Catálogo | Exposición: Trabajo, fe y gozo

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CREDITOS

MUSEO DE ARTE

Michel Langlais | Presidente de Junta Directiva y demás integrantes de la Junta Directiva del Museo de Arte de El Salvador, Eugenia Lindo | Directora Ejecutiva, Jaime Izaguirre | Director Artístico, Sara Boulogne | Directora de Educación, Emperatriz Peña de Grimaldi | Asistente de Dirección de Educación, Cristina Algarra | Directora de Públicos y Comunidad, Marcela Cabrera | Responsable de Audiencias, Ana Luz Salgado | Gestor de Eventos Corporativos, Adriana Margarita Valladares | Gerente Administrativa, Federico Krill | Audiovisuales, Ana Emma Mejía | Diseño Gráfico, Diego

Gámez | Asistente de Programación, Noelia Torres | Auxiliar Contable, Claudia Elizabeth Ortega | Auxiliar Administrativa, Madelin Mira | Gestor Tienda Marte, Antonio Santos Hernández | Jefe de Servicios

Generales, Abel Antonio Román | Servicios generales, Pedro Edgardo Herrera | Servicios generales, Juan Ayala Domínguez | Asistente de Mantenimiento, Aracely López | Servicios Generales, Jenifher Martínez | Servicios Generales, Adonay Rivera | Servicios Generales

Guías 2024: Sandy Leonor García Ramírez, Guillermo José Burgos Bermúdez, Abril Elemi Salinas Cabrera, Lucía Chávez, Rebeca Martínez, Laura Córdova, Erick Aragón, Lorena Salazar, Andre Emmanuel Hernández Massin, Andrés Ernesto Guardado Laínez, Gabriela María López Lemus, Oscar Leonel Márquez, Ruth Noemi Hernández Rodríguez, Gustavo Adolfo Rodríguez Montoya, Jessie Celina Tario Gómez, Jacqueline Lissette Figuerioa Hernandez, Alvaro Daniel Zaldaña, Gabriela Stephany Reyes, Lourdes Andrea Ortiz Hernandez, Kenia Maria Hernandez Garcia, Aaron Adiel Figueroa Chilin, Andrea Guadalupe Soler Soto, Emily Gisselle Flores Ulate, Ana Lourdes Rivas Tenorio, Valeria Maria Hernandez Rosales, Camila Jazmin Franco Menjivar.

Formadores 2024: Andrés Ernesto Guardado Laínez, Gabriela María López Lemus, Diego Rene Cornejo Molina, Roxana Guadalupe Soriano Moreno, Fatima Beatriz Clavel Zometa, Jose Fernando Perez Orozco, Silvia Abigail Romero, Iris Jurisan Burgos Alvarez, Kathya Lisbeth Arriola, Rodolfo Alejandro

Pintin Sesped, María José Reyes Rivas, Lilian Vanessa Someta Argueta, Kharen Alexandra Rivera Flores.

Mediadores 2024: Ceci Henríquez, Lorena Maria Salazar Rodríguez, Wendy Lisseth Romero López, Xenia Michell Calderón, Ana Yancy García, Victor Ernesto Henriquez, Carol Chinchilla, José Joel

Madrid Escobar, Vanessa Domínguez, Guadalupe Castellanos, Juan Camilo Torres, Erika

Estefanía Durán Alvarado, Ana Lilian Viana Umaña, Wendy Lisseth Romero López, Andrea Carolina Machón, Karla Cortéz, Pamela Vidaurre, German Balmore Revelo, Moises Abraham Castillo, Erick Alexander Marín, Martha Luz Portillo Guadrón, Jonathan Gerardo Casco Rivas, Ana María Corleto Perdomo, Edwin Vargas Pineda, Yancy Vásquez, Ayax Bismarck Mejía Chacón, Karla Benitez, Adriana María

Donis Gallardo, Carlos Iván Díaz Jungmann, Carlos ALberto Serrano Alfaro.

MUSEO DE ARTE POPULAR:

Gregorio Bello Suazo C., Ana Lilian Ramírez de Bello Suazo, Rafael Alas, Joaquín Aguilar, Claudia Acosta, Lorena Olmedo, Madeleine Imberton, Héctor Recinos, Lyl Alvarez, Gracia Rusconi, Marta Eugenia Valle.

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES:

Sherwin Willimas, S.A. de C.V., Juan Carlos Guerra, Madeleine Imberton, Ricardo Castellón, Magaly de Castellón

Exhibición y Catálogo: Gestión y apoyo institucional: Eugenia Lindo, Curaduría, Museografía y textos: Jaime Izaguirre, Diseño Gráfico: Ana Emma Mejía, Fotografía: Eleonora Salaverría, Edición: Lovy Arguello, Gestión, documentación y control de obras y de salas: Jaime Izaguirre y Diego Gámez, Montaje: Antonio Hernández, Juan Martínez, Adonay Rivera.

El Museo de Arte de El Salvador agradece a todos los coleccionistas, artistas y entidades que han prestado sus obras para esta exhibición en MARTE, especialmente a todos y todas quienes contribuyeron desinteresadamente para esta publicación.

INTRODUCCIÓN

La exposición "Trabajo, Fe y Gozo" es una muestra que evidencia la rica y diversa cultura visual salvadoreña. A través de un recorrido exhaustivo por la plástica nacional, la exposición se sumerge en tres temas fundamentales que han sido continuamente representados en nuestras expresiones artísticas: el trabajo, la fe y la fiesta. Estas temáticas, profundamente arraigadas en la identidad salvadoreña, se manifiestan no solo en las artes plásticas sino también en el arte popular y las artesanías, ofreciendo un panorama más amplio y multifacético de nuestra cultura visual.

El principal objetivo de esta exposición es destacar y reconocer el valor intrínseco de estas manifestaciones artísticas. Independientemente de su origen o técnica, son valiosas en sí mismas. A pesar de las diferencias técnicas, culturales y comerciales que pueden existir entre estas formas de expresión, revelando un abanico de recursos compartidos que amplía la comprensión de nuestra identidad visual.

Este enfoque inclusivo nos permite apreciar cómo estas expresiones artísticas diversas enriquecen nuestra comprensión de lo que significa ser salvadoreño, destacando la importancia de preservar y valorar nuestras tradiciones artísticas y culturales. Siendo cada pieza una ventana única hacia nuestra identidad visual y cultural.

"Trabajo, Fe y Gozo" resalta aspectos específicos de la cultura salvadoreña, especialmente algunos que a menudo son invisibilizados en la vida urbana moderna, como las relaciones entre el Xipe Totec y “El descarnado” -leyenda de San Antonio Abad- o la representación de “La descarnada”, de Gonzalo Vasquez que presenta una variante de la leyenda antes mencionada, y ejemplifica cómo en ciertas localidades hay variantes y particularidades propias.

La exposición muestra algunos detalles de las manifestaciones y tradiciones rurales, evidenciando la base de nuestra cultura e identidad local y nacional, con la intención de revalorizar estas prácticas y resaltar su relevancia continua en la configuración de nuestra esencia cultural contemporánea.

El catálogo y la exposición están estructurados para ofrecer un recorrido narrativo a través de las diversas áreas temáticas. Comenzamos en Sonsonate y en Santa Ana, explorando la representación del trabajo en estas regiones, y luego nos trasladamos a San Salvador, donde la ciudad y sus habitantes se presentan de manera fantasiosa e idealizada. Luego, nos aproximamos a la religión, destacando el sincretismo cultural y las relaciones entre religiosidad y arte popular. Aquí se exploran las intersecciones entre creencias y expresiones artísticas. La religión actúa como puerta a las creencias y leyendas, que cobran vida en las festividades. Muchas de estas fiestas están relacionadas con celebraciones religiosas, donde la comida y las tradiciones se hacen presentes, reflejándose en las obras seleccionadas. Finalmente, todo lo anterior se entiende como una manifestación de un sincretismo histórico y constante, que también se evidencia en las obras expuestas.

La cultura está en constante cambio y se ve influenciada por elementos foráneos, pero al mismo tiempo por situaciones y particularidades locales. De tal forma, que reconocer dichas particularidades nos permite valorar los aportes culturales desde los cuales algunas manifestaciones artísticas se nutren.

Desde esa perspectiva es necesario aproximarnos a la cultura popular, pero al ser el Museo de Arte de El Salvador (MARTE) una institución que se dedica a estudiar, resguardar y promover las artes plásticas y visuales salvadoreñas, la aproximación ha sido desde la pintura local. Así, en base a una revisión de la obra plástica local se han podido diferenciar tres grandes temas: El trabajo, la fe y la fiesta.

Pero además, esta exposición es orbital a la exhibición principal del museo “Trópico Telúrico”, que se basa en la historia del país y muestra algunas obras que evidencian cómo cada época y sus acontecimientos e influencias, han motivado cambios en la plástica local. Pero en el caso de la exposición que se comenta en este texto, las piezas seleccionadas establecen un nexo temático entre obras de arte plástico y manifestaciones culturales, evidenciando la existencia de un imaginario visual local. De esta forma, “Trabajo, fe y gozo”, no solo junta lo cultural y sus escurridizas transformaciones e influencias, sino también situaciones y particularidades locales, así como pareceres y propósitos de los sujetos que operan como sus actores o autores.

Y es importante resaltar estos elementos comunes para valorar la cultura desde una perspectiva compartida, más allá de su valor estético o mercantil. Con objetos que nos ofrecen un lugar donde reconocernos, donde encontrarnos para compartir.

DEL TRABAJO IDEALIZADO A LA CIUDAD IDEALIZADA

1

Juan Carlos Recinos

Apuntes para encontrarme 2023

Dibujo a tinta sobre papel variable Colección privada

La obra de Juan Carlos Recinos, artista oriundo de San Pedro Nonualco, “Apuntes para encontrarme” (Fig. 1) es una serie de bocetos, de los trajes de algunos personajes usados en celebraciones populares de su localidad, como “las del cuatro de febrero son fiestas titulares que se celebran al Dulce Nombre de Jesús y la peregrinación del niño Zarco y Jesusito”. Esta búsqueda de sí mismo a través de los trajes, con elementos locales, tradicionales y culturales, lo aproximan a su historia e identidad, y es un ejercicio similar a la muestra que se presenta en este caso, pues en ésta se reúnen una serie de elementos en los cuales nos podemos reconocer como colectivo social, y se evidencian similitudes entre las artes plásticas, la artesanía y las artes populares.

Al tratarse de un proyecto de encuentro, la exhibición no puede ser un proceso terminado. Así va la cultura creciendo y transformándose, nutriéndose de tradiciones y expresiones por conocer y retomar. La obra de Recinos ofrece una reflexión y una pauta para el reconocimiento de la identidad personal inserta en lo local a través de los objetos que representa de manera visual.

J. Izaguirre, comunicación personal con Juan Carlos Recinos en relación a su obra, miércoles 20 de diciembre de 2023.

Fig.

Sonsonate

En esta sección, nos sumergimos en las representaciones idealizadas del trabajo y los trabajadores en El Salvador, desde principios hasta mediados del siglo pasado. Observamos cómo estas imágenes se siguen reproduciendo, aunque con algunos ajustes a las estéticas actuales, y su influencia se puede encontrar en algunas obras que representan la ciudad de San Salvador, hoy en día. A través de obras seleccionadas, exploramos cómo esta idealización nos acerca a una construcción fantasiosa de la realidad, permitiéndonos relacionar esta fantasía con otras representaciones que se entrelazan con creencias, leyendas y religiosidad.

El tema del trabajo inicia con estampas de El Salvador en 1890, retomadas de los grabados que se encuentran en el libro “Geografía Elemental”, de Guillermo J. Dawson, que nos muestran a El Salvador de esos años. En la exhibición podemos encontrar representaciones de tres lugares específicos: Sonsonate, Santa Ana y San Salvador. La primera parte de la muestra se vincula a Sonsonate como un territorio directamente relacionado con la productividad y el comercio desde la época colonial, vinculado al puerto de Acajutla. Esa relevancia fue renovada en el siglo XIX con la colocación de las primeras líneas férreas de la República salvadoreña.

Varios siglos atrás, en la era colonial, Juan López Velazco escribió sobre Sonsonate: “Hay buenas casas de teja y adobes porque hay buenos materiales: eran al principio de paja, y por haberse quemado dos veces (enero y mayo de 1564) se dio orden como fuesen de los tejados." [1]

En el libro de Dawson, se comenta sobre Sonsonate: “La ciudad está dividida en cinco barrios, (...) Sus calles son empedradas. Tiene un hermoso y extenso Palacio Consistorial, muy buena iglesia parroquial y otras dos de menor importancia, un hospital, una estación de ferrocarril, aduana y muchas casas de particulares, amplias, decentes y elegantes. Los alrededores de Sonsonate son bellísimos. Su clima es sano y agradable.” [2]

¹ Pág. 514 El Salvador, historia de sus pueblos Villas y Ciudades, Jorge Lardé y Larín.

2Dawson, 1890, Pág. 22, Geografía elemental de la República de El Salvador.

Fig. 2

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris Vista general de Sonsonate 1890

Impresión digital

Medidas variables

Fig. 3

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris Vista de una calle en Sonsonate 1890

Impresión digital

Medidas variables

En tiempos de los grabados del libro de Dawson, las principales producciones agrícolas de Sonsonate eran: “café, azúcar, cocos, bálsamo, cacao, tabaco, cereales de toda clase, exquisitas frutas y gran variedad de maderas de construcción y ebanistería”. Relacionado a los procesos industriales de la época: “las fábricas de esteras, cestas y alfarería; sus salinas, las fábricas de azúcar y panela, de aguardiente, cigarros y telas de algodón.”

Su comercio era destacado con la exportación de café y bálsamo. Además, se menciona cómo “El comercio interno es muy activo, siendo los principales artículos de transacción mercaderías extranjeras, granos, azúcar, tabaco, frutas y artefactos del país.” [3]

Para 1890, Sonsonate era una ciudad con 44,467 habitantes, con una economía, comercio, exportación y educación destacadas, pues contaba con ferrocarril, y desde la época colonial el puerto de Acajutla fue una vía de comercio que relacionaba a esta ciudad con el mundo.

Era una época donde la vida estaba más ligada al campo y a las producciones agrícolas. Por ejemplo, en la “Vista general de Sonsonate” (Fig. 2), podemos observar una distribución de sus calles en cuadrícula, con vegetación abundante, especialmente a lo lejos y rodeando todo el asentamiento, en una estampa que sugiere más a un pueblo que a una ciudad. En la segunda imagen, “Vista de una calle de Sonsonate” (Fig. 3) nos adentramos en las calles de Sonsonate y se presenta una escena que hoy en día podemos relacionar con un pueblo colonial. En la tercera, vemos “La parroquia de Sonsonate” (Fig. 4),es el telón de fondo de “tenderetes”,puestos del comercio en pequeño, reflejo inmediato del activo comercio local pero también con las reminiscencias coloniales de la venta en la plaza.

En los grabados de 1890 se muestra también la inauguración del ferrocarril de Sonsonate, pues el área es territorio que desde la época de la época colonial, está vinculado al puerto de Acajutla, y durante la República fue el lugar donde se crearon las primeras líneas de tren, ya establecido como parte del país (Fig. 5), con esto podemos hacer un guiño a la historia del trabajo local a través de algunas obras plásticas disponibles.

La parroquia - Sonsonate 1890

Impresión digital Medidas variables

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris

Inauguración del ferrocarril de Sonsonate - Armenia 1890

Impresión digital Medidas variables

Las

Sin

73

3 Dawson, 1890, Pág. 23, Geografía elemental de la República de El Salvador.

Fig. 4
Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris
Fig. 5
Fig. 6
José Mejía Vides
curuleras
fecha Óleo sobre panel
x 88 cm
Colección MARTE

Existe un proceso de transición sutil de la representación realista del trabajo y de la vida cotidiana del campo a una idealización en la plástica local. Ejemplos de este realismo son: la obra de Mejía Vides, “Las curuleras” (Fig. 6 ) (obra en la exposición Trópico Telúrico), donde dos mujeres sentadas en la tierra laboran en la extracción de mariscos en la costa salvadoreña. Así mismo, Max Vollmberg de 1917 (Fig. 7), por su parte, muestra a famélicos caballos y vacas propios del campo salvadoreño, bajo el también característico, quemante sol de la tarde.En la obra de Daniel Montes, se observan hombres ejecutando una diversidad de actividades, propias del entorno agrario, en una visión no exenta de la dureza de la faena, pero al parecer más interesada en la idea del tesón pintoresco (Fig.8)

Fig. 7

Max Vollmberg (1880-1930)

Sin título

1917

Óleo sobre lienzo

53.5 x 118 cm

Colección MARTE

Fig. 8

Daniel Montes

Sin título

1956

Óleo sobre lienzo

61 x 74.5 cm

Colección MARTE

Ésta sutil diferencia entre la representación de la vida en el campo y la idealización del trabajo, es reconocible en algunos elementos que pueden variar según el artista o, incluso en algunas obras específicas. Un buen ejemplo lo encontramos en los grabados de Las lavanderas, de Mejía Vides (Fig. 9 y 10). Aunque son escenas de oficio, la representación del cuerpo femenino semidesnudo y la sensualidad explícita e implícita, hacen que el trabajo pase a un segundo plano, una importante diferencia con la obra "Las curuleras" (Fig. 6), que también representaba a mujeres trabajando.

Sin título (Lavandera)

Sin fecha

Xilografía

48 x 38 cm

Lavandera

Sin fecha

Xilografía

55.3

4 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.7 en línea]. <https://dle.rae.es/embellecer> [23 abril 2024].

Fig. 10
José Mejía Vides (El Salvador, 1903-1993)
x 45 cm
Colección MARTE.
Fig. 9
José Mejía Vides (El Salvador, 1903-1993)
Colección MARTE.

En esa misma línea, los grabados de Alfredo Cáceres Madrid (exhibidos en la exposición “Trabajo, Fe y Gozo”) (Fig. 11, 13 y 14) o la obra de Ana Julia Álvarez (“Vendedoras de flores”, en la exposición Trópico Telúrico), (Fig. 15), nos muestran escenas del trabajo idealizadas, donde se enfatiza la belleza de las mujeres, la abundancia de los frutos del campo, y en las cuales las cargas parecen ligeras, el sol se percibe poco abrasador y los trajes no muestran ningún desgaste. De tal manera, que se embellecen[4] las escenas.

11

Tiangue

Sin fecha

Grabado

61.5 x 42 cm

Colección privada

Fig. 12

Anónimo

Sin título, Sorpresa, artesania de Ilobasco con vendedora de frutas

Sin fecha.

15 x 5 x 5 cm.

Fig.
Luis Alfredo Cáceres Madrid

Fig. 13

Luis Alfredo Cáceres Madrid Venta de flores - día de la cruz

Sin fecha

Grabado

61.5 x 42 cm

Colección privada

Fig 14

Luis Alfredo Cáceres Madrid “Aguadora” Paleca - El Salvador C.A.

Sin fecha

Grabado

61.5 x 42 cm

Colección privada

15

Sin título (Vendedoras de flores, Floreal) ca.1939

Óleo sobre tela 166 x 111.5 cm

Colección Claudia McAnarney

Fig.
Ana Julia Álvarez

Fig. 16 Anónimo

Sin título, Sorpresa, artesania de Ilobasco con vendedora de flores

Sin fecha.

15 x 5 x 5 cm

Es importante reconocer cómo los motivos de algunas obras los podemos encontrar también en las tradicionales “sorpresas” propias de Ilobasco, en el departamento de Cabañas. Estas esmeradas artesanías son miniaturas pintadas, coloridas, delicadas y cuidadosamente elaboradas, (Fig. 12 y 16) . Ellas surgen sin un interés comercial sino más bien, de forma lúdica. “Bueno es que yo tomé un poquito de barro e hice un muñequito, le hice una camita... pero todo bien pequeñito” [5], son las palabras de Dominga Herrera, precursora de las miniaturas de Ilobasco.

De esta manera, más allá de una representación realista, tanto el trabajo como lo cotidiano pasaron a ser, en la obra visual salvadoreña, un territorio donde el juego como la idealización de la escena estuvieron permitidos. En el caso de las miniaturas, al extenderse su producción y comercialización, también se ampliaron las escenas con el propósito de agradar al observador y/o comprador. Vale agregar que el repertorio incluyó representaciones divertidas, traviesas y pícaras, pero además otras de profundo carácter tradicional y hasta político.

En un país con una tradición agraria de siglos, que busca una identidad casi ausente, cargado de profundas nostalgias, producidas por esa ausencia y por la romantización de atrasos y profundas inequidades, la representación de la vida en el campo y la idealización del trabajo no son exclusivas del pasado. Un ejemplo se encuentra en el trabajo del pintor sonsonateco Ernesto Cortéz.

5Bello-Suazo Covar, 2003, Pag.71 Barro Eterno, Ilobasco.

La obra hace referencia a la recolección de la caña (Fig. 17), con elementos antiguos, como la carreta halada por bueyes que, a diferencia de los que vimos representados en la obra de Max Vollmberg, no se ven tan delgados (Fig. 7). Es interesante encontrar un cántaro de plástico, mucho más moderno que la carreta, pero usado para equilibrar el primer plano cromáticamente. Los colores se vuelven vistosos a través del contraste entre el amarillo de las nubes, el celeste del cielo y los violetas de las montañas. También, el amarillo se desborda en el suelo y se oscurece hacia el primer plano entre verdes, naranjas y cafés, contrastando con la ropa celeste del señor al frente de la escena, la cual no parece tener ningún desgaste. Estas características idealizan la escena y el contraste cromático, hace de la obra una imagen vibrante y llamativa visualmente.

Sin

Sin

Mixta

107

Fig. 17
Ernesto Cortéz
Título
Fecha
x 133 cm
Colección Privada

Sin

Mixta

Variable

El proceso de Ernesto Cortéz es interesante de destacar, pues en los bocetos preparatorios los colores son menos idealizados y más reales y las pinceladas son más sueltas (Fig. 18 a 21), dotando a estas pequeñas piezas de expresividad y realismo, con escenas que siguen mostrando la belleza del paisaje, lo idílico del trabajo y lo exuberante de la vegetación local.

Mixta

Variable

Fig. 18
Ernesto Cortéz Bocetos I
Fecha
Colección Privada
Fig. 19
Ernesto Cortéz Bocetos II
Sin Fecha
Colección Privada

Fig. 20

Ernesto Cortéz Bocetos III

Sin Fecha

Mixta

Variable Colección Privada

Fig. 21

Ernesto Cortéz Bocetos VI Sin Fecha

Mixta

Variable Colección Privada

Otra forma de hacer referencia al trabajo en el campo es mostrando sus frutos. Por ejemplo, Teyo Orellana compone este bodegón con verduras que forman parte de la dieta prehispánica y colonial (Fig. 22). Los pipianes forman parte de la dieta actual, pero también de la prehispánica, junto con el maíz, mientras que las cebollas, ya eran consumidas en el Imperio Romano, fueron introducidas en nuestro territorio en la época colonial [6] .

Bodegones

Sin fecha

Impresión digital

6 Esquivel , O. (2006). estudio de la producción y comercialización de la cebolla amarilla (1.ª ed., p. 3). Managua: Orlando David Esquivel Mayorga .Recuperado de https://repositorio.una.edu.ni/786/1/tne70e77.pdf
Fig. 22
Teyo Orellana
Maíz, cebolla y barro negro de la serie
Colección del artista

Además, hace uso del yute, también de herencia prehispánica, y hoy empleado en la fabricación de costales, sirve como mantel, y la cerámica negra de Guatajiagua, producida en el oriente salvadoreño, sirve como depósito para los pipianes. Así, las verduras refieren al trabajo agrícola, el yute podríamos relacionarlo a la recolección, transporte y almacenamiento de distintos productos, y la cerámica a procesos artesanales y tradicionales.

Entonces, el bodegón refiere al trabajo en el campo, pero la frescura de las verduras, la iluminación y la composición embellecen [7] la escena. Tanto por los elementos usados, como por el uso del claroscuro, que recuerda el drama de la pintura barroca, introducida en el continente en la colonia, pero al mismo tiempo es una fotografía impresa digitalmente en lienzo. Todo esto da cuenta del sincretismo cultural colonial y actual.

La obra de Orellana nos ofrece una escena que recuerda a los bodegones barrocos, muchos realizados como encargos de personas adineradas, destacando por su técnica, composición y, en algunos casos, abundancia de los recursos representados, enfatizando la riqueza del cliente. En este caso, puede también reflejar las riquezas de nuestro territorio en sus modestos frutos, símbolos de la fertilidad del suelo y el trabajo de su gente.

Esta selección de obras quiere destacar que la representación del campo y del trabajo en la tierra tiene variantes sutiles, y hace destacar una producción plástica y visual que idealiza el trabajo del campesino. Ofrece, además, ejemplos de distintas épocas para evidenciar que estas representaciones se realizan desde hace tiempo y que las podemos encontrar en diversas expresiones. A pesar de lo sencillo y evidente que parezca, el sudor del campesino no deja de ser un tema recurrente en la plástica nacional.

Enfatizar lo evidente es una forma de apuntar a elementos recurrentes en la plástica local, con la intención de reconocer una serie de particularidades y lugares comunes que forman parte de la constelación que constituye nuestra identidad visual. Estos elementos nos permiten constatar la existencia de una identidad visual local, reflejada en la producción artística.

7 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.7 en línea]. <https://dle.rae.es/embellecer> [23 abril 2024].

Fig. 23

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris

La Iglesia parroquial - Santa Ana 1890

Impresión digital Medidas variables

Fig. 24

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris

La calle del comercio - Santa Ana 1890

Impresión digital Medidas variables

Ana

Transportados a la época de bonanza del país, Santa Ana se muestra, en 1890, como un enclave sobresaliente en el capítulo de la historia económica del país que será conocido como el de la “República cafetalera”. Con el empuje del cultivo y producción cafetalera de finales del siglo XIX, no es extraño encontrar entre las escenas de Santa Ana una “Calle del Comercio” (Fig.24), o una “Hacienda de café”, en Apaneca (Fig.25), un pueblo de ese departamento, así como una plaza frente a la iglesia parroquial, con puestos improvisados que funcionaban como mercado de la localidad (Fig. 23). Estas imágenes buscan evidenciar el producto principal y su comercio.

Santa

Dawson menciona sobre el comercio del departamento: “Muy floreciente. Su principal artículo de exportación es el café. Se importan géneros de Europa y Norte América, y las transacciones se verifican durante todo el año con los otros departamentos del interior, siendo tal vez las más activas de la República, con muy pocas excepciones.” Además, sobre las producciones anuales del departamento, comenta que se calculaba en ese momento en “3,000,000 de pesos, cifra que supera en mucho a la que alcanzan las de cualquier otro departamento de las Repúblicas de Centroamérica, dada su extensión territorial” [8]

1890

Impresión digital

Medidas variables

1890

Impresión digital

Medidas variables

También en estos grabados se evidencia cómo la vida estaba más relacionada con las producciones agrícolas y, en general, al campo. Observamos, además, a Apaneca rodeada de vegetación y montañas (Fig. 26). De nuevo, estas escenas nos recuerdan a las imágenes de Sonsonate, que hoy en día reconocemos más como una referencia a pueblos coloniales que a ciudades, con la gran diferencia que estos estaban siendo escenario de un importante desarrollo por causa del café y sus consecuencias económicas, sociales y culturales.

8 Dawson, 1890, Pág. 20, Geografía elemental de la República de El Salvador.

Fig. 25
Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris Vista de una hacienda de café en “La Cumbre” - Apaneca.
Fig. 26
Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris Vista general de Apaneca - Santa Ana

Fig. 27

Ronald Moran

Altar I

2010

Óleo sobre lienzo

200 x 300 cm

Colección MARTE

Las estampas de Dawson acompañan la obra “Altar I” (Fig.27), de Ronald Morán, nacido en Chalchuapa, Santa Ana. Morán nos ofrece una reflexión clara sobre la pirámide social de clases creada por el café como principal producto de exportación, desde su auge a finales de 1800 e inicios de 1900, y la herencia social que recibimos actualmente, ligada a los procesos de trabajo y explotación que aún se viven en la sociedad salvadoreña actual. Morán aborda la dureza del asunto a través de la irónica suavización de la textura y blanquear las tazas que construyen la pirámide.

Esta obra se relaciona con la pieza “Habitación infantil” del 2007 (Fig.28), que encontramos en la exposición Trópico telúrico, la cual es una reflexión sobre la violencia de esos años, y como la encontramos al interior de las casas, no solo en las calles. A través de la textura, suaviza y blanquea la habitación, y al mismo tiempo camufla elementos que refieren a violencia, como las armas, que aunque sean juguetes, refieren a la normalización de dicha violencia.

Así como con Sonsonate comentamos el desarrollo del comercio a través del trabajo en el campo, el cual se ha representado de manera ideal hasta nuestros días. Con Santa Ana podemos comentar con mayor veracidad la herencia que ese trabajo en el campo ha dejado, gracias a la obra de Morán.

2007

Instalación

Variable Colección privada

Fig 28
Ronald Moran Habitación infantil

San Salvador

En los territorios anteriores hemos revisado representaciones del trabajo, más que de la ciudad. Sin embargo, en San Salvador nos aproximamos a algunas representaciones urbanas, las cuales nos ofrecen puntos de encuentro con las reflexiones anteriores.

Fotografía del autor. Fig. 29

En la sala de exposición, para llegar a San Salvador —la pared azul— se pasa frente al muro relacionado a Santa Ana y al café, observando la sección roja de la siguiente sala vinculada al tema de la fiesta. Esto es deliberado, ya que la fiesta es un espacio particular. Ante las carencias y limitaciones de la precaria vida cotidiana de la mayoría de la población local, la fiesta representa un momento de abundancia, donde muchas veces se come y se bebe sin restricciones [9]. Así, a través de la fiesta, llegamos a una idea de libertad, ya sea metafóricamente o de manera más real y física. Por eso se observa el letrero del cine Libertad, como una forma de enfatizar el tema y, al mismo tiempo, como una referencia a un letrero icónico de la ciudad. Además, bajo él, se observa la silueta del cine Libertad transformándose en una montaña, aludiendo a la geografía que rodea la capital, lo cual es un guiño al campo y a los territorios previamente comentados. Así, museográficamente, pasamos por la fiesta para llegar a la libertad que se expresa a través del arte en las obras que representan a San Salvador, (Fig. 29).

9 Castellón, 2014, pp. 185-368, Fiesta, vida y comida en el interior del Reino de Guatemala San Salvador y Sonsonate, siglo XVIII.

Fig. 30

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris Vista del Volcán de San Salvador 1890

Impresión digital

Medidas variables

Fig. 31

Imprimerie A. Rue de Fleurus, à Paris

El Palacio Nacional-San Salvador. (Destruido por un incendio el 19 de noviembre 1889) 1890

Impresión digital

Medidas variables

Iniciamos este tramo de la exhibición con los grabados del texto de Dawson, en los cuales observamos un San Salvador con casas de un solo piso, similares a las que hemos visto en otras representaciones de esa época. Como ya se ha comentado, estas imágenes nos recuerdan más a un pueblo colonial que a una ciudad (Fig. 30). Sin embargo, el antiguo Palacio Nacional evoca los palacios europeos, aunque es también un recuerdo antiguo, ya que fue destruido por un incendio el 19 de noviembre de 1889, (Fig. 31).

Estas imágenes son un vínculo con el pasado y, a la vez, un nexo museográfico entre los territorios comentados y representados. Además, ponen en evidencia los muchos otros territorios que aún no se han abordado. Sin embargo, esta aproximación a San Salvador es importante porque, entre las muchas representaciones de esta capital, podemos encontrar una ciudad imaginada a partir de las situaciones que en ella acontecieron y acontecen, pero, sobre todo, por las vivencias de quienes la habitan y observan.

Un ejemplo es cuando Bernabé Crespín pinta “Ciudad envuelta” (Fig. 32) (en la exposición Trópico Telúrico), una ciudad con personajes que vuelan lejos, mientras otros se ocultan, y un manto tenso se cierne sobre la ciudad, provocando oscuridad, todo ello sobre lo que parece ser un mar rojo. Esta obra puede interpretarse como una serie de referencias metafóricas a la situación de la Guerra Civil de los 80.

Fig. 32
Bernabé Crespín Ciudad envuelta
1986
Óleo sobre madera
95 x 128.5 cm
Colección MARTE

Fig. 33

Federico Krill

Sin título

2023

Fotografía digital sobre PVC

35 x 50 cm

Colección del artista

Fig. 34

Federico Krill

Sin título

2023

Fotografía digital sobre PVC

35 x 50 cm

Colección del artista

Recorrer esta ciudad en constante cambio permite encontrarnos con espacios e imágenes cargados de historia, como en la obra “Sin título”, de Federico Krill, que nos lleva a reflexionar sobre la ciudad, sus memorias y vivencias. Retratando la casa del expresidente Alfonso Quiñónez Molina (Fig.33), que muestra signos claros de abandono, la obra revela, a pesar de su decoración ecléctica de influencia europea, que la casa está hecha en realidad de barro, una metáfora en sí misma. Además, Krill ofrece una sutil referencia a la situación de la ciudad en el momento de tomar la foto, ya que se observan, en la parte baja de la imagen, los techos de lámina de los puestos informales frente a la casa.

Krill pone a dialogar esta imagen con una antigua sede de la “Compañía Salvadoreña del Café” (Fig. 34), otro edificio que parece en abandono. Ambas estructuras nos hablan de un tiempo pasado con mayor riqueza, derivado del café, ya que la dinastía Meléndez Quiñónez proviene de una rica familia cafetalera de Santa Ana. El café fue determinante en la economía del país en distintos momentos del siglo XX. La obra de Krill retrata y nos enfrenta a una historia de San Salvador que ya pasó, de la cual quedan estos restos imponentes, pero que narran una historia aún presente, aunque esté en ruinas, permitiéndonos imaginar un San Salvador de otra época a través de sus imágenes.

Retrato en penumbra 2014 Óleo sobre lienzo

110 x 113 cm

La obra de Cañas (Fig. 35), nos muestra un centro de San Salvador aún con ventas ambulantes en las aceras. Aunque a veces había espacio para transitar por ellas, puede ser peligroso caminar por ahí, por esto las personas generalmente caminan por la calle destinada al tránsito de vehículos, como se observa en la obra. A pesar de la pincelada firme y expresiva que nos ofrece cierta tensión —una sensación común del centro en esa época—, la imagen transmite cierta tranquilidad gracias a los celajes del ocaso alumbrados por las luces de la ciudad. A pesar de que hay muchas personas, no se percibe saturado debido al espacio frente a las figuras en primer plano. Además, es probable que las personas ya hayan salido del trabajo y se dirijan a descansar a sus casas, quizás aprovechando a comprar algunas cosas en su camino.

Hasta este punto, encontramos la representación realista de diversos tiempos; observamos las obras del texto de Dawson, la obra realista de Krill, que evidencian la convivencia cotidiana con la historia que se vive en esta ciudad, y la pintura de Cañas, que enmedio de un realismo crudo nos ofrece un atisbo de calma. Estas imágenes nos permiten aproximarnos a otras épocas y momentos a través de la observación.

Este énfasis en la posibilidad de imaginar que nos ofrecen las obras anteriores es un preámbulo a otro tipo de representaciones de la ciudad, que más que mostrarla, la recrean. Esto nos aproxima a la idea de libertad y, a través de las artes plásticas, nos permiten soñar y re-interpretar nuestra cotidianidad y nuestra tierra.

Fig. 35
Antonio Cañas
Colección MARTE

Un ejemplo son las obras de Hugo Martínez (Fig. 36 y 37), donde la representación es mucho más colorida, con espacios que parecen tener más luz, brillo y color que en la realidad, planteando una forma más idealida de representar estos espacios, a pesar de la precariedad que reflejan, como en la obra “Casas del centro histórico”, donde se embellecen a través del color y su aplicación. A pesar de que, muchas casas de lámina del centro histórico están casi en ruinas. O en la pintura de “2da Av. Norte, Centro Histórico”, donde las tonalidades expresan un centro mucho más agradable, pintoresco y tranquilo de lo que verdaderamente es. Un uso similar, al que observamos en la obra de Ernesto Cortez, en la que se plasmaba una escena de la recolección de caña, anteriormente comentada.

Martínez

2da Av. Norte, Centro Histórico 2023

Acrílico/ Canvas

180 x 100 cm

del artista

Martínez

Casas centro histórico 2024

Acrílico/ Canvas

100 x 100 cm

del artista.

Fig 36
Hugo
Colección
Fig 37
Hugo
Colección
Fig. 38
Miguel Membreño El centro 09 2019
Ilustración digital impreso en papel 120 x 80 cm
Colección MARTE
Fig. 39 Herbert Polío Mun~dos 2024 Impresión digital 57 x 87 Colección del artista

Impresión digital 57 x 87

De la ciudad caótica, matizada de tranquilidad o colorida y si se quiere,idealizada, hay un paso más allá, la atmósfera planetaria. Las imágenes del centro creadas por Miguel Membreño, desprenden esa cierta magia que desafía la gravedad. Estas características se enfatizan en la obra de Herbert Polío, donde una escena cotidiana parece acontecer en otro mundo, tanto que los mismos sorbetes de carretón forman parte de una historia fantástica, como en la obra de Fito Grafito.

Fig. 40
Herbert Polío
Tomando impulso 2023
Colección del artista
Fig. 41 Fito Grafito
Sin título
Sin fecha
Resina 10 x 10 cm
Colección privada.

Fig. 42 Fotografía del autor.

Este recorrido por algunas representaciones de San Salvador evidencia una transición desde piezas más realistas a otras más idealizadas, similar a lo que veíamos en las representaciones del trabajo. Pero en este caso, va un poco más allá, a través de la posibilidad de imaginarnos y recrear este territorio cotidiano, para explorar -¿o acaso rescatar?- su lado extraordinario.

Es importante notar cómo la idealización se encuentra en las obras donde se representa el trabajo, pero también en algunas en las que se plasma la ciudad de San Salvador, y esta representación idealizada también puede aparecer en los más diversos temas y motivos.

UN DIÁLOGO ENTRE SALAS, OBJETOS E HISTORIAS 2

La obra de Fernando Llort, simplifica mediante motivos casi geométricos diversos elementos, personajes y paisajes, siendo una aproximación a la vida rural. En ella, se presentan escenas ingenuas e ideales, en las que algunas piezas exhiben una mayor estilización que otras.

“Domingo en la plaza” de 1975 (Fig. 43) (en la exposición Trópico Telúrico), es un claro ejemplo de esta característica. En esta pintura, se representa una escena tranquila de la vida en el pueblo, con una calle principal por la que podemos transitar visualmente. Se distinguen numerosos animales: desde un ciervo en las montañas hasta gallinas que deambulan entre las casas, además de niñas recogiendo flores y un niño que eleva una piscucha en medio de la composición. Incluso el sol se ubica en el centro del pueblo, como si fuera un personaje más que convive con la comunidad.

Técnica mixta sobre panel 123.6 x 81.5

Las secciones en la pintura recuerdan los terrenos delimitados para distintos cultivos en el campo, un recurso que Llort emplea para delimitar algunas figuras. Sabemos que, durante los años ochenta y en medio del conflicto armado, el artista vivió en La Palma, donde compartió su estética a artesanos locales. Esto provocó la creación de productos y el surgimiento de una economía artesanal alrededor de este estilo, un aporte significativo tanto para la cultura local, como para la subsistencia de numerosas familias, incluso en la actualidad.La obra de Llort es imprescindible como referente del paisaje local y también por su contribución a la plástica salvadoreña y a la economía artesanal. Ofrece una imagen idealizada del campo y se convierte en una aproximación a la convivencia diaria de quienes lo habitan. Así, la influencia estética de la modernidad se traduce en la obra de Llort en la simplificación formal de sus composiciones, reflejando una perspectiva íntima e idílica. Todo esto ejemplifica un sincretismo cultural, que trasciende la obra cuando es además adoptado por la población local y esta estética es una herencia visual local, que es reconocida incluso a nivel internacional.

Fig. 43
Fernando Llort
Domingo en la plaza 1975
cm
Colección Patronato Pro Cultura.

El pasillo y puente, que conecta ambas salas no solo actúa como un enlace físico, sino también como un espacio de diálogo en sí mismo. En este corredor, encontramos cien “sorpresas” de Ilobasco hechas de barro y más de trescientas “sorpresas” para fiestas de cumpleaños, provenientes de la Confitería Americana. Estas nos ofrecen una rica variedad de referencias a roles sociales, trabajo, fe, fiesta y gozo (Fig. 44, 45 y 46).

Fig. 44 Fotografía del autor.
Fig. 45 Fotografía del autor.
Fig. 46 Fotografía del autor.

A través de la sorpresitas envueltas en papel o las sorpresas de barro de Ilobasco nos aproximamos a los temas que también encontramos en la plástica nacional; las de papel, las encontramos tradicionalmente en fiestas de cumpleaños, o la celebración espontánea y de calendario, la fe y el gozo en las miniaturas de barro de Ilobasco.

Estos objetos nos hablan del pasado y la modernidad, de la tradición y del sincretismo. Un ejemplo claro son las figuras para nacimientos que se encuentran al fondo de la fotografía, donde se representan personajes como un “indio”, la Siguanaba, el Cipitio y hasta el actual presidente. En el frente de la imagen, vemos figuras con una estética inspirada en los “Funkos”, figuras de personajes de la cultura pop, cine, caricaturas, música, entre otros, basadas en la estética japonesa “Chibi” caracterizada por cabezas y ojos grandes y cuerpos pequeños. Los funkos son comercializados, tanto a nivel local como global, pero las figuras que observamos en primer plano en la imagen (Fig. 46), tienen la particularidad de haber sido hechas por artesanos de Ilobasco. Entre ellas, podemos identificar personajes del ánime “Dragon Ball” y una representación del presidente actual, reflejando una interesante adaptación de estéticas foráneas para abordar temas y personajes locales .

Funkos

2023

Barro quemado, policromado eintervenido

Medidas variables

Fig. 47
Artesanos de Ilobasco, anónimos
artesanales y figuras para nacimientos.

Spartacus Cacao

Sin Título

2024

Grabado y pintura sobre madera.

Variables

Otro ejemplo claro de sincretismo cultural se encuentra en la obra de Spartacus Cacao, un collage de grabados que construyen un mural sobre madera, ubicado al final del pasillo (Fig. 48). En este mural, personajes de México, como “El Santo”, se funden con elementos y edificios de San Salvador, junto a figuras como Ultraman, personaje japonés, y el Perro con Ruedas, un juguete prehispánico del sitio arqueológico de Cihuatán. Esta avalancha de imágenes, parte del imaginario personal del artista y del imaginario compartido local y global, que se integran en nuestra cultura y cotidianidad.

Fig. 48

Fig. 49

El Aleph Guardián de la cosecha 2023

Acrílico sobre tela, mixta

107 x 122 cm

Estas experiencias cotidianas se expresan de diversas formas, no solo en producciones populares, sino también en obras artísticas. Un ejemplo es la obra de El Aleph, quien presenta un espantapájaros hecho de sacos para café y otros granos, adornado con candiles de metal, tecomates y frutas (Fig. 49). Curiosamente, los pájaros parecen más atraídos que repelidos por este espantapájaros. El rostro del personaje, que parece ser la luna, es en realidad una tortilla con una sonrisa dibujada con frijoles, reflejando un alimento básico de los trabajadores del campo durante siglos

La obra de El Aleph está inspirada en sus vivencias personales en el campo durante su juventud, y en su profundo vínculo con la naturaleza y su tierra natal. Estas fantasías se manifiestan en la obra, representando la vida cotidiana como un espacio donde las historias personales y las influencias culturales locales y globales se entrelazan.

Personajes como Gokú, del ánime Dragon Ball, o “El Santo” de México en la obra de Spartacus Cacao, sirven de ejemplo sobre cómo la cultura global se inserta en lo local, mientras que lo local permanece relevante y presente en la cotidianidad.

La obra de Guillermo Araujo representa la leyenda de “La sirena de la laguna de Alegría” (Fig.50), reflejando cómo las creencias y leyendas locales se entrelazan con las expresiones artísticas. Estas leyendas, junto con las “sorpresas” de papel y barro de Ilobasco, nos acercan a los temas también presentes en la plástica nacional: la fiesta, el trabajo, la fe y el gozo.

Fig. 50
Guillermo Araujo Sirena y Laguna. Serie XIRI La Sirena de Alegría Grabado sobre MDF, acrílico y tinta para linóleo 2013

El pasillo actúa como un puente entre temas y salas, una referencia sutil a los vínculos y al sincretismo reflejado con claridad en la obra de Spartacus Cacao, donde la superposición de imágenes con influencias locales y foráneas configuran una obra única, como la identidad misma. Y frente a la entrada de la sala 1, la pieza de Guillermo Araujo, que hace referencia a la sirena de la laguna de Alegría, se presenta como una antesala al espacio de fe y creencias.

Fig. 51 Fotografía del autor.

LA FE Y EL SINCRETISMO CULTURAL 3

La religión juega un papel fundamental en la cultura salvadoreña, actuando como un nexo entre la historia y las creencias prehispánicas, coloniales y contemporáneas. En esta sección, exploramos la fe y el mito y su sincretismo constante entre diferentes tradiciones religiosas y cómo se refleja en el arte popular y las manifestaciones artísticas contemporáneas.

Nos recibe la obra de Romeo Galdámez “A quinientos años... imágenes del encuentro II” (Fig. 52), un claro ejemplo de este vínculo entre culturas, realizando una superposición de imágenes, que refieren a patrones culturales que dieron forma a lo salvadoreño como una amalgama de eventos en desorden pero agudamente equilibrados. El sincretismo cultural, presente tanto en el pasado como en la actualidad, se manifiesta en creencias y en la religión cristianas. Esto se refleja en las obras de Maya Salarrué, que ilustran un mundo fantástico inserto en lo cotidiano, relacionado con la religión, donde observamos ángeles volando y colaborando en labores domésticas con monjas (Fig. 53 a 55).

Fig. 52

Romeo Galdámez

A quinientos años… de la serie “a quinientos años… imágenes del encuentro”

1992

Serigrafía sobre papel 106 x 86.5 cm

Fig. 53

Maya Salarrué (1924-1995)

Sin título 1/3

Sin fecha

Témpera sobre cartón

50 x 37.5 cm

Colección MARTE

Fig. 54

Maya Salarrué (1924-1995)

Sin título 2/3

Sin fecha

Témpera sobre cartón

50 x 37.5 cm

Colección MARTE

Sin título 3/3

Sin fecha

Témpera sobre cartón

50 x 37.5 cm

Fig. 55
Maya Salarrué (1924-1995)
Colección MARTE

En la obra de Zelie Lardé (Fig. 56), que retrata una procesión religiosa, y es una escena similar a la “Procesión de Semana Santa”, de Rosalina Mercado (Fig. 57), una pieza en miniatura de Ilobasco que forma parte de la colección del Museo de Arte Popular. Ambas obras son ejemplos de búsquedas estéticas más personales y naíf. En el caso de las miniaturas de barro, Dominga Herrera inició esta tradición a principios del siglo pasado, derivando en una rama de identidad plástica local. Zelie, por su parte, realiza obras sin pretensión técnica ni académica, sino como una búsqueda de expresión personal.

Fig. 56

Zelie Lardé (1901-1974)

Sin título 1966

Acrílico sobre panel 61.5 x 42 cm

57

Rosalina Mercado Procesión en miniatura de semana santa Sin fecha

Barro moldeado y pintado 30 x 20 cm

Colección Museo de Arte Popular

Colección MARTE
Fig.

Estas obras son un vínculo directo con la religión cristiana, que ha marcado por muchos años las prácticas religiosas salvadoreñas y ha sido un eje fundamental en la vida cotidiana de la población, desde la colonia hasta la actualidad. En la exhibición se destacan dos piezas de un Cristo crucificado con “ánimas”: Una escultura de madera policromada de un autor anónimo (Fig. 58) y una pintura de Dolores Cisneros, de 1900 (Fig. 59). Ambas enfatizan la idea de la salvación de las almas por intercesión de la fe, mostrando a Cristo alcanzando a las almas sufrientes en el purgatorio. Estas piezas han sido seleccionadas para mostrar la manera en que se expresa la religiosidad tanto en el arte popular, como en la plástica salvadoreña no académica de inicios del siglo pasado.

Fig. 58

Anónimo

Las ánimas, Ataco

Sin fecha

Madera Tallada y pintada

30 x 15 x 5 cm

Colección Museo de Arte Popular.

Fig 59
Dolores Cisneros
Sin Título
Óleo sobre lienzo
1900
256 x 198 cm
Colección MARTE

Frente a estas piezas, encontramos a “Tlálok”, de Oscar Kein una representación del dios de la lluvia prehispánico, pero con estética “Chibi” [10], de influencia japonesa (Fig. 61); y “Herencia mestiza”, de Renacho Melgar, que nos muestra un Cristo con rostro de Tláloc y un brazo que se transforma en una serpiente, de estética prehispánica que recuerda a Quetzalcoatl (Fig. 62). Ambas obras presentan un sincretismo actual entre elementos prehispánicos y contemporáneos, reflejando la continua evolución cultural en El Salvador y su relación con la globalización.

10 Chibi, (23 abril de 2022), en: https://es.wikipedia.org/wiki/Chibi

Fig. 60 Fotografía del autor.

42

50

Fig. 61
Kein Tlálok 2012
Modelado en resina epoxica
x 25 x 21 cm
Colección privada
Fig. 62
Renacho Melgar
Herencia Mestiza 2022
Lápiz sobre papel
x 40 cm
Colección privada

Fig 63

Andrés Quijano

Niño dios

Sin fecha

Barro policromado

27.2 x 17 cm

Colección privada.

Fig. 64

Alex Cuchilla

La gran petición 3 2014

Óleo sobre lienzo

80 x 100 cm

Colección del artista

La obra de Andrés Quijano, “Niño dios”(Fig. 63), retoma una figura de barro de Ilobasco, pero la pinta con ojos grandes, estilo ánime, y una cadena y pañal dorados, haciendo referencia a la riqueza y al poder, y con diseños que recuerdan a tatuajes de estética chicana, pero que también, inevitablemente, recuerdan el lenguaje de las pandillas salvadoreñas. Este elemento también se encuentra en la obra de Alex Cuchilla, “La gran petición 3” (Fig. 64), fue realizada en el 2014, y nos ubica en el contexto de violencia de las maras. Se hace presente la contienda, cuando vemos las formas en la parte inferior que parecen velas, con huellas digitales que se refieren a la luz y al fuego de las mismas, y que, hacen referencia a las personas. La mancha roja al lado izquierdo de la obra recuerda a la sangre, y el tablero, al lado derecho, al juego estratégico del ajedrez, una clara metáfora del estilo de vida en ese momento. El niño, en primer plano, nos recuerda a una figura más urbana que campesina, por el corte de pelo, el tipo y el color de la ropa, -y si bien había presencia de maras en el campo, muchos de los espacios más conflictivos eran los urbanos, de clase baja-. Y si en la obra y época de Dolores Cisneros se pedía por la salvación de las almas, en la obra de Cuchilla se ruega por mantener la vida terrenal. La obra contextualiza la violencia de las maras, y evidencia que los perseguidos luchaban por sus vidas y clamaban con esperanza y fe, por la solución de este flagelo.

La religión ha sido un pilar fundamental para la población salvadoreña, especialmente para los creyentes, quienes manifiestan su fe a través de diversas expresiones artísticas y populares. En la exhibición, frente a las piezas de Maya Salarrué, donde se observan ángeles volando, encontramos las figuras bailando con las máscaras de los diablos (Fig. 64), de los mascareros: Celio López, Félix Crisol y Gilberto Elías. Estas figuras evidencian un puente entre la fe y las tradiciones, entre lo sacro y lo popular, destacando la inclusión de creyentes y no creyentes en las actividades a las cuales remiten.

Fig. 65 Fotografía del autor.

Fig. 66

Cesar Menéndez

Sín Título

Mixta sobre cartón 97 x 131 cm

La figura del diablo, derivada de las creencias religiosas, es un símbolo tanto en las manifestaciones populares como en las obras de arte. Un ejemplo es el cuadro “Sin título”, de César Menéndez de 1989 (Fig. 66) (en la exhibición Trópico Telúrico), donde un diablo cabalga frente a un tren, tocando una trompeta de la cual surge una especie de luz o niebla que se dirige a la locomotora. Esta escena, realizada durante los años de la guerra civil, parece aludir al peligro del viaje migratorio ilegal hacia el norte, uno de cuyos medios más representativos es “La Bestia”, el tren que muchos abordan ilegalmente para alcanzar el paso fronterizo con los Estados Unidos.

Colección MARTE

67

Celio López (máscara)

Anónimo (Traje)

Traje de “El descarnado” de El baile de los viejos mitológicos de San Antonio Abad 2024

Máscara, madera tallada y pintada. Sombrero y traje de tela.

Fig.

Los personajes se usan y ajustan a diferentes situaciones y mensajes, en procesos de transición,transformación y adaptación, en los cuales pueden surgir particularidades por lugares y comunidades específicas. Y un ejemplo interesante es reconocer algunas similitudes entre la imagen de “Xipe Totec” y “El descarnado” del baile de “Los viejos mitológicos”, en San Antonio Abad, y la interpretación de “La descarnada”, de Gonzalo Vásquez, basada en historias orales de la época de la guerra civil salvadoreña. El miedo es inherente al mito.

En la época prehispánica, en honor a “Xipe Totec” - el dios desollado-, se realizaba el Tlacaxipehualiztli [11], en el cual se sacrificaban a los guerreros capturados, para luego ser desollados, y posteriormente un sacerdote usaba la piel en los rituales que duraban varios días, provocando que la piel tuviera una textura similar a las escamas. Es por esto que muchas representaciones de Xipe Totec parecen usar máscara, guantes y un traje con escamas. Estos rituales se asocian a la renovación, a la fertilidad, a la primavera, al cambio de estación y a la buena cosecha.

11Johansson, P. (2022). Xochimiquiztli, la muerte florida El sacrificio humano entre los mexicas (1.ª ed., pp. 1–25). México: Patrick Johansson Keraudren. Recuperado de https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/781/781_04_15_desollamiento.pdf

De “El descarnado” se cuenta, según Celio López (mascarero, danzante y profesor del baile de los historiantes de San Antonio Abad), que es un personaje de la mitología de esa población, el cual aparecía de madrugada en el volcán, cuando campesinos y campesinas bajaban con frutas y verduras a vender al mercado. Entonces aparecía un hombre de espaldas con las ropas desgarradas que al darse la vuelta se podía ver la mitad de su rostro como una calavera. Esto enfermaba a las personas o podía afectarles mentalmente. Y se representa con una máscara donde se observa la mitad de la cara con una piel grisácea y la otra mitad muestra una especie de esqueleto, se observa aún el globo ocular, y el traje son retazos de tela que refiere a la piel que se desprende.

“El descarnado”, representado en el baile de “Los viejos mitológicos” en San Antonio Abad, comparte similitudes con el dios prehispánico “Xipe Totec”. Ambos personajes presentan una pérdida de la piel como característica destacada, siendo el traje y la máscara elementos indispensables en sus representaciones. Mientras que “Xipe Totec” está asociado a la renovación y la fertilidad, “El descarnado” parece referir los años cruentos previos al conflicto armado, aunque está relacionado con el tiempo de cosecha y venta de productos (Fig. 66). En ambos, sin embargo, es innegable encontrar la ambivalencia de brutalidad y miedo ancestral - el trabajo y la cosecha, recursos vitales y cotidianos del pasado y la ruralidad.

En el montaje en sala se acompañan con “flores enceradas, esterinadas o eternas” [12], una tradición de Quezaltepeque departamento de La Libertad. Estas flores se realizan con papel cubierto de cera de velas, otorgándoles rigidez y durabilidad. Estas flores, presentes el 2 de noviembre (día de los difuntos), en que suelen adornar las tumbas de quienes “ya se fueron”; como los personajes mencionados, son una referencia a la muerte y el renacer.

12 Chepeando, febrero 21, 2022, FLORES de PAPEL Esterinada, TRADICIÓN CENTENARIA en Quezaltepeque, El Salvador https://www.youtube.com/watch?v=s-EOLrMTdbY

Fig. 68
Salvador Salazar Arrué (Salarrué) (1894-1976)
El Cipitío Sin fecha Acuarela sobre papel 83 x 73 cm
Colección MARTE

Fig. 69 Rolando Menendez Castro conocido como “El Cipitio” [14]

Las leyendas han sido una fuente de inspiración para muchos artistas. Salarrué, con su Cipitio (Fig. 68), presenta una figura sin sombrero, con un arete de oro y una rama dorada en su mano. Se especula que el personaje se relaciona con los reyes y con los dioses, pues en una versión de su historia es un príncipe rechazado, y la realeza prehispánica se vinculaba con los dioses.

Al verse rodeado por pájaros, y con una rama dorada en la mano, como si fuera un cetro, nos sugiere dicho vínculo con la realeza y cierto poder sobre la naturaleza. Años después de la obra de Salarrué, en la década de 1990, una serie del Canal 10 de televisión [13] (Fig. 69) posicionaría en muchos niños la imagen de un personaje juguetón y amistoso que dialogaba frecuentemente con su “abuelito Tláloc” mientras, combatía las malas conductas gracias al poder que le daba su relación con los dioses. En esta versión lo observamos con un gran sombrero, una referencia importante para las representaciones actuales de dicho personaje.

13 Mundo TV El Salvador, febrero 11 2023, Reportaje de canal 10 al personaje histórico salvadoreño “ el cipitio “https://www.youtube.com/watch?v=cjEtdhImUrk 14 Diario El Salvador, 4 de febrero 2023, sin título formato jpg, Retomada de: https://diarioelsalvador.com/el-cipitio-celebro-un-ano-mas-de-vida-siendo-siempre -un-portador-de-alegria-para-el-salvador/324282/

Tradicionalmente, las leyendas enseñan la moral a través del miedo. En esta exposición la obra de Kevin Martínez, retrata a otro personaje de la mitología centroamericana, la Siguanaba (Fig. 71), que drena el alma de un hombre perdido por el alcohol: los vicios pueden tener un desenlace trágico.

Fig. 70 Fotografía del autor.
Fig. 71
Kevin Martínez
La Siguanaba 2023
Oleo Digital 60 x 80 cm
Colección Privada

Fig. 72

Gonzalo Vázquez

La Descarnada, de la serie Lotería mitológica 2021

Tinta y hoja de oro sobre papel 38 x 20 cm Colección privada.

La representación de personajes míticos sigue siendo relevante en la actualidad, como se observa en la danza de Los viejos mitológicos de San Antonio Abad con “El descarnado” y, en las representaciones de Gonzalo Vásquez en su serie “Lotería mitológica”, donde encontramos la versión femenina del mismo personaje (Fig. 72).

Si bien con la modernidad los personajes míticos han perdido terreno, dando paso a otros miedos y formas de enseñar moralmente, su representación sigue siendo relevante en la actualidad, no sin la adopción de elementos modernos o de la retroalimentación cultural.

Artistas más jóvenes como Andrés Hernández KADEJO, también incorporan estas leyendas en formatos modernos, como ilustraciones digitales, y animaciones manteniendo vigente la identidad visual local (Fig. 73)

Finalmente, la forma en que nos relacionamos con estas representaciones es a través de actividades sociales, especialmente las fiestas que evidencian rasgos culturales propios y de sincretismo, demostrando la riqueza y diversidad de la cultura visual salvadoreña.

Fig. 73

Andrés Hernández KADEJO

Colaboración: Federico Krill

Sin título giff y animación 2024.

Variables Colección privada

LA FIESTA, LAS TRADICIONES Y

EL SINCRETISMO

En su libro, Castellón define la fiesta de la siguiente manera: “…aquel acto colectivo que, caracterizado por las constantes de sociabilidad, participación, ritualidad, y anulación temporal y simbólica de orden; posee rasgos de excepcionalidad, presupone el disfrute y se celebra en honor a alguien, algo o algún acontecimiento concreto.[15] ”

Fig. 74
Fotografía del autor
Fig. 75 Fotografía del autor
15 Castellón, 2014, pp. 187, Fiesta, vida y comida en el interior del Reino de Guatemala San Salvador y Sonsonate, siglo XVIII.

“La fiesta suprimió la cotidianidad… La fiesta permitió la vuelta a la experiencia primigenia humana, a la exploración de lo mítico, a la abstracción tediosa y cruel de la realidad y la realización de lo imaginado [16] .

”Esta actividad se puede realizar gracias al esfuerzo y trabajo de una comunidad, en ésta se hacen presentes sus creencias y nos ofrece un espacio de encuentro y encarnación de muchas representaciones culturales. Y en ella un elemento indispensable es la música, que también ha sido parte de rituales y creencias específicas. Es indiscutible que, durante la fiesta, la música toma un papel protagónico.

En la muestra encontramos la obra “Sin título, Músico”, de Salarrué (Fig.76). Aquí, un personaje ataviado como un sacerdote indígena toca una flauta y un tambor, mientras surge sobre él una representación de Quetzalcóatl, como si el sacerdote lo estuviera invocando. Al fondo, un volcán hace erupción, quizás sea una referencia al poder del sacerdote sobre las deidades y la naturaleza, similar a lo que observamos en la obra del “Cipitio” del mismo autor. Lo que es evidente, es que la escena es una clara referencia a la cultura prehispánica idealizada.

Fig. 76

Salvador Salazar Arrué (Salarrué) (1894-1976)

Sin título, músico

Sin fecha

Acrílico sobre tela 214 x 153 cm

Colección privada

16 Castellón, 2014, pp. 188-189, Fiesta, vida y comida en el interior del Reino de Guatemala San Salvador y Sonsonate, siglo XVIII.

El Aleph Torito Fiesta 2023

Acrílico sobre tela 122 x 152.5 cm

Colección del artista

Esta hibridación entre el pasado imaginado y representado en una época más moderna se encuentra también en “Torito Fiesta”, de El Aleph (Fig. 77). A través de su estilo, nos recuerda la magia y la fantasía asociadas a la fiesta, las luces de la pintura nos recuerdan al torito pinto que, durante la celebración, aparece en medio de la multitud con cohetes disparados hacia todas las direcciones.

Fig. 77

78

Edwin López

Procesión con pito y tambor 2021

Acuarela sobre papel

199.2 x 115 cm

Colección del artista

Estos elementos, como la música y el torito pinto, se encuentran en distintas celebraciones alrededor del país. “Procesión con pito y tambor”, de Edwin López (Fig. 78), hace referencia a la danza de “Los moros y los cristianos”. La procesión, encabezada por músicos, deja ver a algunos historiantes en segunda fila, y, más atrás a distintas personas que los acompañan, una escena común en las celebraciones locales.

Fig.

Fig. 79

Rufino Hernández

Cargador de frutas de palanca

2001

Barro Moldeado y pintado

64 x 14.5 x 39.5 cm

Colección Museo de Arte Popular

“La palanca”, de Rufino Hernádez (Fig. 79)

hace referencia a una tradición de San Juan Nonualco y otras localidades del país. Esta pieza alude a las celebraciones relacionadas a los cultivos, a la abundancia de la cosecha, a la vida agraria y a la comida, temas relevantes durante las fiestas en distintas localidades del país. Las frutas de barro hechas en Ilobasco por autores anónimos y la pintura “Sin título”, de Rosario Mirón (Fig. 80), que muestra frutas y dulces típicos en un recipiente de vidrio, evidencian la importancia de la comida, como elemento simbólico e indispensable durante la fiesta.

Fig.80
Rosario Mirón
Sín título
1937 Oleo sobre lienzo. 71 x 84.3

Fig. 81

Luis Alfredo Cáceres Madrid

Marimba, sol y mar

Sin fecha

Grabado

61.5 x 42 cm

Colección privada

Fig. 82

Luis Alfredo Cáceres Madrid Víspera de fiesta

Sin fecha

Grabado

61.5 x 42 cm

Colección privada

La música, los arreglos como banderines, los fuegos artificiales y la religión forman parte de estas festividades tradicionales. Los grabados de Luis Alfredo Cáceres Madrid, de escasa exhibición local, funcionan como un registro de las fiestas de épocas pasadas.(Fig. 81 y 82).

Fig. 82

Valero Lecha (1894-1976)

Danza

1967

Óleo sobre lienzo

59 x 77.5 cm

Colección MARTE

Los procesos de modernización que llevaron a la población a vivir en la ciudad también se reflejan en la obra plástica, la “Danza” (Fig. 82), de Valero Lecha muestra una escena de baile en la cual parece surgir agua del suelo árido, con el viento girando con fuerza sobre ellos, enfatizando el movimiento de los bailarines. Esta obra destaca la música, el baile y la expresividad como elementos clave en toda fiesta.

Entre los personajes se encuentra a mujeres representadas con un vestido similar al de las volcaneñas, nombre con el cual el indigenismo salvadoreño bautizó a las habitantes de las faldas del volcán de San Salvador. Sin embargo, uno de lospersonajes masculinos es tan delgado, que muestra el movimiento y el dinamismo del cuerpo. Estas estilizaciones se alejan de las representaciones reales y se acercan más a una pintura expresiva, idea que podría destacar cuando observamos los rostros al lado derecho de la obra que parecen corear alguna canción. La oscuridad de los mismos, les asigna cierto dramatismo; y se evidencia el tema de la música, con los instrumentos en el lado izquierdo del cuadro. Así, este lienzo dentro de la exhibición destaca un elemento clave en toda fiesta: la música, el baile, y la expresividad que estos permiten.

Fig. 84

Rosa Mena Valenzuela 5 de agosto 1995

Mixta, (collage) sobre cartón 103 x 136 cm

ColecciónMARTE

Los distintos procesos de modernización desde los años 50 y posteriores, que han llevado a gran parte de la población a la ciudad, ha provocado una falta de atención a las tradiciones rurales. Lo cual, ha invisibilizado particularidades que enriquecen la cultura y las artes locales, como las leyendas de El descarnado de San Antonio Abad o La sirena de la laguna de Alegría.

“5 de agosto”, de Rosa Mena Valenzuela (Fig 84) hace referencia a las fiestas agostinas de la capital en honor al Divino Salvador del Mundo. Representa atracciones como la rueda (o noria) y la montaña rusa, evocando espacios como parques de diversión influenciados por culturas foráneas como la estadounidense.

Fig. 85

Defie

Gethoblaster

2024

Mixta, Impresión y custom

53.3 x 56 cm

Colección Defie Mazariego

Fig. 86

Defie

Gethoblaster

2024

Resina

17 x 17 cm

Colección Defie Mazariego

La cultura y la identidad local, siguen cambiando y adaptándose a los eventos y a las épocas, provocando un sincretismo, que podemos reconocer en las obras como “Ghettoblaster I y II”, de Defie (Fig. 85 y 86). Estas piezas están inspiradas en la obra “Tocado Ghettoblaster”, de otro artista salvadoreño de la diáspora Guadalupe Maravilla, quien viaja como inmigrante ilegal a Estados Unidos en su infancia, y convive con el Hip Hop en ese país en los años 90; Las piezas de Defie poseen una estética y unos medios mucho más actuales, como impresiones digitales sobre casetes y escultura 3D, que abonan a la construcción de un estética local, y que en el caso de Defie usa elementos que recuerdan a las “máscaras de jaguar” [17] , que ya hacen parte de la cultura local, creando un remix visual de elementos y capas de significados que atraviesan siglos y subculturas de diferentes contextos.

17 Paredes Umaña, 2011, Local symbols and regional dynamics: the Jaguar Head Core Zone in Southeastern Mesoamerica during the late preclassic

La identidad local se vive en colectivos antiguos y actuales, como la comunidad LGBTQ+. El “Vendedor de papaya”, de Wilber Salguero (Fig. 87), sugiere con una enorme sutileza estética, cierta feminidad en el personaje, enfatizada en la manera de llevar el canasto en la cabeza, tradicionalmente una forma de cargar de mujeres, diferenciada del “tlameme” que transporta con la frente y en la espalda, y que, por tradición, eran hombres. Observando la pieza “Cortando café” (Fig. 88), se evidencia la igualdad en el trabajo realizado por ambos géneros, al visualizar la complexión similar de los cuerpos.

Fig. 87

Wilber Salguero

Vendedor de papaya

2024

Acuarela sobre lienzo

25.9 x 35.56 cm

Colección del artista

88

35.6 x 50.08 cm

Fig.
Wilber Salguero
Cortando café 2024
Acuarela sobre lienzo
Colección del artista

El sincretismo tiene como base lo local, son nuestras primeras referencias incluso si no somos conscientes de ello. En su obra, Juan Carlos Recinos, explora esas referencias culturales propias expresadas en una institución clave en nuestra historia cultural: las cofradías. Estas son asociaciones religiosas y comunales que surgen en la época colonial, constituidas por tanto, principalmente de indígenas, pero también de población ladina o mulata y que se encargaban de celebrar las fiestas que no financiaba la iglesia o la Corona, y para lo cual contaban con fondos propios. Las autoridades fomentaron la creación de las cofradías como recurso para implantar la difusión del catolicismo, y con el mismo propósito, permitieron la práctica, en su seno, de actividades de la tradición indígena. De esta forma, en ellas se juntaron manifestaciones religiosas que derivaron en otras, ricas por su diversidad. El poder económico de las cofradías fue una importante razón para su permanencia. Las cofradías se hicieron un recurso de resistencia de tradiciones que aún perviven en la cultura salvadoreña y la creación artesanal y artística.

Las fiestas se vuelven así también el lugar donde se amalgaman las creencias, donde personajes mitológicos y religiosos se dan cita, y donde el tiempo cotidiano cambia y se vuelve simbólico. Por ejemplo: la comida abundante en la fiesta, como una referencia a los banquetes de la clase alta, algunos de los vestuarios de las danzas o teatros tenían una connotación evocadora o irónica dependiendo de la puesta en escena. Y donde cada comunidad y cofradía pudo insertar particularidades propias en sus manifestaciones culturales, afirmando así su identidad local [18] .

Un ejemplo lo encontramos en la celebración del Nazareno de Indios del jueves santo, en Izalco donde: “... los Cristo foliares, ornamentados con las palmas y flores de corozo y de coyol, recrean simbólicamente la concepción de la cruz como árbol de la vida, sentido de fecundidad y germinación (acorde a las fiestas de mayo) ” [19] ligado por José Manuel Gonzales, al mito de Quetzalcoatl quien a través de su penitencia e inmolación permite que aparezca la nueva humanidad. “Con el sacrificio del dios, los hombres han merecido su existencia.” [20] Idea que es similar al sacrificio de Jesús en la Religión Cristiana.

18 Castellón, 2014, pp. 188-189, Fiesta, vida y comida en el interior del Reino de Guatemala San Salvador y Sonsonate, siglo XVIII.

19 Garcia Espada (Compilador), 2014, Pág. 162 Religiosidad Popular Salvadoreña, Transcodificaciones y resignificaciones narrativas. Estudio sobre el imaginario simbólico en la celebración del Nazareno de Indios, La virgen de Asunción y el Niño Pepe en Izalco. De José Manuel Gonzalez.

20 Pág. 161 Idem.

Fig. 89 Fotografía del autor.

Estos gestos como las palmas y las flores, resguardan algunos rasgos de creencias indígenas, que hoy en día pueden ser muy sutiles para notarlas, o simplemente no ser recordadas, pero se mantienen presentes gracias a las tradiciones. Lo cual es importante porque evidencia la poca visibilidad que podemos tener de nuestras particularidades culturales propias.

Óleo

Fig. 90
Juan Carlos Recinos
Aprendimos a llevar corona 2023
sobre lona
200 x 160 cm Colección privada

Fig. 91

Juan Carlos Recinos

Identidad visible de máscara sincrética

2021

Óleo sobre lona

200 x 160 cm

Colección privada

Este sincretismo más local se expresa en la obra de Juan Carlos Recinos (Fig. 90 y 91), quien, a partir de su vivencia en San Pedro Nonualco, reflexiona sobre cómo las tradiciones y los elementos culturales construyen comunidad, identidad, historia, cultura y arte.

La exhibición ofrece una mirada a diversas manifestaciones culturales, destacando relaciones, vínculos, contrastes y herencias que conforman nuestra identidad visual. Aunque es una muestra pequeña, permite inferir la gran variedad cultural del país, sugiriendo que hay muchas otras manifestaciones por explorar, como la música, la comida, los textiles, las danzas, entre otras. Todo lo anterior nos invita a ampliar nuestro panorama sobre la cultura visual salvadoreña y a valorar las particularidades de los distintos territorios del país.

ONCL USI Ó N

La exposición “Trabajo, fe y gozo”, en el Museo de Arte de El Salvador, ha sido un esfuerzo significativo que refleja el compromiso de la institución con la investigación y la exhibición de las peculiaridades de la plástica salvadoreña, con el objetivo de encontrar elementos con los cuales nos podamos identificar como individuos y como colectividad.

Este objetivo trasciende la simple catalogación de obras y artistas, ya que busca comprender las narrativas, técnicas y contextos históricos que moldean estas manifestaciones. De esta manera, el museo se convierte en un espacio de reflexión y diálogo sobre la identidad cultural salvadoreña a través del artes plásticas, y en este caso además a través de la artesanía y de las artes populares.

La exposición se adentra en tres temas fundamentales que han sido continuamente representados en nuestras expresiones artísticas: el trabajo, la fe y la fiesta. Y ofrece una oportunidad para explorar las interrelaciones entre artes plásticas, el arte popular y la artesanía. A través de las obras expuestas, se pueden identificar similitudes, complementariedades y contrastes entre estas formas de expresión. Y hace evidente que estas manifestaciones no solo sean expresiones valiosas por derecho propio, sino que juntas nos ofrecen un panorama más amplio y matizado de nuestra identidad visual. Reconocer y ahondar en estas particularidades es esencial para construir una cultura visual salvadoreña que celebre su diversidad y riqueza histórica.

Las manifestaciones culturales y artísticas presentadas en la exposición son vehículos de la historia, las tradiciones y las experiencias colectivas del pueblo salvadoreño. Su valor cultural y artístico trasciende cualquier consideración económica porque reflejan y conservan la memoria y la identidad cultural de nuestra colectividad, siendo los artistas quienes han absorbido y reinterpretando influencias locales e internacionales, creando un mosaico de expresiones que reflejan la complejidad de la cultura local. Esta diversidad es un testimonio de la riqueza del país y su papel en la construcción y preservación de la memoria colectiva.

“Trabajo, Fe y Gozo” nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar y valorar estas manifestaciones culturales, que son el espejo de nuestra historia, nuestras creencias y nuestra cotidianidad. Al hacerlo, no sólo honramos a nuestros antepasados, sino que también cimentamos una base sólida para las futuras generaciones de artistas y ciudadanos salvadoreños.

Finalmente, la exposición también plantea un llamado a la acción para continuar investigando y explorando la cultura visual salvadoreña. Este esfuerzo no solo enriquece nuestro entendimiento del arte y la cultura del país, sino que también fortalece nuestra identidad colectiva y nuestra capacidad para apreciar y valorar nuestras propias expresiones.

J. Izaguirre, comunicación personal con Juan Carlos Recinos en relación a su obra, miércoles 20 de diciembre de 2023.

Dawson, 1890, Pág. 22, Geografía elemental de la República de El Salvador. Lardé y Larín, 2018 (segunda reimpresión de la segunda edición), Pág. 514 El Salvador, historia de sus pueblos Villas y Ciudades.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.7 en línea]. <https://dle.rae.es/embellecer> [23 abril 2024].

Bello-Suazo Covar, 2003, Pag.71 Barro Eterno, Ilobasco.

Esquivel , O. (2006). estudio de la producción y comercialización de la cebolla amarilla (1.ª ed., p. 3).

Managua: Orlando David Esquivel Mayorga . Recuperado de https://repositorio.una.edu.ni/786/1/ tne70e77.pdf

Castellón, 2014, pp. 185-368, Fiesta, vida y comida en el interior del Reino de Guatemala San Salvador y Sonsonate, siglo XVIII.

Chibi, (23 abril de 2022), en: https://es.wikipedia.org/wiki/Chibi

Johansson, P. (2022). Xochimiquiztli, la muerte florida El sacrificio humano entre los mexicas (1.ª ed., pp. 1–25). México: Patrick Johansson Keraudren. Recuperado de https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/781/781_04_15_desollamiento.pdf

Chepeando, febrero 21, 2022, FLORES de PAPEL Esterinada, TRADICIÓN CENTENARIA en Quezaltepeque, El Salvador, https://www.youtube.com/watch?v=s-EOLrMTdbY

Mundo TV El Salvador, febrero 11 2023, Reportaje de canal 10 al personaje histórico salvadoreño “ el cipitio “https://www.youtube.com/watch?v=cjEtdhImUrk

Diario de Hoy, 4 de febrero 2023, sin título formato jpg, Retomada de: https://diarioelsalvador.com/ el-cipitio-celebro-un-ano-mas-de-vida-siendo-siempre-un-portador-de-alegria-para-el-salvador/324282/

Paredes Umaña, 2011, Local symbols and regional dynamics: the Jaguar Head Core Zone in Southeastern Mesoamerica during the late preclassic

Garcia Espada (Compilador), 2014, Pág. 162 Religiosidad Popular Salvadoreña, Transcodificaciones y resignificaciones narrativas. Estudio sobre el imaginario simbólico en la celebración del Nazareno de Indios, La virgen de Asunción y el Niño Pepe en Izalco. De José Manuel Gonzalez.

Otras fuentes consultadas:

La vida rural en El Salvador, Museo de Antropología “Dr. David J. Guzmán” MUNA, El Salvador, Mayo-Agosto de 2006.

San Salvador, El esplendor de una ciudad 1880 -1939, Gustavo Herodier.

Cronología de las artes visuales de El Salvador, Jorge Palomo

Procesos del arte en El Salvador, Astrid Bahamond Panamá

Historia de la arquitectura moderna de El Salvador, Oscar Manuel Monedero

El Salvador, La huella colonial, José Antonio Fernandez

Identidades, Revista de ciencias sociales y humanidades, tomo 7 julio-diciembre 2013 y tomo 8 enero-junio 2015

Revista cultura 112, enero-junio 2014.

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