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de las danzas indígenas

EL NUEVO PUNO: LA CIUDAD LETRADA Y EL ENCUMBRAMIENTO DE LAS DANZAS INDÍGENAS

A diferencia de la Europa diceciochesca en la que Peter Burke (1991) encuentra el «despertar» del interés de los intelectuales de clases medias por la cultura campesina y artesana, en el sur andino peruano la valoración de las prácticas populares indígenas y urbanas es un fenómeno que surge en las primeras décadas del siglo XX. Específicamente, podemos ubicar este ejercicio en la ciudad letrada de Puno, hacia la década de 1920, cuando un conjunto de autores, a través de la prensa periódica local y en publicaciones de ensayos y monografías impresas, reconocieron la importancia de la riqueza coreográfica, campesina y urbana popular, como un elemento fundamental en la construcción de un discurso de identidad local.

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A inicios del siglo XX las fuentes escritas de las cuales disponemos evidencian la realización de diversas danzas con motivo de celebraciones religiosas y profanas, dentro del ciclo agrícola anual. Las ferias, procesiones y fiestas organizadas con ocasión de las celebraciones patronales en los diversos pueblos del departamento de Puno sirvieron de ocasión para que diferentes conjuntos musicales y de danzas campesinas se presentaran frente a públicos urbanos, entre los que se encontraban miembros del mundo letrado local.

Así, por ejemplo, un observador anota la feria organizada con motivo de la fiesta de San Juan en el pueblo de Ácora, donde se exhibió un conjunto de bailes típicos del lugar (cintakanas, pulis, sicuris, entre otros), además de la «Procesión de la patrona del pueblo, con acompañamiento de la banda de música de Pallalis (sic) especialmente contratada por las autoridades distritales, de las partidas de bailes antes mencionadas y fieles»29

Otra nota periodística nos describe la fiesta de San Miguel de Ilave, realizada el 29 de setiembre de 1928. Allí se detalla que curiosos y celebrantes se trasladaban de la capital de Puno y de otros distritos a esta población en toda clase de vehículos: «La amplia plaza principal de Ilave y calles adyacentes se vieron invadidas, en los días 28, 29 y 30 de dicho mes por millares de indios y mercachifles que realizaban sus transacciones comerciales al aire libre»30 , para luego presenciar la procesión de la imagen, la cual era acompañada de comparsas de morenadas, puli-pulis entre otros bailes.

29. Anónimo. “La última fiesta de Ácora”. El Eco, 22 de setiembre de 1927, p. 1 30. Anónimo. “La fiesta de San Miguel Arcángel”. El Eco, 10 de octubre de 1928, p. 1.

Bailes de enmascarados en Azángaro Fotograbado de un grupo de «indios enmascarados» durante la celebración de la patrona de la ciudad de Azángaro. Tomado de la revista limeña Ilustración Peruana, hacia 1912.

En estas notas publicadas en la prensa puneña podemos apreciar un cambio significativo en la apreciación del mundo letrado acerca de las prácticas indígenas asociadas a las fiestas religiosas. De una visión fuertemente cuestionadora y crítica con relación al sentido de la fiesta popular, vista como derroche, desorden y borrachera, vemos una apreciación de las danzas entendidas como típicas de la población, las cuales se «exhiben» acompañadas, en algunos casos, por bandas de música que son contratadas por las autoridades locales. De esta manera, el «espectáculo» se está construyendo. Y, para el caso de la ciudad de Puno, algunos autores deslizaron la posibilidad que, al celebrarse la fiesta de la octava de la Virgen de la Candelaria en fechas muy cercanas a los tradicionales carnavales urbanos, era posible integrar ambos espacios celebratorios: uno de carácter popular, indígena y campesino, y el otro más citadino y señorial. En este sentido, una nota sobre la fiesta de la Natividad, patrona del pueblo de Ácora, lo asevera:

«(…) [A]yer a las 5: 30 p.m., se realizó la tradicional entrada a caballo encabezado por las autoridades de dicha villa, a quienes les acompañaban muchos vecinos y gente del pueblo, montados en briosos corceles (...) A

estos les seguían unos dos centenares de indios, formando varios grupos de bandas típicas de música»31 .

Todavía se entiende que la fiesta está constituida por diversos grupos sociales que asumen funciones y prácticas distintas al interior de la misma, reproduciendo un «orden» que solo se quiebra en momentos específicos, como el recorrido de la procesión y el «espectáculo» de las danzas campesinas que arriban a la ciudad. Así, el diario Los Andes describía la celebración de la Virgen de la Candelaria de la ciudad de Puno como una «manifestación netamente india»32 .

En la medida que avanza el siglo XX los imaginarios urbanos acerca del carácter festivo de la celebración religiosa se van transformando. Así, tanto las autoridades locales, como sectores intelectuales y grupos organizados de la población urbana terminan validando la importancia que las danzas, tanto mestizas como indígenas, juegan en la realización de la fiesta. Por ejemplo, una nota del diario El Eco da cuenta de la «reciente introducción» de grupos de sikuris y otras danzas en las celebraciones a la cruz de mayo en la ciudad de Puno:

«Desde hace pocos años, se ha establecido la costumbre de celebrar allí la víspera de la fiesta (como se realizan las grandes fiestas de Puno) con la concurrencia de numerosas bandas de "Sicuris" y este año con la de una banda de música de Chucuito (Ccota), quemada de "kapo" y cohetes voladores...»33 .

Por lo general, se ha afirmado que esta nueva percepción de la fiesta popular en la ciudad de Puno y otras poblaciones del altiplano, desde la década de 1920, está fuertemente asociada a un proceso de transformación del escenario sociocultural regional: la emergencia de nuevos grupos urbanos de origen campesino que lograron integrar sus prácticas festivas dentro del espacio celebratorio «oficial» de Puno. Con los años, además, el desarrollo del turismo y la valoración del patrimonio cultural por parte de los intelectuales y políticos locales terminaron por reafirmar el carácter festivo de la ciudad del lago y de todo el departamento.

31. Anónimo. “La fiesta de Acora”. El Eco, 15 de setiembre de 1928, p. 2 32. Anónimo. “Han sido solemnes las fiestas y cultos a la Patrona de Puno la Virgen de la Candelaria”. Los Andes, 3 de febrero de 1934. 33. Anónimo. “La fiesta de la Cruz”. El Eco, 5 de mayo de 1941, p. 4