1 minute read

Música en el aire

Parece que estuviera aún en ese lugar, practicando en sus ratos libres -que no eran muchos tampoco-, lo malo de la adultez. Pocas veces le veía sonreír como cuando ponía sus manos sobre las teclas y ejecutaba cualquier canción que estuviera aprendiendo o mejorando. Cantaba, bueno, desafinaba muchas veces; pero lo hacía con tanta emoción que casi no importaba si lo hacía bien o mal, la actitud es lo que cuenta, dirán.

No es un secreto que ser un músico reconocido fue uno de sus sueños más grandes. No lo cumplió, pero nunca dejó de practicar, aunque pasara años sin tocar el instrumento; era como si la música misma nunca le hubiera abandonado.

Advertisement

Ahora quisiera escuchar esos fallos, esas idas de nota, ese tempo poco consistente, porque cuando tocaba una canción de forma perfecta no sonaba tan bien como cuando se equivocaba. ¡Tanto repertorio inconcluso! ¡Tanto tiempo para aprender y seguir mejorando! Los escenarios, desde el más pequeño al más grande, se quedaron esperando.

Y sólo desde ese momento comprendí el valor de todo su esfuerzo para tocar, que al final del sufrimiento, al sacar la primera melodía, todo cobraba sentido, incluso la vida misma. Sus momentos tristes y felices siempre estaban acompañados de música.

Recuerdo todavía su sonrisa cuando terminaba sus prácticas, salía con un aire triunfante que sólo se lo he visto a pocos artistas, cuando han logrado conquistar el mundo. Están en mi mente sus anhelos de conseguir un instrumento mejor, sus ganas de tocar en alguna fiesta, en algún lugar, donde fuese. Sí, parece que estuviera aún ahí en su silla, frente al teclado, a punto de comenzar a mover los dedos, esperando el momento adecuado. Sus canciones siguen sonando en el aire, aunque las teclas estén inmóviles y su asiento vacío.