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Raúl Calleja

Un comunicólogo de la mano de las juventudes

Por: Mariana Guadalupe Gutiérrez Figueroa

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Raúl Alejandro Calleja Cruz, nació en marzo, en el año de 1988 y es originario de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Es egresado en 2010, de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, de la Facultad de Humanidades, Campus VI, de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH).

Ha desempeñado diversos trabajos dentro de lo que engloba la comunicación, estos van desde radio, televisión, periódico, revista, fotografía; ha sido profesor y posteriormente encargado del área de Comunicación Social en la UNACH. La determinación y la perseverancia en cada uno de estos trabajos, lo han guiado hasta donde está el día de hoy. Actualmente, es director de Comunicación Social del Instituto Mexicano de la Juventud (INJUVE).

Fotografía: Raúl Calleja

Raúl Calleja fue un estudiante que en la licenciatura era muy aplicado, le echaba muchas ganas, él era demasiado exigente consigo mismo, sin embargo, gracias a eso se le abrieron puertas y muchos maestros lo recuerdan como alguien dedicado, comprometido, con talento y con tablas para hacer las cosas. Tiempo después ya estando dentro del mundo laboral, decide regresar al lugar que había sido cuna de conocimientos, experiencias y aprendizajes. Se presentó la oportunidad laboral para trabajar en la universidad a la que tanto cariño le tenía.

— Tras estudiar la universidad y tiempo después tener la oportunidad de trabajar en ella, ¿cómo fue?, ¿qué tal te pareció su experiencia?

— Es el periodo más largo, el que más alegría y paz me ha dado, también el que más incertidumbre me ha provocado, el que más frustrado me ha hecho sentir y el que más feliz me ha hecho en muchos sentidos, fue muy padre.

Empecé dando clases en preuniversitario durante dos horas un módulo, yo tenía 25 años en ese entonces. Terminé el preu y tiempo después volví a meter mis papeles y me dieron una materia, radio. Hubo un cambio de dirección de por medio, pero me reconocieron el trabajo gracias a los alumnos y me dieron más horas. Después me hablaron y me dijeron que necesitaban a alguien en el área de Comunicación Social y le entré. En ese entonces, me involucré con el área y me topé con personas muy chidas. Me gustaba mucho trabajar ahí, yo creo que fue la época más plena laboralmente en la que estuve.

— Las oportunidades se presentan y a veces toca vivir nuevas experiencias, ¿cómo es que le llega esta oportunidad de trabajar en INJUVE?, ¿fue difícil dejar todo atrás y migrar a otra ciudad?

— Va a sonar chistoso, pero se lo debo prácticamente todo a la universidad. Por medio de ella conocí a mi actual pareja, le debo mi conocimiento profesional y le debo este trabajo. En una tarde estábamos comprando telas con mi novio, yo soy gay, cuando en eso recibí una llamada, en ese momento yo aún tenía a cargo el área de comunicación social en la universidad, dije: ¿qué querrá este amigo?, le contesté y me dijo que estaban buscando al director para este instituto y que pensaron en mí, yo le dije: cuéntame más. Me dio los por menores, qué tenía que hacer y al inicio lo dudé, porque pensé es ir a la ciudad de México, dejar mi casa, mis perros, mi familia, mi chipilín con bolita, es dejar todo. Y le dije: déjame pensarlo. Pasaron unos días, no había tomado ni una decisión, pero me llamó y me dijo: mi jefe te quiere conocer. Lo conocí, nos sentamos, platicamos, y yo quedé convencido de que ahí era.

Fue una experiencia difícil, porque tuve que dejar todo atrás para ir a cero, admito que al principio dije: estos son las ligas mayores y no tenía un equipo que me respaldara, y pensé: no voy a poder. Y la verdad es que fue complejo, soy una persona muy exigente y ansiosa, entonces yo sentía que estaba fallando constantemente y efectivamente no tenía un equipo que me respaldara, pero conforme pasó el tiempo fui formando mi equipo.

— ¿Cómo se sintió cuando le dieron el trabajo?

— Cuando me dieron el puesto, fui por una invitación, creyeron y confiaron en mí y cuando eso pasó, yo lloré muchísimo, porque pensé en que por fin había alguien quien creyera en mí, y ese mismo sentido de hacer las cosas, me ha llevado a no fallar, en ser resiliente, aunque evidentemente he cometido errores como cualquier ser humano.

Hay mucha gente que hace las cosas por ambición, dinero, poder, yo las hago porque creo profundamente en que puedo hacer algo bueno, porque creo que de alguna forma puedo influir de manera positiva en algo, porque como maestro me di cuenta que podía acercarme y llegar con personas jóvenes y, por lo tanto, ayudar

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