Resignación

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Capítulo 2

Resignación. Matt escuchó atentamente a Luca mientras este le contaba cómo había aparecido en la cama de Mía y cómo esta le había tratado tan amablemente y que él no había sido capaz de responder de una manera adecuada, que no sabía ni qué hacer ni qué decir cuando sabía que siempre existiría el peso de esa maldita enfermedad sus hombros, peso que significaría mucho más el día que planease vivir una vida normal y no porque él se muriese, sino por el daño que causaría a quién quedase aquí para llorarle. —¿Planeabas morir de hipotermia esa noche? —dijo sorprendido Matt. —Borracho sin consciencia, pronto olvidé el frío, además cuando la cosa se pone peor, dicen que uno alucina y muere —reconoció Luca —. No hubiese sido tan malo. —No, sólo si olvidas lo estúpido que es… —respondió Matt. —Más estúpido es vivir condicionado de esta manera… —se sinceró —. Ambos sabíamos que nuestra vida jamás sería buena, pero no esperé que las cosas fuesen así. —¿Has pensado en volver a hablar con Bonetti? No puedes negarte a un posible tratamiento o buscar alguna solución que disminuya los síntomas, quizá exista alguna manera de ayudar a este proceso —insistió Matt. Luca se quedó en silencio pensando en lo que Matt le había dicho, quizá existiese alguna manera de disminuir la velocidad que avanzaría la enfermedad, sabía que las posibilidades no estaban a su favor, Bonetti había sido categórico al decirle que no se podía cambiar la realidad que él estaba pronto a vivir y que tendría que vivir con ello.

—Quizá lo haga, cuando tenga tiempo —finalizó la conversación Luca.

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—Sería bueno que le fueses a ver —agregó Matt.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. Caminaron juntos hasta el trabajo, Luca le había prometido a la señora Mimí que trabajaría por las mañanas en el cargo y descargo de mercadería mientras que por las tardes atendería la cafetería. Para la señora Mimí significaba un alivio, puesto que el hombre que hacía ese trabajo había renunciado y no le había dado tiempo de encontrar un reemplazo. —Luca —escuchó una voz a sus espaldas, no fue necesario voltear, supo de inmediato que era Mía, pero la ignoro y siguió caminando. —La profesora te está hablando —susurró Matt. —Luca —le siguió Mía —. No deberías ser así de desconsiderado conmigo, por lo mínimo un saludo por cortesía no vendría nada de mal —no recibió respuesta —. Podrías por lo menos fingir que te agrado y ahorrarnos esto, no me cansaré hasta que me hables de una buena vez —no había respuesta —. Por lo menos deberías asistir a las clases, son para que culturices lo bestia que te has vuelto últimamente. Luca se paró de inmediato y volteó haciendo que el movimiento inesperado sorprendiese a Mía, al igual que la cercanía que este había implantado. —No tengo tiempo para perder, señorita, al parecer es a usted a la que le sobra tiempo —alzó una ceja —. Lamento no ser lo suficientemente agradecido como usted espera, pero no conseguirá cambiarme ni un pelo aunque lo intenté. Matt no dijo nada, pero Luca sabía que quería hacerlo, pero no lo animó, probablemente comprendiese a Mía, luego de haberle recibido en su casa y prácticamente haberle salvado la vida, tenía derecho a hablarle y saber qué le había ocurrido, pero él no quería que fuese así, no quería que se acercase a él, ni tampoco responder incómodas preguntas respecto al tema. —Deberías hablarle, quizá no sea del todo tan malo —insistió Matt —. Quizá sociabilizar te hiciese mejor de lo que crees. —Puede que yo tenga un beneficio —reconoció Luca —, pero cuando yo ya no esté, no seré quién sufra.

—¿No la has visto? —alzó una ceja —. Es tan frágil que no quiero dañarla. —Quizá ya lo estés haciendo —murmuró.

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—¿Quién te dice que ella sufriría por ti? —rió —. Quizá estás pecando de egocéntrico.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. —Es mejor así —dijo secamente y dio por finalizada la conversación. Luca trabajó con más ahínco, sabiendo que era la única opción de olvidar todo lo que en esos momentos andaba por su cabeza. Toda la mañana estuvo con Luz, la chica que había contratado para hacer inventario y ayudarle con las tareas más livianas. Era muy hacendosa, podía estar haciendo varias cosas a la vez sin perderle la pista a ninguna, además era muy responsable, desde que había ingresado a trabajar no se había perdido ni siquiera un kilo de azúcar. —¿Qué más queda hoy? —sonrió Luz. —Nada, por ahora, en un rato llegará el camión, pero por mientras podríamos almorzar —dijo Luca sacando una bolsa con los contenedores de la comida. Mientras comían hablaban de muchas cosas, Luca le contaba lo que había sido vivir en un orfanato, tener que compartir hasta la ropa interior y heredar la ropa de los mayores, aunque le gustaban los días domingos, porque esos días les daban helado y galletas de postre. En cambio Luz prefería la calle, porque se sentía libre de hacer lo que quisiese y sabía ganarse la vida de manera útil, ayudaba a la gente de las ferias de fruta con sus puestos los días jueves y además se ganaba algunas frutas y verduras que le servían durante toda la semana. Nunca había pasado hambre por su buena voluntad para ayudar y Luca mientras más la observaba no dudaba que consiguiese vivir en las calles sin haber pasado hambre. —¿Dónde duermes? —preguntó Luca —. Nunca había pensado qué haces para soportar el frío en este invierno. —Las primeras noches casi muero congelada —reconoció la niña—. Pero luego los perritos callejeros se acercaban a mí por calor, entonces ellos formaban un círculo a mi alrededor y entre todos nos calentábamos. No me quejaba para nada, ellos eran muy calentitos, lo único malo eran las pulgas y de vez en cuando teníamos que echar a aquellos perros que venían con enfermedades contagiosas.

—¿No te daban miedo?

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Luca quedó admirado, no sólo por lo que ella le había contado sino con la naturalidad y el orgullo que lo decía mientras sonreía sin parar. Sin duda era muy inteligente, pero a la vez arriesgado que una niña de su edad durmiese entre una jauría de perros.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. —No, para nada, al más grande le llamé Duque, solía ser quién me protegía, era un perro siberiano que habían tirado a la calle porque le faltaba una oreja, así que él era como el jefe de los perros y conmigo era muy cariñoso. Todavía voy a dejarle los panes duros que deja la señora Mimí —sonrió Luz. —Y ahora ¿Dónde duermes? —Una amiga me dijo que podía dormir en la Iglesia, están recibiendo a los mendigos por este invierno para que no muramos de frío, así que me he ido allí con Dom —dijo Luz dándole un gran mordisco al pedazo de pollo que le había dado Luca. —¿Tienes muchos amigos en la Iglesia? —preguntó aún interesado. —Sí, varios, pero los niños son muy mañosos, así que me junto con los abuelitos y los sacerdotes, se portan todos muy bien conmigo —sonrió Luz.

Mía estaba desesperada ordenando el departamento, desde que habían puesto el nuevo vidrio, la suciedad del piso no se había quitado, la alfombra estaba manchada con los zapatos sucios del hombre que había venido a arreglar todo, así que no tenía mucho tiempo para regodearse y limpiarlo, intentó quitar la mancha, pero fue imposible. Finalmente decidió por esconderla en el closet. Sus padres vendrían a cenar a su departamento para navidad, ella se había ofrecido para

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Cuando Luca fue a atender la cafetería, se encontraba agotado por todo lo que había descargado en el camión, pero se dedicó a ordenar los insumos nuevos en las vitrinas y cambiar los precios que ahora volvían a estar en oferta. Cuando se aproximaba las fiestas navideñas, la señora Mimí hacía promociones especiales para la cena, tenía unos pasteles con motivos decorativos y pack de galletas navideñas. Para Luca era una época muy emotiva para todos, menos para él. En el orfanato no hacían mucho en las navidades, recibían juguetes desgastados envueltos en papeles de regalo ya usados, mientras miraban por las ventanas como los niños con sus padres cantaban villancicos a las afueras o caminaban contentos probablemente hablando de lo que les traería Santa Claus. Este año sería muy parecido al año anterior, con Matt y dos o tres amigos que aún se mantenían en la ciudad luego de haber salido del Orfanato se reunirían en uno de sus departamentos en el barrio bajo para celebrar la navidad regalándose modestos obsequios y compartiendo la comida. Era mucho mejor que las navidades del orfanato, pero seguía estando ausente esa sensación de unidad y familiaridad que a todos les rondaba por esos días.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. cocinar la cena por primera vez. Su madre solía preparar pavo navideño y ella las galletas, pero esta vez había querido jugar el papel de anfitriona, por lo que decidió ser ella quién hiciese el tradicional pavo, pero no quiso molestar a su madre, así que dos días antes de la noche buena, fue a la cafetería a preguntarle una receta a la señora Mimí. Cuando sonó la campanilla de la entrada de la cafetería Luca criticó a quién fuese la dichosa persona que venía dos minutos antes de que cerraran, era completamente inconsciente por parte del comensal venir a estas horas a pedir quizá que cosa. Así que cuando alzó la vista intentó ser lo menos hostil posible, pero fracasó rotundamente al encontrarse con aquellos ojos grandes que le observaban con nerviosismo. Era Mía. —Hola —respondió ella como si nada hubiese ocurrido. Luca dudó si responder a ese saludo puesto que abría paso a demasiadas preguntas. ¿Qué haría aquí? ¿Por qué había venido a esta hora? Se supone que venía por las mañanas cuando él no estaba. ¿Vendría a preguntarle por qué no había asistido a las clases nocturnas? ¿No se supone que ella debería estar allí en este momento? —Buenas noches —respondió. —¿Cómo estás? —intentó ser conciliadora. —¿Qué deseas? —evadió la pregunta.

Luca no respondió a la pregunta, simplemente se dirigió a buscarla, no sabía por qué era tan hostil con ella, era algo que no podía evitar. Cada vez que la veía en sus recuerdos no parecía nada grave hablarle, pero cuando la tenía en frente una muralla sólida de concreto parecía interponerse entre ambos, haciendo que su comunicación con ella fuese casi inexistente, le era imposible acercarse a ella sin pensar en que lo había visto desnudo y por consiguiente, que le había salvado la vida cuando él realmente quería perderla. Entonces rememoraba el maldito día en el que había visitado a Bonetti y volvía a comportarse como un idiota cuando ella estaba.

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—Ya veo —sonrió Mía mirándose sus mitones —. Bueno, cómo sea, ¿está la señora Mimí?


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. Cuando la señora Mimí entró en el vestíbulo, Luca fue hacía la puerta para voltear el letrero y dejarlo como “cerrado”. Mía le miró caminar de vuelta hasta donde estaban mientras se quitaba el delantal, ni por un segundo sus ojos se cruzaron. —Dime querida —sonrió la señora Mimí. —Quería molestarla con una pequeña cosa —sonrió Mía. —Tú dirás querida. Luca permanecía en el lugar, estaba ordenando los detalles de la caja y haciendo el recuento de las ganancias mientras las dos mujeres hablaban a menos de dos metros de allí. Intentó no sentir curiosidad por lo que ellas conversaban, pero no pudo evitarlo cuando escuchó que tenía visitas para navidad. —¿Quieres cocinar un pavo? —sonrió Mimí. —Así es, siempre mi madre lo ha hecho, es la primera vez que lo haré por mí misma, no sé si me quede tan bien como ella, pero estoy segura que sus dotes culinarias podrían ayudar a mi cometido —respondió Mía algo avergonzada. —La verdad es que yo no sigo recetas, sino que voy condimentando a mi gusto, pero eso sólo lo logras con la experiencia y así vas creando tus recetas—el rostro de Mía demostró su desanimo—, ¡Oh, querida! Pero no te preocupes, esta noche te escribiré lo mejor que pueda una receta y mañana en la mañana la tendré para ti — sonrió Mimí. —¡Muchísimas gracias! —respondió mientras le entregaba un abrazo efusivo. La campanilla de la puerta volvió a sonar, era Luca que se marchaba con un leve “hasta mañana” para la señora Mimí, quién le hizo una breve seña. —Este chico cada vez anda más complicado —murmuró. —¿Qué le ocurre? —intentó no ser grosera con la pregunta, pero no pudo evitar hacerla.

—Bueno, será luego. Muchas gracias por todo y nos vemos mañana —se despidió.

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—No quiero ser yo quién ande diciendo sus intimidades ¿Por qué no vas y le preguntas? —sonrió mientras se acercaba a la puerta, evidentemente para cerrar el local.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. Mía salió de la cafetería y la brisa fría de la noche se dejó caer con fuerza, parecía que lo hacía adrede. Cuando Mía miró para ambos lados de la calle, vio a Luca que caminaba hacia la calle del frente. Mía, que iba para la misma dirección decidió apresurarse para alcanzarle. Una vez que consiguió posicionarse a su lado, no emitió ninguna palabra, simplemente caminó en silencio siguiéndole los pasos con gran esfuerzo. —¿No dirás nada? —era la primera vez que Luca iniciaba la conversación. Mía intentó ocultar su asombro, pero fue imposible, ya que el silencio luego de aquella pregunta también fue notado por Luca. —¿Por qué me sigues? —insistió él. —No te sigo —murmuró —. Camino a tu lado porque me da miedo caminar a estas horas, sola por calles no frecuentadas. —Se podría decir entonces que me estás usando —rió suavemente. Por primera vez Luca parecía estar siendo amable con ella, aunque no sabía el por qué del motivo que lo llevaba a cambiar su actitud. Durante todo el camino Mía evitaba mirarle a los ojos, usualmente cuando él le hablaba ella miraba hacía la calle o simplemente hacía el frente, prefería no mirar aquellos ojos que demostraban hostilidad o muchas veces ocultaban lo que realmente querían decir, por lo que hacía que todo se tornase más complejo. Mientras caminaban ninguno de los dos se miró, simplemente hablaron. —¿Vas a la escuela? —preguntó Mía. —No —murmuró él —, pero te dejaré allí. Mía no sabía ni qué pensar ni qué decir, se suponía que Luca no quería conocerla ni hablarle, era completamente descortés sin saber por qué y ahora había cambiado de una manera extraña, no era un cambio radical, pero era bastante para lo que había conseguido días antes.

—Lo sería —respondió Luca con la mano en los bolsillos —. Quizá otro día. Mía se dio cuenta que la conversación se estaba terminando y él no tenía ninguna intención en mencionarlo, probablemente se iría sin más. Cuando Mía vio que

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—Bueno, hasta aquí llegamos —murmuró Mía frente a la preparatoria. Luca no respondió—. Supongo que sería en vano que te invitase.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. Luca volteaba, ella se acercó rápidamente a él. Luca era mucho más alto que ella y no alcanzaría a despedirse si él no lo quería así, pero él no se movió para ayudarla, todo lo contrario, amplió la distancia entre ellos irguiéndose aún más. Mía al ver que Luca no cooperaría se subió a la vereda, dejándole en la calle y cuando tuvo la altura suficiente le posó un beso en la mejilla en forma de agradecimiento y se fue. —Así se doma a una bestia —murmuró suavemente para sí y se marchó sonriente. En una ciudad pequeña, como en la que vivían, era frecuente encontrarse con las personas por las calles o en los lugares comunes como las lavanderías, cafeterías y demases, pero últimamente Luca creía que Mía le estaba siguiendo. Se la encontraba en los lugares más insólitos, el día de navidad se la encontró en la tintorería. Ambos se miraron, pero Mía decidió no hablarle, ella siempre había tenido la intención de conocerle, más luego del último incidente. Quería saber qué era lo que le había ocurrido esa noche, pero no quería ser intrusa y preguntárselo directamente, prefería que él se sincerara con ella, pero no lo hizo, entonces las dudas no se habían disipado y Mía seguía queriendo saber que le había ocurrido. Luca se sorprendió ante la indiferencia de Mía, usualmente era ella quién siempre buscaba un tema de conversación o algo para sacarle en cara el hecho que le había ayudado. Sabía que no era sólo eso, es normal que quisiese saber que le ocurría, pero él no estaba dispuesto a decírselo, ni ahora ni nunca, no quería su compasión y lo que realmente quería ya no valía la pena. Esa tarde Luca decidió ir a hablar con Bonetti. Quizá Matt podía tener razón y lo mejor era conocer todas las chances que tendría en caso de que hubiese algunas. Era mejor conocer todo antes que suponerlo. —Imagino que ya pasaste la etapa de negación y estás listo para escuchar la verdad —dijo Bonetti sentado en su silla giratoria. —Supongo —murmuró Luca —. Aunque ni siquiera recuerdo qué es lo que tengo. —Ceroidolipofuscinosis neuronales, la enfermedad de Batten —interrumpió Bonetti —. Es una enfermedad que progresivamente irá destruyendo tus neuronas y perderás las capacidades básicas que has aprendido.

—No se puede precisar con exactitud —respondió Bonetti. —¿Estás seguro que tengo esto? ¿No es un error o algo? —insistió Luca.

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—¿Cuándo? —murmuró Luca.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. —No, no lo es. Cuando me pediste hacerte un test de ADN para buscar a tus padres vimos la alteración del gen que produce la CLN3. Es inequívoco, pero te acerca más a uno de tus padres, puesto que uno de ellos debe tener esta alteración, ya sea con manifestaciones o siendo solo portador —le miró fijamente a los ojos —. Aunque luego de esto no sé si quieras seguir perdiendo tiempo buscándolos. —¿Ya no quieres ayudarme? —No se trata de eso, Luca. Sabes que arriesgo mi licencia buscando a tus padres — aclaró su garganta —, y ahora no es lo primordial, sino que vayas comprendiendo cómo se irán desarrollando las cosas para ti. —No se desarrollarán—sentenció. —Claro que lo harán. Los síntomas pueden presentarse muy tardíamente, quizá a los cuarenta años, podrías tener una vida normal, familia e hijos —sonrió. —Hijos que podrían salir enfermos como yo —murmuró —. ¿Qué clase de vida les daría? —Sólo si tu esposa es portadora de esta enfermedad podría manifestarse, sino, no existiría problemas. ¡Hombre! Esta enfermedad es muy poco común, la probabilidad que eso ocurriese es bajísima. Deberías estar feliz que no se manifestó esta enfermedad cuando eras un bebé o un infante. —¿Cuáles serán los síntomas? —desvió el tema. —Tendrás movimientos involuntarios, algo así como Parkinson, por lo mismo falta de coordinación muscular, convulsiones cuando esté más avanzada la enfermedad, ya en las últimas etapas demencia y al final retardo mental —tragó saliva —. Pero esto no será hasta el final, quizá cuando tengas sesenta años, no se puede precisar con exactitud, eres joven aún. No deberías preocuparte por esto.

—No, no del todo, quizá cuando comiences a convulsionar, pero por ahora no necesitas nada. Pero cuando comiences a notar un leve temblor en las extremidades será momento de tratarte. Tengo un amigo que se especializó en Batten y Huntington, de seguro no habrá problemas para que te trate. —Entonces por ahora nada.

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—¿No hay tratamientos para disminuir los síntomas?


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. —Nada, sólo disfruta la vida al máximo, conoce gente nueva, intenta hacer una vida normal y disfruta cada momento que tienes, porque otras personas con esta enfermedad no han podido vivir todo lo que tú ya has vivido, Luca y eso debes valorarlo —dijo firmemente Bonetti mirándole a los ojos. Luca no supo qué decir en ese momento, nunca pensó que pedirle a Bonetti que averiguase sobre los partos realizados en el hospital donde fue abandonado y en los posibles padres, iba a desencadenar en esto. Cuando se despedían en la puerta, Bonetti intentó darle ánimos, después de todo Luca había sido como el hijo que nunca tuvo, era todo lo que había tenido junto con Matt y darle una noticia así era muy diferente a dársela a cualquier paciente. Fue entonces cuando le tendió la mano y se la estrechó con fuerza, no pudiendo evitar acercarlo más a él y abrazarlo tan fuerte como le fuese posible. —Mi muchacho —dijo mientras se abrazaban —. Eres fuerte, esta enfermedad no podrá contigo. Debes vencerla, muchacho, debes hacerlo. Luca se quedó inmóvil, por primera vez había sentido ese confort que tantos señalaban como familiar, era la sensación que se producía cuando alguien te daba ese ánimo y consuelo, usualmente ese alguien solía ser tu familia. Luego de ese íntimo momento, Luca le agradeció todo lo que había hecho por él. —Prométeme que saldrás adelante sin coartar tu vida por esto —dijo Bonetti desde el umbral. —Lo intentaré —respondió Luca sin dar por sellada la promesa. Se volteó para marcharse entonces encontró a Mía frente a él. Mil y una preguntas pasaron por su cabeza en el segundo que la vio con un vestido de invierno, botas, sus mitones y su pelo suelo que caía sobre sus hombros disminuyendo su edad.

Mía quedó asombrada ante lo que había alcanzado a escuchar sin querer. Había solicitado retirarse antes del curso de primeros auxilios ya que tenía que terminar la cena de noche buena, por lo que sólo se retiró dos horas con anticipación, jamás pensó ver a Luca allí, entonces un recuerdo la inundó. El primer día que había ido al curso, el mismo día que había recogido a Luca borracho, ese día salió un hombre

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—¿Qué haces aquí? —frunció el ceño.


Lasciatemi. Copyright © 2012 Manne Van Necker. All rights reserved. Todos los derechos reservados. corriendo por la puerta del médico y este había dicho que era un mal día. Ese hombre estaba usando la misma chaqueta de Luca, ese chico era él. —¿Qué escuchaste? —insistió. —Sólo que debías vivir tu vida —reconoció Mía —, supongo que crees que te estoy siguiendo. —¿Tienes una mejor explicación para estar aquí en el día de noche buena que esa? —Estoy en un curso de primeros auxilios para el paseo de los niños de la iglesia — respondió mirándole a los ojos. —Pero escuchaste lo que Bonetti y yo estábamos hablando —su tono de voz se había vuelto brusco y grosero. —Si —respondió sin darle importancia —. Ahora quizá querrías contarme por qué estabas borracho la noche que te recogí. —Eso no es de tu incumbencia —sus mejillas se tornaron rosadas y mantenía el ceño fruncido. —No lo serías si no hubieses quebrado mi vidrio y dormido en mi cama —dijo reanudado su camino ya que llegaría tarde a su clase. Luca la siguió, no sabía si quería saber lo que ella había oído o simplemente tenía la curiosidad de saber por qué ella le había ignorado. Algo en Mía estaba diferente y quería saber de qué manera le afectaba ese cambio, aunque fingiese que no le importaba. —¿Ahora serás tú quién fingirá no conocerme? —murmuró Luca con las manos en los bolsillos de su pantalón.

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—Luca, si no tienes nada mejor qué hacer que estar siguiéndome en noche buena, ese ya es tú problema —frunció el ceño.


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Adelanto del próximo capítulo. Mía no quiso levantarse temprano esa mañana, se quedó recostada sobre su cama y miró el techo. No había dejado de pensar en qué era lo que tenía Luca que pudiese ser tan grave como para tenerle así. Sabía que antes de aquel encuentro nocturno, a ella poco y nada le había importado el chico de la cafetería, pero por una extraña razón el hecho de verle así esa noche le llevó a preocuparse por él. —Mía —dijo su madre levantándose —. Es hora de que tomes desayuno. Hacía una semana se había venido a casa de su madre, lejos de Luz, a quién más extrañaba y lejos de Luca, que solía pasearse por sus pensamientos con más frecuencia que de costumbre. Al parecer los dichos de Laura respecto a ella son ciertos: tenía un serio problema de corazón de abuelita cuando se trataba de personas desvalidas. —¿Qué ocurre contigo? —dijo Laura una vez que se reunieron en la pizzería. —No lo sé —murmuró Mía —. He estado agotada. —Te exiges demasiado, Mía, debes parar las revoluciones. —Si no ayudo a esas personas morirán de hambre. —Si no detienes el ritmo de vida que llevas, serás tú quien muera —alzó una ceja su amiga—. Pero no es eso nada más que tienes… mejor será que me lo digas. —Se trata de un chico —reconoció. —¿Te gusta un chico? —sonrió tontamente.

Luca había estado tan distraído que Luz había tenido que contar dos veces la carga de cosas porque él había perdido la cuenta. Fue la segunda vez en el día que se encontró extrañando encontrarse con ella, verla y quizá discutir, prefería oír su voz gritándole a no escucharla del todo. Y eso, ya era otro problema.

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—No se trata de eso, por un extraño motivo parece haberse cruzado en mi vida y no parece querer salir —se sonrojó.


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