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Periodismo digital y la importancia de profecionalizarse
Yuridia Gómez Montenegro Egresada en Comunicación
El“Digital News Report” es un informe anual sobre la industria de los medios de comunicación elaborado por el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford. Este año arrojó resultados preocupantes: la confianza en los medios de comunicación mexicanos ha disminuido, pasando del 50 por ciento en 2019 al 36 por ciento en la actualidad.
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De acuerdo con este estudio, los repetidos ataques verbales del presidente de México hacia la prensa mexicana, desde su tribuna en sus conferencias matutinas llamadas “Mañaneras”, han contribuido a esta pérdida de la confianza. En ese sentido cabe preguntarnos ¿qué podemos hacer los profesionales de la comunicación ante este reto y el cambio vertiginoso del mercado?
El universo digital nos permite ahora contar historias periodísticas a partir de la construcción de bases de datos propios o consultar fuentes primarias, sin dejar de lado el emocionante trabajo de reportear en campo y las entrevistas a pie de calle que tanto nos apasionan a los reporteros.

Pero más allá de las competencias y habilidades digitales para reportear, investigar, producir y difundir una historia pe- riodística es preciso hablar de la urgencia de realizar periodismo a profundidad y de largo aliento, así como comprender la importancia del rigor y la calidad periodística. “Un periodismo ‘de calidad’, aquel que interprete, que apueste por la profundidad y no se quede en la epidermis, que dé algo más que cápsulas, que alimente, que cuestione y brinde continuidad a la noticia” es lo que propone Héctor Alvarado en El periódico de calidad para superar la trivialización de las informaciones.
Hace tres años, inicié la aventura de estudiar un posgrado en línea mientras era editora de noticias. Para ingresar a la Maestría en Periodismo Digital de la Universidad de Guadalajara presenté un anteproyecto para un reportaje de investigación, el cual se tituló “Mototaxis en San Fernando, Chiapas, al servicio del cacicazgo” y se publicó a nivel local en el Diario de Chiapas y a nivel nacional en el sitio web de El Economista.
El reportaje expuso evidencia de que la operación de los mototaxis en San Fernando está controlada por un pequeño grupo de familias poderosas y caciques locales, que han utilizado su influencia política y económica para monopolizar el mercado.
Además, el reportaje dimensionó la importancia social y económica de este servicio para las comunidades más alejadas de las cabeceras municipales y evidenció que la opacidad en la Secretaría de Movilidad y Transporte del Estado de Chiapas propicia prácticas corruptas que sólo afectan a los usuarios.
Recientemente, concluí mi maestría y me he dado cuenta de que el periodismo de investigación es crucial y urgente en Chiapas para abordar las problemáticas que afectan los derechos humanos de las personas y contribuir a la construcción de la democracia y la participación ciudadana.
El aprendizaje sobre la innovación en la presentación de historias periodísticas fue importante, ¿cómo hacer que el público se interese en los temas que debe importarle?

Hacia un cambio de paradigma se encuentra el periodismo hoy en día, donde la misma ciudadanía participa en la construcción de una historia, lo que se combina con el uso de herramientas digitales. Incluso la Inteligencia Artificial ha comenzado a hallar recovecos en las redacciones.
El enfoque en temas hiperlocales también proporcionó valiosas lecciones. El alcance obtenido en las redes sociales reflejó el interés que generó el reportaje entre los habitantes del municipio de San Fernando, quienes se sintieron representados. Esto demuestra la importancia de que los medios de comunicación locales se centren en investigar lo que afecta de manera inmediata la vida cotidiana de la gente.
Sin duda alguna, la profesionalización a través de un posgrado es un camino válido para mejorar el desempeño en cualquier campo en el que nos desarrollemos. A los estudiantes de comunicación interesados en el periodismo, los animo a salir a calle en la búsqueda de historias periodísticas hiperlocales y no dejar de investigar. Como dijo alguna vez Gabriel García Márquez, “¡no hay mejor oficio que el periodismo!”
Erika López Chandomí Egresada en Comunicación
Másbien yo era turquesa. Era verano y mi prima acostumbraba a llegar de vacaciones a casa desde que éramos unas niñas, era 4 años más grande que yo, pero siempre jugábamos como si tuviéramos la misma edad.
En mi cumpleaños 18 me visitó, me dijo que teníamos que irnos de antro, no estaba segura si era buena idea, al final nos pusimos más guapas, dispuestas a hacer la noche nuestra.
Llegamos al lugar, había buena música, pedimos unas cervezas y empezamos a bailar, se acercaron unos chicos para bailar con nosotras y aceptamos, dos cerve- zas, tres y la noche aún era joven y nosotras también, con ganas de comernos el mundo. Nunca había disfrutado visualmente de Esther, su sonrisa era muy bella, su figura pequeña, fluía y emanaba una energía particular en el lugar, quedé observándola desde mi lugar mientras bailaba, terminó la canción y se dirigió a la mesa, me dijo: quiero bailar con la cumpleañera. Yo me sentía un poco mareada, pero a ella se le notaba más, nos dirigimos al centro de la pista y ahí ocurrió.
No bailaba conmigo, bailaba para mí, sus movimientos eran lentos y marcados, movía su cabello para un lado, me tomó de las manos y las puso en su cintura para llevar su ritmo serpenteante, me acerqué a su cuello y le di un beso, ella se volteó de inmediato y no dijo nada, la tomé de la cin tura y pegué su cuerpo al mío y al ritmo de la melodía, le di un beso en los labios.

Sus ojos grandes quedaron fijos en los míos y me dijo: disculpa, voy al baño. En ese momento pensé que había arruinado todo, la esperé sentada en la mesa, se tomó su tiempo y regresó diciéndome que quería irse, que ya se sentía cansada. Pedimos la cuenta y salimos del lugar. Estábamos es perando un taxi con un silencio ensordece dor. Conseguimos uno, nos subimos y yo le dije: Esther, disculpa no debí hacer eso, no sé por qué lo hice, ella dijo: no te preocupes, si quieres podemos ir a un lugar más tran quilo a platicarlo.
Esa era la respuesta que esperaba, en seguida le dije al taxista que cambiamos de dirección, le di el nombre de un motel y él quedó viéndonos en el retrovisor y solo asintió. Esther me vio y sonrió, se acercó a mí y me dio un beso largo en la boca, yo sentía el estómago lleno de flores, mis manos heladas de frío o miedo, no lo sé, solo quería llegar a la habitación a desprenderle de toda tela a mi prima.
Por fin llegamos, no habían miradas de vergüenza entre nosotras, solo ese destello de ganas que supuraba en nuestros sexos, la escuché decir que ella nunca había estado con otra chica y yo le dije que solo se dejara llevar.
Metí una mano bajo su vestido de lunares azules, acaricié su pierna y subía un poco más, la senté a la orilla de la cama, la tomé de las rodillas y mirándola a los ojos, empecé a separarlas despacio, su ropa interior era una locura, del color de los lunares de su vestido, me acerqué a sus piernas y empecé a besarlas muy suavemente, ella puso sus manos en el colchón y se inclinó un poco hacia atrás, sin dejar de verme con esos ojos color noche.

Mi lengua rozaba sus límites, ella contraía un poco las piernas y a la par un pequeño gemido, su cara apuntaba al techo, sus ojos entre cerrados y mordía su labio inferior. Yo seguía tocando sus hermosas piernas. Sus gemidos eran más fuertes y el jugo dulce empezaba a escurrir más con cada sonido que salía de su boca.
Paré un instante, empecé a quitarle el encaje despacito con ambas manos, mientras mi boca hizo contacto con su vulva por vez primera, ella contrajo de nuevo sus piernas, yo volví a separarlas y mi lengua siguió con su trabajo, hasta que logró terminar en mi boca. Me paré frente a ella y así sentada como estaba le quité el vestido, después el sostén e hice lo mismo conmigo, solo me quedé con ese liguero que enloquece a los hombres, esta vez enloquecía a Esther.
La tomé del brazo, la dirigí a la pared, la tomé de la cadera y con un movimiento brusco la puse de espaldas a mí, bajé mi mano, la metí entre sus glúteos buscando su fuente para sumergir mis dedos, metí dos y seguía besándola, haciendo mío cada trozo de su piel, disfrutando el momento que nunca pensé que ocurriría. Ella dijo: dame más, al ritmo de sus gemidos, introduje otro dedo a su apretada vagina, las dos gemíamos rítmicamente.
Paré, la aventé a la cama y me metí entre sus piernas, la besé completa, disfruté sus senos, su vientre, la vi directo a los ojos y metí mis cuatro dedos de un solo golpe, moví mi cadera contra la suya, mis dedos sumergidos en esas dunas y mi pulgar rozaba su clítoris, mi muñeca rozaba el mío con cada movimiento que le dedicaba a ella.
Ella gritaba de placer al terminar, yo la veía y también terminé, un poco después que ella, dejé caer mi cuerpo sobre el suyo y ambas nos reímos, ella dijo: solo era cuestión de recordar nuestros juegos de niñas.