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APRO / RAfAel CROdA
ASÍ ES ESTO Belascoarán
RUBÉN DÍAZ LÓPEZ
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Sólo la realidad puede ser tan mamona como la literatura Hector Belascorán en Desvanecidos difuntos
Mi primera discusión sobre esta serie de Netflix, giró en torno hacía si Luis Gerardo Méndez había resultado ideal para encarnar al detective Belascoarán, a mi interlocutor le parecía que el porte debería ser más rudo, más de barrio. Mi perspectiva es que no, justamente la facha del hidrocálido es la ideal, ni tan fresa, ni tan chairo, recordemos que justamente el personaje de la serie, tiene educación, buen trabajo y nivel de vida; que deja todo para incursionar en el submundo del crimen, justo por eso para agarrar barrio necesita del plomero, encarnado de forma muy divertida por Silverio Palacios. A mi Luis Gerardo se me hace un chingonazo, como actor y productor, y aunque aún le falta mucho por construir, ya tiene su lugar ganado dentro la cultura cinéfila hidrocálida, al lado de Humberto Hermosillo, David Reynoso o Aurelio de los Reyes.
Por otra parte, desde que Paco Ignacio Taibo II nos salió con aquello de que “se las metimos doblada” cuando se violentó el estado de derecho y lo aplaudió, dejé de ser su fan número uno, renuncié a él, a sus nuevos libros, a pesar de que debemos de reconocer que es un gran constructor de historias, una prosa impecable; ya no lo he leído, pero siempre me quedaré con unas de sus grandes invenciones: Héctor Belascoarán Shayne, la serie de libros sobre el investigador más chingón de la literatura mexicana, y es que sí hay otros como Filiberto García (Complot Mongol) o Edgar «el Zurdo» Mendieta, pero yo me quedó con este, el detective independiente.
La premisa no puede ser más atractiva: renunciar a todo, abandonar la vida relativamente resuelta y feliz, pero monótona del trabajo día a día y transformarse en detective. Aunque es el punto de partida de nuestro héroe, suena a lo que todos en algún momento de nuestras vidas hemos deseado, por eso llama aún más la atención. Ahora que el derecho cambia a pasos agigantados (¿Cuándo no?) y las materias, todas, se vuelven super especializadas, he pensado seriamente lo mismo, mandar todo al carajo y volverme detective, publicar un anuncio en Facebook: se busca plomero para compartir despacho. Y es que todos los días hay nuevos reglamentos, lineamientos, jurisprudencias y me cuestiono seriamente si quiero seguir perdiendo mi tiempo leyendo las aburridas cosas del Estado en lugar de novelas de detectives.
En fin, que después de algunos años de haber leído toda la serie de PIT II, escuché emocionado en las redes de Luis Gerardo Méndez, que por fin se animarían a sacar una serie del detective adicto a las coca colas, bueno, en realidad le llaman Keli-colas pues es evidente que el izquierdoso no podría hacer énfasis en una marca como esta, aunque hubiera estado fenomenal que en la serie la famosa marca refresquera, apareciera con su nombre comercial, que es verdad, los mexicanos somos adictos a esta bebida. A mí me gusta con limón, es verdad lo que dice Héctor Belascoarán: “La revelación que tanto había esperado llegó y me sacudió por completo: la keli-coca con limón, sabía poca madre, Doña Isola había logrado lo imposible, mejorar la receta de la ya de por sí perfecta Keli-cola”.
La serie está, como la novela, ambientada en los setentas y se trata, como lo han afirmado muchos, de una oda a la ciudad de México, esa de los chilangos, las quesadillas, policías corruptos y edificios emblemáticos. Ya no me gusta PIT II, pero esta obra en Netflix, es una maravilla, hasta suerte tiene (supongo estará recibiendo buena cantidad de regalías) me imagino que como dice Belascoarán en Algunas nubes: “Los hijos de la chingada siempre tienen una voz interior que les hecha una manita”.
rubendiazlopez@hotmail.com
El Ejército, el narcotráfico y los multimillonarios, los beneficiarios de la 4T: Villoro
/ Rafael cRoda
“Nos estamos moviendo en una franja de grises compleja”, comenta a Proceso el escritor mexicano Juan Villoro desde Bogotá, donde recibió el Premio a la Excelencia de la Fundación Gabo 2022. Lopezobradorista tempranero, el galardonado hace un recuento de su alejamiento del tabasqueño y de los errores de gobierno de la 4T y de la contradicción que lo envuelve: “Me preocupa que es un gobierno populista, con una bandera presuntamente de izquierda, que aplica políticas muchas veces neoliberales, a pesar de que su retórica todo el tiempo cuestione esto”.
El escritor y periodista mexicano Juan Villoro, quien hace unos días recibió en Bogotá el Premio a la Excelencia de la Fundación Gabo, recuerda que en las elecciones presidenciales de 2006 se involucró de tal manera en la campaña de Andrés Manuel López Obrador que incluso cruzó una frontera y estaba dispuesto a ser funcionario público. “De haber ganado la elección López Obrador, hubiera sido difícil que yo no contribuyera en algo con ese gobierno”, señala Villoro.
Seis años después, en la campaña de 2012, Villoro se había desencantado de López Obrador por su conducta poselectoral en 2006, que le pareció “muy negativa” (el cierre de la avenida Reforma, por ejemplo) y que lo condujo a “un desgaste innecesario”, pero, aun así, volvió a votar por el entonces candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática.
Lo hizo, según dice, “con escepticismo”, seguro de que perdería la elección ante el priista Enrique Peña Nieto. Piensa que si el perredista hubiera tenido otra conducta tras las elecciones de 2006, “posiblemente” hubiera ganado los comicios de 2012, porque el gobierno de Felipe Calderón fue un desastre”.
En entrevista con Proceso durante su visita a Colombia, Villoro sostiene que el mejor escenario para México habría sido que López Obrador ganara la elección en 2006, “cuando estaba en plenitud de sus facultades, cuando no había establecido pactos que a mí no me parecen tan aceptables, con sectores difíciles de defender, y cuando era un candidato con una línea mucho más clara y había planteado un gabinete bastante plural”.
En la campaña electoral de 2018, el novelista, cuentista y dramaturgo decidió apoyar a la candidata indígena María de Jesús Patricio, conocida como Marichuy, y votó por ella a pesar de que no logró obtener las firmas necesarias para aparecer en la boleta de aspirantes presidenciales. A esas alturas Villoro ya advertía que López Obrador había dado el paso hacia “un caudillismo avanzado y personalista” y que se alejaba “de proyectos modernos y autocríticos”.
En la narrativa de la polarización mexicana, esa sola afirmación bastaría para ubicar al escritor en el bando de los opositores al actual presidente. Pero lo cierto es que él ha ejercido desde siempre su condición de observador crítico de la realidad nacional y que de ello ha dejado constancia en sus artículos, novelas, ensayos y en sus punzantes crónicas sobre los múltiples “desastres” que han causado a México los gobiernos del PRI y del PAN.
Juan Villoro
Un balance pesimista
Villoro plantea que es en ese contexto en el que se debe hacer el balance de lo que ha sido hasta ahora el gobierno de López Obrador, quien el próximo 1 de diciembre cumplirá cuatro años como presidente de México. “Los peores análisis –asegura– son los más ideologizados, los que sistemáticamente dicen ‘todo está mal’ o ‘todo está bien’, y desgraciadamente en la polarización actual podemos ver editorialistas que dedican el mismo editorial, semana a semana, a denostar o a encomiar al presidente”.
Y por eso, señala, “por principio de cuentas tenemos que establecer una comparación con los gobiernos anteriores, que practicaron sistemáticamente la cleptocracia, que fueron responsables de matanzas, secuestros y de terrorismo de Estado a lo largo de décadas.
“Los desastres del gobierno de Felipe Calderón, comparados con los de López Obrador, pues, obviamente, nos llevan a pensar no en que uno es bueno y el otro malo, sino en que nos estamos moviendo en una franja de grises compleja”, asegura el autor de la novela El Testigo y del libro de relatos ¿Hay vida en la tierra?, quien obtuvo el Premio a la Excelencia 2022 de la Fundación Gabo por el conjunto de su obra. –¿Y qué ve en esa franja de grises? –se le pregunta. –Este gobierno ha cometido muchísimos errores y creo que debe ser criticado puntualmente por cada uno de ellos: la concentración de poder de Morena, que se está convirtiendo en una especie de nuevo partido oficial o partido de Estado, que incluso está convirtiendo al PRI en un partido satélite; el hecho de que haya una verticalidad en el ejercicio del poder; los continuos ataques a distintos sectores de la sociedad, sean las feministas, los científicos, los periodistas, los intelectuales, etcétera. Todas estas cosas están mal.
“También –agrega– hay un problema del gobierno: no ha entendido la utilidad social de la crítica y considera como traición o un acto de oposición frontal cualquier cuestionamiento de algo que no está bien, ignorando que muchas veces la crítica no se hace para destruir un proyecto, sino para perfeccionarlo. ¿Realmente era necesario cancelar un aeropuerto en el que ya se había invertido mucho? El hecho de que se cancelara de un plumazo, con un costo tan elevado, pues casi significó un nuevo Fobaproa”. –¿Y qué cree que marcha bien en este gobierno? –Creo que la macroeconomía ha tenido una relativa estabilidad, tomando en cuenta la durísima pandemia y el comportamiento mundial de los mercados. El país ha salido más o menos librado en el tema de la pandemia, de manera muy cuestionada por los muchos errores que ha cometido (Hugo) López-Gatell, con más desastres y más carencias de las que debíamos tener, pero también venía estructuralmente, desde hace mucho tiempo, un desabasto en los hospitales y la salud en general en el país. –¿Y qué le preocupa del país? –se le pregunta al autor de Llamadas de Ámsterdam. –Me preocupa que este es un gobierno populista, con una bandera presuntamente de izquierda, que aplica políticas muchas veces neoliberales, a pesar de que su retórica todo el tiempo cuestione esto. ¿Y quiénes se han beneficiado? Pues ciertos multimillonarios, el Ejército y el narcotráfico, que no deja de tener grandes ganancias. Esos tres sectores son muy preocupantes. Es un México que sigue siendo de plutócratas, de grandes empresarios todopoderosos, de criminales con un gran poder que ejercen la soberanía en buenas partes del país, y de un Ejército que asume funciones cada vez más ajenas a sus tareas originales y que ocupa un espacio político preponderante. –¿Tiene dudas de que este gobierno sea de izquierda? –Este diseño de país no es un diseño de una política de izquierda. En temas como los pueblos originarios, la educación, la ciencia, la nivelación social y la lucha contra la pobreza ha quedado bastante rezagado.
Estribo
La historia la escriben los pueblos. Ellos son forjadores de futuros mejores.
Eduardo Matos Moctezuma
DIRECTOR FRANCISCO M. AGUIRRE ARIAS LUNES 31 DE OCTUBRE DE 2022
IMÁGENES DE AGUASCALIENTES ¿Qué hacemos con el tren; qué hacemos con nosotros?
CARLOS REYES SAHAGÚN
CRONISTA DEL MUNICIPIO DE AGUASCALIENTES TEXTO Y FOTO
Una semana después del desigual enfrentamiento entre un convoy ferroviario y un transporte de combustible, otro tren se llevó de corbata a un automóvil.
La verdad… No tendrían que ocurrir accidentes como este, y en rigor de ninguna otra clase… Si fuéramos más cuidadosos; más responsables.
En fin. Supongo que es el tipo de situaciones que renuevan la discusión a propósito de la presencia de la vía férrea de la ciudad, y la necesidad de sacarla, para que no ocurran de nueva cuenta. Ahora me acuerdo que cuando el gobierno que encabezaba el señor Felipe González concluyó con alguno de los pasos a desnivel construidos para superar el paso del tren, el líder rielero en turno se burló, señalando que para qué se hacían esas obras, si próximamente se iba a corregir el trazo del camino de hierro, para evitar su paso por esta ferrocarrilera capital. De hecho se habló de esta posibilidad en septiembre de 2000, para llevarse a cabo al año siguiente, pero nada se hizo. De seguro a la hora que vieron el costo -$120 millones-, concluyeron que era mejor que siguiera transitando por la ciudad.
Pero a final de cuentas, si estos últimos incidentes renuevan la discusión, yo me opongo… Siquiera que nos quede esa evidencia de la importancia que el ferrocarril tuvo para Aguascalientes durante el siglo anterior. A mí me gusta escuchar el silbato, y ver los convoyes cuando circulo por la Gómez Morín, o donde sea que me los encuentre, escuchar el sonido de los motores, el traqueteo de las ruedas. ¿Por qué no mejor aprendemos a convivir con este medio de transporte; a respetarnos unos a otros?
Este último accidente, y los anteriores, y los que vengan, me dejan la impresión de que son expresión de la pobre cultura ciudadana que tenemos, esa misma que origina la necesidad de poner topes por todas partes, o semáforos, etc…
Este saltarse las indicaciones, hacer lo que venga en gana, simplemente porque prevalece la impunidad y se puede, o porque estúpidamente se cree que se puede; este querer llegar a como dé lugar, el no medir consecuencias, pasarse las luces rojas, ¿no son actitudes comunes, presentes en nuestra deteriorada convivencia urbana?
La imagen muestra a un convoy que circula en los límites orientales de la Colonia Gremial Ferrocarrilera, rumbo al sur, dos personas indiferentes al inminente paso de la locomotora, y el niño, que mira atento a la cámara.
Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com

Coronas


CRistian de liRa
A las afueras del panteón Santa Juliana, en la comunidad de Villas Juárez, Asientos, colores vibrantes resaltan al paso de la carretera, decenas de comerciantes exponen coronas para los difuntos de cara a la celebración del Día de Muertos; debido a que el día 2 de noviembre se espera una alta afluencia de personas en todos los panteones del estado, familias han acudido con anticipación para estar un momento con las personas queridas, limpiar las tumbas y en algunos casos compartir el alimento.
La Purísima...GriLLa 2
Rubén aGuilaR
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MaRio
Bravo
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Castro
Rubén
Díaz López