Guadalupe 845

Page 16

14 /

scriptoriumguadalupense

Exvoto de la duquesa de Aveiro con sus tres hijos a la Virgen de Guadalupe

pañada por sus tres hijos; ocasión que aprovechó la piadosa duquesa para ofrecerse como esclava de esta milagrosa efigie, dejándolo escrito con sangre en un papel. Al igual que la reina Católica decía que Guadalupe era su “paraíso”, la duquesa de Aveiro le llamaba “mi nido”, y cada año costeaba ropa, calzado y alimentos a cuatro personas para que fueran en peregrinación a la Morenita de Guadalupe. En 1663 la encontramos de nuevo en este monasterio, datando de entonces el regalo a la sagrada imagen de un rico cetro de oro, con 90 diamantes, 32 rubíes, 74 perlas, 42 esmeraldas y un zafiro —tasado entonces en 14.000 ducados— para que lo tuviera la Virgen en su mano el día de la Fiesta de septiembre. Unos años más tarde regaló al monasterio una valiosa alfombra que, por suerte, se conserva en la librería, y el año 1677 dio 6.000 ducados para empezar la obra del actual hermoso camarín de la Virgen. Además, en esta ocasión regaló esta espléndida devota una pintura de buena firma en que están ella y sus hijos, de autor desconocido, pintado en 1682 y hoy colocada en la antesacristía de Guadalupe. En agradecimiento a tanta generosidad y devoción ejemplar a la Virgen de Guadalupe, el año 1699 le concedió el prior, fray Juan de Villahermosa, el privilegio de recibir sepultura en el templo, a los pies de la Virgen, como se cumplió tras su

14

muerte en 1715, siendo depositado su cadáver en el nicho central de la iglesia, hoy basílica, donde, en los laterales, ya descansaban los restos de su madre, Ana María de Cárdenas y su hermano Raimundo de Lencastre. El 7 de febrero de 1715 murió doña Guadalupe, en olor de santidad, en su palacio madrileño de la calle del Arenal, esquina del callejón de San Ginés. El entierro revistió gran solemnidad, predicando en las exequias el prestigioso orador de la Orden Jerónima fray Juan de Logrosán. Y aunque sus restos iban en una caja de nogal, su corazón recibió sepultura aparte, en una cajita de plomo como actualmente se conserva, según certificado de su exhumación en 1915, al cumplirse el 2°centenario del óbito de esta piadosísima duquesa, cuya beatificación está en marcha. Desde el año 1727 descansan todas las cenizas de esta familia en un lujoso mausoleo de jaspe, costeado por la comunidad jerónima de Guadalupe, colocado bajo el trono de la Virgen, en la girola del templo y en su frente leemos este epitafio: «D[oñ]a María de Guadalupe Lencastre i Cárdenas, Duquesa de Arcos, Aveiro, Maqueda y Torres Novas mandó se enterrase su corazón y cuerpo en este lugar, debaxo de los pies de la Imagen centro de su amor i esperanzas, 9 de febrero de 1715». Fuentes consultadas Martín Gómez Antonio Luis, El Gran Capitán. Las campañas del Duque de Terranova y Santángelo. Almena Ed. 2000. Álvarez Álvarez Arturo, Cien personajes en Guadalupe. Madrid 1964. Id. Relaciones del monasterio de Guadalupe con Portugal. Lisboa 1961. Velo y Nieto Gervasio, María de Guadalupe Alencastre, en El Monasterio de Guadalupe, (1953-1954). Moura Sobral Luis de, María Guadalupe de Lancastre: Cuadros, libros y aficiones artísticas de una duquesa Ibérica. QUINTANA, 8 (2009) 61-73.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.