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Pura y Limpia

El rosario, oración de amores Sor María José Hidalgo López, OIC Monasterio federal Mairena del Aljarafe (Sevilla)

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e contaba una amiga su experiencia acerca de la meditación oriental, me hablaba de algunos mantras y oraciones repetitivas que ella a menudo recita para llegar a experimentar la paz interior. No tengo nada contra este tipo de meditación, pero me cuesta entender que, teniendo como tenemos en la tradición cristiana tantas tipos de oraciones repetitivas y espacios para meditar, tuviera ella que mirar a Oriente para buscar esas fórmulas. Me acordaba sin ir más lejos de esa oración vocal sencilla y profunda a la vez y muy accesible a todos, el rosario, y me puse a contarle sus excelencias. En verdad son muchos los que aprecian esta plegaria: mayores y jóvenes, hombres y mujeres, papas, ordenados y consagrados, laicos, teólogos y cristianos de a pie. Ente otras cosas porque se adapta a todo tiempo y lugar: en la iglesia o en casa, cuando conduces, cuando esperas en una cola, cuando paseas, en peregrinación o contemplando el paisaje, cuando no puedes dormir, ante la tumba de un ser querido, en solitario y en familia (oración de la familia y por la familia, decía Juan Pablo II). Muchas de estas personas, día a día, luchan por su fe, rosario en mano, perseveNuestra Señora del Rosario (h. 1638-1640), óleo de rando en el amor de Dios, de la Bartolomé E. Murillo (1617-1682). Palacio Pitti (Forencia) mano de la Virgen. Si les preguntáramos nos dirían los beneficios que rezar el rosario les ha traído a sus vidas. Porque es oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por María. Con ella nos dejamos conducir a contemplar el rostro de Cristo: unas veces rostro alegre, luminoso; otras, doloroso; otras, glorioso. Junto a María vivimos con Él, amamos con Él, pensamos con Él, recorremos las calles y las plazas con Él, cambiamos el mundo con Él. A quienes tildan esta oración de simple, sin sentido, solo apta para las viejecitas piadosas, les diría que el Papa Benedicto habla del rosario como de una oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Efectivamente, el rosario es una oración ligada estrechamente a la meditación de la Palabra. Cada Padrenuestro (Mateo 6, 9-13) y cada Ave María

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(Lucas 1, 28.42; 2,14) son, en sí mismos, ecos de las Escrituras. Con la voz recitamos el Ave María y accedemos a la Palabra de Dios, pero con la mente y el corazón representamos los misterios. El rosario es otro modo de escuchar la Palabra a través de imágenes impresas en nosotros de páginas del Evangelio, esas que tantas veces hemos escuchado. Rezando el rosario la Palabra se hace visión; más que escuchar, vemos la Palabra y podemos transformar en oración toda la Biblia y toda la Historia de la salvación. Ciertamente la oración vocal está al inicio de otras formas de oración más altas. Puede ser simple y monótona; pero, como decía Karl Rahner, «¿No es mejor que, al menos los labios, bendigan a Dios a que todo el hombre esté mudo?» El rosario nos mantiene unidos Jesús con María. Numerosas veces nos ayuda a estar con el espíritu y el corazón en vela y poner a punto las condiciones, el terreno propio para que no pasen de largo las horas o los minutos de gracia. En este sentido, esta oración vocal se convierte en oración de fidelidad y entrega. El rosario es un modo hermoso de fortalecer la unidad de familias, de comunidades, de fieles, de “ganar batallas” en boca del padre Pío, de vencer tentaciones, de alcanzar la paz interior, de interceder por todos y todo. Es un lazo de amor que une a María cuando la fe es puesta a prueba. Es corona de rosas ofrecida por amor del hijo hacia la Madre, como dice el popular himno a la Virgen del Rosario: «Oración de amores, cadena de flores con que el mundo ciñes a tu corazón. Salterio de rosas que un ángel cantara, ese es tu rosario, perfume de amor.» Sinceramente creo que somos los cristianos quienes debemos mostrar a todos los beneficios del rosario para fortalecer su condición de oración; para ello nada mejor que tenerlo muy a mano cada día. Yo rezo el rosario, espero que también lo hagas tú.


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