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Episodio 3: Federico Gloriani
Nos encontramos a las 21hs en la esquina de General Paz y Dean Funes (Fede, acompañado de Juli). Vienen en auto seguidos de un flete que trae toda la muestra Sharp desde Rosario. Por suerte esta vez logramos que nos permitan ingresar de noche por la peatonal y descargar en la puerta del museo. El sereno del espacio nos mira con cara de “qué necesidad”, pero a la vez se lo nota exaltado y divertido de que algo suceda.
Después de descargar todas las piezas, fuimos a tomar algo a la Cañada. Todas sabemos que Fede tuvo como estímulo principal al inscribirse en esta formación salir después de la cursada de los viernes a tomar birra a la Cañada, se lo debemos. La cursada virtual nos robó todos esos momentos y sustancias, no hubo cuerpos ni birra.
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Empezamos el montaje/desmontaje el día siguiente a la hora de apertura del espacio (el jueves 23 de marzo). Como era sabido, la cerveza de anoche no fue solo una y hay un clima de resaca importante. Afortunadamente el desmontaje de la obra de Aylén es simple: quitar el proyector, las cortinas que oscurecen la sala, el objeto peludo, el epígrafe y mover “los residuos” a la sala 2. Mientras desmontamos, acordamos que el episodio de Aylén es el que mejor convive y dialoga con aquellos momentos en los que el olor a caca inunda las salas próximas al baño del museo. A veces este espacio funciona como baño público, como refugio para transeúntes con urgencias de este tipo. Nos resulta interesante lo azaroso de ese encuentro entre obra y espectadorxs bajo estas circunstancias tan básicas. Empezamos a contar anécdotas personales en relación a estos accidentes hasta que nos damos cuenta de que las risas, por la resaca y las imágenes que genera, nos provoca náuseas, entonces decidimos trabajar en silencio. Fede avisa que necesita un momento, tomar un poco de aire, así que sale a dar una vuelta manzana.
De todos los episodios del ciclo siempre el más visualizable en su dimensión expositiva ha sido Sharp, no solo porque desde el inicio el proyecto ha sido super claro y concreto, sino porque además ya fue expuesto en Rosario. Quizás por ese motivo y porque hemos descubierto cierto encanto de Fede en escena —y cuando digo “hemos” me refiero a que ese encanto es tal que su imagen es portada que da chapa—, o quizás —y sobretodo— porque la simpleza no es nuestra virtud, hemos decidido enfocar la curaduría alrededor de aquellas piezas/acciones que implican a un Fede que “desarma basura” en vivo e invita a otres a hacerlo (un taller) y que a la vez (o antes o después) inventa máquinas. Estas ideas descartaron del espacio expositivo a la mayoría de las piezas resultantes del desarme de Sharp y que formaron parte del núcleo del trabajo en la Especialización y en la muestra en Crudo.
Pero como la simpleza, el silencio y la austeridad no es solo una virtud que escasea en nuestro grupo sino también pareciera hacerlo en la atmósfera cordobesa, se nos ha comunicado cierto temor por el vacío de la sala. Entonces hemos decidido (porque queremos y podemos, no; porque hay presupuesto para hacerlo, no) traer todo y exponerlo de la manera más barroca posible a riesgo de jugar con la salud mental de nuestro compañero. Decidir la ubicación de cada pieza en el montaje. Saturar el espacio y acumularlo todo, tensionando la perfección virginiana de las piezas con la situación pisciana de la basura acumulada e indiferenciada producto de los vestigios de las máquinas desarmadas en el taller abierto. Pensamos en el Rocsen como un hermoso lugar donde se respira esa tensión. De paso cañazo quizás Fede logre vender alguna pieza aquí en Córdoba y pagar todas las rondas de birra que no nos tomamos en estos ciento cincuenta años que llevamos pensando este proyecto.