Editorial La vocación es un llamado que Dios nos hace a todos, porque nos ama. El primer llamado es a vivir, pues, cuando nuestros padres se unieron, el Creador dispuso un alma y un cuerpo; en ese instante nos llamó a la vida, esperando, como respuesta, que busquemos vivir lo mejor posible. El segundo llamado es a la vida de fe. El Bautismo es el signo visible de este llamado y podemos responder a él viviendo como verdaderos discípulos de Cristo. El tercer momento es el llamado a la vocación específica, que surge cuando respondemos al Señor en un compromiso de vida, por el cual buscamos la santidad. Cuando respondemos a este llamado, asumimos un compromiso con Él, ya sea en el matrimonio, la soltería, la vida consagrada (religiosos y religiosas) o el sacerdocio. Que el Señor nos ayude a descubrir o redescubrir la alegría de nuestro llamado, para que, viviendo nuestra vocación coherentemente, motivemos a otros a escucharlo y a ser esa semilla que dé frutos de bendición para los demás en un matrimonio santo, una soltería comprometida o la consagración de la vida a Dios al servir a los hermanos como religioso, religiosa o sacerdote.