Revista Gerente Venezuela 301

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PERFILES Pero la grabadora no resiste la tentación de registrar el ángulo de Padrón sobre la poesía local: “Somos un país de grandes poetas, muy particularmente. Poetas de alto voltaje. Rafael Cadenas podría ser muy bien candidato al Nobel. Con una obra más consistente que la de Neruda, incluso. Juan Sánchez Peláez es también un gran poeta. La poesía siempre ha estado cocida a cierto espíritu de clandestinidad”, ofrece su encuadre, frente a la poca profusión de trabajo editorial, en este ámbito. Las editoriales le piden que escriba narrativa. “Me seduce y admiro el tesón de los narradores. Tengo una disciplina parecida porque escribo telenovelas”. “El grupo Guaire es una hermosa nostalgia de los años 80. Fue una manera de invadir las calles con una poesía que quería apostar por el asfalto y la ciudad. Hubo errores y fallas. Estaba Rafael Arráiz Luca, Luis Pérez Oramas, Armando Coll, Nelson Rivera, entre otros. Duró como 4 años, más o menos”.

Malajunta El escritor está trabajando en este momento una telenovela para Venevisión, por primera vez sin estar al aire. Parte de la naturaleza del género –explica- es escribirla a cuatro manos con el público. “Además, antes se trataba de ver qué canal ganaba, pero con el cierre de RCTV eso se acabó. El título de trabajo es Malajunta”. No sabe qué nombre definitivo tendrá la producción. Lo primero que hizo fue Gardenia, un remake. Pero la primera novela original fue Amores de Fin de Siglo. La más exitosa ha sido Cosita Rica. “Antes lo disfrutaba más. Ahora disfruto mucho escribir crónicas”. Se acercó a la entrevista, con Los Imposibles, porque siempre la ha consumido. Le gusta el dibujo que una persona hace en alta voz de su vida. Como escritor la asume con mucha curiosidad, porque se ha acercado a gente que ha hecho de su vida algo particular, ya que ese es el concepto de Los Imposibles: gente fuera de serie. La entrevista tiene secciones, y cada una tiene un rol. “Se pensaron para radio, siempre con el sentido de publicarlas en un libro. Salen a través de la emisora radial Onda. Los libros han funcionado bien, pero la radio paga muy mal. Ahora estamos al aire, y hemos tenido recientemente a Henrique Capriles, al maestro Oswaldo Vigas, a Rafael Cadenas, entrevista que me tomó un año y medio lograr. Viajo a otros países y me traigo varias entrevistas. El programa es medio mochilero, en ese sentido”. En torno a las críticas de quienes justifican el cierre de RCTV, el escritor fustiga: “Una cosa es que celebres el cierre de un medio de comunicación, hablando mal de Marcel Granier. Muchas de las mejores cosas que se han hecho en la televisión venezolana se hicieron en RCTV. Las telenovelas de Cabrujas, Por estas calles, el ciclo de Rómulo Gallegos, el de Uslar Pietri. Se hicieron cosas que ningún canal se atrevió a hacer, y es muy mezquino negar eso”. ¿Que a Gledys Ibarra le cerraban las puertas por su color de piel? Padrón argumenta que “ella se hizo famosa con la novela Por esta calles. Elba Escobar nunca en su

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vida ha protagonizado, ni le ha hecho falta, es una de las mejores actrices de este país. Lo mismo Lourdes Valera o Tania Sarabia. Decir eso es comer mucha mierda”, desgarra el verbo, y un rictus de enojo le atenaza el entrecejo. Y redondea: “Otra cosa es no terminar de evaluar la calidad. La televisión venezolana está viviendo uno de sus momentos más oscuros y opacos. Ha sido electrocutada por la crisis del país. Está muy resentida económicamente, pero en contenido se está haciendo una TV pacata, doblegada por la Ley Resorte”. El venezolano –busca una respuesta- entró “en el espectro enorme y todopoderoso del cable. Ves series de inmensa factura, y las pupilas se acostumbran a otra cosa. Llegan novelas hechas con todo el músculo económico. La gente compra los quemados de La Reina del Sur, o de El Capo. En share siempre gana el cable”. Le han hackeado el Twitter dos veces. Aún cuando su clave era compleja. Denuncia que hay vasos comunicantes entre Cantv y el Sebin. “En fin, yo he estado pinchado desde hace años. Cuando ves el interés de hackear las cuentas de ciertas figuras, es porque entienden que las redes sociales traspasan la censura de los medios tradicionales”.

Ciudad bendita Caracas es para Padrón un ingrediente clave de su discurso. Es su territorio, su epicentro y su desembocadura, “porque cada vez que viajo, parte del viaje es regresar a Caracas. Y es materia poética, pero se quedó atrás con respecto a ciudades como Bogotá. Caracas, que tiene toda la fisonomía de una ciudad cosmopolita, tiene una vida cotidiana lesionada por la gente que la ha gerenciado. Tiene vocación de ciudad fantasma, las noches de Caracas son de colmillos lustrosos”. Pero, ¿cuál es la banda sonora de la vida de este solvente escritor? “Lo que más escucho es rock. Consumí mucho rock progresivo, como Génesis o Yes. Sé que hay muchos grupos de rock ahora en Caracas. Hace poco estuve en Discovery Bar, y me pareció muy sabroso, hay bandas en vivo”. Caracas –expone- genera varios recitales a la vez: “el de sus mujeres, en cualquier cuadra están las mujeres más bellas del mundo; la montaña tremenda que nos designa; las guacamayas. Vivo en Chulavista porque abarca la vista de toda la ciudad”, vuelve los ojos saltones al inmenso ventanal que aprieta el espectro entero de la capital. Al fondo, un televisor de plasma preside el departamento, flanqueado por una biblioteca en la que se dejan ver obras de todo género y potencia variable. Un libro con fotos de la familia Corleone, de El Padrino. Tras la pared, una estancia mediana con más libros, y un PC desde donde, cada día, Leonardo Padrón despacha 40 páginas. Hay fotos de sus dos hijos. Un par de empleadas domésticas van y vienen, sin hacer demasiado ruido. Después de todo, en el apartamento del poeta se respira el clima apacible de quien ha logrado resolver una vida feliz y tranquila. Sin muchos sobresaltos. Por: Alejandro Ramírez Morón


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