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El periodismo como taller de escritura

Emmanuel Grajales-Clavel Egresado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas

Enlos inicios del proceso de escritura, los aspirantes a escritores tenemos la pretensión de que nuestras ideas, circunstancias de vida, estilo y demás clichés innovarán la forma de hacer literatura. Lo ciertos es que al ingresar a los talleres literarios tropezamos y nos damos cuenta que esos planteamientos eran erróneos; bajo una crítica mordaz, comprendemos que la escritura para cualquiera de los géneros prescinde de la disciplina: lecturas voraces, crítica y autocrítica hacia nuestra forma de escribir y ejercitar continuamente el músculo de la pluma, a través de los constantes apuntes en libretas, blocs de nota o pequeños bosquejos de textos más ambiciosos. Claro, la escritura creativa no deviene de un talento divino o inspiración de musas.

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Parte del fracaso de muchos talleres, es que la teoría no pasa a la práctica y solo quedan como un modelo vacío; si bien en algunos casos ciertos talleristas y tutores apelan al ejercicio de la práctica escritural y revisiones continuas, muchos desisten al no practicar la escritura.

El periodismo y la literatura están íntimamente ligados, ambas disciplinas comparten a destacadas personalidades que irrumpieron de forma favorable en el canon: Gabriel García Márquez, Ernest Hemingway, José Emilio Pacheco, Tomás Eloy Martínez, Oriana Fallaci, Truman Capote, Carlos Monsiváis, entre otros. Los autores mencionados, representan una pequeña porción de la relación periodismo-literatura, no sólo ligados a la literatura de “No Ficción”, artículos literarios o al “Periodismo Narrativo”, sino porque gracias a la práctica del diarismo y de la labor reporteril, construyeron sus propios artificios, temas, estructuras y demostraron que, para ejercer la literatura, deben ejercitarse con la labor periodística.

Una de las herramientas fundamentales no solo para la escritura creativa y sus géneros, sino para las demás manifestaciones artísticas es la “mimesis” o la recreación de la realidad; de hecho, el propio Aristóteles en “El arte poético” enfatiza que el arte parte de la imitación de la realidad, en este sentido y apelando a la condición de “No ficción”, la nota periodística o la crónica periodística hace esta labor; claro, es un bosquejo limitado a la descripción de los hechos y el lugar, sin subjetividad o interpretaciones, sobre todo cuando la noticia está en tendencia: pasado un tiempo y cuando la noticia se convierte en un acontecimiento histórico, los artículos de opinión establecen un poco las bases del “Periodismo Narrativo” y para que el texto tenga esa categoría, el escritor debe partir del hecho noticioso desde un ángulo diferente, con una perspectiva personal, po- niendo atención en los detalles u omisiones, incluso cuenta historias o relatos que pasaron desapercibidos: esto le dará cierta literariedad al hecho.

Uno de los problemas que enfrentan los cuentistas, aspirantes a narradores o los mismos dramaturgos, es el uso correcto de los diálogos, sin el cual los hechos o acciones no se tienen secuencia y carecen de toda lógica; suele pasar en el proceso de escritura, que al desarrollar un personaje puede ser descrito de manera compleja y generar empatía, pero al incorporarle diálogos no es verosímil su actuar y es distante de la propuesta expuesta. La entrevista que se incorpora dentro de la nota periodística es fundamental para establecer una perspectiva diferente del hecho noticioso o para que el lector conozca la opinión de expertos o sepa cuál el sentir de la ciudadanía; si bien puede optarse por una versión estenográfica para construir el perfil de un personaje relevante en la sociedad, las pequeñas entrevistas dentro de la nota, establecen un diálogo con el otro: es una forma de darle voz a diferentes formas de pensamiento y otorga verosimilitud a la exposición de los hechos.

Tal vez la diferencia más obvia entre el periodista y el literato, es el tiempo en que se prepara un texto; el periodismo, incluso antes de la brevedad y fugacidad de las redes sociales, siempre ha recurrido a la inmediatez, ya sea para ganar tener la exclusividad del hecho o por que la información es continua, fugaz y está en movimiento. Si revisamos los tiempos en que se fraguaron las grandes obras literarias, no existe como tal una norma, esto puede ser una variable de días, meses o hasta años, de acuerdo a la madurez de la pluma del escritor en cuestión; en cambio, en el periodismo (salvo las grandes investigaciones), todo hecho noticioso debe ser contado lo antes posible, incluso en la redacción o descripción de los hechos se suelen caer en errores gramaticales, de espacio, tiempo o de coherencia.

En fin, ejercer el periodismo es un ejercicio continuo en donde el escritor piensa y actúa, las ideas no quedan dispersas, son ejecutadas y quedan plasmadas en el papel.

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