Edicion Noviembre 2019 / November Edition 2019

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NOVIEMBRE 2019

LA VOZ DE GUANACASTE DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

La autora de este arte es Valentina Pérez, de Chile. Es creadora de la cuenta de ilustración en redes sociales Espacio Grumoso. Aprendió de forma autodidacta a dibujar y digitalizar sus trabajos. / Valentina Pérez from Chile, is the author of this illustration. She created Espacio Grumoso on social media. She learned how to draw and digitalize her work on her own. @espaciogrumoso

Las secuelas sicológicas de un embarazo con violencia obstétrica »»Problemas con su sexualidad, con la maternidad y con su propio cuerpo son algunas consecuencias de este maltrato

Por Andrea Rodríguez Valverde andrea@vozdeguanacaste.com

respirar. Es insoportable”, le decía ella al médico, unas horas después de su cesárea. El hombre, con gabacha blanca frente a ella, le contestaba: "Sí, sí, eso pasa, aguante". A partir de ese momento, Hellen tuvo que ir a emergencias en al menos cuatro ocasiones entre agosto y diciembre del 2018. “Es culpa suya, usted no se cuidó. Y ese sobrepeso suyo tampoco ayuda”, cuenta ella que sentenció uno de los especialistas, en una de esas visitas a urgencias. Mientras su salud se complicaba con una herida que no cicatrizaba, y el trato que recibía era deshumanizado y humillante, su hija crecía, pero Hellen no recuerda sus primeros 40 días. La depresión y el dolor que sentía no se lo permitían. “Yo no paraba de llorar. Mi mamá y mis hermanas fueron las que me ayudaron con mi hija. Me duele recordar eso”, cuenta.

Es violencia Mientras hace las tareas del hogar, Hellen cierra los ojos y recuerda su estómago morado “como una berenjena”. Se ve llorando desconsolada. Los abre y la embarga una tristeza que trata de evadir para poder continuar con su día. Esos flashazos le pasan por la mente casi nueve meses después de haber tenido a su tercera hija. Así inició lo que ella llama su calvario: “ Doctor, de verdad que a mí me cuesta

Sin saberlo, Hellen sufrió violencia obstétrica, un término que se usa para describir el irrespeto que sufren las mujeres embarazadas antes, durante o después del parto. Es, por ejemplo, que no puedan elegir en cuál posición dar a luz o, como ella, que el personal médico no les informe sobre el tratamiento que les están administrando, que las insulten o les griten. Y esa violencia tiene consecuencias. Gabriela Arguedas, investigadora del Centro de

Investigación y Estudios de la Mujer (CIEM), de la Universidad de Costa Rica, ha estudiado el tema desde el 2013 y explica que las secuelas pueden ser físicas y sicológicas. “Las hay leves o profundas. Algunas de esas secuelas implican llegar a tener problemas permanentes en relación con su sexualidad, con la maternidad, con su propio cuerpo”, comentó la especialista. Como Hellen, otras siete mujeres de la provincia, y del país, nos dieron su testimonio sobre cómo habían vivido episodios de violencia obstétrica durante su gestación en hospitales públicos y privados, y como consecuencia, vivieron cuadros de depresión y estrés. Carol, por ejemplo, cuenta que solo pudo darle de mamar a su hijo dos meses a causa de un bloqueo mental. Rebeca (nombre ficticio) sigue sin entender por qué nadie le explicó la complicación que tuvo, y se pregunta si fue por su culpa que perdió a su hijo. Y Karoline no recuerda nada del momento del parto. Lo borró para seguir viviendo. La enfermera obstetra, Zayra Méndez, de la Clínica Carlos Durán en San José, explica que lo más difícil después de que una mujer reconoce que algo está mal con su cuerpo y mente, es expresarlo y pedir ayuda. Aunque antes tuvo que identificar que vivió violencia en su embarazo, y eso también es difícil: a su criterio, la sociedad ha construido la idea de que una mujer embarazada debe aguantar.

“Interpretamos que si el bebé y la mamá salieron con vida, no hay ninguna afectación”, critica Méndez. Arguedas, la investigadora del CIEM, dice que la salud emocional de la mujer se aborda desde la vergüenza y la culpa. Es decir, que las mujeres no sienten siquiera el derecho de hablarlo con alguien porque eso implicaría ser “una mala mamá”. “En Costa Rica tenemos un problema con la salud mental en general, y en el caso de las mujeres se parte de que está mintiendo, que está exagerando”, agregó.

¿A quién acudo?

Hellen pensó en pedir ayuda sicológica para sobrellevar la situación pero no supo dónde y el sistema de salud tampoco se la ofreció. Estaba agotada al final de su experiencia y desistió. Además, la Caja Costarricense del Seguro Social no reconoce el término de violencia obstétrica, confirma la coordinadora del área de construcción de identidades y proyectos del Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), María Esther Serrano. Pese a ello, la Caja sí cuenta con una guía que define cómo se debe brindar una atención humanizada a las mujeres gestantes y otros instrumentos como la Ley General de Salud y la Ley de derechos y deberes de usuarios de la CCSS. Justamente, para evitar casos como los de Hellen.


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