de comentarios, que más bien parecen precavidos y temerosos. En su lugar, prefiere escuchar “las críticas de los niños, porque dicen realmente lo que creen”.

Los primeros pasos de Chacalall en la pintura fueron espontáneos, juguetones, probando con los efectos y las posibilidades de las acuarelas en un principio y, después, añadiendo nuevos materiales, como el acrílico y el lápiz de color. Ahí empezó a encontrarse con las formas monstruosas que definieron su estilo, en quimeras que por un lado le recuerdan las caminatas de exploración arqueológica con su padre cuando niño y las desproporcionadas figurillas prehispánicas del xoloitzcuintle y, por el otro, “la mierda social en que nos revolcamos todos los días y que a la gente no le gusta ver; se hace pendeja, pero vive en un mundo horrible y contradiciéndose todo el tiempo”.


Por: CALIFORNIO CHIAPAS DURANGO


Hay una atmósfera extraña, cálida, de mucha paz; se desconoce, por el momento, de dónde emana. No es por el ambiente del exterior, lleno de autos y de gente que va pensando mil y un cosas, con o sin sentido. Tampoco (no del todo) por el ambiente del interior del Teatro de la Ciudad: todos de un lado para otro, preparando los sets con reflectores y cámaras; otros, acomodando la mampara de DocsDF: la luz que entra por las ventanas del foyer ayuda, pero no tanto. Al fondo hay un hombre muy alto, sentado en un sillón rojo, con el cabello plateado y alborotado, quizá por tantas preguntas que ha tenido que responder. No obstante, la tranquilidad que despide es peculiar, como si la obtuviera de la convivencia con otros. Es Godfrey Reggio. “Hemos perdido el sentido de comunidad. Somos muchas personas, pero seguimos sin saber cómo ser nosotros”. Documentalista experimental, autor de la trilogía Qatsi, “habla” con el cine y ofrece otras miradas acerca de un mundo en el que la tecnología lo ha permeado todo sin lograr conectar nada. “Nos ha permitido hacer más artificial a este mundo, pero no nos ha enseñado a conectarnos con éste, a buscar diferentes maneras de vivir bien o una manera de buen vivir. Para eso uso el cine, para ofrecer una visión distinta de este mundo”. Un mundo que termina una época geológica: se sale del Holocénico y se propone el Antropocénico, denominado así debido a la huella del ser humano sobre la Tierra. Sin embargo, el señor Reggio duda. “Yo lo veo como la era las máquinas; aunque éstas sean producto del humano, sin una máquina no perforas tres millas bajo el suelo ni avientas esa cantidad de contaminantes a la atmósfera. El humano todavía tiene muchos cosas por superar”.

A pesar de la cercanía que las redes sociales y la tecnologías nos hacen suponer, Godfrey Reggio, director de cine estadounidense, se ha dado cuente de cómo, más bien, nos han aislado socialmente. Su última película, Visitors, precisamente es un poema fílmico que nos lo recuerda mirándonos a los ojos.


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Fácilmente Reggio, con su trabajo, podría ofrecer una solución a estos tiempos difíciles. Sin embargo, esta espiritualidad que posee es la que le hace mantener su templanza pacífica y ser un ciudadano de este planeta. “Verás, no me gusta ‘dar’ respuestas o que vean a mi trabajo como un respuesta, porque es parecido a una imposición. Yo prefiero la diversidad, que es bella en este mundo, de visiones y de soluciones”. Por eso ha grabado en países como la India, Guatemala y México, “porque todos tienen muchas respuestas; imponer una sola, resulta muy peligroso”. Director del nuevo documental Visitors, el señor Godfrey Reggio da una sacudida al espectador. “Quiero provocar a la gente”, asegura. Es lo más parecido a invadir los espacios personales, con secuencias largas y en cámara lenta. Visitors es una invasión para crear conciencia. “Es como si estuvieras sentado en un café y alguien de repente se te quedara viendo, que te invadiera y que no tuvieras otro remedio más que platicar con él. Todos necesitamos conocer a otras personas, saber que están ahí. Visitors es mi visión sobre un mundo tecnológico, pero también es como un balde de agua fría”.


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