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Mi hermana está a punto de entrar a la universidad

Esdras Camacho Jagger Egresado en Comunicación

Mihermana está a punto de ingresar a la universidad, es la UNACH. Yo también estudié ahí, solo que hace más de dos décadas.

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En casa al saber la noticia de su ingreso, estuvieron felices. Mi papá me recordó aquella vez cuando compramos el periódico en una tiendita de la esquina en uno de los barrios periféricos de la ciudad de Tapachula, y bajo la sombra de un almendro buscamos el número de la ficha en los resultados de admisión publicados, reviví aquella satisfacción de formar parte de selecto grupo. lizarse, pero la emoción de la primera vez, el que te digan, ¿baja en la universidad verdad? ¡Yo le aviso!

Mi papá que había ido a hacer unos trámites a una notaría, compartió con los trabajadores de la oficina la noticia, y todos se acercaron a expresarme la felicitación por el acontecimiento.

Llegar a Tuxtla, era una ventana a un universo diferente. estar lejos de casa, ser autónomo en algunos hábitos. Aprenderse las distancias, establecer horarios, cumplir rutinas, organizarse, era el gran desafío.

La etapa estudiantil transcurre como un spot de televisión o radio, es decir en un “tris”; es exagerado lo que acabo de decir, no es precisamente en un “tris”, o chasquido de dedos como transcurren las cosas. Son casi cinco años en los que tienes una rutina, permanente y tus días giran sobre las actividades académicas, deportivas y de índole social propias de la universidad.

En los primeros días de convivencia con los nuevos compañeros, tuvimos la revelación del nuevo estilo de vida, había que sacar un montón de copias, leer y comentar en clase, exponer, leer, entregar reportes de lectura, exponer, leer, leer, evidenciar la comprensión a través de exposiciones creativas, es tanto el trajín que muchos no lo soportan. En un principio éramos 40 inscritos, al final nos mantuvimos, una veintena. No es sencillo encontrarle al principio, el rumbo de la carrera.

Algo que me sorprendió fue que nuestros maestros eran bastante jóvenes, incluso algunos recién egresados de licenciaturas. La mayoría nos invitó a hablarle por sus nombres. Incluso una de ellas, al dar su clase se sentaba en forma de flor de loto sobre el escritorio. Eran los años 90.

En los descansos entre clase y clase íbamos agrupándonos para interactuar, los que eran de la ciudad, con bastante confianza en la mirada, los otros como yo, con la curiosidad a flor de piel. Hablábamos de las series de radio que escuchábamos, los errores de algunos conductores, que pasó después del gran temblor de aquel octubre, la emoción, temor o dificultad de aprender alguna materia, el estilo del profesor, de la canción nueva de The Sacados y de mil ocho mil cosas, más. Los celulares no eran populares aún, dialogábamos mucho, por eso para mí la universidad es dialogar.

Había que conocer las reglas del juego, se nos informaba repetidamente, que no podíamos reprobar más de 9 materias a lo largo de la carrera, pues eso causaba baja y anulación de estudios, podíamos si darnos de baja voluntaria en algunas materias, y recursarlas en el otro ciclo escolar y/o en el otro turno.

Algunas asignaturas eran para cursarlas en laboratorio, como taller de radio, fotografía o cine, al ser demasiados, acudíamos a lo largo de todo el semestre, dos o tres ocasiones al laboratorio. A pesar de que tenía todo listo para aprobar, decidí recursar el taller de foto, deseoso de estar más tiempo en clases de fotografía, para muchos fue una pérdida de tiempo, para mí, fue un riesgo controlado, pues aprendí más.

Tuvimos profesores que impactaron por su estilo amable, entre ellos la de Literatura Hispanoamericana, que nos condujo en dos semestres en hacer una revisión de las principales corrientes literarias universales, haciendo especial énfasis en los autores latinoamericanos, gracias a ella, conocimos a José Joaquín Fernández de Lizardi, Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, entre otros.

Ahí también abracé con pasión la lectura y escritura. La universidad tiene un gran acervo digital y literario en cada uno de sus campus, yo hurgaba en los estantes buscando más y más autores de ficción, que me acompañaban dos o tres horas al día en mis ratos de ocio, previos al horario escolar.

Yo no fui el gran estudiante, o el alumno destacado, siempre y hasta el momento me he conducido con una relajación absoluta, estoico. Así que no veía el futuro, simplemente iba como las hormigas en fila, esperando no ser a quien aplaste algo o alguien, y lo saque de su ruta. Así, sin ver mucho a los lados, culminé.

En el último semestre, cuando se acabó la rutina y ya no era necesario ir a las aulas universitarias, yo, que no me había colocado aún en ningún trabajo, seguí yendo a la universidad a disfrutar de la tarde bajo el capulín, despedir a los profesores, y ver los rostros conocidos de los que estaban en los otros semestres.

Ahora estudiar la universidad, debe ser distinto, hoy, un smartphone con sus aplicaciones convenientes, logran optimizar los tiempos, incluso evitar ir a lugares distintos o reunirse presencialmente, para hacer tareas, das clic y a gran velocidad, se te abre otra realidad, más placentera, eficaz y productiva.

Con los compañeros de la universidad estrechamos lazos de amistad, que a la fecha existen con fuerza. Procuramos con oportunidad, reencontrarnos cada cierto tiempo y recordar las vivencias que nos hicieron felices o atormentaron nuestra vida universitaria, eso es también algo destacable, porque con los amigos de esa etapa, puedes hacer grandes negocios, o grandes familias.

Tuve dos etapas en la Facultad, la primera como estudiante, y la segunda como profesor de los cursos preuniversitarios. A más de dos décadas de haber egresado, tengo sueños recurrentes en las que estoy formando parte de ella. Sueño que vuelvo a inscribirme con la misma emoción, a la misma carrera.

Ahora es el tiempo de ella.

¿Qué pudiera adelantarle sobre su nueva vida en la universidad?, si no decir: “Disfrútalo, porque, aunque no lo creas, se terminará, y solo quedará el recuerdo del encanto o el dolor de tu paso en la universidad”.

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