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Léeme. “Bajo su apariencia de rebeldía, la cultura hipster es un reflejo del capitalismo contemporáneo” Entrevista a Víctor Lenore

“El mundo se ha convertido en una guerra civil, generalizada, que avanza cada vez más hacia nosotros” Entrevista a Fernández Liria

ELECCIONES GENERALES 20-D LA TRIVIAL


LA TRIVIAL SOCIEDAD. POLÍTICA. HISTORIA. LITERATURA. CULTURA. EMOCIÓN.

Elecciones generales 20-D

www.latrivial.wordpress.com @LaTriviale

COORDINACIÓN Y DISEÑO: Enric Parellada CONSEJO DE REDACCIÓN: Pau Baraldés, Alejandro Fernández Monasor, Víctor Guerra, Julia Aguiar, Mercedes Martínez Modroño, Lucas Pardo, Frederic Sala Mauri, R.G. Celma, Álex Olalde Loureda, Víctor Tarruella, Marta Montojo Torrente, Alejandro Cuarán, Enric Parellada, Eduardo García, Luis Javier Ruiz-Cazorla, Miguel Á Ortuño y Jordi Romano FOTOGRAFÍA: Frederic Sala


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Por Pau Baraldés

El otoño se marcha, dejando tras de sí el recuerdo y las hojas caídas. El invierno del 2015 se abre como un abanico, siendo el puente que nos conduce a un 2016 aún un poco incierto, novedoso. Ha sido un año frío, como tantos años que le suceden, pero lo bueno del invierno es que una vez que acaba vuelve la primavera, porque por muy oscura que sea la noche, siempre vuelve a brillar el sol. El 2016 es un año con muchas incertidumbres, un año que se dibuja como crucial, como lo ha sido este 2015, un año político cargado de muchos significados. Escribía Gabriel Celaya: La poesía es una arma cargada de futuro, en los momentos más oscuros, en las horas más

funestas, es donde también pueden aparecer las grandes ideas y la lucidez en días grises. Es cierto que el estío como el invierno es un momento triste, de refugio. Pero no debemos de perder nunca las ganas de seguir luchando, continuando el día a día, haciendo trabajo para aquello que consideramos el cambio. Escribía también Miguel Hernández: Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños. Un placer, querido lector, que leas el segundo número de Léeme. Que los árboles no nos impidan ver el bosque.

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SUMARIO 3. Editorial Pau Baraldés 6. Retrato Pau Baraldés 8. Teoría crítica contra el pensamiento único: la industria cultural A. Fernández Monasor 12. Si no ves más allá de tu horizonte Víctor Guerra 16. Extraño exilio Julia Aguiar

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18. Dejarse la piel Mercedes M. Modroño 22. We Need to Talk About Karlos Lucas Pardo 26. Agua o la materia: forma y poder en una democracia republicana y civil Frederic Sala Mauri 28. Cartago y Roma Pau Baraldés 34. Prometeo y la evolución humana R.G. Celma 35. Guerra político lingüística Álex Olalde Loureda 36. Qué cosa sea la felicidad Víctor Tarruella 38. “1984” y los teléfonos móviles R.G. Celma


¿Te atreves a jugar? 40. ¿A quién le importa? Marta Montojo Torrente 42. Marxismo y socialismo Pau Baraldés 46. Guardianes del cambio Alejandro Cuarán 50. Madre de familia y amo de casa Enric Parellada 52. Bipartidismo: crónica de una muerte anunciada Eduardo García 54. Hacia una teoría del deporte Luis Javier Ruiz-Cazorla 58. La vergüenza hubiera sido el 0-0 Enric Parellada 62. Entrevista a Víctor Lenore Miguel Á. Ortuño 66. Entrevista a Carlos Fernández Liria Jordi Romano y Enric Parellada 72. La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno de la CIA en España Jordi Romano 78. Capitalismo de amiguetes; federalismo chapuza Jordi Romano 82. Estudio epistolar Enric Parellada LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015


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Retrato

L’automne, déjà! – Arthur Rimbaud

Por Pau Baraldés


El otoño ya de nuevo se abre como una cortina cerrada que deja entrever entre sus delgadas líneas un horizonte de un sol silencioso y apagado como las llamas inquietas que agitan las inciertas luces de las mojadas calles. Triste, como el viento que acaricia las plácidas aguas donde el tiempo parece impasible y frío como una roca, transito solitario en este viaje crepuscular más allá de estos altos muros y jaulas. Dichosas son las aguas tranquilas de los jardines y más aquellas brisas que susurran entre los árboles, donde a veces oigo el eco solemne que llevan consigo las rotundas gotas de la lluvia o las hojas muertas. Durante las noches, hago y rompo papelillos de libros para guardarlos en secreto dentro una caja de madera, y los días de niebla los saco a pasear para ahogarme con ellos al fondo del estanque. Soy una estatua triste sin rostro que el tiempo dejó herida en forma de labios y manos el peso aciago de las palabras.

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Teoría crítica contra el pensamiento único: la industria cultural Por Alejandro Fernández Monasor

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En 1947 Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, pertenecientes a la escuela de Frankfurt, publican “Dialéctica de la Ilustración” donde aparece uno de los conceptos más importantes de la Teoría Crítica: Industria Cultural. Así llamaron al sistema de producción masiva de bienes culturales con el fin de controlar a las masas.

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ste concepto pretende evitar las confusiones que conlleva la noción de cultura de masas. Se podría afirmar que “cultura de las masas” es la cultura que hace la gente, la verdadera cultura popular que “asciende espontáneamente desde las masas”, mientras que “cultura de masas” es la producida por el sistema para manipular a la gente, en función de los intereses de los propietarios de los medios de producción, es decir “industria cultural”. Se hablaría de una pseudocultura, caracte-

rizada por la uniformidad de mensajes, selección de valores según su rentabilidad y una moral del éxito. Adorno y Horkheimer describieron cómo los hechos culturales, al convertirse en mercancías, empiezan a producirse en serie, de la misma manera en que se fabrican coches. Todo se hace para vender, para ser consumido, canciones, películas, libros, noticias… El concepto de manipulación supone controlar la voluntad de otras personas a través del uso de ciertos instrumentos tales como los medios de comunicación.


El individuo es visto como consumidor antes que como ser humano, como objeto antes que como sujeto, como un ser cosificado, integrante de la estructura consumista, dominada por la rentabilidad económica. Gracias a las industrias culturales el ser humano actúa como un consumidor antes que como un ser humano libre y autónomo. Para entender la función de los medios de comunicación en la creación de un nuevo modelo cultural es necesaria la síntesis, llevada a cabo por los autores de la Teoría Crítica, de las obras de Marx y Freud. Los medios de comunicación de masas dedican especial atención al estudio de los consumidores utilizando una psicología social pervertida, bien llamada psicoanálisis al revés. Freud proporciona un marco explicativo para llegar al ser a partir de las apariencias, nos ayudará a entender las relaciones entre líderes y multitudes al igual que se entienden las relaciones entre productores y consumidores. Otro aspecto que la teoría crítica destaca es que la industria cultural invade el tiempo de ocio, de recreación del individuo y lo asimila a las formas propias del mundo del trabajo. En un contexto de urbanización, la civilización de masas convierte a la gente en productores y consumidores, trabajan y se divierten. Existe una fabricación mecanizada de bienes de entretenimiento pero a través de ella también se controla y manipula. Se ha impuesto la idea de que divertirse significa no pensar y olvidar el dolor y los problemas y la forma de conseguirlo es consumiendo. La técnica de la industria cultural es la producción en serie y la igualación, Adorno y Horkheiner afirman que cada vez es más difícil diferenciar un producto de otro, las diferencias son solo aparentes. “Las distinciones entre films de tipo a y b o entre semanarios de distinto precio, no están fundadas en la realidad, sino que sirve más bien para clasificar y organizar los consumidores, para adueñarse de ellos sin desperdicio. Para todos hay algo previsto, a fin de que nadie pueda escapar, las diferencias son acuñadas y difundidas artificialmente, la

industria cultural debe tener productos para todos los consumidores”. La utilización del cliché es otra de las características fundamentales de la industria cultural, es decir, la inclusión de elementos repetitivos en la producción cultural, lugares comunes, roles, actitudes, comportamientos, como así lo explican Adorno y Horkheiner. “La breve sucesión de intervalos que ha resultado eficaz en un tema, el fracaso temporario del héroe, que este acepta deportivamente, los saludables golpes que la hermosa dama recibe de las robustas manos de galán, los modales rudos de este con la heredera pervertida; son, como todos los detalles, clichés para emplear a gusto aquí y allá, enteramente definidos cada vez por el papel que desempeñan en el esquema. Confirmar el esquema, mientras lo componen, constituye toda la realidad de los detalles”. Se ha llegado a la universalización de lo particular y novedoso que termina incorporándose y repitiéndose, todos los productos terminan pareciéndose unos a otros, consiguen hasta que lo anti-sistema se incluya en el sistema “la industria cultural absolutiza la imitación”. Por su parte, el filósofo Walter Benjamin, muy cercano a la Escuela de Frankfurt, comprende que la forma en que el arte se convierte en mercancía ocurre gracias a la capacidad industrial de repetirlo, de hacer copias. La repetición de la obra significa trivializarla y lo mismo ocurre con la descontextualización. Estos dos aspectos son necesarios para convertir algo en mercancía porque sólo si se puede repetir y vender en cualquier contexto entonces se convierte en tal. A pesar de todo, Benjamin fue en dirección distinta de la de Adorno y Horkheimer y consideró que la fotografía y el cine, el jazz y la música popular, podrían servir para modificar la conciencia de la masa, precisamente por su posibilidad de difusión masiva; veía en ellos una oportunidad de usurparle al capitalismo la herramienta de control social para contribuir a dar conciencia a las masas.

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“Un individuo está alienado cuando deja de pensar por sí mismo, en sus propios intereses, no actúa con juicio racional, pierde la conciencia” Pero Adorno no solo critica el carácter mercantilista de la industria cultural sino, fundamentalmente, el mecanismo social por el que “libremente” se acepta la imposición, generando un proceso de conformismo y de subordinación de las masas hacia el régimen establecido, el opio del pueblo ya no es la religión sino la cultura. Vende mercancías que satisfacen las necesidades del consumidor produciendo agrado, pero estas necesidades han sido planificadas y estandarizadas por un proceso de socialización totalmente manipulado. La absorción de la industria cultural estaría asegurada por la debilidad del yo ante la propia organización en masa de los individuos. Estos productos logran disfrazar y ocultar las injusticias y desajustes sociales mediante la ilusión del goce momentáneo de la posesión de bienes materiales y culturales. De este modo, transmiten la ideología dominante, reforzando y consolidando la sociedad de clases y el sistema capitalista. Legitiman y normalizan la desigualdad mediante la aparente normalidad. Se trata de una huida de la realidad, superando el estrés mediante la posesión de productos de consumo. Adorno en su texto “La televisión como ideología” (1953), analiza la importancia de este medio de comunicación para conseguir estos objetivos desde los grupos dominantes social y económicamente. “Mediante la televisión, la industria cultural se acerca a la meta de tener todo el mundo sensorial en una copia que alcanza a todos los órganos, el sueño sin necesidad de soñar y, al mismo tiempo, introduce de tapadillo en el duplicado del mundo lo que considera provechoso para el mundo real”. En este texto Adorno muestra el resultado del análisis de 34 obras de la televisión estadounidense de diversos tipos y niveles. El contenido y la forma de presentación de estos productos se encuentran tan ligados entre sí, que el uno puede aparecer por la otra y viceversa. Están en gran medida previstas para el inconsciente, su poder sobre el espectador justamente se acrecienta con la forma de percepción, que impide rápidamente el control por el yo consciente. Incansablemente se lanzan contra el espectador “mensajes” abiertos o encubiertos. La heroína de una farsa de televisión perteneciente a una serie premiada por una organización de maestros es una joven maestra. No solo está mal pagada, sino que permanentemente tiene que sufrir las sanciones convencionales que le impone, conforme a los reglamentos, un director de escuela ridículamente inflado y autoritario. No tiene, pues, dinero y debe pasar hambre. La supuesta comicidad de la situación radica en que, mediante pequeñas argucias, consigue ser invitada a comer por todo tipo de conocidos, aunque siempre sin éxito final. Pareciera, por lo demás, que la mera mención del acto de comer fuera algo cómico para la industria de la cultura. En este humorismo y el pequeño sadismo de las situaciones penosas en que se encuentra la muchacha, radica todo el ingenio de la farsa; no intenta nada más ni trata de vender una idea. El mensaje oculto se encuentra en la visión que el libreto da de personas, seduciendo al público para que también las vea del mismo modo, sin advertirlo. La heroína conserva un ánimo feliz y tanta resistencia espiritual que ésas, sus buenas propiedades, aparecen como compensación de su destino desgraciado: se fomenta la identificación con ella. Todo lo que dice es siempre una broma. La farsa deja entender al espectador que, si conserva el humor, si mantiene el buen carácter, si es pronto de espíritu y encantador en el trato, no es necesario preocuparse demasiado por el salario de hambre que se cobra: ¡al fin, siempre serás lo que ya eres! Una obra trataba de un dictador, en el momento de su caída. Que la misma provenga de un levantamiento popular o de un golpe militar es cosa que el argumento no menciona, así como ninguna otra situación social o política. Todo es asunto

privado; el dictador no pasa de ser un torpe rufián y maltrata a su secretario y a su mujer, idealizada toscamente; su contrario, un general, es el anterior amante de la mujer, que, pese a todo, se mantiene fiel a su marido. Finalmente ocurre que la brutalidad del dictador la obliga a huir, salvándola el general. El momento más rico de este drama de terror se da cuando la guardia, que el dictador tiene en el palacio, lo abandona tan pronto la hermosa mujer resuelve dejarlo. Nada puede verse de la dinámica objetiva de las dictaduras. Más bien se suscita la impresión de que los estados totalitarios no son otra cosa que la consecuencia de defectos de carácter de políticos ambiciosos, debiéndose atribuir su destrucción a la nobleza de aquellos personajes con los cuales el público se identifica. Se intenta así una personalización infantil de la política. De ninguna manera es exagerada la interpretación psicoanalítica de los estereotipos culturales, es muy corriente el estereotipo del artista como un débil anormal, incapaz de ganarse la vida y algo ridículo, una especie de lisiado espiritual. El arte popular más agresivo de hoy se ha apropiado del estereotipo; adora al hombre fuerte, al hombre de acción y sugiere que los artistas son homosexuales. También se agrede a todo aquel que, en cuanto se le permite, postula ambiciones superiores y pretende ser decente. En “Cultura y Administración” (1960) Adorno reconoce que la administración puede incorporar incluso la crítica de la propia Administración de esta forma controla esa crítica y hace creer a la persona que lo acepta libremente. Lo antisistema es estigmatizado y descontextualizado, un ejemplo actual de ello podría ser la imagen del Che Guevara. Alienación y manipulación son dos conceptos fundamentales en la Teoría Crítica. Un individuo está alienado cuando deja de pensar por sí mismo, en sus propios intereses, no actúa con juicio racional, es decir “pierde la conciencia”. Solo se puede hablar de ideología cuando surge del proceso social como algo autónomo, sustancial y dotado de legitimidad. La conciencia solo puede sobrevivir en la medida que asume en sí la crítica de la ideología. Pero hoy la conciencia de los hombres aparece llena de objetos confeccionados para atraer a las masas en su condición de consumidores. Es una falsa conciencia porque está condicionada y modelada a voluntad de unos intereses, ya no existe un espíritu objetivo que evoluciona autónomamente sobre la base del proceso social sino que se encuentra científicamente adaptado, dando como resultado una ideología uniforme. La propia ideología impide que el sujeto perciba que el producto ofrecido es un producto premeditado con fines de control social. El hombre se ha convertido así en un ser sin conciencia, lo que más tarde Marcuse llamaría un hombre unidimensional. Jürgen Habermas de la misma escuela, siguiendo la crítica de Adorno y Horkheimer, en “El espacio público” examina la publicidad y su contribución a la difusión de las opiniones públicas. En sus orígenes poseía una dimensión democrática servía para constituir una opinión pública racional que extendía el debate, la confrontación de ideas, la argumentación dialéctica, muy vinculado a la ilustración. Pero el desarrollo de las leyes del mercado pone al servicio de los más influyentes un conjunto de instrumentos divulgadores con fines particulares. Poco a poco se va produciendo una instrumentalización del discurso a favor de ciertos intereses. El modelo comercial “fabrica opiniones” con intereses determinados. La fabricación de opiniones con vistas a unos intereses determinados sienta las bases de la manipulación, la estandarización y masificación del público. El ciudadano se ve convertido en consumidor de emociones y comportamientos, dando pie a la propagación de conductas con el fin de manipular su racionalidad.


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Si no ves más allá de tu horizonte

Por Víctor Guerra

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ace años, cuando no le daba muchas vueltas a la política y alguien me preguntaba porqué votaba a I.U. siempre respondía con una frase que había escuchado y que me parecía la mejor razón de todas para hacerlo: “la derecha es egoísta y la izquierda altruista. Creo que resume (de forma muy básica) lo que es la derecha y lo que debería ser la izquierda”. Pero cuanto más dentro de la política está una, más se da cuenta de que no es así o por lo menos no todo lo que debiera. Para muchas personas de izquierdas lo primero son sus principios, sus líneas rojas, sus ideales… Y todo esto, que es uno de los pilares de la izquierda y una de sus señas de identidad más visibles, quizás debería aplicarse siempre que las necesidades básicas de las personas más desfavorecidas estén cubiertas. Ser de izquierdas y anteponer los egos personales a las necesidades reales de la gente es ser más egoísta que altruista. Han salido varias estadísticas de votantes de izquierdas (por supuesto no cuento aquí al PSOE) que dan como perfil a jóvenes universitarias, personas de clase media con una vida acomodada y también gente de nivel económico elevado, es decir gente que no tiene la necesidad de sobrevivir, de pelear día a día por subsistir y puede dedicar su tiempo libre a informarse, leer, charlar, en definitiva, a formarse sobre la situación política, económica y social actual. Pero quizás se deje en el tintero el pensar sobre las necesidades de la gente menos afortunada

y con un nivel de vida muy inferior al suyo. Quizás esa gente que se dedica exclusivamente a sobrevivir día a día, no haya pensado ni un solo minuto de su vida en Marx o Lenin, ni les interesaría la mayoría de conversaciones que muchas de nosotras tenemos diariamente, pero está claro que hasta que uno no se de cuenta de que esa gente es la que verdaderamente sufre y es por la que hay que luchar y con la que hay que luchar, estará perdido. Cómo le gusta al que sabe habrá comida en la mesa y un sitio para dormir, sentarse delante del ordenador y decir al mundo lo solidaria que es, lo mucho que lucha por la igualdad de todas, eso sí, siempre y cuando no le toquen sus principios. Esto que es muy básico y que todo el mundo ya sabe, acaba siendo, de nuevo, el talón de Aquiles de la izquierda. Y la mejor forma que tienen los de arriba para seguir en el poder. Que gente de I.U. ataque a gente de Podemos; que gente de Podemos ataque a gente de I.U. que se creen constantemente nuevas formaciones de izquierdas, demuestra, otra vez, que se antepone un discurso, unaa retórica, una moral “inmaculada” al apoyo de las personas más desfavorecidas. “Siempre acusando de izquierda falsa y han desahuciado a tu vecino”, Los Chikos del Maiz, como siempre, claros en sus letras. Subjetivamente tengo la sensación de haber dado más de 15 años de apoyo a I.U. sabiendo que siempre se lo han puesto muy difícil y que en los lugares que han conseguido gobernar las cosas han ido mejor. Pues ahora que ha salido Podemos,


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otro partido con más posibilidades reales de llegar al poder para conseguir los mismos fines que busca I.U. (seguro que aquí es donde mucha gente no estará de acuerdo), no se le ha dado ni un año de margen. Entiendo que en cuanto las encuestas dieron posibilidades reales de gobernar a Podemos todos los medios al servicio de las élites comenzaran esa caza, pero que la misma izquierda anteponga sus privilegios, sus años en política, a la posibilidad real de un gobierno de izquierdas, no es muy alentador. En menos de dos años a Podemos se le está machacando por todo, hasta por las cosas que no van a hacer si llegan al gobierno y, lo peor, muchos de los ataques son por noticias que aparecen en los medios de comunicación. Parece mentira, pero desde la izquierda, cansadas de hablar de la manipulación de los medios, de lo vendidos que están al poder, bien que nos hacemos eco de estas noticias que perjudican a Podemos para atacar. Y volvemos al principio, ¿los de izquierdas son altruistas o egoístas? Siempre he sabido que una victoria de I.U. era bueno para la gente más desfavorecida. Esperé y peleé casi 20 años por esa victoria que no llegó. Ahora hay otra posibilidad real de victoria. ¿Alguien duda de que si gana Podemos la gente con menos recursos vaya a vivir mejor?. Algo muy cíclico en la izquierda es ver el entusiasmo que genera un nuevo proyecto entre la gente, las ganas con las que se comienza a trabajar, ese objetivo común, el compañerismo, esa idea de que esta vez sí; y en un abrir y cerrar de ojos, ver cómo

todo se difumina, desaparece esa ilusión y mucha gente deja de confiar en el proyecto. Se pasa a los debates y discusiones eternas en los que no se aclara nada y cada persona les dice a las demás cual es la única forma de hacerlo bien. Al poco tiempo te encuentras hablando con alguien de un nuevo proyecto que promete… algo parecido a Sisifú y la piedra esa que tiene que subir a la montaña para, una vez arriba, la piedra ruede de nuevo hacia abajo y tenga que comenzar de nuevo la ascensión. Hay muchos puntos más que discutir y por supuesto la izquierda no se puede quedar solo con ese objetivo, pero a día de hoy y con la situación de emergencia social que tantas personas están padeciendo, ese debería ser el primer punto a cumplir. La base para la unión de todas las que quieren un cambio. Alberto Garzón, Pablo Iglesias, Julio Anguita, Cañamero, Monedero, Errejón, Echenique, Ada Colau, Monereo… Por nombrar algunas de las personas más mediáticas; están unidas por este punto. Al resto de personas que se considera “de abajo”, también les une con fuerza esa consigna, así que nada mejor que remar juntos hacia la misma orilla. Lo que sí pueden criticarse es la forma de remar, pero no las ganas que se pongan ni la dirección en la que se va. Como dice Ismael Serrano en una de sus canciones: “si no ves más allá de tu horizonte, estaremos perdidos”.

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Mi contribución desde Bologna Por Roc Solà

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Bologna è una vecchia signora coi fianchi un po’ molli col seno sul piano padano ed il culo sui colli. Bologna arrogante e papale, Bologna la rossa e fetale Bologna la grassa e inumana, già un poco Romagna e in odor di Toscana. Bologna per me provinciale Parigi in minore, mercati all’aperto, bistrot, della “rive gauche” l’odore. Con Sartre che pontificava, Baudelaire tra l’assenzio cantava ed io, modenese volgare, a sudarmi un amore, fosse pure ancillare. Però che Bohème confortevole, giocata fra case e osterie quando a ogni bicchiere rimbalzano le filosofie. El Erasmus como paréntesis. El Erasmus como experiencia posmoderna. Siempre con fama de fiesta inacabable. El Erasmus como una noche que dura meses. Una rabieta anecdótica contra el paso del tiempo. Una liquidez sin caricias. Una libertad constringente. Un pulso a la finitud. Un marcharse dejando la llave en el buzón por la mañana. La consciencia de la brevedad frágil que te abraza por Whatsapp. La intolerancia hacia nada que dure. Las sábanas sin besos. La incapacidad de la mente humana por controlar lo que la mente humana ha creado. Oh come eravamo poetici, ma senza pudore o paura e i vecchi imberiaghi sembravano la letteratura. Oh quant’eravam tutti artistici, ma senza pudore o vergogna cullati fra i portici, cosce di mamma Bologna. Bologna è una donna emiliana, di zigomo forte Bologna capace d’amore, capace di morte. Che sa quel che conta e che vale, che sa dov’è il sugo del sale che calcola il giusto, la vita e che sa stare in piedi, per quanto colpita. El dejar en suspenso la respuesta o abstenerse de formular la pregunta. Cuando definir el presente es convertir en indefinido el futuro. El estar de acuerdo con la indefinición del futuro. El aceptar vivir una vida en el único sitio posible: el vacío entre la finitud de nuestras acciones y la infinitud de nuestros propósitos. Que el tiempo solo le pase a un cuadro tuyo y te

creas inmortal. El juego de ponerse límites a uno mismo. Un placer secreto. Un viaggio che ti porta dove è nata la música. Un mensaje en el espejo para cuando te despiertes. Entrare in un bar dove ti chiamano per nome. Leer con alguien y de vez en cuando intercambiar una frase, con una sonrisa cándida. Un abbraccio vero e senza fretta. Cambiar junto a alguien. Bologna è una ricca signora che fu contadina benessere, ville, gioielli e salame in vetrina che sa che l’ odor di miseria da mandar giù è cosa seria e vuole sentirsi sicura con quello che ha addosso, perché sa la paura. Lo sprechi il tuo odor di benessere, però con lo strano binomio dei morti per sogni davanti al tuo Santo Petronio. E i tuoi bolognesi, se esistono, ci sono o oramai si son persi confusi e legati a migliaia di mondi diversi. El Erasmus cuando pierde su humanidad se pone insoportable. Demasiada modernidad, poco conservadurismo antropológico. Pocos placeres sencillos. Pocas cenas de viejos amigos. Pocas mujeres como un suave misterio. Poco agua. Besos de Facebook. Alienación del tiempo que te desgasta. Zombis viajantes. Goterones de arena seca; cuajada y dura. Desde el balcón necesario. Non c’è tempo per il profumo del pane appena sfornato. Neanche di consigliare una cosa a un amico e scoprire che ne diventa entusiasta. Tampoco que alguien se ría con tus chistes malos. No hay espacio para la incondicionalidad de las relaciones. Non c’è tempo di perdere il tempo. Oh quante parole ti cantano, cullando i cliché della gente cantando canzoni che è come cantare di niente. Bologna è una strana signora, volgare e matrona Bologna bambina perbene, Bologna busona. Bologna ombelico di tutto, mi spingi a un singhiozzo e ad un rutto rimorso per quel che m’hai dato e quasi ricordo e in odor di passato. [Francesco Guccini, Bologna]

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Hola, soy Julia, tengo 18 años y soy una de las llamadas exiliadas. Llevo cuatro meses en Alemania, en un programa de voluntariado europeo porque sabía que este año no tendría dinero para pagarme la universidad. Recibo 300 euros al mes para la comida y gastos personales, de los cuales intento ahorrar lo máximo porque sé que en un futuro lo necesitaré.

Extraño exilio Por Julia Aguiar

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oy no tengo ganas de hacer nada. No tengo ganas de levantarme de la cama, no tengo ganas de escribir, de salir, de vivir. Es domingo y está todo cerrado, yo tampoco trabajo hoy. Los días aquí suelen ser grises, la noche llega pronto. Por las tardes suelo hablar con mi familia. Siento que están orgullosos de mí, piensan que tengo una oportunidad increíble para conocer más allá de España, aprender un idioma e incluso la posibilidad de continuar mi futuro estudiando aquí. Y sé que muchas personas en España piensan lo mismo de aquellos que se van, aquellos benditos afortunados por haber reunido el dinero para escapar de la gran maraña que es ahora el Estado Español y construir un futuro en el que recibirán un salario que se percibe ya como un sueño lejano del pasado, además de que tras un periodo de adaptación se les permitirá labrar una vida como la que tenían en España o incluso mejor. Conseguirán lo que para muchos ya es sinónimo de olvido. Nada más lejos de la realidad. Poca gente sabe lo que realmente siente un exiliado cuando abandona su país de origen, ya que para las estadísticas son sólo números que van y que vienen. Emigración, inmigración, cifras tras las que nadie sabe lo que es la adaptación y dejar todo atrás, sin contar que en la mayoría de los casos nadie consigue un trabajo digno en los primeros meses. En muy pocas ocasiones nada más llegar todo se ve mejor de lo que se veía en España. Y es que si algo no falta aquí son historias, casos de gente con máster y un doctorado brillante que trabaja limpiando oficinas para a fin de mes seguir viviendo con lo justo hasta que logre habituarse al idioma, encontrar un hogar y a la larga y con suerte un trabajo más afín a sus conocimientos. Adolescentes, hijos de padres que no tienen otra salida que llevárselos con ellos, haciéndoles abandonar todo su entorno y amistades para vivir sabiendo

que deberán enfrentarse a una vida completamente nueva además de tener que aprender, en muchos casos, un idioma de nuevo, lo que retrasará sus estudios, su formación y por tanto su futuro. Y qué decir de los jóvenes, aquellos a los que antaño les llamaban ‘nini’ pero que ahora son más ‘sísí’ que nunca, pues más que nadie viven la realidad de un país que necesita mejoras, preocupados por sus estudios, por su mañana, por lograr una oportunidad. Casos de población sobre cualificada que no ve otro remedio que exiliarse con la esperanza de un futuro mejor trabajando a cientos de quilómetros de casa. Y sí, es sabido lo que es vivir fuera de casa. Es sabido lo que es un nuevo trabajo, un nuevo entorno. Se ve casi como una nueva aventura que a la larga será sin duda una experiencia positiva, pero lo que no se conoce son todas esas dificultades para crear ese nuevo entorno en algunos lugares debido a las diferencias culturales y sociales, lo que no se conoce son esas largas jornadas viviendo en una rutina solitaria cuando conoces poco el idioma o al principio ese sentimiento de inseguridad en cada paso que das, sentirte inútil porque no conoces las reglas del país, sentir que todo está por encima de ti. Sentir que cuesta más que te escuchen, que sientan que no eres inferior. Lo que tampoco conoce la gente es la impotencia de la otra oportunidad. ¿Qué hubiera pasado si hubiera luchado en mi país unos meses más? ¿Hubiera encontrado tal vez un camino mejor que no implicara vivir situaciones tan amargas como con las que he tenido que lidiar? En mi caso siento como arde la impotencia al ver las noticias y no poder estar allí. Haber dejado atrás proyectos empezados que me hacían feliz, posibilidades de futuro en ámbitos sociales interesantes, amigos con los que era afín, ver cómo ellos siguen evolucionando, tomando poco a poco un camino estable, un camino sin idas y venidas


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donde no conocen esa situación de estar entre dos vidas, la de tu país y la de tu exilio, centro entre dos mundos en el que no sabes qué pasará después, en el que tal vez en un futuro sólo puedas elegir entre uno de ellos. Y eso es duro, pues puede darse la ocasión, como ocurre en el caso de estudiantes que finalizan sus estudios, de que una vez normalizada la vida en ese nuevo entorno tenga lugar una oportunidad de volver con todo aquello que extrañas y que hacías. Y tendrán que elegir, por lo que, en pocas y claras palabras, a lo que en muchas ocasiones conducirá el exilio involuntario será a un futuro inestable, el pensamiento de que la vida, o esas dos vidas nombradas antes, no serán igual en unos años comenzando a contar desde ahora, lo que nos lleva a que no será posible realizar planes de futuro a largo plazo como puede ser formar una familia, revertiendo esto, obviamente, en la población, como ocurre con los problemas que ya conocemos en España sobre el gran número de población mayor y jubilada junto con el problema de pensiones y falta de población joven. Y es que a veces a los exiliados y exiliadas obligadas sienten que les deja hasta de importar el dinero. Felicidad y deber se convierten en contrarios para ellos. La primera llama a la puerta de casa, a la de esa casa que no es hogar, para susurrar al oído que no importa si las circunstancias son más difíciles en el lugar originario, pues allí se conserva todo. Pero el deber es más fuerte, sabiendo, como ocurre entre estudiantes, que padres, familiares y amigos les hablarán de currículum, de oportunidades con el idioma, de un futuro brillante. Pero ellos ya han dejado de pensar en futuro, en deber, y piensan en felicidad. En que tal vez no quieran ser brillantes si pueden ser felices en el lugar en el que está lo que quieren, aunque sea sinónimo de locura para algunos. Por esta y más injusticias las personas deberían concienciarse más en política, levantarse del sofá y ver más allá de los problemas de su propia vida, pues aunque no lo parezca, muchas de las personas que hoy extrañamos están fuera porque las personas a las que las ciudadanas y los ciudadanos mismos hemos votado no hicieron bien las cosas, si no que pensaron en ellos mismos y ese dinero que ellos se llevaron sea proba-

blemente una de las causas por las que ahora alguien se vea extrañando a cientos de quilómetros. Y es totalmente injusto. Quien no elija irse no debería verse obligado a irse debido a esta economía tan poco democrática que en ocasiones comete, diría yo, incluso aberraciones, poniendo aquí el ejemplo de todas aquellas personas desahuciadas que han llegado al suicidio mientras aquellos que podían hacer algo tan sólo han mirado hacia otro lado. Y lo peor es que nunca sabemos a quién le puede tocar mañana. Así que, señores políticos, cuando hablen de exiliados no cuenten solo las cifras, no cuenten solo los números que pierde España en trabajo potencialmente valioso. No cuenten solo la fuga de cerebros que también, y por desgracia, está sufriendo este país. Cuenten las vidas, las personas que hoy están sufriendo porque no han tenido otra alternativa que dejar nada más y nada menos que todo para aventurarse en un futuro que no tenían planeado pero que han tenido que elegir debido a la situación, sin ser ellos culpables. Cuenten la gran frustración de que debe sentir una persona licenciada y con expediente brillante cuando incluso emigrando a cientos de quilómetros de su hogar no puede dedicarse a su especialidad o a todos esos estudiantes que en un momento u otro se tendrán que debatir entre dos vidas, entre deber y felicidad que con otras circunstancias jamás hubieran tenido que pensar en tan dicha dura elección. Y no sólo exiliados. Piensen también en aquellos que ustedes llaman refugiados: personas que tal vez con cierto símil también se ven nuevos en nuestros países y tal vez sienten mucho más de lo que pensamos sobre estas líneas. Pensemos, todos, en la educación y lo importante que es que el país invierta en ella para que nadie nunca tenga que abandonar su felicidad. Peleemos por tasas y modelos que hacen sufrir personas, bien por la imposibilidad del estudio así como emigrar a otros países donde pueda ser más barata y de mayor calidad. Cuidemos el valor de nuestra presencia en la política porque es lo único que nos permite cambiar lo que es injusto. Y la realidad es así. Quien diría que la palabra política tenía que ver con el verbo extrañar.

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Dejarse la piel Por Mercedes Martínez Modroño

Elecciones generales 20-D

En el anterior número “Léeme” de “La Trivial”, Enric Parellada publica un artículo sobre el mundo del trabajo: “La fábrica del zombi”. Creo que apunta bien a una cuestión que se nos ha instalado como una obviedad y que tenemos que desmenuzar con calma. Que la derecha haya hecho una campaña con el lema “trabajar, hacer, crecer” es algo que me invita a hurgar aún más en qué clase de asunciones llevan inscritas dos términos como trabajo y esfuerzo en el marco de la construcción de un nuevo relato hegemónico.

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a derecha (toda ella: la derecha, la semi-derecha y la derecha que pretende ser emergente) quiere presentarse como la defensora del valor del esfuerzo, mientras que la izquierda asume posiciones de defensa del tiempo libre, de la necesidad de autorrealización, del desarrollo de procesos creativos, etc. en una concepción heredera del clásico “del paro al ocio” de Luis Racionero. Yo quiero dar un paso atrás y plantear la confrontación en otros términos: plantear por un lado una concepción de derechas que identifica trabajo=beneficio económico y una concepción que, creo yo, debería representar una nueva hegemonía, que se contrapone a la anterior prescindiendo del concepto trabajo y que plantea la igualdad en términos esfuerzo=satisfacción de necesidades. Está claro que la primera igualdad está sugiriendo: de manera clara, la identificación del trabajo con una mercancía, pero además la idea del mundo empresa que desentraña Jorge Moruno y, ligada a ella, la consideración de las personas como “recursos humanos” o, lo que es lo mismo, la mercantilización del valor personal como valor de uso en ese mercado que es el del trabajo. Una concepción que nace de la idea calvinista de que el esfuerzo se traduce en prosperidad y, esta, no ya en un indicador del éxito personal, sino más allá, en el indicador del

valor personal de cada individuo. Una concepción, además, que asume que solo por dinero pueden las personas motivarse a emprender y que ha creado la falacia de que quien se mete en política busca su beneficio personal. La idea está soldada en los cimientos de nuestra sociedad capitalista de consumo, entendida como una sociedad basada en la insatisfacción permanente como motor de la economía. No solo la insatisfacción con tareas que se justifican a sí mismas por su relación con el salario y únicamente por ella, sino la insatisfacción permanente en la esfera del consumo. Entender consumo y salario como dos polos que se refuerzan en una dinámica centrípeta que no deja de girar es la idea que nos hará entender la pista etimológica del negocio como neg-otium, es decir, lo que no es ocio. El consumo del ocio, o el ocio como consumo, aquella especie de utopía posmoderna para sociedades boyantes que describió Luis Racionero, es precisamente aquello que necesita el constructo del trabajo-mercancía para poder perpetuarse. Es decir, que ocio y negocio se definen, por oposición, mutuamente. Pero no sabemos nada de qué puedan ser sin referencia a su contrario. Si tenemos que entregar nuestra vida, como describe Enric Parellada, a una máquina de generar dinero, necesitamos construir una especie de vida impostada a través del ocio. Si es verdad que somos lo que nuestra profe-


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“Se necesita un partido que no sea una empresa sino una suma de multitudes”

sión dice que somos, es mucho más verdad que también somos lo que en nuestro ocio “hacemos”. Ojo a este verbo polisémico y neutral, que vale para casi todo. En realidad, la posición social se otorga siempre por un ocio que implica un gasto (deportes, actividades culturales, viajes, etc). Lo importante en una sociedad de la insatisfacción es que tanto el tiempo entregado al trabajo como el tiempo disfrutado como ocio generen una transacción monetaria. Ese tipo de trabajos y ese tipo de ocios son los que otorgan status social. El tiempo invertido en “no hacer nada” (por ejemplo, charlar con las personas que viven contigo) no cuenta. Lo importante es que en cada momento estemos situados como productores o consumidores de algo, de algo que puede traducirse en dinero, que aumenta el PIB, que genera la ilusión de que el crecimiento económico se traduce necesariamente en un aumento de la calidad de vida y que, por el camino, genera pequeñas comisiones para el sistema financiero. Sobre todo si hacemos los pagos con una tarjeta de crédito. Es decir, se nos intenta convencer de que somos libres de ganar nuestro dinero como mejor nos parezca y de gastarlo, igualmente, como nos plazca. Nunca ganaremos bastante y nunca gastaremos bastante: quedará una selva birmana, una función única o un ochomil inaccesible. Me preocupa especialmente, desde mi posición vital,

cómo en la infancia se interiorizan estos esquemas de ganar para gastar y creo que pararse a analizarlo puede ayudar a vislumbrar posibles alternativas. En la segunda etapa de la educación infantil el tiempo de los niños y niñas ya es claramente nombrado como trabajo y ocio. De hecho, es uno de los objetivos prioritarios para las docentes hacerles entender que hay un tiempo para cada cosa. Esta distinción no tiene ninguna base que no sea la ideológica. Las niñas de entre 3 y 6 años aprenden jugando (y las más mayores también). La función de esta distinción absolutamente demoledora es preparar el terreno para el escenario que vendrá después. En la etapa de la educación primaria el tiempo de trabajo será asimilado al tiempo escolar y, por lo tanto, no será necesario que la tarea sea estimulante o siquiera soportable en sí misma: se les dice sin tapujos: es tu trabajo, y se les pone de ejemplo a los adultos y adultas de su familia que también tienen que trabajar sin ninguna motivación. El currículum oculto en las escuelas, es sabido, se ocupa de preparar la futura mano de obra que nuestro sistema productivo ha de necesitar en el futuro. Sin entrar en más detalles de cómo la escuela fabrica recursos humanos, quisiera centrarme en esta artificial división del tiempo. Porque en la etapa de la Educación Primaria comenzamos con el otro gran monstruo que generará consumidores de ocio: las actividades extraes-

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Elecciones generales 20-D

“La derecha ha arrebatado el orgullo del trabajo bien hecho” colares. Así, en el mejor de los casos (en el peor y habitual se trata de horas de guardería para compatibilizar horarios, pero con los mismos efectos), nuestros hijos e hijas aguantan como pueden las horas que se les han asignado en ese contrato de trabajo escolar para utilizar su tiempo libre en actividades de ocio. En este análisis da igual que estemos hablando de deporte, música, actividades creativas o idiomas. Lo que importa es que son actividades de libre elección, en las que niños y niñas disfrutan y, lo más importante, que hay que pagarlas. La cosa puede ser un poco más dura y pueden ser actividades escogidas por la familia para aumentar el “valor de mercado” del recurso humano que están creando (casos de idiomas, actividades culturales, etc). De esta manera se consigue el objetivo fundamental de una sociedad basada en el sentimiento generalizado de insatisfacción: la sobreestimulación de niños y niñas que consigue que, cuando no tienen una actividad extraescolar, no sepan qué hacer con su tiempo. Aprenden a usar su ocio “de manera creativa”, eufemismo repugnante que viene a decir que el ocio hay que pagarlo. Aprenden a no tener tiempo libre, vale decir, tiempo para hacer lo que les plazca. Y a no saber, siquiera, que es agradable y placentero dedicar horas a hacer lo que más te apetezca. Y la otra consecuencia, no menos importante, nuestros niños y niñas aprenden a trabajar lo menos posible, ya que el único trabajo que conocen es el trabajo escolar que no tiene interés en sí mismo y, la segunda, no tienen en su rutina tareas que no sean ni una cosa ni la otra. Y si las tienen (pienso en un/a niño/a que al llegar a casa ayuda con la ganadería y se va con las vacas o las ovejas por ahí, o el que ayuda en el bar o en la tienda, o haciendo la cena), se considera explotación infantil. Aquí se puede colocar una alternativa a todo este montaje que desemboca en la mercantilización de cada vez más esferas de la vida pública y privada y se busca un nuevo marco de referencia que dinamite la relación trabajo/mercancía para llegar a otra que bien podría ser esfuerzo/satisfacción de necesidades. Al usar este binomio se está presuponiendo que las necesidades básicas no están cubiertas: alimentación, abrigo, cuidado. Se habla de un marco en el que la autosuficiencia es la idea fuerza que recompone la economía. Podría decirse, la economía doméstica únicamente. Y sí, podría decirse así si se pudiera pensar que en la economía doméstica, lo que ocurre en cada cocina y cada cuarto de estar, no tiene nada que ver con la economía de un país. Eso es lo que pretende el modelo neoliberal: que la esfera privada, aquella en la que se invisibilizan las tareas de cuidado y en la que las mujeres somos recluidas, no se considere economía política. Poner el acento en la autosuficiencia fuerza a pensar en toda la política que cabe dentro de una nevera cualquiera, pero también fuerza a definir los límites de la autosuficiencia. En suma, obliga a darle la vuelta al proceso de mercantilización creciente de todas las esferas de la vida privada o de cómo se están ya ofreciendo servicios de “pasear al perro porque a ti no te da tiempo” que critica acertadamente Jorge Moruno. Hay que destripar, entonces, lo que puede entenderse como autosuficiencia. Para empezar, el concepto es un continuo que va desde el idílico aislamiento del campo en el que se pueden obtener los recursos energéticos, habitacionales, alimenticios, de vestido y de relación social necesarios para el bienestar de una familia. En el otro extremo, el pagar para todo, incluidos los cuidados, las relaciones personales y la autorrealización. Dos extremos teóricos que no existen en la realidad, conviene remarcarlo. En medio de estos dos polos, una gama de decisiones que día a día se van tomando en las aparentemente despolitizadas economías domésticas. La decisión de colocar placas solares o de cocinar todo en casa a partir de ingredientes no transformados, la de contratar el cuidado de la familia o asumirlo como una tarea de los miembros de la familia o la

comunidad, la de producir los alimentos o cambiarlos por dinero y también la de buscar la autorrealización y las relaciones personales por medios desmonetarizados. Incluso por medios que no sean deudores de una relación de intercambio sino finalistas en sí mismos. Un camino que desemboca en la soberanía alimentaria, esa noción globalmente revolucionaria para un siglo XXI de grandes mercados alimentarios y esa opción que en las economías domésticas se traduce en una mayor resistencia a políticas económicas que devastan la igualdad. Puede parecer una simpleza, pero quien tiene asegurado el sustento diario es menos proclive a aceptar un salario de miseria. Un camino que desemboca en la soberanía alimentaria pero que por donde pasa va irrigando las pequeñas economías y los cambios pequeños que al final se hacen irreversibles. En este continuo de búsqueda de autosuficiencia aparece un efecto secundario que no ha sido convocado pero que se saluda con satisfacción: aparece la libertad. Y en nombre de esa libertad, una puede regular la cantidad de esfuerzo que está dispuesta a invertir en satisfacer sus necesidades. Y va subiendo en la famosa pirámide de Maslow y puede prescindirse de unos zapatos de temporada o de unas vacaciones que no van a servir para aportar experiencias o conocimiento, porque existen otras vías para conseguirlo. Pero puede esforzarse hasta el agotamiento en cualquier otra nimiedad que sea percibida como necesaria en ese momento (caminar muy lejos por una seta deliciosa, restaurar un mueble querido, arreglar una camisa, podar un árbol que lo necesita, visitar a alguien). Desaparece y esto es lo que con todas estas consideraciones aparentemente dispersas, quería yo contar ese estigma de considerar el amor al trabajo como un valor de derechas. Y aparecen el orgullo y las ganas y el sacudimiento de pereza que supone el “dejarse la piel”, expresión que últimamente se oye mucho, y hacemos nuestra, y hacemos mantra para saber que no hay salario que pueda pagar el esfuerzo de hacer cosas en libertad, con la única motivación de que es esa cosa y no otra la que merece la pena. Si la derecha ha arrebatado el orgullo del trabajo bien hecho, de la tarea ingente completada al fin, ha sido porque antes ha arrebatado el valor del trabajo como aquella actividad por la que se pueden satisfacer las necesidades materiales o de más alto rango y lo ha reducido a una mercancía por la que se reciben salarios que condenan a la miseria y alimentan la brecha de la desigualdad. Se necesita un pensamiento hegemónico que recuerde el valor del propio esfuerzo, una política de organizaciones autosuficientes que no deban nada a nadie. Un partido que no sea una empresa sino una suma de multitudes. Dejarse la piel, no por aquello por lo que a uno pagan, sino por lo que realmente vale la pena, por nuestras hijas e hijos educados en libertad y no como promesas de mano de obra, por el olor del pan hecho en casa, por la huerta pródiga y cuidada, por nuestra ropa que no ha pasado por las manos de un magnate, por las amigas y amigos que no buscan nada a cambio, por las personas de las que no importa lo que hacen, por la igualdad de mujeres y hombres ante todas las tareas, sean productivas o reproductivas, por la libertad de saber que no se es deudor o deudora de bancos sino de la propia fuerza. Recuperar el valor y la dignidad del esfuerzo de cada una, recuperar la ilusión del trabajo, esa fuerza que no puede venderse sin perder a cambio la libertad. Hay que dejarse la piel y en el esfuerzo no autoconsumirse, en el esfuerzo se crece y se siente una satisfecha. De una manera que el dinero no puede pagar y de una manera que es inmune a los trucos bajos de la publicidad y el márqueting. Hay que dejarse la piel para recuperar el valor como sociedad que sabe cuidar de sí misma, con justicia y equidad.


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We Need to Talk About Karlos

Por Lucas Pardo

Elecciones generales 20-D

Acerca de la necesidad de repensar las razones por las que no habría que sostener una monarquía constitucional

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l pasado 12 de Octubre se celebró por segunda vez la Fiesta Nacional de España tras la abdicación del Augusto Señor Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (en adelante JCI). Tras la muerte del Caudillo, quien dejó como heredero a JCI, nos hemos preguntado si el Augusto Señor Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia (en adelante FVI) marcará una nueva época o si lleva la antigua encima de su cabeza. Se ha dicho que no fue ninguna casualidad que el primer gran acto público de FVI tuviese lugar en ese espectáculo apolítico de la derechura y logro de la humanidad que fueron las Olimpiadas del 92’ en Barcelona. Quizás tampoco sea casualidad la corrupción que rodea el desarrollo del espectáculo y la majestad del deporte en sí mismo. Tampoco el matrimonio con Letizia Ortiz, nuestra

paisana, que es visto como un simple azar del amor. Está lejos de ser redundante el analizar el ojo político y la construcción simbólica que rodea a la corona real. ¿Pero nos lleva esto a penetrar la oscuridad de las cámaras del Palacio y sentir el miedo de ese vacío? En estos tiempos también hemos contemplado el papel que JCI tuvo. Y también que quizás FVI se está preparando como administrador extraparlamentario, más que como representante de la nación. Cómo la monarquía funciona por un lado como pegamento que une las líneas profundas, que funciona como muro de contención frente a los ataques más directos contra el establishment. Por otro lado también debe ser un faro que dirija y una en una dirección determinada si otros lazos y símbolos de la élite se ven quebrados. JCI actuó sin duda, en lo bueno o en lo malo dependiendo a quien le preguntes, como un


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Elecciones generales 20-D

“El Rey es anti-democrático por su ser, igual que una dictadura siempre lo es”

significado parachoques entre las fuerzas que se habían sostenido en Franco y las contrapuestas a estas. La oligarquía pudo unirse alrededor de ello, a pesar de sus diferencias, mientras que la izquierda solo pudo confirmar con ello que no iba a añadir un tercer color a la bandera. Todo esto sirvió como base a la Corona, a la que se añadió la joya del 23-F y así sublimado como una especie de mediador celeste. Pero el tiempo pasa. La gente olvida y a veces ocurren unos cambios y escándalos que rompen con esta legitimación. Así, la legitimidad de la Corona también se ha cuestionado aunque los actos e imagen del nuevo rey lo intentan sostener. Por ejemplo con la bajada de los sueldos de la familia real un 20%, una pequeña apertura en cuanto a la transparencia de sus actos o la delimitación parcial de los puestos que pueden ostentar la familia real. Aun así, muchos siguen encontrando razones para deshacerse de la monarquía: la persistente corrupción (aunque la propaganda insista en lo “barata” que es la institución) porque lo cierto es que los ciudadanos tenemos que pagar por ella y que no hay nada moderno ni democrático en un sistema hereditario. Lo propuesto son puntos importantes a contemplar mientras se está discutiendo sobre la necesidad de una monarquía parlamentaria. Pero el Rey tiene un significado que trasciende estos argumentos y que los atraviesa. Sin hablar de ello, los mencionados argumentos no bastan para liberarse de la monarquía. Para lograr esto, primero hay que escuchar a los argumentos monárquicos. Hay que pensar en el ser del Rey en sí mismo.

Se puede hablar de ello, aunque hay que tener en cuenta la separación de los dos cuerpos del rey, ya que ni en España existen juntos. El rey corpóreo es una persona que materializa la posición del Rey, que está por encima de lo terrenal. Aunque como los casos de corrupción enseñan, esta levitación no es total. Si bien la poca repercusión de los mismos también nos enseña acerca de su validez simbólica en el terreno político. El Rey es el único actor que es visto que tenga el poder de elevarse sobre la política. Así, mientras asume esta posición, le es posible ver lo que es mejor para la nación en su conjunto. Esta posición especial le posibilita tomar decisiones que no estén impregnadas por ningún interés particular, sino solo con la visión objetiva que ejerce estando más allá del terreno político. De ello resulta que lo mejor para la nación, o el interés de la misma solo tiene un significado negativo; que la nación no se disuelva en una guerra civil o bajo una fuerza externa. Como símbolo de lo apolítico el Rey es visto como un totalizador, la frontera que posibilita que la política no sea destructiva. Desde sus alturas es el bote salvavidas que se puede usar cuando ya no hay otro y en el que todos caben dentro. Para sostener este estado metafísico del Rey, el rey tiene que estar también por encima de lo mundano, porque si no estaría manchado por intereses privados. Esto requiere dinero, lujos, relaciones y una fuerte posición institucional, porque muerto Dios, no lo puede respaldar. Entonces las riquezas y excesos del rey son un mal necesario (en el caso de que esto sea visto como


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un mal). Un sacrificio a ese ente con el cual la sociedad garantiza su existencia y continuidad. Pero hablemos un poco más del argumento monárquico. Quizás el Rey no provoca solo un mal necesario sino también la raíz del mal. Comparada a otras monarquías de Europa, no se encuentra una que tenga la misma relación entre el monarca y el pueblo. A una monarquía parlamentaria donde el rey es el jefe de las fuerzas armadas, que ejerce de capitán general y que además está escrito que la constitución está garantizada por las fuerzas armadas. A la vez tampoco en Europa es posible encontrar una imagen que una al pueblo y a la élite de que el pueblo sea estúpido, vago y corrupto, como ocurre en España. El Rey se posiciona como un salvador pospuesto. Para poder actuar como un salvador se necesita a quien salvar y de que ser salvado. A quien se salva es a la nación y de quien se salva es de la política que la encubre y de la gente, más precisamente de los súbditos que la pueblan. Así porque el pueblo es capaz de desplomarse en la autodestrucción por su propia mano. A la vez esto quiere decir que la necesidad del Rey implica que el ser del súbdito en última instancia es ser lobo para el otro. La legitimación del Rey está basada en la lógica de la amenaza de la guerra civil. De que del pueblo no pueden emanar más que intereses privados. Es decir que en la política entendida como un sistema democrático no se puede confiar. En la práctica los políticos pueden representar al pueblo, mientras que el Rey salvador tiene ese lado oscuro del miedo que se supone a todo lo nuevo,

al cambio y a todo lo que no sea el statu quo donde la sociedad no esté en una guerra civil. Así se revela el Rey como un actor político que representa al miedo de un sistema viejo antidemocrático y que sostiene una determinada visión o mejor dicho una totalidad particular. Cuando se habla de abolir la monarquía hay que tomar en serio el carácter del Rey, porque las fuerzas que tienen invertido parte de su poder en él, intentan actualizar al Rey como salvador. Este es el análisis que algunos hacen sobre los acontecimientos del 23-F. Mientras el Rey funciona como el pegamento simbólico que mantiene la tabla de juego en una posición preferente a ciertos intereses, donde estos puedan repartir o competir por el poder “cordialmente”, si esta estructura se ve amenazada realmente puede ser creado un inicio para que la partida empiece a escalarse “naturalmente” desde mecanismos del miedo hacia una situación donde el Rey empiece a representar la neutralidad y pueda tomar la posición de salvador, donde los partidarios necesitan a su Rey. Parece como si en España no se hubiera evidenciado la decapitación del Rey. Por esto habría que pensar con cautela la estrategia de cómo luchar contra este poder casi deísta y arcaico. Quizás sería más eficaz no intentar enseñar los excesos y arbitrariedad del rey, porque como hemos demostrado este no es el problema en sí, sino una consecuencia de su ser. Quizás habría que destacar persistentemente el lado oscuro del Rey que relaciona a los pueblos como súbditos atrasados y malvados. Fortalecer la realidad de este lado del Rey y enseñar cómo este nos niega a sentir y pensarnos LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

como una sociedad capaz de autogobernarnos y convivir democráticamente. Como la mera existencia del Rey se burla de la democracia y de los ciudadanos, que para él son súbditos no por su voluntad pero por la necesidad estructural, la monarquía no es democrática o no porque la mayoría o minoría de la gente la aplauda en las encuestas. El Rey es anti-democrático por su ser, igual que una dictadura siempre lo es. La necesidad de hablar del Rey previene de esa oscuridad inmanente aunque escondida que se sostiene en él. Pero cuando se habla de su eliminación hay que recordar por qué se lucha. Si la meta no es solo sustituir al Rey y transferir ese poder celeste a otro actor pseudo-democrático defensor de la libertad sea así en este sistema el presidente del gobierno, sea la UE o el Mercado. Si la meta es realmente democratizadora, hay que enfrentarse a la gente, a un pueblo, a las masas, y hay que tener el coraje de no temerlo, de realmente tener fe en ello. Pero tampoco hay que dejarse caer en ese colchón buenista, apartado de todas esas manchas significativas y categorizantes. Para que el pueblo pueda realmente autogobernarse democráticamente se necesita un sistema adecuado, que gestione las necesidades y voluntades y un pensamiento, unas narrativas y un saber que lo aporte. Y ante todo esto, recordemos cuando se habla de la monarquía, el Rey y el rey quien lo encarna son dos figuras separadas y decapitando al uno no se mata necesariamente al otro. Además en una democracia no podemos permitir que se decapite a ningún ciudadano.


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Agua o la materia: forma y poder en una democracia republicana y civil

Elecciones generales 20-D

Por Frederic Sala

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stos últimos años, sobre todo en Cataluña, muchas familias han visto cómo su tarifa del agua ha subido respecto al año 2008. El año que entramos oficialmente en crisis económica se privatizaron muchos sectores públicos con el argumento de que se necesitaba una inyección de capital para resolver otros gastos. El grupo Agbar compró Aguas de Barcelona entre otras redes de distribución de la zona metropolitana y actualmente este gestiona el 58% del agua de dicha zona. Desde entonces, entre 2008 y 2013 las facturas del agua han subido aproximadamente un 57%. ¿Realmente es necesario privatizar un recurso como el agua? ¿Una empresa privada gestiona mejor el agua? ¿Es mejor para la población no tener ningún

tipo de control sobre cómo se gestiona un recurso que consume a diario? Algunos argumentos en pro del sí dicen que es necesario y, antes de cualquier privatización, repiten: las empresas públicas necesitan de una gran inversión no asumible desde la administración pública, la cual no es eficiente. A mi modo de ver, privatizar un recurso como el agua y venderla como mercancía es un error. El hecho de que el agua, elemento que permite la existencia de la vida en la tierra, sea un producto objeto de negocio y se lo entienda como algo posible de mercantilizar, es decir, el hecho de permitir hacer negocio, enriquecerse, gracias al elixir de la vida, pone en peligro los fundamentos centrales de la dignidad humana y del ecosistema planetario. Hacer de

un recurso tan imprescindible como el agua una mercancía al alcance de quien se pueda permitir el lujo de pagarla es la aberración más profunda de un sistema económico y productivo con una lógica que invierte el mundo de los seres humanos y el mundo de los objetos. La mercantilización de los bienes más necesarios, así como de las propias relaciones sociales, reducen las personas a objetos. A su misma vez las cosas, los productos, se transforman y se personifican, ocupan la posición central de la dinámica de la vida. Se produce una inversión entre las personas y los objetos y el mundo de las mercancías pasa a mandar. Los objetos tienen mucha más importancia que las personas. Esto no es más que el resultado necesario del desarrollo del capitalismo y del mercado o de la idea


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de fetiche de la mercancía que aprendió Marx en su casa. Se pierde el valor real del agua, que es valor como recurso necesario e imprescindible para la vida humana, es más, la vida en general de los ecosistemas. El hecho de que el agua sea un producto y pase a ser un bien que se puede comprar, legitima que se pueda hacer un uso irresponsable ya que se ha pagado por el producto y por lo tanto puede ser utilizado de forma desregularizada e insostenible. Asimismo el agua tiene un valor democrático; el agua en manos privadas hace menos democrática su gestión y, en general, hace menos democrática la sociedad al no poder decidir sobre un recurso básico que nos afecta a todos por igual. Por tanto, que una gestión pública sea menos eficiente (recursos utilizados dividido por benefi-

cios obtenidos) y sea más eficaz (lograr unos objetivos determinados como, por ejemplo, la democratización de la sociedad) es una pregunta que no debería plantear nadie ante una sociedad que aspire a ser plenamente democrática. Se debe de pensar que una empresa privada que compra una empresa pública sigue siendo una empresa y tiene toda la legitimidad como cualquier otra empresa: querer aumentar los beneficios. En cambio una empresa pública tiene, o debería de tener, por objetivo maximizar el bienestar de la población. Teniendo en cuenta que el agua es un derecho y a la vez un recurso realmente escaso, no podemos permitir que caiga su gestión en manos privadas que por delante de cualquier valor ético o moral tienen el objetivo de plusvalía de forma LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

que destruirán ecosistemas si se más rentable. Por descontado, no satisfarán las necesidades de la población (por ejemplo, el aumento histórico de la tarifa) y mucho menos pensarán en el agua como una parte imprescindible de la vida, sino que pensarán en el agua como un producto de mercado. Expropiar es democratizar y socializar es ampliar los horizontes. Radicalizar la democracia en una soberanía sin fin.


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Cartago y Roma Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa.

Elecciones generales 20-D

(Albert Camus)

Por Pau Baraldés


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amnatio memoria La definición de amnistía en la RAE es: perdón de cierto tipo de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores. Amnistía en griego quiere decir olvido y es curioso que la palabra amnistía venga de la misma familia que la palabra amnesia. En la historiografía clásica, la historia era vista como un género literario en el cual, muchos historiadores, ayudados por otras disciplinas como la oratoria, la retórica, la épica o la lírica, escribían las fuentes de los acontecimientos históricos. Antiguamente, la historia de la cultura era más oral que escrita y para dar verosimilitud al relato, muchas veces el autor se servía de artifices literarios o manipulaba intencionadamente la historia para fines políticos, dando así una imagen creíble que pudiese impresionar a aquellos ciudadanos en favor de las decisiones políticas de las asambleas polis o del poder estatal. Mucha de la información que nos ha llegado se pone en tela de juicio a causa de que es sesgada o no es del todo creíble muchas veces. Cuando el historiador analiza las fuentes, siempre debe de leer las fuentes de una manera crítica y poniendo en duda todo aquello que pueda ser inverosímil, pero sin caer en la crítica desde los ojos actuales a los hechos pasados. La creación de un relato histórico no es lo mismo que la creación de una memoria colectiva. Mientras que la creación de un canon histórico viene acompañado por la visión que las infraestructuras de poder quieren que tome un cierto acontecimiento, la memoria colectiva se construye a través del recuerdo de las gentes que han vivido determinado hecho. El problema muchas veces de la memoria histórica es que la memoria es frágil y que las personas a veces recordamos ciertas cosas y nos olvidamos de otras. Todo el mundo tiene derecho al olvido, al anonimato y también tiene derecho al recuerdo, más aún cuando se trata de experiencias traumáticas en el ámbito personal o colectivo. La guerra civil es una forma heterodoxa de hacer la guerra, ya que la gran mayoría de guerras son entre naciones o países enfrentados (sean por los motivos que sean) y en estos conflictos la mayoría de veces se produce la deshumanización a los enemigos por mecanismos varios. Sin embargo, la guerra civil no debe necesariamente ser así. Muchas veces, una guerra civil es presentada como una lucha de clases en el momento más crítico de dicha lucha, cuando las condiciones materiales son tales que una clase decide tomar las armas para combatir la estructura de estado establecida, sea mediante una revolución o un golpe de estado. Un ejemplo de ello sería la guerra

de los Ochi o el Bellum Sociale (91 – 87 aC), un episodio de la historia de la Roma republicana poco conocido en el que la ciudad de Roma se enfrentó a sus aliados itálicos que pedían ser reconocidos como ciudadanos romanos. Lo que sabemos hoy de esta guerra es poco y la información de las fuentes es sesgada y solo tenemos una visión de los hechos, la canónica. Para las fuentes romanas, dicha guerra no fue una guerra civil o una revuelta, fue un Tumultus, un pequeño disturbio. Pero así como en la mayoría de guerras hay una deshumanización de los oponentes, en los casos de la guerra civil son más delicados, porque los mismos bandos forman parte de la misma organización política y social, es decir, forman parte del mismo credo social. Sin embargo, para que exista dicho conflicto debe de existir una heterogeneidad de elementos que sea capaz de crear un “nosotros” y un “ellos” que decidan, mediante la violencia, resolver sus problemas. Cuando se produce un conflicto así, se rompe el sistema y las leyes. La política democrática en los estados modernos, a imagen de los estados liberales, trata de resolver estos problemas mediante las instituciones y las asambleas nacionales de cada país para evitar el conflicto social, pero cuando las dinámicas de poder quiebran, las leyes anteriores se reemplazan extraordinariamente por nuevas leyes y poderes, que sustituyen por completo a los previos y las estructuras gubernamentales toman un carácter más autoritario por la naturaleza del conflicto. La mayoría de veces se crean dos sujetos opuestos con interpretaciones antagónicas y es difícil poder definir estos sujetos porque son heterogéneos y a veces irreconciliables. En la historia de los conflictos bélicos, la historiografía toma una importancia vital, ya que se encarga de construir aquel relato que, en un futuro, cuando se quiera entender una sociedad o estudiar dicho conflicto, se deberá consultar para entender qué y cómo fue ese determinado enfrentamiento. La historia difícilmente puede ser neutral, porque aquellos que la escriben tienen una determinada ideología y las lecturas que han realizado determinan su forma de pensar y de entender el conflicto. Puede existir la voluntad de crear una historia neutral y poder explicar aquellos hechos sin la voluntad de difamar o de menospreciar, esto es, simplemente explicar los hechos desde una perspectiva cierta y sin que el autor necesariamente simpatice con determinado bando. En una guerra civil puede existir dos versiones de un determinado hecho y aquel que vence en el conflicto se asegura de que su versión sea la canónica y la que pase a formularse para ser estudiada y

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aprobada. Esta versión se cristaliza en las estructuras de poder que hacen crear memoriales y días festivos donde se celebra el hecho en sí (sea victoria o derrota). Así es como la historia pasa a ser parte de la política. También se pueden crear unos símbolos en honor a los caídos y estos pasan a formar parte de la cultura popular del colectivo social. En determinados casos, se puede llegar a manipular la historia mediante la coerción y la eliminación de todo rasgo histórico de los vencidos mediante métodos represivos, de tal manera que aquella versión hegemónica de un conflicto no deje indicio o lugar para reconciliar los dos bandos. Tratar una guerra es una tarea difícil, porque cuando se trata un conflicto así, se está tratando sobre la muerte de muchas personas y debería de existir el decoro y el respeto sobre la muerte de aquellas personas más desfavorecidas o inocentes al margen del conflicto. Entonces es cuando también se crea la memoria colectiva. Cada ser humano tiene memoria y esta determina cómo es la persona. La memoria puede fallar, porque

algunas veces puede resultar no del todo creíble o se decide olvidar ciertos recuerdos. Cuando hay una memoria colectiva es que hay un recuerdo conjunto, una memoria compartida por los individuos y esta versión dista de la visión oficial y es producto de las investigaciones. Hay diferencia entre la memoria colectiva y la historia porque no es lo mismo un relato histórico que el canon histórico. El estudio de la narración de la memoria popular es dificil de conocer verdaderamente y saber diferenciarlo de la ficción, muchas veces utilizada para eludir la censura. La construcción de una memoria es la coherencia y la ordenación de unos hechos, es la articulación de unos acontecimientos colectivos con el pasado reciente. El proceso de recordar es voluntario, por lo que la salud de la memoria colectiva solo mejora con los memoriales, vitales y que deben de ser ofrecidos por las instituciones con el fin de mantener la memoria. La comunidad muchas veces no recuerda y es el estado quien realiza una selección de aquello que debe de recordarse, la memoria en cuanto a construcción simbólica sustituye a

“La guerra civil española es el punto de inflexión de la historia de España contemporánea y representa un punto y aparte en la historia social y política del país, dejando así dos modelos y dos ideologías enfrentadas para siempre”


31 los recuerdos personales y colectivos. Duelo a garrotazos La guerra civil española es el punto de inflexión de la historia de España contemporánea y representa un punto y aparte en la historia social y política del país, dejando así dos modelos y dos ideologías enfrentadas para siempre. Es, además, el efecto de numerosas causas que suceden en el pasado y tienen su resolución con el conflicto. Gabriel Jackson, como otros historiadores, defienden la postura de que la guerra civil no tiene sus orígenes con el fracaso de las reformas durante el período de la II República española, sino que se trata de conflictos más profundos y arraigados en la política y la historia española, como el absolutismo del siglo XIX y la Restauración borbónica. España, hasta 1936, era un país lleno de contradicciones y de una situación política tensa: Muchos de los problemas fundamentales como la reforma agraria, la distribución de la tierra y también las desigualdades sociales que en buena medida la

II República española no pudo solucionar, fueron el caldo de cultivo de la aparición de ideologías revolucionarias que abiertamente declaraban la guerra al modelo político y económico de país. La CNT, sindicato anarquista que en el inicio de la guerra civil tenía un millón de afiliados, ya en su aparición y un año antes en la “Setmana tràgica” en el año 1909, planteba la organización sindicalista de aquellos trabajadores y sectores sociales más desfavorecidos proponiendo un nuevo modelo, el anarquismo. Lenin, en el Congreso efectuado en Moscú de la III Internacional comunista, centró su interés diciendo que aquellos países donde era más probable una revolución socialista serían Ucrania, Italia y España. Curiosamente, estos tres países han sido donde más influencia anarquista existe a causa de ser países donde la revolución industrial llegó más tarde y por su carácter económico más agrario con una débil pequeña burguesía y una oligarquía conservadora fuerte. Son, por lo tanto, países que podríamos denominar de la periferia europea y países capitalistas poco desarrollados. Así, donde según los

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postulados del marxismo, Kautsky, Rosa Luxemburgo y Lenin, que formaban parte en la II Internacional el núcleo intelectual más revolucionario, alejados de las ideas reformistas y socialdemócratas, consideraban que aquellos países más propensos a la revolución socialista eran donde habían las desigualdades más enormes, donde las condiciones materiales eran propias de países industrializados y los primeros focos de lucha obrera, como Francia, Reino Unido, Bélgica o Alemania. Sucedió todo lo contrario: La revolución triunfó donde no se pensaba que sería el hecho determinante, en países con un carácter más agrario y donde el capitalismo no se había desarrollado lo suficiente. La industrialización no creó una sociedad homogenea entre obreros y la burguesía que controlaba los medios de producción, hizo lo contrario, una sociedad más heterogenea con capas intermedias entre trabajadores desposeidos de propiedad hasta quienes controlan los medios de producción. La guerra civil española se presenta como un conflicto bélico y a la vez como revolución. Hay un ímpetu revolucionario en el sector republicano y en el nacional y en ambos lados es aplastado. El fascismo fue un movimiento de auge en los años 30 en Europa. En España fue débil y vino de la ideología de la Falange. Ramiro Ledesma, Onésomo Redondo y José Antonio Primo de Rivera fueron sus ideólogos y escribían en la revista la Conquista del Estado, donde diseñaban un modelo de país nuevo inspirado en el fascio italiano, alejado del modelo burgués y acomodado, criticando al comunismo como depravación de los ideales europeos y salvando la patria de la intervención extranjera. La falange tiene sus orígenes en la pequeña burguesía y fue durante antes de la guerra, un movimiento minoritario con líderes del mundo universitario. Dará su gran salto a la política con la entrada de diputados fascistas de la mano de la CEDA. El franquismo no fue fascismo, porque el franquismo fue un movimiento conservador, tradicionalista y militarista, alejado a los postulados ideológicos del fascismo, que se presentaba como revolucionario, reaccionario, laico y antimilitarista. El franquismo usó la falange como vehículo para expander su política y unir a los militares con los sectores civiles que daban apoyo a Franco. Y es entrada la guerra civil cuando el fascismo en España se va diluyendo por la muerte de Ledesma y Primo de Rivera, con los que desaparece el caracter fascista que quedaba en el movimiento. Mas tarde, el franquismo usará los símbolos y lemas de la Falange como propios. En la parte republicana se vivía un climax revolucionario y la guerra civil para muchos combatientes se presentó como el momento para hacer la revolución. Las estructuras políticas de la República se volvieron aún más radicales: la entrada de ministros anarquistas como García Oliver y Frederica Montseny, la unión entre el PSOE de Largo Caballero con el PCE, el

asesoriamiento militar y político de líderes comunistas vinculados con la III Internacional, el régimen de Stalin en la Unión Soviética… La idea del frente popular que ganó las elecciones de febrero bebe de un gobierno mixto con ideas muy dispares pero de un carácter claramente izquierdista, anti-fascista y anti-burgués. El partido de Izquierda republicana, que era la izquierda progresista pero no revolucionaria, también toma un rumbo cada vez más izquierdista. En los partidos y sindicatos de izquierda hay una radicalización, así como la hay en las organizaciones y partidos de derecha. En definitiva, en el tablero político hay un giro hacia los extremos. Se produce una situación de violencia que desemboca en un conflicto abierto entre estos dos modelos, pero en la parte republicana es además una revolución. El POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), tachado por muchos de trotskista cuando en realidad era un partido que históricamente recogía dentro de él a muchas ideologías vinculadas al marxismo y a la izquierda, fue un canalizador de este movimiento revolucionario. Así fue también el PSUC o el PCE, al vincularse con el PSOE y pasar a ser partidos con un peso en el gobierno. Estos partidos, además, presentaron como prioridad ganar la guerra para poder realizar la revolución en España. El POUM en cambio, consideraba que era necesario hacer la revolución y ganar la guerra al mismo tiempo, es decir, expropiando fábricas y terrenos para poder constituir la dictadura del proletariado al mismo momento que se combate en el frente. Esta idea era similar a la de la CNT y la FAI, las organizaciones anarquistas más importantes y el sindicato más fuerte del momento. La CNT, que tenía ministros en el gobierno republicano, veía de malas maneras su colaboración con la República a causa de hechos como Casas Viejas y la la Revolución de octubre en 1934 en Asturias. Por eso se produce un giro en la guerra con los hechos de mayo de 1937, cuando POUM y la CNT deciden tomar el edificio de Teléfonica en Barcelona y se atrincheran y debe de participar el ejército con los tanques rusos para desalojar el edificio. George Orwell, cuyo nombre real era Eric Arthur Blair, que fue voluntario de las Brigadas Internacionales, vinculado al trotskismo y al POUM, recoge en la novela Homenaje a Cataluña muchas de sus vivencias durante la revolución y la guerra. André Malraux, en su libro L’Espoir, hace también un relato vivido de la Barcelona revolucionaria y de cómo el pueblo de la ciudad condal levantó barricadas para defender la República del golpe de estado. La participación extranjera en el conflicto tuvo repercusiones internacionales cuando la Sociedad de Naciones, para evitar que la guerra se propagase por Europa, prohibió ayuda por parte de las democracias occidentales en la parte republicana, llegando incluso a dividir las aguas internacionales próximas a España y habiendo situacio-


33 nes de bloqueo por parte de barcos franceses y británicos en las costas españolas. Aquellos voluntarios que querían luchar en España debían de hacerlo en la clandestinidad y muchos cuando volvieron de España derrotados, estuvieron con penas de cárcel por su participación. La República solo tenía la ayuda de la Unión Soviética y México, que se basó sobre todo en la recogida de exiliados al final de la guerra y el envío de algún material militar de mal funcionamiento y anticuado. La Unión Soviética planteó la idea de los frentes populares que después de la Segunda guerra mundial exportará a los países ocupados de la Europa del este. España fue un campo de pruebas por las potencias de su tiempo, que decidieron poner en marcha tanto tácticas militares como políticas. Muchos historiadores situan ya la guerra civil española (esto es, el año 1936) como el inicio de la Segunda guerra mundial. Lo que sí que es cierto, es que, ya en el año 1933, con la subida del nazismo en el poder y con la invasión japonesa en Manchuria, el mundo va al rumbo de la polarización de las potencias que desembocan finalmente en el 1939 con el conflicto total. En España, las izquierdas tenían puesta su esperanza en otra revolución socialista después de Rusia y el fascismo tenía la esperanza de constituir allí una nueva Italia. Ambas cosas no sucedieron y Franco, que poco a poco había ido tomando más importancia dentro del ejército regular, acabaría siendo el Caudillo y el adalid del anti-comunismo vinculado con las democracias occidentales que preferían un dictador militarista que no una Rusia española próxima a la Europa occidental. Es curioso que en el exilio y la huída de muchos republicanos españoles, el gobierno del frente de izquierdas francés, actuara con sus homólogos españoles de manera ruín deportándolos en las playas del sur de Francia. Así como la República tuvo problemas para abastecerse de material y la situación internacional fue crítica ya en los inicios del golpe, los militares tenían la ayuda de aviones alemanes para el transporte de tropas de Marruecos a Andalucia y la ayuda de la marina italiana que se dedicó a castigar la dividida marina española y a impedir que el ejército republicano pudiese cortar el cerco. Fue decisiva la ayuda alemana e italiana al ejército nacional y hoy se pone en duda la capacidad militar nacional si no hubiese tenido dicha ayuda. Al finalizar la guerra, Franco, como gran vencedor en el conflicto, asenta las bases de un nuevo modelo que será conocido más tarde como el primer franquismo o el autarquismo. Este período de estancamiento económico y la pérdida de sus colaboradores después de la Segunda guerra mundial, hizo dismunuir la producción a niveles anteriores de la guerra, marcada por una hambruna y la inmigración interior de las zonas más agrarias del país a las zonas más urbanizadas. El franquismo también se sirvió de métodos represivos y militares para la persecución de adver-

sarios políticos en el interior y en el exterior del país, como la prohibición cultural y política. A modo de conclusión El 30 de enero del año 1938, en la plaza próxima de la iglesia Sant Felip de Neri en Barcelona, cayó un artefacto explosivo de uno de los aviones italianos que bombardeaban regularmente la ciudad [1]. Hubo 42 víctimas mortales en el momento, la mayoría niños que se habían refugiado allí. No se sabe la cifra exacta de las muertes, pero se detalla la aparición de cuerpos desmembrados así como de muchos brazos y manos. Se estipula que aparte de las 42 bajas confirmadas podrían ser más y un centenar de heridos. Hoy, en el año 2015, no ha habido ningún gobierno democrático después de la Transición que haya culpado y perseguido los crímines de guerra y del franquismo como en Italia y en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, en donde sí que se hizo. Albert Rivera no está interesado en debates sobre la memoria histórica y no piensa retirar los honores vigentes a la figura de Francisco Franco[2]. Un país que no piensa históricamente y no tiene en cuenta su historia, es un país perdido y no hay nada que lo defina. Desde aquí quiero decir que ambas partes, tanto los republicanos como los nacionales, cometieron crímenes de guerra y que deben de ser estudiados y perseguidos como crímenes contra la humanidad. Pero el gobierno de España no quiere acusar al franquismo, que es la base de este régimen, que ha causado tantas muertes y nos ha convertido en el segundo país con más fosas comunes, solo superado por Camboya.[3] En el principio de este artículo, hablaba de la importancia de la memoria histórica, porque es algo que define un pueblo, es parte de su legado cultural y marca el futuro de los acontecimientos. Salvador Allende, en la casa de la Moneda de Santiago de Chile, antes de su caída, hizo su último discurso en el cual decía: la historia es nuestra y la hacen los pueblos. Si amnistía es olvidar, si olvidamos quienes somos, no seremos nadie. Al contrario, hay que ser valientes para llegar a ser individuos libres y ciudadanos nuevos del modelo político y social que queremos para nuestro país. La historia de España es triste porque siempre acaba mal. Es más triste aún cuando hay familias que no pueden desenterrar a sus parientes de las cunetas y el hecho de que España sea un país que sigue perpetuando un sistema donde no condena los errores del pasado y por esto están determinados a repetirse.

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Prometeo y la evolución humana Por R.G. Celma

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on los rebeldes gentes extrañas pero imprescindibles para el desarrollo y la evolución de la humanidad. Veamos que papel juegan de la mano de Bakunin en el primero de una serie de artículos dedicados a su libro “Dios y el Estado”. Algunos os preguntaréis quién es ese tal Prometeo del que hablo. Según el mito griego es el titán que creó a la humanidad, a la imagen y semejanza de los dioses. Pero lo hizo de tal forma que no le pudo dar ningún don para sobrevivir en la naturaleza y estos dependían completamente de la voluntad divina. Para compensarlo robó el fuego de los dioses del Olimpo y se lo entregó a los hombres, asumiendo las previsibles consecuencias de la ira divina. ¿Y qué representa ese regalo? El fuego significa la capacidad de pensar, la curiosidad por conocer, el desarrollo de las ciencias que nos permita transformar el medio ambiente para sobrevivir en él. Prometeo, el primer rebelde de la historia, simboliza con su desobediencia hacia Zeus el poder de rebelarnos frente a la autoridad. En definitiva, es el deseo de libertad. Estos factores son claves en el desarrollo evolutivo, tanto individual como social. De no ser por el sacrificio de Prometeo, la humanidad seguiría siendo un animal más, sometido a sus amos divinos y no estaría situado en la cima del reino animal. Es esta misma negación de nuestra animalidad primigenia a través del pensamiento y la rebeldía la que constituye propiamente la historia humana. Esto debe ayudar a consolarnos por los errores actuales y darnos esperanzas de un futuro mejor, en el que el hombre no sea un lobo para el hombre sino un hermano en el que apoyarse y con el cual compartir el placer del pensamiento. La creación de una sociedad de individuos sabios, realmente libres y felices es el verdadero fin de la evolución humana. ¿Cómo ayudan estos factores a la evolución? De no ser por los filósofos ilustrados y por la revolución francesa, seguiríamos viviendo en la Edad Media. Sí, ese régimen en el que la humanidad se encontraba brutalmente sometida al poder del

Rey y de la nobleza, con la legitimidad que solo puede otorgar el fanatismo religioso. Por lo menos, hoy día, algo hemos avanzado. Y si se habla de personas individuales: ¿Qué serían sin el pensamiento? Se volvería al punto de origen, a ser animales que solo piensan en alimentarse y reproducirse, solo buscando aquellos placeres más inmediatos. ¡Cuánto me gustaría que nadie se sintiera identificado! ¿Y si el ser humano fuere intelectual sin pensamiento crítico y rebeldía? Se volvería egoísta y dócil ante el poder establecido, completamente insensibilizado ante el sufrimiento del resto de sus iguales, entretenidos en un mundo de reflexiones teóricas sobre ideas caducas. ¡Pero mucho cuidado con ser rebeldes sin pensar! No vaya a ser que otros lo hagan por nosotros y acabemos siendo marionetas en la guerra de unos nuevos conquistadores del Olimpo. Nuevas divinidades que incitarán a la rebeldía y el pensamiento hasta que estos se vuelvan en contra de sus recién adquiridos privilegios. ¿Y qué fue del pobre Prometeo? A pesar de todo el bien que su sacrificio causó, la justicia de Zeus cayó sobre él. Fue condenado eternamente a que un águila le comiera el riñón cada mañana, el cual le volvía a crecer durante la noche debido a su inmortalidad. Se puede entender la ira divina al observar el origen de su poder. Los olímpicos habían alcanzado tal posición al vencer a los titanes, sus creadores, y ahora temían ser destronados por los hombres. Se conoce el pensamiento y se tiene la capacidad de rebelarse, de acabar con el estatus privilegiado, ya solo se diferencia en la inmortalidad. Parece que la represión de los rebeldes sea una ley inevitable por el origen animal. Siempre existirán persecuciones por parte de los interesados en las antiguas y primitivas creencias hacia aquellos rebeldes que se atrevan a portar la bandera de la libertad y la justicia, como bien demostró Prometeo con su sacrificio. ¿El consuelo? Saber que aquellas ideas que defienden acabarán triunfando tarde o temprano, contribuyendo a la evolución humana.


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Guerra político lingüística Por Álex Olalde Loureda

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os símbolos y el vocabulario en la política de las redes y de los platós de televisión en los que vivimos se están convirtiendo en la piedra angular sobre la que todos los politólogos, e incluso los equipos de marketing, se están centrando. Por eso hay que saber jugar a ese juego y recuperar los símbolos y el vocabulario para utilizarlo a tu favor, es esta batalla la que seguramente determine quién consigue crear una mayoría social entorno a su proyecto y quién no. En uno de los programas de “Salvados” se hablaba de la ‘Clase Media’ y esto es un claro ejemplo de cómo mediante unas palabras pueden hacer mucho a favor de articular mayorías sociales. Los poderes económicos y los gobiernos han conseguido que ya casi nadie se considere ‘Clase trabajadora’. Esto en un primer momento se antoja un mero problema lingüístico, pero en realidad es una concepción ideológica del estrato social que se vive. Los denominados ‘obreros’ tenían un sentimiento de solidaridad unos con otros y querían progresar para llegar a ser realmente una ‘Clase Media’ en la que pudieran vivir bien y sin pasar hambre, pero para eso deberían quitarse de encima todos los elementos que les explotan y que no les dejan subir en el ascensor social. En términos marxistas, la clase trabajadora tenía ‘conciencia de clase’. Muy hábilmente los poderes económicos, a través de la mass media y de otros medios, fueron inculcando la idea en esta Clase Baja que ya no lo era y que, en realidad, era ya la llamada Clase Media. Esto también contribuyó con los créditos que han ahogado el sistema financiero… La enorme diferencia es que la Clase Media, en lugar de querer avanzar y ascender, les interesa más mantenerse en esa clase y mientras todo siga igual, seguirán. Con este pequeño cambio los obreros explotados por 700€ se han olvidado de la conciencia de clase, se han olvidado de la solidaridad y de la lucha por sus derechos… Ahora sólo persiguen mantener algo que en realidad no tienen, algo que en realidad es un humo que se les ha vendido de manera muy hábil. También se han encargado de tratar a la clase trabajadora como un elemento residual y marginal, del que nadie quiere pertenecer, por ello esas cifras de que el 70% de los españoles se considere Clase Media cuando es alrededor del 45-50%. Ese 20-25% restante son gente, en realidad obreros, que con la estrategia de la Clase Media nunca se plantearán cambiar las cosas. Los gobernantes y los explotadores pueden estar tranquilos con esta Clase Media. Va quedando cada vez más claro que quien gane el lenguaje ganará la mayoría social, y sí, eso es una nueva forma de populismo, tenemos que entender el momento instituyente

que vivimos ahora mismo como un momento populista. La izquierda española tradicionalmente ha tenido una clara tendencia a perder esta batalla de lo lingüístico, así ha regalado a la derecha conceptos tan hegemónicos como el de la bandera del país, el concepto de patria o simplemente la Constitución Española. Si se va a otros países donde la izquierda tiene más fuerza, se puede observar que esos conceptos aplicados a su país los disputan con la derecha, sin embargo aquí se han cedido a la derecha. El concepto de patria en España da un poco de miedo a la izquierda más tradicional; cuando te refieres a tu país como patria, te miran ya con la típica cara que se le pondría a alguien de derechas. Se ha asignado al valor de patria algo inmaterial y algo banal, sólo se asocia patria con nacionalismo español y no con el patriotismo auténtico. Cuando Podemos habla de patria, lo está haciendo en el sentido más propio de la palabra y constituye la patria como el orgullo hacia la calidad de vida en el país. En palabras de Pablo Iglesias, ‘sentirse orgulloso, cuando vas a EEUU, de que tu patria tiene la mejor sanidad pública y muchos más derechos sociales’. También se está rompiendo poco a poco el estereotipo de patriota, un patriota no es aquel que viste con polos con la bandera y paga sus impuestos en Suiza. Un patriota es el que ayuda a su país pagando impuestos y colaborando con el avance de la sociedad. Este es el concepto que se aplicó originalmente, cuando en la Asamblea Nacional de Francia, en el 1789, los partidarios de la revolución eran los ‘patriotas’. Ejemplo de recuperación de conceptos y de símbolos. El siguiente tema del que quiero hablar me da incluso algo de pena, dado que me declaro republicano desde muy, muy temprana edad. Lo cierto es que la tendencia de la izquierda española de regalar símbolos a la derecha no se queda en el tema de la patria, sigue con algo que une y que representa tanto a una mayoría social como es la bandera nacional de un país. Aunque no guste a amplios sectores de la izquierda (ni siquiera a mí), lo cierto es que la bandera republicana no conforma entorno a sí una mayoría social y la única bandera capaz de hacerlo en España, aunque nos duela, es la constitucional del 78, por eso deberíamos empezar a plantearnos el tema de recuperar ese símbolo. Estos han sido unos pocos de tantos ejemplos que podríamos poner de lo importante que es hoy en día ganar la batalla en lo lingüístico y en la apropiación de símbolos. Debemos ganarla para ocupar la codiciada ‘centralidad del tablero’ y poder aprovecharnos realmente del momento instituyente para articular la mayoría social en torno a un proyecto de país.

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QuĂŠ cosa sea la felicidad

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Por VĂ­ctor Tarruella


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“Para qué nos vamos a engañar, todos estos autores están muy bien para el postureo, pasa que ninguno de ellos dice nada útil al respecto, la felicidad es una autopercepción subjetiva”

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robablemente la felicidad sea la más elevada de las emociones humanas o por lo menos la más codiciada. ¿Pero qué sabemos de la felicidad realmente? En primera instancia podríamos decir que la felicidad es una autopercepción del bienestar subjetivo. Varios estudios afirman que se ve influenciada por tres factores principales: ·Factores genéticos. ·Factores asociados a la consecución de objetivos y deseos. ·Factores socioambientales. También es conocido que la autopercepción sobre la felicidad está condicionada por razones culturales, pues en distintas sociedades se aprueban o desaprueban diferentes cánones al respecto. Ya en la antigua Grecia, Aristóteles se dio cuenta de que todos los hombres están de acuerdo en llamar felicidad a la unidad presupuesta de los fines humanos, el fin último, pero que es difícil definirla y describirla. En aquel entonces surgieron tres posturas: ·Autorrealización: Aristóteles y Platón sostenían que la felicidad residía en alcanzar las metas propias de un ser humano, conocido también como a eudemonismo. ·Autosuficiencia: los estoicos proclamaron que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan solo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud. Según éstos, la felicidad es no necesitar a nada ni a nadie. Dos de las grandes figuras del estoicismo son Zenón de Citio y Séneca. ·Hedonismo: los epicúreos, fundadores de ésta corriente, defendían que la felicidad se hallaba en el placer físico y mental, evitando el sufrimiento mental y físico. Epicuro también sostenía que la voluntad de riquezas y bienes materiales representaban carencias emocionales y por ende, no son necesarios éstos para la felicidad, exceptuando los básicos para la supervivencia. Posteriormente otras corrientes filosóficas dijeron lo propio acerca de la felicidad. Podríamos destacar el, para mí, deficiente utilitarismo de Stuart Mill. Una superficial postura filosófica que sostiene que para encontrar la felicidad debemos satisfacer los placeres supremos. Otros pensadores como Freud y Nietzsche creen que la condición humana es antagónica a la felicidad, una meta inalcanzable. En la filosofía oriental, la felicidad se concibe como una cualidad producto de un estado de armonía interno que se manifiesta como un sentimiento de bienestar que perdura en el tiempo y no como un estado de ánimo de origen pasajero, como generalmente se la define en occidente. Mientras que la alegría se concibe como a un estado de satisfacción, la felicidad se considera un estado de armonía interna.

Cabe destacar que en creencias orientales como el budismo la existencia se interpreta como sufrimiento, el sufrimiento tiene su origen en el deseo, para evitar el sufrimiento hay que suprimir el deseo. El Nirvana, que es su máxima aspiración, significa la extinción del deseo que produce el sufrimiento. Se puede entender como momentos o estados a los que llega el alma a través de sus diversas reencarnaciones o también como la felicidad definitiva y última a la que llega el alma. Esa felicidad no es más que la ausencia de dolor. Me parece importante regresar a Freud y mencionar su teoría acerca del ello, el yo y y el superyó: ·Ello: su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente de la expresión psíquica de las pulsiones y deseos. ·Yo: instancia psíquica actuante que aparece como medidora entre las otras dos. Intenta conciliar las exigencias normativas y punitivas del superyó como a sí mismo; las demandas de la realidad con los intereses del ello por satisfacer deseos inconscientes. ·Superyó: instancia moral enjuiciadora de la actividad yoica (del yo). Constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales. Resumiendo, contexto sociocultural. Si se comprende la pugna entre las tres instancias fundamentales, siempre en conflicto, quizás se es capaz de crear una mínima coherencia entre las tres y, así, encontrar cierta armonía que desemboque o no en felicidad. Un ejemplo de este concepto podría encontrarse en las expectativas. Expectativas ilusorias, fuera de nuestro alcance, construidas normalmente fijándose uno en el superyó, acostumbrarán a fracasar al chocar con la realidad, con el malestar emocional que esto conlleva. Para que nos vamos a engañar, todos estos autores están muy bien para el postureo, pasa que ninguno de ellos dice nada útil al respecto, pues como hemos dicho anteriormente, la felicidad es una autopercepción subjetiva. Arrogante llamo yo a la persona que dice a los demás lo que tiene que hacer para hallar su felicidad. Mi postura es subjetiva, que diablos voy a saber yo de como debe encontrar uno su felicidad si a duras penas consigo mantener una pizca de la mía. La verdad es que la felicidad no es realmente nada y, por ello, puede ser absolutamente todo. Me explico, felicidad es un contingente de significado, un significante vacío, cada uno le debe dar el significado que crea oportuno porque por sí mismo no tiene ninguno. Lo que sí puedo decir es que cada uno de puede hallar felicidad en lo más profundo de su pensar y, sobre todo, en lo más profundo de su sentir. La autocensura es la mayor de las censuras y la moral actúa a menudo a modo de autocensura.

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“1984”

y los teléfonos móviles Por R.G. Celma laplumadeprometeo.blogspot.com.es

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“En el mundo de la novela saben que les están vigilando, pero aquí la mayoría de la gente ni siquiera lo sabe o simplemente prefiere no pensar en ello”

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odo el mundo lleva siempre encima su móvil, un aparato con cámara, micrófono y GPS. ¿Envidiaría el dictador de la distopía de Orwell la situación actual? En la novela de “1984”, se nos presenta un mundo en el que las ideologías totalitarias han triunfado. La sociedad británica es vigilada constantemente a través de cámaras situadas en todos los lugares, incluidos los hogares. Ante cualquier indicio de descontento frente a la dictadura, el sujeto desaparece del mapa, como si nadie lo hubiera conocido nunca. ¿Tan diferente es de nuestro mundo? Es verdad que la gente no desaparece en cuanto detectan que se opone al sistema. ¿Pero qué hay de las cámaras? Las podemos ver en todos los comercios, en cada esquina, en cualquier calle, todo ello justificado con la típica excusa de nuestra seguridad. Siempre hablan de ella cuando nos quieren quitar derechos. El mejor ejemplo es muy reciente, la “ley de seguridad ciudadana” aprobada por el Gobierno del señor Rajoy. Muy cierto, dirán algunos, pero todavía no hay cámaras en nuestras casas. ¡Eso es porque ya tenemos algo peor dentro! Se llaman teléfonos móviles. Si, esos dispositivos que llevamos a

todas partes con nosotros, que cuentan con cámara, micrófono y localización GPS. Y si alguien se queda sin su móvil, ya se encargan las compañías telefónicas de darnos uno a cambio de un una pequeña firma. También se nos regala Facebook, Whatsapp, Spotify, el correo electrónico o la tarjeta de crédito. En definitiva, dispositivos electrónicos y aplicaciones donde damos información sobre nosotros a sus dueños. Si estos datos se juntan en un mismo perfil, se puede saber qué música escuchamos, qué compramos, quiénes son nuestros amigos, nuestras inquietudes políticas, dónde estamos en cada momento, incluidas manifestaciones, o de qué hablamos por teléfono. Las empresas guardan esta información para utilizarla con fines publicitarios y a veces están obligadas por motivos de seguridad. Muchos estaréis pensando: bueno, pero yo no soy nadie importante. ¿Qué más da que me vigilen? Eso pensaron los judíos holandeses cuando el Gobierno creó un censo con la religión de cada uno de sus ciudadanos. Al principio esta información se usó para dar subvenciones en proporción al número de creyentes, pero cuando la Alemania nazi conquistó el país pensaron en un fin muy distinto. ¿Quién podía imaginar que algo así pasaría?


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El peligro no es tanto para qué se usa esta información, sino el hecho mismo de que exista. Nadie puede asegurar que en el futuro no haya una dictadura totalitaria como la que nos advirtió Orwell y que use toda esta información para eliminar a los opositores al régimen. En cuanto accedan a esta información, sabrán la ideología de la inmensa mayoría de ciudadanos y podrán actuar en consecuencia con una rapidez y una precisión nunca antes vista en la historia de la represión política. Además, en el mundo de la novela saben que les están vigilando, pero aquí la mayoría de la gente ni siquiera lo sabe o simplemente prefiere no pensar en ello. El Estado les impone la vigilancia y tiene que gastar su dinero en ir a su casa y poner las cámaras. Aquí somos nosotros mismos los que compramos estos aparatos y usamos estos programas voluntariamente. ¡Y nos quedamos tan contentos! La verdad es que si a uno le da por pensar en el futuro de las tecnologías es normal que se preocupe. Primero fueron los móviles, ahora vemos relojes y gafas inteligentes. Parece una hoja de ruta hacia dispositivos cada vez más “dentro” de nosotros. ¿Acabaremos implantándonos microchips? Ya que hablamos de distopías, imagínate que todo el mundo se los pusiera, imitando a los famosos y que acabaran siendo obligatorios, por

nuestro bienestar y seguridad. Que sirvieran como DNI, calculadora y móvil. Que solo se pudiera pagar a través del dinero electrónico de tu cuenta, asociado a tu chip, evitándose así todo el dinero negro y los crímenes y estafas que este conlleva. Imagina también que emitieran toda la información posible sobre ti, sobre aquello que piensas y que, un día, desconectaran a todos los sujetos peligrosos para el nuevo orden pulsando un botón. Sí, sería la dictadura perfecta y conforme avanza la tecnología estamos más cerca. Los perros ya los tienen, pero en fin, quien sabe. Lo que sí sabemos es que los mercados de las nuevas tecnologías tienden al monopolio. Google, Facebook, Microsoft, Apple o el caso de Amazon en el mercado de los libros. ¿Qué pasaría si solo pudieras comprar libros en la tienda de Amazon? Podrían hacer desaparecer un libro de la faz de la tierra con toda facilidad, sería un índice de libros prohibidos mucho más eficaz que el de la Inquisición. El caso es que Amazon ya borró dos libros de su tienda y de todos los dispositivos de sus clientes sin ningún aviso. Uno de ellos era “Rebelión en la granja”, el otro “1984”, también de Orwell. ¿Te suena?

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¿A quién le importa? Por Marta Montojo Torrente Si hace unos meses nos hubieran preguntado las noticias de mayor relevancia de finales de este 2015, cabe imaginar que muchos hubieran apostado por la crisis de los refugiados en Europa. Los españoles seguramente añadirían a su lista el proceso independentista de Cataluña y, por supuesto, las elecciones generales del 20D. Pero ¿Y la COP21? ¿Qué posición ocuparía en el ranking la tan esperada conferencia sobre el Cambio Climático? ¿Era o es realmente “esperada” por alguien? ¿A quién le importa en realidad?

Elecciones generales 20-D

A

raíz del escándalo Volkswagen, y la manipulación en los controles de emisiones de sus motores, parecía que cada vez más personas se sumaban a la preocupación por la contaminación del aire, por el calentamiento global. Al mismo tiempo, las nuevas políticas de algunos de nuestros ayuntamientos se ponían de parte de la lucha contra el cambio climático, como el de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que ha apostado por la movilidad sostenible, facilitando el uso de las bicicletas y reduciendo la velocidad en las principales carreteras y autovías de Madrid, entre otras propuestas. Incluso Francia se preparaba para esta Cumbre del Clima, que tendrá lugar nada menos que en su capital, anunciando la prohibición del uso de bolsas de plástico en los comercios. La norma prevista para el inicio de 2016 pretendía reducir su consumo, ya que estas no son reciclables. Sin embargo, tras los hechos acontecidos el desafortunado viernes 13 de noviembre en París, la agenda setting ha cambiado radicalmente. Los medios se renuevan cada día con información adicional sobre el ISIS. Comunican las decisiones que están tomando los gobiernos, la presión que sufre España respecto a si participar o no en esta nueva guerra, etcétera. Los políticos, por su parte, incluyen en sus discursos opiniones –y no tanto propuestas concretas– acerca de cómo acabar con el terrorismo. Los atentados del 13N también han tornado el rumbo de las conversaciones en los vagones de metro, ahora contaminadas por el miedo, cada vez que el tren frena bruscamente o algún imprevisto sucede. Sin olvidarnos del punto de reunión de opiniones, de convergencia y divergencia de teorías, de intercambio de información sobre todo lo anterior, que son las redes sociales. Este elemento clave en la comunicación de hoy en día, donde confluyen y se comparten artículos y donde

que denominaron “desacuerdo” de Copenhague (Copenhague, 2009). “En el Protocolo de Kioto, Japón, Rusia y Canadá decidieron bajarse del carro. En cambio, en los tratados de libre comercio, los países que deciden tirarse del barco en último momento pueden ser llevados a los tribunales constitucionales”, alegaba. Llegados a este punto, tras el cual resulta evidente que a los políticos no les importa realmente el cambio climático, podemos reformular la pregunta: ¿A quién le importa? ¿A las empresas? Diría que no, pero lo argumentaré en caso de que mis propios argumentos contradigan mi previsión. Y es que, si bien es cierto que ahora se habla de la “economía verde y circular”, que consiste en utilizar los desechos como nuevos recursos energéticos garantizando un desarrollo sostenible, en la práctica las grandes corporaciones se empeñan en ignorar las evidencias. En pleno 2015 existen informes científicos expedidos por instituciones especializadas como lo son la NASA o el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) y ya apenas nadie se atreve a refutar lo irrefutable, a excepción de aquellos que piensan que los propios científicos no se ponen de acuerdo, mientras que ellos mismos aseguran lo contrario: “con base en evidencia bien establecida, alrededor de 97% de los climatólogos han concluido que los humanos están cambiando el clima”, afirma la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia (AAAS) en su informe “What we know”. Pese a esto, desde hace unos años, empresarios como Rupert Murdoch (CEO de News Corp.), ha hecho de sus medios un altavoz para el negacionismo frente al cambio climático. Lo curioso es que en 2007 (por tanto antes de que estallara la crisis financiera de 2008) el propio Murdoch había anunciado en la Fox un programa de incentivos para que sus empleados


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se gesta esta agenda setting de la que venía hablando antes, también parecen haberse inclinado hacia el monotema del momento. Resulta natural que un atentado terrorista, que se ha cobrado la vida de tantos y tantas, se apropie también de nuestros temas de conversación. El problema viene cuando los políticos se acogen a estos acontecimientos para ejercer, una vez más, su política del miedo, la misma que la periodista Naomi Klein bautizaba como “doctrina del shock”. Ésta sostiene la teoría de que los políticos aprovechan las catástrofes naturales, guerras y otros desastres causados por el hombre, para fomentar el miedo entre los ciudadanos, de forma que estos, aterrorizados, rebajen sus criterios a la hora de asumir las políticas de los gobernantes. Lo que está claro, dejando a un lado estas teorías, es que es alarmante –cuanto menos– que los objetivos principales de un esperado evento internacional, como esta cumbre con la que arranca diciembre de este año, sean eclipsados por el refuerzo de medidas de seguridad que se tomarán para proteger a los gobiernos, como destacaban algunos diarios españoles. El País ya anunciaba que “las grandes manifestaciones previstas, la víspera de la apertura de la cumbre y el domingo 12 de diciembre, han sido anuladas”. La noticia que El Mundo recogía bajo el titular “Francia no suspenderá la cumbre del cambio climático en París” –como si fuera una sorpresa que no lo hiciera– refuerza la premisa de “los políticos intentan salvar las cumbres, pero no el planeta” que aportaba el periodista Antonio Cerrillo (La Vanguardia) en las conferencias sobre la comunicación del cambio climático ante la COP21 celebradas este verano. En su ponencia Cerrillo hablaba junto con otros periodistas que habían cubierto las cumbres, sobre el fracaso de estas, tanto la de la tierra (Río de Janeiro, 1992), como el

comprasen coches híbridos. De repente, medios como The Wall Street Journal comenzaron a negar la existencia del problema ambiental. Los expertos hablan de dos formas de concebir la cuestión medioambiental: la primera es la lucha contra el calentamiento global y la segunda la adaptación de las empresas a los cambios climáticos. Así, tenemos casos de empresas que dicen y prometen, pero todo se queda en la foto y el apretón de manos, en acciones “por el medio ambiente” que resultan en pura Responsabilidad Social Corporativa. Y para la COP21, si teníamos algo de esperanza en que esta cumbre fuera diferente, decisiva, y realmente fuera a ejercer presión con políticas enfocadas al desarrollo sostenible, parece que, una vez más, nos vamos a quedar con las ganas. Entre tanto, cientos de especies de animales y plantas están en peligro de extinción, el nivel del mar se eleva a una velocidad que dobla el promedio del siglo XX, crece la amenaza de incendios forestales y continúan las olas de calor que se cobran vidas de una población cada vez más envejecida. Además, aumentan las desigualdades y seguirán apareciendo problemas sociales como los que surgen en oriente medio, que –ahora que afectan a occidente– tienen tan preocupados a nuestros gobiernos. Y es que según el informe de la AAAS al que me refería “el cambio climático puede influenciar la competencia por recursos y pone nuevas cargas en economías, sociedades e instituciones gubernamentales. Los reportes señalan el hecho de que estas cargas pueden desencadenar violencia. Hay un creciente reconocimiento de que el desplazamiento de grandes números de personas por escasez de agua y fallida agricultura, como en la historia reciente de Siria, puede exacerbar tensiones que resultan en agitación civil”. Al fin y al cabo, sólo es medio ambiente.¿A quién le importa?.

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Marxismo y socialismo

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo.

Por Pau BaraldĂŠs


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1.

La lucha de clases

“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases[1]”. ¿Qué es la lucha de clases? La lucha de clases es la lucha política, económica e ideológica de una clase sobre la otra[2]. ¿Qué es una clase? “Trátase de tres grandes grupos sociales de cuyos componentes, los individuos que los forman viven respectivamente de un salario, de la ganancia o de la renta del suelo, es decir, de la explotación de su fuerza de trabajo, de su capital o de su propiedad territorial[3]”. La lucha de clases bajo el punto de vista del marxismo siempre ha existido. La lucha de clases es la lucha de la clase oprimida en contra de la clase opresora. ¿En qué podemos distingir estas dos clases? La clase opresora es la que tiene en su poder los medios de producción. Los medios de producción vienen determinados según las fuerzas de trabajo y la infraestructura económica de estos (es decir, mediante los recursos económicos y mediante la fuerza que puede generar un molino, una fábrica, los obreros, animales de carga). El marxismo entiende que mediante el materialismo histórico (esta idea será desarrollada en el siguiente apartado)

los medios de producción determinan las condiciones ideológicas y políticas del momento. Como veremos, a partir de la revolución industrial y la industrialización, aparece una clase, la clase proletaria. El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX[4]. Por lo tanto, la clase proletaria está en la lucha económica contra la burguesía, quien contiene los medios de producción. El trabajador está obligado a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario que esté le da el burgués. ¿Y la clase burguesa? La clase burguesa como he dicho es la que contiene los medios de producción, la que mediante la explotación del trabajador busca el beneficio propio. La clase burguesa mira por sus intereses y va cediendo prerrogativas a los trabajadores para que estos LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

[1] MARX, Karl – Friedrich Engels (1848): el Manifiesto del Partido Comunista, pp. 36, Barcelona: Progreso, 1989. [2] POLITZER, Georges (1935): Principios elementales y fundamentales de la filosofía, Madrid: Akal, 2004. [3] MARX, Karl (1867): el Capital, libro III, cap LII, pp. 817-818. Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 1952. [4] ENGELS, Friedrich (1847): Principios del comunismo, pp. 75, Barcelona: Progreso, 1989.


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“Todas las manifestaciones artísticas y opiniones políticas vienen determinadas por la superestructura” estén satisfechos y no cuestionen el poder del estado burgués. Los trabajadores se defienden de estas vejaciones mediante la lucha económica (huelgas, manifestaciones), la lucha política (rebeliones, guerra) y la lucha ideológica (agitación y propaganda), poniendo así en jaque al burgués reclamando mejoras de condiciones de vida. Un ejemplo de la lucha de clases puede ser la Comuna de París o en la Revolución rusa de 1917, cuando el trabajador organizado busca acabar con la explotación del hombre por el hombre mediante la violencia de clase. El objetivo de la lucha de clases es la de alcanzar el estado socialista. La historia es la historia de la lucha de clases, con eso Marx se refiere que el materialismo histórico es a partir de las contradicciones que se establecen entre clases. La sociedad se va desarrollando a medida que las fuerzas productivas se desarrollan y a través de los cambios sociales. Marx a través del materialismo histórico interpreta bajo una visión de clase cómo avanza la historia. Así pasamos al siguiente punto: materialismo histórico. 2.Materialismo histórico “La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase[5]”.

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[5] MARX, Karl – Friedrich Engels (1848): el Manifiesto del Partido Comunista, pp. 37, Barcelona: Progreso, 1989. [6] STALIN, Iosef: Cuestiones del leninismo, ed. Lenguas Extranjeras, Moscú, 1946, pp. 539 – 53. [7] MARX, Karl – Friedrich Engels (1848): el Manifiesto del Partido Comunista, pp. 51, Barcelona: Progreso, 1989. [8] ENGELS, Friedrich: Anti-Dühring, Grijalbo, México, 1965, p. 12. [9] LENIN, Vladimir (1917): El Estado y la revolución, pp. 44, Madrid: Alianza editorial, 2006.

El materialismo histórico tal y como he explicado antes, viene determinado por las condiciones históricas y materiales del momento. ¿Cuándo aparece el materialismo histórico? En el momento que Marx se da cuenta que se puede clasificar la historia según los diferentes de modos de producción que han existido y su desarrollo. Vamos a pasar a hacer un repaso breve de estos momentos: En consonancia con los cambios y el desarrollo experimentados por las fuerzas productivas de la sociedad en el curso de la historia, cambian también y se desarrollan las relaciones de produccióbn entre los hombres, sus relaciones económicas. La historia reconoce cinco tipos fundamentales de relaciones de producción: el comunismo primitivo, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo[6]. El comunismo primitivo era aquel que se basaba en los modos de subsistencia (caza, recolección y pesca), con la aparición de la escritura, agricultura y del uso de metales aparece el esclavismo, donde se basa a partir de la fuerza de los esclavos que estos eran fruto de las primeras guerras. Con el tiempo se va a desarrollar un mercado primitivo y las fuerzas de producción, la clase noble acabará acumulando fuerzas hasta llegar al feudalismo. Con un mercado cada vez más incipiente hasta llegar al capitalismo con el desarrollo de la industria, mejora de los

medios de producción, infraestructuras nuevas, mercado a gran escala, colonias y explotación de las periferias para obtener materias primas. A Marx y Engels les tocó vivir la fase del capitalismo pre-monopolista, antes del imperialismo boyante del siglo XX y de la Gran Guerra. Para Marx y Engels, el socialismo es aquel momento cuando la clase obrera organizada toma los modos de producción y los socializa, formando así el estado socialista y acabando con la explotación del hombre por el hombre. “Abolir la propiedad privada y socializar los medios de producción[7]”. Es la fase que se denomina como dictadura del proletariado. 3.Superestructura e infraestructura La estructura económica de la sociedad constituye en cada caso el fundamento real a partir del cual hay que explicar en última instancia toda la superestructura de las instituciones jurídicas y políticas así como los tipos de representación religiosa filosófica y de otra naturaleza, de cada período histórico[8]. Marx y Engels mediante el concepto infraestructura y superestructura explican la relación que existe en la economia de una sociedad y las instituciones políticas y jurídicas, lo que sería la ideología imperante que emana de la base económica. Para entenderlo de una forma más simple, las bases sólidas de la sociedad serían la estructura económica sobre la cual está el estado, es decir, la infraestructura. ¿Qué es entonces la superestructura? Los elementos sociales e ideológicos de la sociedad. Para Marx, cada elemento de la sociedad contiene una parte de la conciencia del estado. Todas las manifestaciones artísticas y opiniones políticas vienen determinadas por la superestructura. Para Marx y Engels, las relaciones sociales vienen determinadas por los medios de producción que estos medios determinan la superestructura. Es interesante conocer el concepto conciencia de clase. ¿Qué es la conciencia de clase? Para el marxismo, aquellos sujetos más avanzados en su condición de clase, se dan cuenta de las contradicciones del sistema capitalista y toman conciencia contra la clase opuesta. Un trabajador puede tener conciencia de clase como un burgués tiene conciencia de su clase. Cada clase tiene objetivos opuestos y esta contradicción se materializa en la lucha de clases. 4.El Estado El Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre clases[9].


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Para el marxismo, tanto el Estado capitalista como el Estado socialista, es un órgano de opresión de una clase sobre la otra. ¿Qué quiere decir eso? En el capitalismo entendemos que hay la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, quien controla los medios de producción. La burguesía no solo contra el aparato económico sino también el aparato político y social, siendo así, amortigua la lucha de clases mediante el dominio del Estado. Con el dominio del Estado, una clase constituye sus leyes, sus constituciones, sus comicios, sus cámaras parlamentarias. Para el socialismo, el proletariado solo puede ser libre si se emancipa del Estado burgués capitalista, puesto que no hay libertad alguna. En cambio, la socialdemocracia opta por reformar el sistema capitalista mediante el sufragio electoral. Los teóricos marxistas creen que la clase obrera sólo puede verse realizada mediante la creación de un Estado nuevo, ya que la burguesía no cederá sus derechos tan fácilmente. Para ello y mediante la lucha de clases y la revolución, el socialismo plantea la dictadura del proletariado. 5.La dictadura del proletariado El proletariado toma en sus manos el poder del Estado y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este mismo acto se destruye a sí mismo como proletariado y destruye toda diferencia y todo antagonismo de clases, y con ello mismo, el Estado como tal[10].

La dictadura del proletariado, tal como la define Stalin “es el instrumento de la revolución proletaria, un organismo suyo, su punto de apoyo más importante[11]”. Es decir, una vez hecha la revolución socialista, el nuevo Estado se constituye a partir de un órgano de poder propio. Este Estado tiene su eje central en el Partido Comunista, quien mediante el centralismo democrático y la burocracia controla todas las instituciones políticas. Pero, ¿cómo se llega a la dictadura del proletariado? Lenin explica que “la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal[12]”. Para que pueda surgir el Estado socialista, es necesario una revolución armada para destruir el Estado anterior y poder construir así el socialismo. Esto puede llevar a la guerra civil entre los poderes opuestos a la revolución, un caso de ello fue la Guerra Civil rusa antes de que se constituyera la Unión Soviética: “destruir el aparato del Estado, nos indica bien visiblemente cómo la clase dominante se esfuerza por restaurar los destacamentos especiales de hombres armados a su servicio, cómo la clase oprimida se esfuerza en crear una nueva organización de este tipo, que sea capaz de servir no a los explotadores, sino a los explotados[13]”. La dictadura del proletariado consta en socializar los medios de producción y ponerlos al servicio de la clase obrera, siendo así, acabando la explotación del hombre por el hombre y creando el sistema socialista.

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[10]ENGELS, Friedrich: El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. [11]STALIN, Iosef (1924): Fundamentos del leninismo. [12] LENIN, Vladimir (1917): El Estado y la revolución, pp. 45, Madrid: Alianza editorial, 2006. [13] LENIN, Vladimir (1917): El Estado y la revolución, pp. 48, Madrid: Alianza editorial, 2006.


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Guardianes del cambio

Elecciones generales 20-D

Por Alejandro Cuarán

L

a historia de nuestra tierra está escrita con sangre, el peor genocidio que se recuerda ocurrió en nuestro continente, a partir del 12 de octubre de 1492, donde millones de seres humanos fueron brutalmente masacrados, en ese mal llamado encuentro de civilizaciones. El saqueo de los recursos ha sido constate desde aquellos tiempos, la desaparición del lenguaje, la cultura y hasta la misma religión fue borrado de la conciencia de la mayor parte de los aborígenes. Nuevos estereotipos se impusieron y aun hoy en día siguen condicionando el actuar y el pensar de mucha gente. Principalmente, por parte de sectores oligárquicos que siguen intentado llegar al poder para repetir las viejas prácticas del pasado, se ve una marcada tendencia a defender y promover políticas de dominio y entrega de la soberanía de los pueblos. En estos precisos momentos miles de sujetos están siendo formados y adoctrinados por distintos organismos con el propósito de boicotear los ansiados cambios que tanto se han anhelado. Se vio claramente en el caso de Honduras con el derrocamiento de Manuel Zelaya, y el de Fernando Lugo en Paraguay. E igualmente el ataque constante y continuo a la república de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Si no prosperan las intentonas golpistas, este ataque financiero

ya lo se vio claramente en Argentina con los llamados fondos buitre. Se puede nombrar una lista muy grande de organizaciones que reciben apoyo y financiación para desestabilizar las democracias legítimamente constituidas. Partiendo desde arriba se ve el ataque continuo y perpetuo del gobierno estadounidense, el fondo monetario internacional, el banco mundial, la USAID, la CIA, la DEA, la NSA, la APDA, la NED, la FAES, múltiples ONG y un largo etcétera de instituciones con fines maquiavélicos. El 5 de agosto de 1.829 el Libertador, Simón Bolívar proclamaba: “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para Plagar la América de miserias a nombre de la libertad”. Bolívar señalaba así la política expansionista, intervencionista y guerrerista que ha caracterizado a los EEUU desde que alcanzó su independencia del colonialismo británico en el año de 1.776. En Venezuela la USAID con la ayuda de la embajada de EEUU ha financiado la actividad de 700 ONG con un aporte aproximado de 70 millones de dólares a través de distintos fondos para apoyar candidatos anti chavistas, la formación de un nuevo liderazgo, intensificación de la crisis política y reorganización de la sociedad civil con el propósito de crear el caos. En 2007 la USAID destinó 120 millones de dólares,


47 financiando a los partidos de oposición y movimientos separatistas. Las acciones de la USAID fueron tan descaradas, que Evo Morales expulsó al embajador estadounidense Philip Goldberg en septiembre del 2008. La USAID usaba el pretexto del ecologismo altruista en pro de la democracia para desestabilizar el gobierno, pero en 2013 fue expulsada definitivamente, poniendo así punto final a tanto atropello. En ecuador los opositores han recibido ayudas enormes de Estados Unidos y de movimientos derechistas de Europa occidental. En agosto del 2008 se nombra como embajadora de EEUU a Heather Hodges, la misma que estuvo en Moldavia en la revolución de colores en 2009 organizando el desorden. La USAID ha financiado la oposición política de Ecuador, la autonomía regional de Guayaquil a través de medios de comunicación, etc. La misma empresa que promovía el golpismo en Bolivia lo hacía en Ecuador (Chemonics). El Centro para la Empresa Privada (CIPE) ha recibido cerca de un millón de dólares anualmente por parte de la NED para promover los tratados de libre comercio, la globalización y la autonomía regional a través de la radio, televisión y prensa ecuatoriana. La USAID y la NED han brindado un financiamiento multimillonario a miembros y sectores de CODEMPE, CONAIE, Pachakutik, la Corporación Empresarial Indígena del Ecuador, la fundación Qellkaj, el instituto ecuatoriano de economía política, Fundamedios, Projusticia, etc. En 2012 la USAID canalizaba un total de 22.869.000 dólares para grupos y programas en el Ecuador, unos 157.896 se entregaron a una ONG para “alentar el liderazgo juvenil, los valores democráticos y el espíritu empresarial”. La ONG Fundamedios, con asesoría y amplio financiamiento desde EEUU, recibió 75.000 dólares de la NED para “defender y proteger a los periodistas y la libertad de expresión” en 2013 y así se podría seguir denunciando una infinidad de intromisiones y boicots que se vienen sucediendo en varios países del ALBA. Llegados a este punto cabe preguntarse dónde queda la responsabilidad y el compromiso con las sociedades. De seguir por preocuparse de los temas mediáticos, generalmente uno queda al margen de los acontecimientos, limitándose al ejercicio de la crítica y la emotiva opinión de disconformidad. En estos últimos 15 años hemos visto como una fuerza revolucionaria y transformadora a recorrido nuestro continente, aunque para alegría de muchos y desgracia de otros en 1998 incursiona en el panorama político venezolano Hugo Chávez que, podríamos decir, inaugura los distintos procesos transformadores y empieza a romper las cadenas de un sometimiento abusivo e inhumano por parte de diversos países hegemónicos, principalmente EEUU. En 2003 llega Lula da Silva a trasformar Brasil; el 25 de mayo del 2003 llega Néstor Carlos Kirchne en Argentina; en 2005 con un 54% de aprobación gana las elecciones Evo Morales; en 2006 gana las elecciones Rafael Correa para romper la idea del país ingobernable y levantar una patria nueva. En el mismo 2006

llega Michelle Bachelet al palacio de la moneda, otro hora bombardeado por la aviación chilena a cargo del general Augusto Pinochet, con el asesoramiento de la CIA. El 5 de noviembre del 2006 vence Daniel Ortega en Nicaragua; el 25 de Octubre del 2009 triunfa José Mujica en Uruguay, etc. El 23 de mayo de 2008 en la ciudad de Brasilia se firmó el tratado constitutivo donde se estructuró y oficializó la Unión de Naciones Suramericanas UNASUR, cuya sede oficial se inauguró en la ciudad de Quito hace un año. El martes 23 de febrero de 2010 en sesión de la Cumbre de la unidad de América Latina y el Caribe, en Playa del Carmen, Quintana Roo, México, fue creada la CELAC. Posteriormente, en la Cumbre de Caracas,Venezuela, realizada los días 2 y 3 de diciembre de 2011, quedó constituida definitivamente. Muchos otros organismos paralelos a estos fueron creados con el propósito de integrar a los estados latinoamericanos y alzar una sola voz ante este mundo globalizado que devora y arrolla la soberanía de los pueblos en pro del libre comercio y el flujo libre del capital, que nunca encuentra muros o fronteras para sus fines. El 10 de diciembre como cada año desde 1950 se celebra la conmemoración de los derechos humanos. A causa de los desastres ocurridos en la segunda guerra mundial, se tomó la iniciativa de crear un código moral, ético y jurídico que desde la revolución francesa se reconocía como los derechos inalienables del hombre, pero que a día de hoy dejan mucho que decir. Lamentablemente se aprecia como aquellas páginas se escribieron con la sangre de millones de seres humanos y cuya redacción hasta hoy no pone fin a esos amargos escritos. Ese juego sucio que han emprendido ciertas naciones en contra de la voluntad de otros no es más que una vil maniobra en la cual vemos claramente que la vida vale más en el norte que en el sur, los supuestos derechos del hombre solo se implantan dentro de sus fronteras, mas sin embargo no les tiembla el pulso a la hora de invadir y saquear países indefensos, cual cazador aventaja a su presa con su pistola. De esta manera vemos como estos gendarmes o más bien verdugos abusan de su poderío tecnológico, militar y maléfico, rompiendo y destrozando aquel acuerdo. Basta con revisar las negras páginas de la historia para darse cuenta de que múltiples imperios han surgido con el propósito de someter y robar las riquezas de otros, pero a su vez también se ha visto como temibles luchadores han batallado para emancipar el yugo opresor. Verdaderos revolucionarios de conciencia que no han dudado a la hora de reclamar justicia y hacer justicia. Hoy la lucha continúa. A pesar del llamado desarrollo vemos claramente que sí hemos progresado tecnológicamente mas no ha sucedido lo mismo a nivel moral o humano. Los índices de pobreza se han multiplicado de forma exponencial, el hambre y la desnudez están a la orden del día. Y mientras los países desarrollados envían transbordadores espaciales fuera de la tierra, valorados en millones de dólares, buscando alguna forma de vida, aquí la misma

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“Sería muy triste ver el retroceso de las victorias conseguidas, ser testigos de cómo el fantasma del pasado regresa para acabar con un país libre y soberano”

se muere a diario, la extinción de especies no cesa y qué decir de los miles de seres humanos que mueren por no tener un alimento que llevarse a la boca. Esta generación pasará a la historia como aquella que tuvo la capacidad, el conocimiento y la riqueza suficiente para llevar a este mundo a un estado de bien estar óptimo y no lo hizo. El llamado es a la conciencia de aquellos hombres y mujeres que empatízan y creen que el cambio es posible. Es el momento de aunar fuerzas en pos de un mismo objetivo. Hacer cada día de éste un mundo mejor. Los estímulos que nos mueven van enfocados hacia la lucha social, la reivindicación política y la promoción cultural. Todo aquello dirigido hacia la población migrante y con el propósito de lograr una mayor integración en la sociedad que nos acogió. A colación de todo esto no podemos negar o ser tan ciegos como para no ver o reconocer los grandes cambios y múltiples logros que varios países de la región han alcanzado. La reconquista de la soberanía y la auténtica independencia ha costado sangre y lágrimas. Las víctimas se cuentan por millares y los mártires por centenares. Muchas veces la falta de conciencia política ha colaborado en la continuidad de gobiernos entreguistas y nefastos, que flaco favor han hecho a nuestras naciones. Y es aquí donde se quiere incidir, ya que si apenas existen espacios donde se pueda debatir o traer a reflexión los múltiples procesos que hemos vivido, de igual manera la tergiversación y manipulación de la información la encontramos por doquier y en cada esquina. Llegó el momento de participar en los diver-

sos espacios de acción social, cultural y política ya que no es desde la mera opinión o la simple crítica como se cambian las cosas. Se considera que la acción es indispensable si se quiere mejorar en algo nuestro mundo. Al verse el panorama geopolítico, uno puede darse cuenta de que el torneo de ajedrez ya empezó y además el contrincante juega sucio y hace trampa. Nos encontramos ante dos bloques claramente definidos y con propósitos muy distintos, el grupo capitalista con sus antecedentes destructivos y genocidas no han hecho más que sembrar el miedo y el dolor por medio mundo. Con la excusa del terrorismo se han inventado un sin número de controles que no hacen más que limitar la libertad de expresión y la libre circulación que tanto reclaman. Ellos se han autoproclamado los jueces del planeta, con la capacidad de intervenir y ocupar cualquier país que para ellos represente un peligro o detente alguna de las muchas materias primas que tanto ansían. Con el propósito de llevar la tan aclamada “democracia”, han asesinado más gente que el mismo autócrata que gobernaba dicho país; han formado y adoctrinado un sinfín de dictadores que al amparo de su apoyo sometieron y amedrentaron poblaciones enteras, saqueando y expoliando las riquezas de aquellos lugares. En fin, es innumerable la lista de atropellos y atrocidades cometidas por el despiadado capitalismo, cuyas fauces amenazan la vida misma del planeta. Basta con analizar detenidamente los acontecimientos ocurridos en Iraq, Ucrania, Libia, Siria, para darnos cuenta de quienes están detrás de todo y qué propósitos u objetivos persiguen. Por otro lado el surgimiento y repunte del blo-


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que latinoamericano en el plano geopolítico, la voz de la CELAC, UNASUR y el ALBA juegan hoy en día un papel crucial en nuestra región y cada vez más se deja escuchar en los foros internacionales, estas instituciones guardan la estabilidad regional y se han convertido en la garantía de muchos países que, de no ser así, ya estarían intervenidos. Hoy nuestra América se tiñe de rojo, pero ya no con la sangre de inocentes, como en décadas pasadas, donde los comandos de la muerte de la escuela de las américas hacían estragos, o los sanguinarios soldados del plan cóndor amedrentaban todo el cono sur. El rojo de nuestra América es el socialismo del siglo XXI, una corriente política más humana, que le da derechos no solo a sus habitante, sino también a la madre tierra, como lo dictan las constituciones de Bolivia y Ecuador, un socialismo inclusivo, participativo, activo, más justo y equitativo. Nosotros no debemos ser simples espectadores de los múltiples cambios que se están sucediendo. Hoy más que nunca debemos ser consecuentes y organizar movimientos de conciencia social, presentar propuestas, colaborando en la construcción de una sociedad justa y equitativa, luchar por la integración y sobre todo concienciar a la gente sobre las múltiples irregularidades que se han cometido y se siguen cometiendo en el entorno. No se puede permitir que la injerencia extranjera continúe haciendo de las suyas. Hay que seguir luchando por una independencia real y efectiva, estamos llamados a ser los guardianes de la revolución, no podemos permitir que se nos robe nuevamente la libertad que tanto ha costado.

Sería muy triste ver el retroceso de las victorias conseguidas, ser testigos de cómo el fantasma del pasado regresa para acabar con un país libre y soberano. La juventud que hoy se está formando tiene la responsabilidad de velar por el futuro de su patria, la indiferencia y la ignorancia de la propia historia ha ocasionado daños irreversibles en las naciones. Hay que ser consciente de que si no se participa en los cambios políticos y sociales, otros harán las transformaciones a cuyos efectos no tendremos más que resignarnos “Si hoy no luchas, mañana no llores “dice un viejo refrán. Todo en la vida cuesta. Nada se nos da por regalado. Las conquistas sociales y los derechos fundamentales se han ganado a base de mucho esfuerzo. Nosotros no podemos exigir grandes cambios sentados en el sofá de nuestras casas o limitar nuestras vanas críticas a la barra de un bar. Existe la opción de quedarse como víctimas o luchar como próceres. Esta lucha se extiende fuera de nuestras fronteras, ya que como migrantes también tenemos la obligación de colaborar con las sociedades de acogida. Participar de los cambios que se avecinan. Aquí en España muchos trabajamos, estudiamos, compramos, viajamos, etc. Y por tal motivo cualquier decisión política nos afecta directamente. Los recortes sociales, la subida de impuestos, la inflación, la bajada de salarios, los desahucios, etc. No distinguen procedencias, sin embargo, nada más que nuestra propia pereza nos impide luchar, nada perdemos con protestar, asistir a las marchas, redactar propuestas, en fin, colaborar en la construcción de nuestro entorno.

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Madre de familia y amo de casa

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El feminismo no es un asunto sólo para mujeres, o una pelea por cambiar una región particular de la vida, sino también un modo de hacer política que atiende a la extensión de la justicia, la igualdad y la democracia en la vida cotidiana. (Marina Montoto)

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artiendo de que vivimos en una sociedad irrespetuosa por defecto, pensar que es posible llegar más lejos en temas de igualdad entre sexos es una motivación para continuar con la lucha de las y los feministas. A mi modo de ver el feminismo tiene que superar principalmente dos batallas. La primera es que en lo institucional las mujeres cada vez más vayan asumiendo altos cargos de responsabilidad y, en segundo lugar, que los hombres se sientan partícipes de este movimiento. Sabemos, por supuesto, que el feminismo no es el antónimo de machismo. Mientras que el machismo antepone los intereses del hombre a los de la mujer y la oprime, el feminismo pretende alcanzar la igualdad entre sexos. Es, pues, una tarea fundamental por parte de los hombres sentirse identificado con el feminismo puesto que a pesar de que etimológicamente el término derive de fémina o femenino (fácilmente malinterpre-

Por Enric Parellada table por las semejanzas entre macho/machismo), el leit motiv de dicho movimiento social, insisto, es la igualdad entre sexos. No obstante la respuesta a estos dos puntos planteados no es tan sencilla de determinar. ¿Cómo se consigue que una mayoría social luche a favor de la igualdad entre las gentes de este planeta a pesar del sexo de unos y de otros? Hace falta que el movimiento seduzca para construir un nuevo eje hegemónico desde las instituciones, pero la losa que cargan las feministas en la espalda es muy pesada. Hegemonía y género En toda construcción política se da una construcción antagónica. El feminismo no solo no se opone a la hegemonía sino que en muchas ocasiones forma parte de ella. La hegemonía marca ese espacio que es la corrección política. Solo se determina cuando la hegemonía ya ha estado conquistada. Es


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“Si no hay soberanía sobre nuestros propios cuerpos, esto imposibilita al pueblo la posibilidad de constituirse en un ser completo y abstracto”

entonces, pues, cuando hay que orientar el sentido para transversar los horizontes hegemónicos colectivos. Sin hegemonía, muchas transformaciones significativas pasan desapercibidas. Asimismo. es necesario partir desde posiciones contrahegemónicas para conseguir precisamente la condición hegemónica. El feminismo produce hegemonías cotidianamente. En un entorno hegemónico, las identidades se conformarían en el interés político; eje irrenunciable. Sin embargo, el vocabulario demuestra como en realidad dicho eje hegemónico no es más que una hipótesis. El lenguaje, por ejemplo, demuestra a través de los géneros cómo se antepone el hombre a la mujer. La construcción social que ello supone la tienen hombres y mujeres tan arraigada que a muchos les parece coincidencia que el género neutro use la misma partícula que el género masculino. Las palabras producen realidad social, por eso está bien subvertir el lenguaje y atreverse a usar tanto la forma masculina o la femenina para referirse al género neutro. El género neutro en la forma masculina construye identidades y en consecuencia propicia pensar de modo paternalista. Hay que impulsar modelos democráticos y hacerlo de forma audaz y perseverante. Unos mandatos de género fuertes y además delimitados. No hay absolutamente nada de orden natural en esto. El género neutro, por supuesto, es una construcción de estado y de orden político. A veces criticar esto es como gritar en el desierto y esperar que alguien te oiga, pero lamentablemente esta visión del género neutro está demasiado integrada en la vida de las personas. Micromachismo y macromachismo No creo que el término micromachismo sea un concepto bien acuñado. Dicen que, por un lado, este está en las relaciones, en el sexo, en la cultura y que, por otro lado, el macromachismo está en la política y en las instituciones. Vivimos en una sociedad machista y el micromachismo debería entenderse como machismo cotidiano, ya que de “micro” no tiene nada. Lo grave es que demasiados y demasiadas jamás llegan a comprender cuánto hay de natural o de construcción social en las costumbres de las personas. Es entonces cuando se asumen roles entre sexos completamente arbitrarios; ama de casa y padre de familia y no, en cambio, amo de casa y madre de familia. Esto conlleva a la visión determinada de los sujetos contingentes que tienen que partir de las experiencias concretas de las mujeres para poder crear sus exigencias. Dentro del feminismo hay confrontación y el sujeto universal de las mujeres expulsa a muchas mujeres de sentirse identificadas. El cánon de persona con derechos parece que sea hombre, con poder, blanco y heterosexual. Hay que romper con esto y dejarlo atrás porque no a todas les aprieta el zapato por el mismo lado. En suma, no hay que ir multiplicando necesidades o sujetos para la causa feminista, sino que es la propuesta de donde nos situamos para pelear por el discurso feminista. La clave es disponer de capacidad para buscar sus deseos y sus necesidades. Pero claro, aquí también juega el papel de la propia subjetividad. ¿Cuántas son las posibilidades de identificación de una propuesta feminista concreta? La importancia de utilizar los significantes vacíos es para utilizar la cadena de equivalencias en lo social y en lo político

para crear una identidad feminista. Al fin y al cabo, la mayoría de decisiones se toman fuera de la soberanía popular. Se requiere devolverla al pueblo, es una necesidad. Las gentes son algo más que personas encarnadas en cuerpos. Si no hay soberanía sobre nuestros propios cuerpos, esto imposibilita al pueblo la posibilidad de constituirse en un ser completo y abstracto. Hay que extender el concepto de democracia. Extenderlo a lo que es el ámbito privado de cuidado. Significantes vacíos que se deberían de llenar de contenido y así radicalizarlos. Prácticas que suponen riesgos, pero también valentía. Sin embargo esto requiere más discusión. Cierta normalización de la violencia se está aceptando y esto propicia la impunidad social. En una sociedad democrática no puede haber muertes por relaciones de dominación. Es necesaria una dosis bien alta de igualdad. Hay que radicalizar el concepto para que tenga operatividad en el consenso social. El feminismo no es conciliador con ninguna agencia liberal sino que debe proponerse como un proyecto emancipador. Hay que articular distintas luchas en la centralidad del tablero a través de propuestas concretas y transitorias en un proyecto más general para contrahegemonizar. Si el feminismo teoriza desde la perspectiva de la igualdad, pero desde los ejes de contradicción, no hay que ser tolerantes. Esto implica unas limitaciones y unas dificultades. Ahora sí, con todas las mujeres. No tiene cabida la no aceptación de una actitud así. Las nuevas institucionalidades complementadas con la organización ciudadana en las calles es el derecho común por el que hay que actuar frente a lo que plantea el neoliberalismo. No puede ser que se entienda a las mujeres como unos sujetos situados que no están en la historia. Cuando se pone de relieve que se tiene cuerpo, por prácticas y actuaciones, los sujetos son resultados del poder. Hay construcción por la lógica liberal masculina que constituye a los sujetos por costumbres, lenguajes, identidades, etc., ocultado por la ideología liberal idealizada por el capitalismo. Hay identidades construidas y constituidas. ¿Pero dónde y cómo se constituyen los sujetos? Creando lugares femeninos. Por ejemplo, ¿lengua materna por qué? Denominarlo así es un espacio prepolítico. Hay que poner a relieve que a quien nace le falta tener en común una lengua generada en un espacio invisible, el que no miramos desde la política. Construir identidades plantea distintas acciones para construir un sentido común contingente hegemónico que excluye identidades. Sabemos que las identidades se construyen, pues hay que construir la hegemonía en la que remodelar el sentido común, sin tener un pie en él ni saber cómo es. Como explica Clara Serra, es importante un desplazamiento tectónico en el sentido común a través de puntos de partida que lo han transformado y cambiado. La teoría hegemónica nos explica qué hay que articular y construir. Por eso también hay que saber diferenciar: ciertas demandas feministas no son hegemonía porque no son del todo aceptadas. Hace falta ligar muchas más equivalencias para intentar asumir un sentido común. Hacer una relación de amigo-enemigo en las demandas propiamente feministas. Hay que desplazar al enemigo.

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Bipartidismo: crónica de una muerte anunciada Albert Rivera rascando aquí y allá, Rajoy intentando no hacer ruido, Sánchez dejándose coleta y Pablo Iglesias tocando la guitarra. 20D: la fiesta de la democracia.

Elecciones generales 20-D

Por Eduardo García

“U

n Podemos de derechas” es lo que pedía en 2014 Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell. Y sus deseos fueron órdenes para los mass media en España, que en menos de un año habían catapultado a la cima a un catalán llamado Albert, que con apariencia de niño de bien salido de una realidad atemporal y con una ambigüedad discursiva que solo le permitía ser tajante en la cuestión de Cataluña cameló al electorado de “centro”. Si el PSOE no tenía ya suficiente con el trasvase a Podemos de un porcentaje inesperado de su electorado, ahora le tocaba al PP. Al principio todo eran miradas insinuantes y palabras dulces de personalidades del partido como Esperanza Aguirre (casi nada). Parecía que después del susto que el “populismo chavista radical comunista” (algún valiente incluso habló de “paleocomunismo”) había dado, con un par de arreglos y una bisagra llamada Ciudadanos, el régimen podía volver a coger el sueño. Entonces llegó Madrid, llegó Barcelona, llegó Zaragoza,

llegó A Coruña, llegó Cádiz... Y de nuevo, la gota gorda del régimen. Algunos entraron en shock. Y mientras unos cantaban el Puente de los franceses otros avisaban de la llegada del juicio final. Algunos valientes se aventuraron a manifestarse con los brazos en alto (ese día hacía mucho sol...) y entonaban consignas reivindicativas como “Que no, que no, que no, que no” mientras repudiaban las doscientas o trescientas propiedades que parece tener el tal Wyoming. Pero alguno se llevó una sorpresa. Unos meses de gestión y Manuela Carmena es, junto a Ada Colau, la personalidad política mejor valorada según todas las encuestas. Las candidaturas ciudadanas habían ganado y una activista contra los desahucios era la nueva alcaldesa de Barcelona. En Zaragoza cantaron más alto que nunca el Canto a la Libertad del maestro y en Cádiz un tal Kichi entonaba el Si yo fuera el alcalde de Cádiz... con una sonrisa de oreja a oreja. Algunos se frotaban los ojos. Y algo pasó en Cataluña. Un líder poco conocido y un discurso social en unas elecciones totalmente polarizadas fueron


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“Podemos parecía haber encontrado la fórmula exacta de la victoria, hasta que se chocó de frente con los aparatos de construcción ideológica”

el caldo de cultivo para unos resultados decepcionantes de Catalunya Sí Que Es Pot. Pero esa no era la noticia. El sí ganó. Pero, ¿quién ganó el “no”? Tres partidos se tiraban de los pelos por ver quién agarraba el altavoz más potente con el que gritar un NO rotundo al independentismo: PP, PSC y Ciutadans. Y perdieron los que nunca pierden. Y ganó Inés. Y puede que entonces comprendieran en el PSOE que si los votantes históricamente “más a la izquierda” se estaban pasando al morado, el sector moderado del socialismo cada vez se sentía más atraído por el naranja. Y así llegó la política española a trompicones hasta Noviembre con menos de dos meses hasta los comicios más importantes del siglo XXI en nuestro país por una sencilla razón: la política española ya ha cambiado. El guerrero de la coleta había puesto sobre la mesa una serie de debates que ya no se podían esconder y ahora los posicionamientos debían ser más concisos. Eso es precisamente lo que la intelectualidad de Podemos define como centralidad del tablero. Un término polémico que ha levantado todo tipo de sospechas en la izquierda española que lo vio como un rechazo a “la izquierda” y una búsqueda del centro en el eje izquierda-derecha. Pero lejos de esto, el centro del tablero consiste en ser capaz de “remover” la política de tal manera que todo lo que tú digas deba ser debatido o aceptado por el resto de fuerzas políticas. Y entonces llegaron las encuestas. En las europeas nadie daba más de 1 escaño por la formación morada (algunos les llamaron frikis...): sacaron cinco; en las municipales nadie vaticinaba las victorias de Carmena ni Colau. Y cómo no, a un mes de las elecciones tenía que aparecer el CIS y, para muchos, su “cocina”. Lo cierto es que puede entenderse que a muchas personas les cueste creerse su estimación a finales de Octubre en la que el PP (29%) casi triplicaría a Podemos (10%). Algo que teniendo en cuenta los resultados en las principales capitales del país parece casi impensable. Y así llegamos al último ‘sprint’. Ciudadanos sigue inflándose rascando de aquí y de allá. Rascando votos por la unidad nacional innegociable del PP, los votos moderados del “que no gobierne la derechona” del PSOE y los votos del “cambio” de Podemos. No es fácil decir si a Albert Rivera le está sentando bien la velocidad de la campaña, mostrándose dubitativo en La Calle Pregunta de La Sexta Noche y enzarzándose con Wyoming en El Intermedio. Al PP solo le queda agotar el catenaccio. Con un tsunami

mediático de corrupción a la espalda y un líder que camina de ridículo en ridículo por los medios de comunicación no le queda más que cerrarse atrás y aguantar lo que tiene. Tiene poco que rascar y mucho que perder. El PSOE sigue tan desubicado como de costumbre desde la irrupción de Podemos, vacilando entre el discurso de Pablo Iglesias con la cara del galán Sánchez y la postura radicalmente constitucional que le mantiene aferrado al “centro-izquierda”. Y pese a que cada vez que se abren las urnas, pierde votos, no faltan las sonrisas forzadas y los bailes de Iceta (bendito Vine). Por su parte Podemos parecía haber encontrado la fórmula exacta de la victoria, hasta que se chocó de frente con los aparatos de construcción ideológica. La campaña mediática incansable parece haber sido eficaz (dentro de las posibilidades) y ha conseguido que Podemos quite el turbo. Pero estamos en campaña y Pablo Iglesias es el líder con más posibilidades: quien más puede ofrecer y quien menos tiene que esconder. Su margen de mejora es enorme y sus apariciones simpáticas en programas como El Hormiguero se verán reflejadas en los resultados. Izquierda Unida busca un gol en el descuento en una coalición consigo misma a la que ha llamado Unidad Popular mientras observa cabizbaja como Equo se marcha a Podemos. UpyD se cambia el logo y todo apunta a que va a ser la única sorpresa que nos den. La puerta de los pactos chirría al abrirse pero no tiene pomo. PSOE estaría encantado de pactar con Ciudadanos si la aritmética electoral lo permite y con Podemos para hacer presidente a Pedro Sánchez (no parecen estar por la labor). Podemos ha sido tajante: No podrá entenderse con Ciudadanos en materia económica y solo pactará con el PSOE si queda por delante suyo y Pablo Iglesias es presidente. A nadie le sorprendería que Izquierda Unida apoyase a Podemos si Pablo Iglesias lo necesita. Albert Rivera no ha cerrado puertas: pacto con el PSOE en Andalucía y pacto con el PP en la Comunidad de Madrid. El PP no ha hecho muchos amigos en estos cuatro años: el PSOE parece haber cerrado la puerta a un “gran pacto nacional” y Ciudadanos tiene miedo de la repercusión que tendría en su electorado apoyar a Mariano Rajoy como presidente del gobierno. Así están las cosas. Que nos sea leve el 20 de Diciembre (alguno podría atragantarse).

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Hacia una teoría del deporte Por Luis Javier Ruiz-Cazorla

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Profesor y Doctor en Ciencias de la Educación

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n un mundo donde hay tanto para criticar ¿por qué se ha vuelto tan difícil producir una teoría crítica? Por teoría crítica entiendo toda la teoría que no reduce la “realidad” a lo que existe. La realidad, cualquiera que sea el modo en que la concibamos, es considerada por la teoría crítica como un campo de posibilidades y la tarea de la teoría consiste precisamente en definir y valorar la naturaleza y el ámbito de las alternativas a lo que está empíricamente dado.” De Sousa Santos, Crítica de la razón indolente. [1] 1.El Gran Relato del Deporte Moderno Como paso previo a mi exposición considero importante aclarar la hipótesis de la que parto a nivel epistemológico para la construcción de una Teoría Crítica del Deporte. Como decía en mi trabajo anterior,[2] el eje central de mi investigación lo constituye el cuestionamiento de lo que yo denomino Concepción Heredada del Deporte Moderno, que bajo la forma de un Gran Relato de la Modernidad se originó en el siglo XIX, intrínsecamente vinculada al Olimpismo Moderno y su sistema de ideas. Un Gran Relato sobre el Deporte que en poco más de un siglo se ha extendido como una religión por todo el mundo dando lugar a un modelo deportivo institucionalizado, de competición y espectacular, de enorme éxito en su dimensión comercial pero fracasado en las pretensiones emancipadoras con las que ha pretendido legitimarse, por fomentar la corrupción y las desigualdades políticas, económicas y sociales. El modelo deportivo, con sus ideologías, mitos, creencias, valores, etc., se ha instituido además como paradigma hegemónico tanto en la epistemología académica de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFD) como en las Represen-

taciones Sociales (RS) del mismo que circulan en los medios de comunicación y en la vida cotidiana. Lo podemos apreciar a diario en los enunciados sobre temas deportivos que aparecen en los medios audiovisuales, prensa y redes sociales. No sólo del establisment deportivo y de su intelligentsia, sino también de intelectuales o políticos que se presentan como ‘agentes del cambio’, manifestándose de manera crítica frente a los ‘males’ generados por el deporte (corrupción, dopaje, elitismo, violencia, machismo, exclusión social, etc.) pero que no dudan en cantar las excelencias de la competición deportiva (celebrar los records, glorificar a los campeones/as, elogiar las técnicas del alto rendimiento, el esplendor de los grandes eventos, etc.) o en recurrir a la real polytik para eludir los retos de un cambio real del modelo deportivo. Todos en suma vienen a conformar una impresionante y arrolladora legión de adoradores del Deporte que sucumbe dócilmente a la falsa conciencia y a los cantos de sirena de un modelo deportivo entregado a los mercados y al neoliberalismo más salvaje que domina el paisaje mundial. Una legión de incondicionales en definitiva que contribuye al mantenimiento de una maquinaria deportiva excluyente y generadora de desigualdades en lo social, creadora de una falsa conciencia en lo político, abierta a las prácticas especulativas y corruptas en lo económico, destructora de prácticas lúdicas y corporales en lo cultural, o que ante la celebración de cualquier gran evento deportivo no duda en banalizar la injusticia social o las violaciones de Derechos Humanos. 2.Aproximación al Deporte como objeto de estudio Para entender mejor el actual MODELO DEPORTIVO y sus implicaciones epistemológicas e ideológicas podemos recurrir al concepto de PARADIGMA utilizado en las Ciencias Sociales. Tal y como lo introdujo en 1962 el teórico de la ciencia Thomas


55 Khun, con su obra ‘La estructura de las revoluciones científicas’, incluía dos sentidos. Por una parte, significa toda la constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad dada, en nuestro caso la del campo deportivo. Por otra parte, denota una especie de elemento de tal constelación, las concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelo o ejemplo, pueden remplazar reglas explícitas como base de solución de los restantes problemas de la ciencia normal.[3] Interesa destacar de esta definición dos rasgos, el del contenido del paradigma, entre los que me referiré especialmente a los themata (plural de thema), y el de la manera en que el paradigma, con sus themata, condiciona la búsqueda de soluciones concretas a los problemas que se dan en el campo deportivo. El concepto de thema puede ser muy útil para estudiar la relación del deporte con la cultura, la política y la sociedad. Fue acuñado en la década de 1950 por el historiador de la física Gerald Holton para referirse a los conocimientos irreflexivos o inconscientes, escasamente cuestionados, que utilizan los científicos sin darse cuenta, y que son fundamentales, precisamente, para hacer ciencia.[4] Serían aquellos prejuicios fundamentales, de una índole estable y sumamente difundida, que no son directamente resolubles ni derivables a partir de la observación y del raciocinio analítico. Es decir, atributos que no se ven pero sí se sienten o se inventan y que se asumen como si fueran verdades y formaran parte de la realidad para poder construir el conocimiento. Como advierte Holton “…esos themata no se restringen simplemente a su uso en el contexto científico, sino que parecen proceder del campo menos especializado de nuestra capacidad general imaginativa”.[5] Para el presente trabajo lo utilizo con el sentido que se emplea en la Teoría de las RS es decir, como contenidos nucleares de las RS del Deporte, en principio de carácter potencial, pero que son desplegados en contextos específicos, como el político, el educativo, el intelectual o el mediático, para elaborar contenidos reales de las RS del deporte. Su carácter nuclear en el contenido de las RS los hace resistentes al cambio social,[6] y sus enunciados se mantienen invariables a pesar de ser desmentidos una y otra vez por las prácticas sociales, como ocurre con el thema del ‘fair play’, presentado como factor esencial del deporte.[7] que es cuestionado por la frecuencia y extensión del dopaje o por los escándalos de amañamiento de partidos.[8] Otros ejemplos son el del thema de la ‘neutralidad’ del conocimiento sobre el deporte, o el de la recurrente ‘asepsia política’ del deporte que defiende una supuesta ‘pureza’ ideológica del deporte y que es esgrimida por dirigentes políticos y deportivos cada vez que el sistema deportivo es cuestionado por su indiferencia ante las violaciones de los DDHH o por la connivencia con sistemas políticos totalitarios como ocurrió en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.[9] Las aportaciones de Khun sobre los paradigmas en las Ciencias Sociales han sido posteriormente desarrolladas, ampliadas y enriquecidas con las aportaciones de otros teóricos que también he tenido en cuenta en mi desarrollo teórico. De estas aportaciones quiero destacar dos de manera especial. En primer lugar, la ya mencionada Teoría de las Representaciones Sociales formulada por Serge Moscovici [1961] (1979) en su tesis doctoral “El psicoanálisis, su imagen y su público” sobre las RS del psicoanálisis en Francia, que nos ofrece un marco teórico para comprender los procesos por los que esos prejuicios fundamentales y teorías implícitos en el paradigma pasan a formar parte del conocimiento del sentido común. En segundo lugar, las aportaciones del filósofo Edgard Morín y su Teoría de la Complejidad de los objetos sociales, que concede al paradigma un papel clave en la configuración de los sistemas de ideas al funcionar como principios organizadores del conocimiento que controlan de forma imperativa y prohibitiva la lógica de los discursos, pensamientos y teorías.[10]

3.La complejidad del fenómeno deportivo En ningún otro momento de la historia, el deporte y los JJOO como su mayor y más espectacular expresión, han estado tan profundamente arraigados en nuestra cultura globalizada y han gozado de tanta popularidad como en la actualidad. Configurado y difundido por poderosas instituciones nacionales e internacionales, COI, FIFA, UEFA, gobiernos, federaciones, clubes profesionales, etc. El Deporte, en su modelo profesional y espectacular, ha conquistado el planeta en un tiempo relativamente corto, el que va desde finales del siglo XIX, en plena Modernidad, hasta el actual contexto posmoderno de revolución digital y tecnológica. En dicho período se ha producido la mundialización de un modelo uniforme de práctica deportiva difundido desde el mundo occidental anglosajón. Todos los deportes descansan sobre una lógica de funcionamiento similar: una lucha entre oponentes por un valor escaso, la victoria; una base ideológica cuyo núcleo central es la meritocracia competitiva y, finalmente, unas consecuencias sociales derivadas de una jerarquización de resultados que conduce a la clasificación de los participantes. El éxito comercial de dicho modelo no deja lugar a dudas como prueban la omnipresencia del deporte en los medios de comunicación, el incremento constante de consumidores y espectadores interesados por los grandes eventos deportivos, o más notablemente las cifras macroeconómicas que se manejan en el lucrativo sector del deporte. Esta relevancia económica del Deporte así como sus implicaciones políticas, sociales y culturales en el contexto de la posmodernidad lo ha ido configurando como un fenómeno social cuya naturaleza compleja no se ha visto correspondida por el tratamiento que se le ha dado y se le da, desde el campo de las CAFD. Por eso mi estudio parte de dos consideraciones fundamentales sobre el deporte como objeto de conocimiento. Por un lado, de su complejidad como fenómeno social y por otro de la necesidad epistemológica de responder a dicha complejidad desde una estrategia dialógica y transdisciplinar (psicosocial, filosófica, histórica, antropológica, lingüística, económica, política, etc.). Una aproximación compleja y transdisciplinar implica aproximarnos al conocimiento del deporte, desde un diálogo crítico, que contemple las aportaciones que diversos autores y corrientes teóricas han realizado al estudio de los fenómenos sociales. Se traduce en una diversidad de perspectivas entre las que se pueden destacar: A) La consideración del Deporte como un sistema de ideas, como producto y como proceso cultural; el análisis de sus RS; B) el estudio de las prácticas discursivas de la intelligentsia deportiva en el marco de la comunicación social; C) la atención a su función social, política y económica; D) y especialmente, el rol del deporte en los procesos de influencia social, desde el control a la desviación, o desde el mantenimiento al cambio social. Como fenómeno sociológico, la influencia social [11] real del deporte ha sido tradicionalmente ignorada en el campo deportivo, más preocupado en difundir una RS del deporte idealizada y abstraída de sus condiciones políticas y económicas de producción. Admitir la existencia de la influencia social no implica una concepción determinista de los fenómenos sociales ni tiene porqué significar que el hombre sea víctima de los flujos y reflujos sociales, ni que ésta tenga que expresarse a través de algún tipo de coacción o imposición directa. De hecho, y muy especialmente en el campo deportivo, lo habitual es que la influencia social se lleve a cabo mediante sutiles métodos persuasivos, como los que apelan a las virtudes humanistas del deporte, desde un discurso universalista y esencialista sobre los valores sociales o culturales del deporte. En muchos casos, como advierte Canto Ortiz la dificultad de percepción de dichos procesos es el mejor signo de su eficacia.[12] Se trataría pues de adoptar una diversidad de perspectivas, o de ‘miradas’ como diría Donna Haraway (1995),[13] que en

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“El Olimpismo es la base filosófica de su legitimación social. El deporte ha derivado en contenido nuclear del currículo”

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mi opinión son complementarias y necesarias para la comprensión del deporte en su complejidad. Un ejemplo de dichas perspectivas, es el enfoque que propone J. B. Thompson[14] desde la antropología cultural cuando analiza el papel de la comunicación masiva en la cultura moderna. Aplicado al deporte implicaría considerarlo como un medio para la reproducción de las ideologías que engloba valores, prácticas sociales y creencias propios de la cultura en la que se desarrolla. Nos permitiría ver el deporte como una construcción simbólica en relación con contextos y procesos socialmente estructurados e históricamente específicos. Su análisis no debería reducirse pues, como se ha venido haciendo en los estudios tradicionales sobre la dimensión social del deporte, a un enfoque desde la contemplación y la admiración de las acciones, objetos y enunciados significativos, sino que debería ir acompañado de un análisis de las relaciones de poder en las que éstos se ubican y de una reflexión sobre nuestro propio conocimiento, nuestros discursos y sus consecuencias sobre dichas relaciones. Sobre sus efectos en el ámbito de las CAFD también se debería tener presente que, como decía Bourdieu, el campo científico es un campo como cualquier otro, “…con sus relaciones de fuerza y sus monopolios, sus luchas y sus estrategias, sus intereses y sus ganancias, pero donde todas estas invariancias revisten formas específicas”.[15] En definitiva se trataría de realizar una aproximación compleja, para poder abordar el estudio de fenómenos sociales complejos, como lo son el Olimpismo y el deporte en general. 4.El análisis de los discursos sobre el deporte Dos pasos imprescindibles en la metodología de estudio del fenómeno deportivo en el mundo actual son, por un lado el análisis del discurso de los miembros de las instituciones deportivas, de sus comunicaciones públicas y de los documentos institucionales, y por otro la confrontación de dichos discursos con los hechos históricos y las prácticas sociales de las instituciones y agentes deportivos. El análisis del discurso posee una larga tradición en las Ciencias Sociales donde el énfasis en el lenguaje ha constituido precisamente uno de los rasgos característicos del pensamiento posmoderno. Además de Wittgenstein y su teoría sobre los juegos de lenguaje[16], otros autores como Michel Foucault[17] o Jean-François Lyotard[18] han realizado aportaciones importantes en este campo. Lyotard, por ejemplo, reflexiona en torno al concepto de la diferencia en el ámbito de la filosofía del lenguaje. La explicación que proporciona Lyotard de la sociedad se inscribe en el acento que pone sobre la importancia creciente del lenguaje en la sociedad actual, especialmente en los actos de habla y, dentro de éstos, su pragmática. Más recientemente, autores como Van Dijk (2009) o Iñíguez Rueda (2006) han realizado desde una perspectiva crítica, aportaciones teóricas susceptibles de ser aplicadas al campo deportivo. Iñíguez por ejemplo, define el discurso como un conjunto de prácticas lingüísticas que mantienen y promueven ciertas relaciones sociales.[19] El análisis del discurso consistiría en estudiar cómo estas prácticas actúan en el presente manteniendo y promoviendo estas relaciones: trataría de sacar a la luz el poder del lenguaje como una práctica constituyente y regulativa. El análisis de los discursos en el mundo deportivo constituye un paso imprescindible para una Teoría Crítica del Deporte que aborde el proceso deconstructivo y genealógico que demanda el campo deportivo y en especial disciplinas de las CAFD como la Historia o la Sociología del Deporte. La historia del deporte moderno nos ofrece las claves para la comprensión del posmoderno, o contemporáneo si se prefiere. Así por ejemplo, el análisis histórico de los discursos de los agentes

deportivos pone de manifiesto que el idealismo abstracto de la concepción del deporte forjada por el Olimpismo continúa siendo utilizado como base filosófica de su legitimación social, y no solo de los JJOO y del deporte espectáculo, sino también de los llamados deporte praxis o deporte para todos, y de la Educación Física escolar, donde el deporte ha derivado en contenido nuclear del currículo. En definitiva la comprensión del deporte contemporáneo y de sus vínculos paradigmáticos con la Concepción Heredada del Deporte demandan la deconstrucción histórica del sistema de ideas deportivo. La persistencia del calificativo de ‘moderno’ como rasgo identitario del deporte es en sí un indicio claro de su carácter heredado y, a la vez, de su resistencia tenaz a romper lazos con la concepción idealista del deporte transmitida por la Modernidad, de vocación emancipadora y universalista, apoyado sobre un deporte que, como advierte Parlebás, habría trascendido, supuestamente, los diferentes períodos históricos hasta culminar en el Deporte Moderno.[20] Paradójicamente, en el dominio de las CAFD, reina un consenso sorprendente frente a dicha Concepción Heredada, más propio de las grandes doctrinas religiosas que del conocimiento científico. Ello es debido en gran parte al aislamiento epistemológico y al narcisismo institucional[21] que históricamente han caracterizado al campo científico deportivo, impidiendo el cuestionamiento de mitos, themata y estereotipos, y dificultando la producción de respuestas a los problemas sociales y políticos relacionados con el fenómeno deportivo. Un aspecto clave en relación con la Concepción Heredada del Deporte, que debe ser objeto de atención, es el de su influencia en los desarrollos epistemológicos del campo científico deportivo, es decir, de las CAFD. Como paradigma dominante en el ámbito académico, de la docencia, de la investigación, de la formación del profesorado de educación física y de técnicos deportivos, o de las revistas de divulgación científica, los themata nucleares de la Concepción Heredada han orientado y condicionado las investigaciones, los enfoques del objeto de estudio, las metodologías, y las interpretaciones de resultados, así como la selección de las publicaciones por parte de las revistas o las políticas institucionales derivadas de las investigaciones. 5.El Idealismo y la ‘falsa conciencia’ del Modelo Deportivo Históricamente el Sistema Deportivo ha acomodado su filosofía en un molde heredado del idealismo alemán del siglo XIX, con claras reminiscencias del idealismo trascendental de Kant y del idealismo absoluto y la fenomenología de Hegel. El idealismo trascendental postulaba básicamente que todo conocimiento exige la existencia de dos elementos: uno, externo al sujeto (lo dado, o principio material), es decir, un objeto de conocimiento; otro, propio del sujeto (lo puesto, o principio formal), que no es más que el sujeto mismo que conoce. En el tema que nos ocupa interesa destacar especialmente la consideración kantiana de que las condiciones de todo conocimiento no son puestas por el objeto conocido, sino por el sujeto que conoce: “…todo lo que es intuido en el espacio o en el tiempo, y por tanto, todos los objetos de una experiencia posible para nosotros, no son nada más que fenómenos, es decir , meras representaciones, que tales como son representadas, como entes extensos, o como series de mudanzas, no tienen en sí, fuera de nuestros pensamientos, existencia fundada. Esta doctrina la llamo el idealismo trascendental”.[22] Las reminiscencias del idealismo kantiano son fácilmente reconocibles en las interpretaciones y en las tomas de posición del Sistema Deportivo y su intelligentsia en momentos de crisis cuando de manera recurrente se apela a las esencias y princi-


57 pios para legitimar prácticas sociales que entran en contradicción con su Gran Relato del Deporte o para defenderse de los cuestionamientos que constantemente le llegan de la realidad social. Es una idealización que se detecta ya en las mismas bases fundacionales del Movimiento Olímpico como demuestra el siguiente ejemplo, en el que Pierre de Coubertin, definía el principio sobre el cual se constituyó el COI: “Sigo juzgando excelente la constitución del Comité Olímpico Internacional basada en el principio que yo llamaría de <<delegación invertida>>, lo que significa que el mandato surge de la idea para atraer discípulos, y no de la masa para crear la idea…” Pierre de Coubertin (1934)[23] Otra parte importante del idealismo deportivo tiene sus antecedentes en la filosofía hegeliana, en la medida que ésta concebía el pensamiento (la conciencia) como la esencia o elemento revelador y productor de la realidad. El idealismo distingue entre el fenómeno (del griego φαινομαι, fainomai, “mostrarse” o “aparecer”), que es el objeto en tanto que es conocido (como “aparece” frente a los sentidos y la inteligencia), y el noúmeno (del griego νοεω, noeo, “comprender” o “inteligir”), que es el objeto tal como sería en sí mismo. La realidad para el idealismo no consistirá en aquello que está frente al sujeto como algo dado que existe por sí mismo, sino en aquello que está en el sujeto como “un contenido de su conciencia”. Es el tipo de idealismo ilustrado que se pone de manifiesto cuando los académicos de la intelligentsia deportiva persiguen esencias puras a la búsqueda de un orden perfecto inexistente. Un ejemplo de este uso que puede ayudarnos a comprender los juegos del lenguaje que se producen en el campo deportivo lo tenemos en el filósofo del deporte J. M. Cagigal para el cual el deporte olímpico está tan fuertemente sometido a los imperativos de naturaleza política y económica que podría decirse que ya no es propiamente deporte, por haber perdido cualidades que dicho autor considera esenciales humana y pedagógicamente.[24] Dicha actitud reproduce el thema de la asepsia política que considera la política y la economía como agentes externos que desvirtúan su esencia, y no como contextos de los que el mismo Deporte forma parte. Se trata de un lugar común en los discursos de la intelligentsia deportiva que ha servido a las instituciones relacionadas con el deporte para desentenderse de los problemas sociales, y fingir una supuesta neutralidad frente a conflictos sociales previamente catalogados como políticos o económicos. Conceptualizar y catalogar los problemas sociales como asuntos políticos para acto seguido adoptar una posición neutral o apolítica ha sido un lugar común en las tomas de posición de instituciones y personas del campo deportivo. Así se explican enunciados como el del presidente del COI en 2008, para defenderse de las acusaciones de connivencia con el gobierno chino por las violaciones de los DDHH: “Sabíamos que habría problemas cuando el COI eligió Pekín para la organización de los Juegos Olímpicos de 2008. Si algunas asociaciones cumplen su papel de luchar por la libertad y los derechos del pueblo tibetano, hay otras que sobrepasan los límites acercándose a la difamación. Estas asociaciones quieren hacernos jugar un papel que no es el nuestro. Les recuerdo que el COI no es una organización política y yo no me considero como un Poncio Pilatos”[25] No parece que dicha estrategia ideológica sea compatible con la defensa de un proyecto de humanismo deportivo o que se pretenda emancipador, pues implica un posicionamiento ideológico al servicio de instituciones ligadas al poder político y económico. Es de este modo, como dichas instituciones vienen a cumplir una función de mantenimiento respecto a los poderes políticos y económicos dominantes, pues como señalaba el filósofo Michel Foucault, “…el poder político también se ejerce a través de la mediación de cierto número de instituciones, las cuales hacen ver como si no tuvieran nada en común con el poder político y como si fueran independientes de éste, cuando no lo son…”[26]

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Notas: [1] De Sousa Santos 2003: 23 [2] Ruiz Cazorla (2015): “Corrupción y Deporte. No se trata de manzanas podridas”. Recuperado el 10/08/2015 de la web de la revista La Trivial, en: https://goo.gl/9tk0Io [3] Khun (1971): Estructura de las revoluciones científicas, p. 269 [4] Rodríguez y García (2007): Representaciones sociales. Estructura e investigación, pp. 171-173 [5] Holton (2004): Introducción a los conceptos y teorías de las ciencias físicas, p. 322 [6] Abric (1993): Central System, Peripheral System: their Functions and Roles in the Dynamic of Social Representations [7] Olivera (2006): José María Cagigal y su contribución al humanismo deportivo, [8] Attali (2004): Le sport et ses valeurs; Brohm (2002): La machinerie sportive. Essais d’analyse institutionnelle [9] Ruiz- Cazorla, Chinchilla, y López (2011): Rhetoric and power: the idealism and ‘philosophy of life’ of the olympic movement, p. 359 [10] Morín (1992): El método IV. Las ideas, pp. 216-244 [11] Canto (1994): Psicología social e influencia. Estrategias de poder y procesos de cambio. [12] Canto, Jesús M. (1994): Psicología Social e Influencia. Estrategias del poder y procesos de cambio.P.14 [13] Haraway (1995): Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza. “…las ideologías de la diversidad humana tienen que ser desarrolladas en términos de frecuencias de parámetros y de campos de diferencias cargadas de poder, no como esencias y orígenes naturales…” p.363 [14] Thompson (1988): La comunicación masiva y la cultura moderna. Contribución a una teoría crítica de la ideología [15] Bourdieu (1994): El campo científico, p.13 [16] Wittgenstein [1953] 1999: Investigaciones filosóficas [17] Michel Foucault, Las palabras y las cosas (1966); Arqueología del saber (1969) [18] Jean-François Lyotard La Condición posmoderna(1979); La diferencia (1983) [19] Iñíguez (2006): El análisis del discurso en las ciencias sociales; variedades, tradiciones y práctica, p.105 [20] Parlebás (1988): Elementos de sociología del deporte, p.48 [21] Ruiz-Cazorla, Chinchilla, y López (2011): pp.355-357 [22] Kant, Crítica de la razón pura, [A491]. (Kant, 2007) [23] Palabras pronunciadas por Pierre de Coubertin en 1934 con motivo del cuarenta aniversario del COI. (Coubertin, Ideario Olímpico, 1973: 211) [24] Rodríguez, Historia del deporte, 2000: 450 [25] L’Équipe, Jacques Rogge soutient Pékin, 2008 [26] Foucault en una entrevista concedida a Alain Badiou en 1965. Disponible on line en: http://www. youtube.com/watch?v=1e8Rynio0B8&feature=re lated


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La vergüenza hubiera sido el 0-0 ¿Por qué el referéndum en Catalunya es una opción que contempla Podemos en su programa?

Por Enric Parellada

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ú eres nuestro Messi, dijo Xavi Domènech vía Twitter a Íñigo Errejón. Precisamente el mismo fin de semana del “clásico”. Y es que Íñigo es del Madrid y Xavi del Barça y mientras que Errejón comparaba en El Mundo un hipotético resultado del derbi con los gobiernos de las alcaldías de las respectivas ciudades de ambos equipos, Domènech le daba bombo al artículo de su compañero a través de las redes sociales. Remarcaba Errejón la importancia de darse la mano y no la espalda entre Madrid y Barcelona; remarcaba el peso de la plurinacionalidad en España. En definitiva, recordaba que intentan tender puentes entre las gentes y las instituciones de ambas ciudades. “La vergüenza es el 0-0” tenía por título el artículo, de modo que por lo menos se puede afirmar que el derbi no decepcionó. El resultado fue de 0-4 a favor del Barcelona. Ganaron los catalanes. Si algo está candente tanto en España como en Cataluña es el tema de la independencia. O al menos el tema del derecho a decidir. ¿Cómo solucionar todo lo que atañe a la relación de estado que quieren tener los catalanes respecto al resto de españoles? La respuesta es clara: referéndum. Una consulta real, legal y vinculante.

Esto debería formar parte del programa político de cualquier partido; que más del ochenta por ciento de los catalanes estén a favor de votar respecto a este asunto no es poquita cosa. La sociedad catalana quiere votar y casi la mitad de esta quiere la independencia de su nación. El pasado Madrid-Barça fue un partido sin Casillas ni Xavi, los capitanes de antaño. Fue entonces el primer partido sin los referentes del pasado, el que marcará una época futura, un antes y un después; y sí, ganaron los catalanes. Pues también en el gobierno hay que desprenderse de los antiguos referentes de la parte mayoritaria de la sociedad catalana y española, hay que deshacerse de Convergencia y del Partido Popular, para que también así ganen los catalanes. Aquí tampoco vale el empate, aquí debe ganar Cataluña y los catalanes, que no necesariamente la independencia. Hay que superar la polémica sobre la independencia, la dependencia o el depende. Hay que empezar a responder a las ganas de cambio de las gentes y hay que construir pueblo en favor de un estado plurinacional que reconozca todas sus naciones. Sin embargo lo díficil aquí es plantear una solución que responda a cómo hacer lo que previamente comentaba. Por ejemplo, siguiendo la comparación con el fútbol, se sabe que


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uno de los jugadores que más gustaba a Íñigo Errejón es Michael Laudrup. Lo fue por su visión de juego cuando este vestía de corto y danzaba encima de la alfombra verde pisando y peinando con el pie el esférico. Laudrup no solo hacía pases mágicos e inverosímiles causantes de mucho peligro a puerta rival, sino que asistía a sus compañeros de equipo haciendo pasar el balón por espacios que nadie más veía aparte de él. El “espacio” que así se define en términos futbolísticos, en términos políticos debe entenderse como “brecha”. Un pequeño espacio en el que colarse, un espacio en el que simbólicamente debe pasar el balón para que al final de dicho espacio o brecha alguien del mismo equipo remate y marque gol. Asimismo el 15M en política es ese espacio que solo Laudrup veía en el terreno de juego. Es esa brecha que en política debe ser aprovechada, entiéndase una asistencia, en el espacio que nadie más que el pasador ve, es equivalente a la construcción de un nuevo eje hegemónico para construir un proyecto de país en unos nuevos parámetros que antes no se contemplaban. Esto sucede gracias a la construcción de nuevos contextos en los que dialogar y debatir. El hecho de poner sobre la mesa todos aquellos temas que los españoles tenían ganas de oir, es

lo que a muchos les ha devuelto el entusiasmo para creer que vivir en un país mejor es posible. De entrada una mayoría bastante amplia del pueblo pide: tolerancia cero a la corrupción y trabajar por un sueldo más digno que propicie una mejor calidad de vida. Sin olvidarse de una sanidad y educación pública de calidad, por supuesto. ¿Entonces, cómo representar políticamente estas quejas, conseguir el apoyo de las masas y aplicar a su vez todas las medidas necesarias para satisfacer dichas necesidades? Hay que explicar un relato creíble, coherente y, sobre todo, posible, a través de cadenas de equivalencias. Agrupar todos los enfados de las gentes en cuanto a las antiguas políticas para que, de este modo, todas estas voces juntas actúen con mucha más fuerza. Hay que crear un sentido a todas estas quejas, un enemigo común al que arrebatarle el poder para concienciar a todas las voces críticas de que son un sujeto. Un sujeto plural que batalla para el bien de todos, un sujeto plural que se cristaliza y da empuje a sus representantes políticos. Hay que echar al enemigo que sacrificó el bien de las gentes de España en favor de su bolsillo y sus cuentas bancarias en Suiza. Asimismo, esto solo puede hacerse si se conoce en qué parámetros la gente se refiere a él, al enemigo, a la casta, por ejemLA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

“El 15M en política es ese espacio que solo Laudrup veía en el terreno de juego”


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“España necesita un gobierno para cada una de las personalidades que en ella viven; se sientan catalans, galegos o Euskal”

plo. Hay que determinar popularmente con un término al enemigo para que así se le defina y se le distinga. Por ello, la casta es en realidad dos cosas: en primer lugar el enemigo y, en segundo lugar, el término que consigue unir y organizar a todas esas voces enfadadas. Sin embargo, más adelante el término “cambio” ocupa el lugar del concepto por el que se organiza la gente. Se quiere un cambio respecto a los anteriores gobiernos de la casta. Para poner de nuevo en el centro del debate el tema del referéndum, en concreto, nadie en España podrá construir legítimamente un proyecto hegemónico sin tener en cuenta al catalanismo y esto bien lo cuenta Domènech en su libro “Hegemonías”. Por esta razón tan simple, por querer sumar las quejas de las catalanas y los catalanes al mencionado sujeto plural que tiene ansias de cambio, se precisa responder con democracia la cuestión por la que tanto han gritado para hacerse escuchar. Si buena parte del colectivo catalán no se suma al proyecto de país que Podemos propone, las esperanzas de cambio son verdaderamente bajas. España necesita un gobierno para cada una de las personalidades que en ella viven; se sientan catalans, galegos o Euskal. Es necesario ahora hablar de la plurinacionalidad como a menudo hace Errejón o defender el derecho a decidir como hace Pablo Iglesias. Pero no solo por el mero hecho de que así se es demócrata, sino porque también así se está seduciendo la confianza de muchos catalanes y nacionalistas de otros lugares de la península que han perdido todo tipo de respeto a lo que España representa. El referéndum en Catalunya que contempla Podemos en su programa responde a una necesidad que un sector de la sociedad muy amplio quiere satisfacer. De esta manera se crea así un contexto demócrata en el que algunos puedan sentirse identificados, que construye a su misma vez un relato de seducción para empezar a construir colectivamente, entre unos y otros, un nuevo país. Resolver el asunto catalán con satisfacción para sus habitantes es una de las piezas angulares en la búsqueda del nuevo eje hegemónico que Podemos intenta construir. Entender lo que significa la palabra construir bien lo sabe Michel Foucault y por ello creo que aquí es relevante hacer referencia a él. La arqueología del saber Explica Michel Foucault en “La arqueología del saber” su visión en cuanto a las regularidades discursivas. En estas describe, a su parecer, las unidades del discurso y las formaciones discursivas. Foucault explica también en su libro cómo introducir socialmente esos parámetros antes comentados. Explica que para conseguirlo hay que tener en cuenta las equivalencias de las voces que se quejan; hacer de ellas un colectivo que se identifique como tal; ponerle a este un enemigo reconocido con un nombre propio; y, finalmente, definir el objetivo por el que batallar. Esto es, se crea una nueva voz colectiva con un mismo objetivo y un mismo enemigo. Se construye un relato que antes no existía para agrupar gentes de diferentes provinencias y marcar unas nuevas normas del juego. A mi modo de ver, según Foucault, la unidad

de un discurso es en cierto modo ficticia, esto es, la continuidad discursiva es relativa. No hay ningún vínculo o enlace que limite la particularidad, singularidad o, en definitiva, la unidad de un discurso. Pues este se lee mediante correlaciones de continuidad, las cuales hacen entender dicha trama como un conjunto. No obstante creo que Foucault discierne de eso y propone leer desde la discontinuidad. Un libro, desde su inicio en el título hasta el punto y final del texto, a pesar de poder agarrarlo con las manos, no se debe entender como una unidad cerrada. El libro es engendrado gracias a influencias y perdura en el tiempo puesto que propicia y precede nuevas influencias. Por ello, la visión expresada en un libro puede ser causa que conlleve a nuevos textos y nuevas ideas. Definir o agrupar un conjunto de textos de un mismo autor encabiéndolos en el concepto de “obra” es también una percepción arbitraria. Según el autor entender que el colectivo creado se puede reconocer como tal, pues, es una medida arbitraria, sin embargo no niega que se produzca. Es obvio que entre las gentes que unen sus quejas, para así hacer de ellas una queja generalizada que se llegue a escuchar desde más lejos, hay más diferencias que parecidos. Por tanto, encabir toda esta diversidad de sujetos en uno de colectivo es arbitrario y falso. Cada uno viene de lugares distintos y va a lugares distintos, sin embargo, el relato aprovechado es el que para seguir cada uno su camino todas esas voces quejosas deben cruzar una misma puerta. Han encontrado un mismo obstáculo en su camino que les perjudica a todos. Es aquí en donde surge la voz colectiva. Al pronunciarse esta voz, se produce esa brecha que antes comentaba. Es aquí donde se aprovechan las circunstancias para crear un nuevo relato en el que esta vez las condiciones favorables respondan a una mayoría social y no a una minoría privilegiada. Es cierto que lo dicho rompe con lo que propone Foucault, quien dice que un texto o discurso no es en sí mismo una unidad cerrada en tanto que procede del entendimiento particular del autor a otros textos o discursos, más el entendimiento de su experiencia vital. Si por su arbitrariedad en acuñar el término se entiende ese “texto” o “discurso” como el equivalente de un “colectivo” entonces es más fácil de comprender la posición de Foucault al respecto. Nada está cerrado, nada actúa como frontera o límite, porque en realidad no existe ninguna categoría ni género. Sin embargo la gente sigue entendiendo un libro como una unidad en sí misma o bien un colectivo como un sujeto plural, es decir, de nuevo, una unidad singular en sí misma. Un texto u otro de un mismo autor se elabora a través de nuevas influencias y aprendizajes, puesto que no escribirá dos veces por igual la comprensión de una circunstancia o bien una situación singular. Pues no hay originalidad en los textos en tanto que incluso la propia influencia se construye con anterioridad al futuro discurso influenciador. De este modo la forma “categoría” queda obsoleta, como también la forma “género”, mientras se intente encerrar o definir la unidad de un discurso. Foucault cree que es un criterio de arbitrariedad considerar que una multitud de sujetos


61 forman un sujeto colectivo y plural, como también lo cree de cualquier concepto que determine una categoría o género. Pero lo más importante de todo no está en pensar entonces que Foucault está en contra de la construcción de dicho colectivo de sujetos que luchan por un fin común, sino que, a mi modo de ver, lo que intenta constatar el filósofo en su ensayo es que en realidad cualquier categoría o unidad es subjetiva y que es susceptible de surgir en un contexto singular. La unidad, pues, o bien el sujeto plural, solo se puede crear de la nada en determinadas, concretas y precisas circunstancias. En definitiva, en la brecha que fue el 15M. La unidad del discurso se construye a través de relaciones subjuntivas que fomentan a la vez agrupación y dispersidad en el discurso. ¿Qué es y qué no es obra o colectivo? ¿Hay que considerar que notas, apuntes o bien bocetos referentes a otros textos son parte de la obra del autor que lo produce? ¿Hay que considerar que la intención quejosa de quien se siente identificado con el colectivo sin hacerlo público no forma parte del sujeto plural? Se justifica, pues, la confusión que puede generar el término obra, colectivo, o cualquier concepto encasillado en una mera definición, según la perspectiva de Foucault en cuanto al discurso y la que, a mi modo de ver, equiparo con el colectivo. Por esta razón hay que poner en duda también todo lo que atañe a las formaciones discursivas. Decía Foucault que en el momento en que los enunciados son capaces de definir el sistema de dispersión discursiva ya comentado, en el momento en donde se puede definir una regularidad, se conocerá aquello como formación discursiva. Asimismo procede de condiciones y precede consecuencias. Por tanto, sucede lo mismo con la diversidad de voces quejosas. En el momento en que hay regularidades en sus mensajes, se producen las cadenas de equivalencias, las cuales se enlazan entre sí y forman a su vez la voz colectiva, el sujeto plural. Todo lo que define el hecho en sí de la “formación” (creación o construcción) es una condición de la existencia (como también de coexistencia, conservación, modificación y desaparición) en lo que pueda considerarse una trama discursiva determinada. Por tanto, creo que podría entenderse que todo aquello ya determinado, o bien todo aquello que determina, esto es, determinante, está predeterminado como, a su vez, también predetermina. Creo que se puede entender esto al pensar en el proyecto de país que propone Podemos. El nuevo partido que consigue simpatías y antipatías, el cual unos dicen que surge gracias al 15M y por lo contrario, a mi modo de ver, los más ortodoxos, dicen que acaba con el 15M. Creo que es fundamental relacionar aquí el enfado de la gente que quiere el cambio político. Este empieza mucho antes de que salgan los indignados a manifestarse en las plazas hasta que al fin estalla en el 15M. La intención de cambio se cristaliza con los movimientos sociales y más adelante con los partidos políticos, los cuales causarán nuevamente simpatías o antipatías muy distintas a las que causaron en su momento las manifestaciones de los indignados. Existe un gobierno que que genera el enfado social y de repente surge algo nuevo de la nada. La brecha. Así lo contaba Jorge Alemán en la

Universidad de Verano. Algo del orden de la constitución, decía. El 15M es el acto que funda en sí mismo. Genera e inventa significantes nuevos. Por ejemplo, la soledad común. Resulta imposible determinar quién o qué lo determina. Es decir, cómo y porqué estalla la brecha. Aquí, pues, hay distintas singularidades, pero por encima de todo hay comunidad. Hay certeza, anticipación y angustia. Todo ello propiedades de la soledad común en el acto instituyente que fue el 15M. Por eso hay que concebirlo en un proyecto institucional, un proyecto que instituye el colectivo, algo en lo que cada una de las singularidades se identifica y de aquí surge la comunidad. El 15M actúa como acto instituyente de todas esas personas que manifiestan su indignación, pero además acoge el acto constituyente, susceptible de constituir una comunidad como entidad representante de las voces quejosas. No obstante existe una tensión entrambos actos, ya que a una institución (resultado del acto constituyente) como podría ser un partido político no le pertenece el acto instituyente. Como decía Alemán, hace falta atreverse a construir las instituciones que suscitan el acto que ha constituido a un colectivo. Y eso es lo que pretende hacer Podemos, la cristalización en forma de institución que representa un grupo social constituido desde los enfados de los comunes, autores de la comunidad. Desde este enfoque, la formación discursiva de Foucault a mi modo de ver no debe entenderse como una nueva categoría, pues podría suceder que ahora, desde esta perspectiva, se debiera disociar el concepto obra (equivalente al colectivo en el relato que propongo), ignorar influencias y tradiciones o abandonar la cuestión de origen. En suma, decir adiós a la presencia del autor en el discurso. Desaparece todo aquello que constituía la historia de las ideas. Desaparecen por tanto los antiguos preceptos. Hecho por el cual Pablo Iglesias ha dicho más de una vez en televisión que él se considera de izquierdas, pero que entiende que en este contexto de excepcionalidad, el partido que representa puede comprender el voto de la gente que viene de votar al Partido Popular como el voto de quien viene de votar al Partido Comunista del Pueblo Español. Esto es, se corre el peligro de perder el despertar en la continuidad perpetuamente y por tanto uno se despierta ahora en un nuevo origen que jamás se cierra, porque jamás algo lo ha determinado previamente, diría Foucault. Hay que entender que el origen corre peligro de desaparecer, puesto que la sociedad que se indignó en su día, el colectivo que batalla por el bien común, proviene de distintos orígenes. Dejar de lado ser de derechas o ser de izquierdas no debe ser criticado como algo reformista, debe entenderse como la reunión de las personas que sufrieron la crisis, frente a quienes la hicieron padecer a los demás. Para construir un nuevo proyecto de país es necesario contentar todas aquellas voluntades enfadadas que quieran batallar colectivamente para una mejor vida. Vivan al este o al oeste del río Ebro. El referéndum en Catalunya, pues, pretende tender puentes entre los catalanes y el resto de españoles, sumar voces al colectivo que batalla por democratizar el país. LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015


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VÍCTOR LENORE Elecciones generales 20-D

“Bajo su apariencia de rebeldía, la cultura hipster es un reflejo del capitalismo contemporáneo”

Texto Miguel Á. Ortuño, compañero de Syntagma Fotografía elhype.com Víctor Lenore lleva veinte años como periodista musical. Ha publicado en El País, La Razón, Playground, Rolling Stone, El Confidencial y La Circular. También ha sido guionista de Mapa sonoro para RTVE y fue miembro del grupo promotor de la publicación cultural de izquierda Ladinamo. Su primer libro “Indies, Hispters y Gafapastas: crónica de una dominación cultural” fue un éxito y se encuentra ya por su cuarta edición. Lenore declaró la guerra al mundo hispter poniendo en el punto de mira a todo lo que se considera “cool”, que a lo largo de estos últimos meses ha generado tanto debate. Asimismo deja a ver en su libro que tras la puesta en escena del 15-M y el surgimiento de los movimientos sociales, con más fuerza que nunca se abre la brecha entre lo individual y lo colectivo, entre el yo y el nosotros.


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O: En “Indies, Hipsters y Gafapastas” se ponen de manifiesto ejemplos como el de la Reina Letizia escapando de la Zarzuela para asistir a conciertos de grupos indies como Eels, Los Planetas y Supersubmarina; el magnate Rupert Murdoch invirtiendo cincuenta millones en Vice, considerado un grupo de referencia para los hipsters de todo el globo; y figuras del nuevo laborismo como la de Tony Blair codeándose con iconos del britpop. ¿Hasta qué punto la cultura se ha visto contaminada por las élites? ¿Podríamos decir que la subcultura ‘hipster’ es el fetiche por antonomasia de la clase dominante? VL: En los años noventa la clase alta ya está cansada de sus relaciones sociales formalistas, envaradas y ostentosas. Les seducen ciertos ingredientes de la esfera bohemia y contracultural. Si lo pensamos bien, ¿qué cosa puede resultar más gratificante que ser un bohemio con dinero? Los cachorros de las élites quieren la seguridad económica de sus padres y la vida de experiencias extremas de la generación beat, los punks, los ravers y las estrellas de rock. Además se pueden identificar con esa cultura de “yo no no respeto las normas y hago lo que quiero”. De hecho, el sector financiero se ha comportado de manera bastante punk y nihilista desde los años de Reagan y Thatcher, sin pensar en otra cosa que su propio placer y beneficio. El problema es que lo pagamos todos los demás. También es importante señalar que el sector de la publicidad aprendió muy pronto a aprovechar las ansias de liberación de la contracultura, despojándolas de cualquier sustancia política. Es algo que se explica muy bien en el libro “La conquista de lo cool” del periodista Thomas Frank. Lo que une la mentalidad de la clase dominante con los hipsters es el rechazo a lo que ellos consideran “masa”. Para entendernos: la gente normal y corriente. Por eso suelo decir que la cultura hipster es el elitismo al alcance de todos. MO: El neoliberalismo es un monstruo que ha ido devorando a su paso elementos esenciales del estado de derecho. La

sanidad, la educación, la soberanía nacional, la democracia... La ola del neoliberalismo ha hecho tambalear todo lo que ha encontrado a su paso. ¿En qué medida han afectado estas políticas de recorte al mundo de la música? ¿Está la música en un momento combativo? VL: La música occidental está en una fase bastante, bastante adocenada. Es la retromanía de la que habla el crítico Simon Reynolds. La industria no tiene nada que decir sobre lo que ocurre ahora y nos vende un nuevo revival cada tres meses. También me suena blanda la parte más comercial de la música latina. Me hizo mucha gracia un tuit del sociólogo César Rendueles que decía que “Ella se vuelve loca” de Juan Magán es el nuevo “Grandola Vila Morena”. Parece que hayamos cambiado las aspiraciones igualitarias por aprovechar a tope los fines de semana gracias a las pastillas y la música a todo volumen. Yo no tengo nada contra la diversión, al contrario, creo que esta forma de ocio intensivo es una respuesta lógica y razonable a la forma tan brutal en la que nos explotan en las oficinas. El problema es que un proyecto emancipador tiene que abarcar también lo que ocurre de lunes a jueves. Me gusta mucho una frase de Walter Benjamin que dice que “hay que ganar las fuerzas de la ebriedad para la revolución”. Eso es algo que ocurrió en cierta fase de la explosión de las raves, por ejemplo los movimientos de protesta contra la Criminal Justice Bill en Inglaterra. La negativa de los tories a permitir estas fiestas electrónicas que duraban varios días politizaron a parte de una generación. Si te fijas en los años ochenta, verás que hubo en el estado español una escena muy politizada y muy exitosa que fue el rock radikal vasco (Kortatu, La Polla Recors, Eskorbuto…). Eso no hay que interpretarlo como un una victoria política, sino como un síntoma de que la izquierda y los movimientos emancipadores eran tan débiles que sus reivindicaciones y propuestas solo circulaban por los centros sociales ocupados y los ambientes punk. El escenario ideal sería que tuvieramos presidentes como Ada Colau, Pablo Iglesias, Yanis Varoufa-


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“No creo que la música haya sido nunca un campo de batalla político sustancial” kis, Jeremy Corbyn, Diego Cañamero y Bernie Sanders y que los músicos pudieran dedicarse a cantar sobre los campos de margaritas. La cultura hípster, en cambio, es pasarse las vida cantando sobre lo hipersensible que eres mientras aplican sus políticas Tony Blair, Felipe González, el BBVA, David Cameron y Bankia. Justamente lo contrario de lo deseable. MO: ¿Puede la dominación cultural ‘hipster’ acabar sustituyendo a otras manifestaciones cultura- les locales y/o populares, o es tan solo la materialización del modelo cultural de las élites? VL: Ninguna estética ocupa nunca el cien por cien del del espectro cultural. Dicho esto, la sensibilidad hípster ha triunfado bastante. Es la penúltima fase del arrase de la cultura popular en favor de unos productos comerciales rebosantes de valores clasistas, individualistas y consumistas. Bajo su apariencia de rebeldía, la cultura hipster es un reflejo del capitalismo contemporáneo. Surge sobre todo de hijos de las élites y ha conseguido que mucha gente de clase obrera o trabajadora acabe asumiendo sus valores. Lo sé porque fui uno de ellos durante muchos años. MO: Independencia, creatividad, innovación... ¿Son acaso el intento de una máscara de simpatía que entraña el espíritu del individualismo? VL: Totalmente. Una pregunta que me surge es ¿porque tiene que ser la “independencia” mejor que la “colaboración”? De esto se ha dado cuenta hasta el propio capitalismo, que te ofrece proyectos colaborativos donde lo único en que no se colabora es en la recogida de beneficios. Pienso en Facebook, Youtube o Google, por ejemplo. Respecto a la “creatividad” diría que es una palabra coja: ¿Creatividad para qué? Un ejecutivo de Wall Street puede ser muy creativo a la hora de diseñar productos financieros de alto riesgo y alto beneficio. Eso nos ha llevado al crack de 2008. También se puede ser creativo a la hora de diseñar y mantener un proyecto social como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Lo que necesitamos ahora es una creatividad emancipadora y no una creatividad depredadora. Respecto a la innovación, hemos tenido mucha en los últimos años, pero no tenemos un nivel de vida mejor que en los años sesenta. Es mejor conservar aquellas cosas que nos hacen felices (la seguridad social, educación pública gratuita) y dejar la innovación para las cosas con las que no estemos satisfechos. Por ejemplo, librarnos de las cadenas del trabajo asalariado con mecanismos como la renta básica universal. MO: Autores como Owen Jones, en su famoso “Chavs: La demonización de la clase obrera”, nos muestran que palabras como ‘choni’ o ‘cani’ son partes fundamentales de un modelo clasista que se va perpetuando. En Gran Bretaña la clase trabajadora se ha convertido en objeto de miedo y escarnio; en España el estereotipo “nini” es utilizado socialmente como pantalla para evitar comprometerse de verdad con los problemas económicos y sociales y así justificar la creciente desigualdad. La izquierda tradicional ha errado en temáticas afines a las clases populares, como el desuso de géneros musicales como el reggaeton. Autores como Calle 13 o Tego Calderón han probado este estilo con buenos resultados. ¿Deberían los movimientos transformadores disputar también estos estilos musicales? VL: No creo que la música haya sido nunca un campo de batalla político sustancial. Quiero decir que no sirve mucho para liberarnos. Sí que es eficaz para lo contrario: fomentar el individualismo. Se me ocurre el ejemplo de todos esos chicos de los guetos de EEUU que crecen admirando a una legión

de raperos cuyo único discurso es presumir de sus coches, sus chicas y sus armas. La situación es que las élites tienen casi todos los medios de producción y comunicación y hacen circular, de manera constante y machacona, los mensajes que más les convienen. No hablo de una conspiración, sino de un filtrado natural de lo que les interesa. Frente a eso, el mensaje de cuatro cantautores rojos es algo muy débil. Mi conclusión es que esto no se cambia convenciendo a más músicos de que hagan canciones sociales o de que monten conciertos baratos y horizontales. Se cambia tomando el poder y dando la vuelta a cómo funciona la radio, la televisión, la universidad y el sistema en general. El libro de Owen Jones me parece valioso porque nos muestra muy bien el clasismo que todos llevamos dentro. También explica el grado de descaro al que han llegado quienes manejan los medios. Descaro y eficacia porque programas como “Gran Hermano”, “Callejeros”, “Princesas de Barrio”, “Gandía Shore” y “Hermano Mayor” tienen mucha influencia. Cuento en el panfleto que el rapero El Langui se quejaba de que ese tipo de espacios han cambiado mucho el horizonte vital de muchos jóvenes de barrios humildes como Pan Bendito en Madrid. Él tiene allí una asociación cultural y sabe cuál es el impacto. MO: Desde los inicios de Podemos la necesidad de una banda sonora para el cambio se ha mostrado como una tarea compleja. ¿Por qué está costando tanto dar musicalmente una respuesta al momento político convulso en el que vivimos? VL: Cuesta porque tenemos el individualismo y el clasismo metido en los huesos. Para mí el problema no es tanto encontrar una banda sonora del cambio, sino cómo detener la fábrica de himnos prosistema que vomita cada día la industria musical, los medios de comunicación y la industria de la publicidad... Que, por cierto, ya andan cada vez más integradas y están cerca de ser la misma cosa. MO: En numerosas ocasiones Podemos ha recurrido a viejas canciones de la izquierda como “L’Estaca” de Lluis Llach, “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido” de Quilapayun o “A Galopar” de Paco Ibáñez. Este intento de rescatar antiguas expresiones musicales ha sido profundamente criticado en diversas ocasiones. ¿Estamos ante la necesidad de encontrar la banda sonora del cambio ante el agotamiento de los clásicos? VL: El primer error que cometemos, yo el primero, a la hora de hablar de música y política es centrarnos demasiado en las letras. Hay otros factores cruciales, casi todos relacionados con el dinero y el acceso cultural. El mayor avance demócratico de la música popular en el siglo XX fue la cultura del soundsystem, que nace en Jamaica en los los años cincuenta. Me refiero a esas pilas de altavoces que se sacan a la calle y con las que disfruta la gente que no tienen dinero para acceder a una discoteca o para comprar discos. De ahí han salido las mayores innovaciones musicales: dub, dancehall, hip hop, techno, house, drum & bass, gripe, etc. Son la base de un reclamación del espacio público, la diversión para todos y el acceso cultural. Respecto a los músicos que citas, que Podemos recurra a ellos tiene que ver con que la inmensa mayoría de la música popular entre 1975 y el 15M de 2011 ha sido terriblemente individualista, anglófila, narcisista, ensimismada, clasista y aburrida. Para encontrar algún himno colectivo han tenido que irse muy atrás, a las luchas contra los dictadores como Franco o Pinochet, que unieron a los estudiantes y las clases populares. Que esos himnos sigan teniendo sentido para Podemos significa que no han sido satisfechas las demandas de igualdad de aquellos años.

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“El mundo se ha convertido en una guerra civil, generalizada, que avanza cada vez más hacia nosotros” CARLOS FERNÁNDEZ LIRIA Profesor Autor de libros como El materialismo y ¿Para qué servimos los filósofos?; coautor con Luis Alegre de El orden de El Capital y con Santiago Alba de El naufragio del hombre, aceptó conversar con nosotros vía comunicación telefónica. Precisamente fue la mañana después de los atentados en París, así que no dudamos en preguntarle sobre ello. El resultado es este: una larga entrevista con preguntas muy diversas no demasiado conexas entre sí. Asimismo sus sabias respuestas no carecen de interés en absoluto. Texto Jordi Romano y Enric Parellada Fotografía Roger Marrón en Filosofía Hoy

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nric Parellada: Sabemos que pensadores como Althusser han estudiado en qué punto Marx rompe con la dialéctica. ¿Consideras que Marx llega a desprenderse de Hegel? Carlos Fernández Liria: Bueno... Yo sí. Lo he defendido en todas mis publicaciones desde hace mucho tiempo. Vamos a ver. Cuando Althusser empezó a plantear el problema de que había que decidir cuáles eran las relaciones entre Marx y Hegel, y que no eran las que tradicionalmente se había dicho, empezó él a hablar de una dialéctica materialista frente una dialéctica idealista. Pero la verdad es que los que en ese momento muchos se estaban riendo de Althusser en esa época, finales de los 60 principios de los 70, llegamos a la conclusión la dialéctica materialista de Althusser no tenía nada que ver con la dialéctica. Es que no era dialéctica, efectivamente. Era más bien una especie de retroceso... Retroceso virtuoso, vamos. Desde Hegel a un concepto que en todo caso está bastante tematizado en Kant, que es el concepto de oposición real. En contraposición al concepto de contradicción hegeliana. Llegamos a la conclusión de que la referencia a la dialéctica

materialista que planteaba Althusser era una especie de concesión al público que le estaba leyendo y que por otra parte si no le hablaba de dialéctica le iban a tomar por loco, ¿no? Pero en realidad no era así. De hecho en realidad Althusser, cuando en sus últimos años, en sus últimas publicaciones, hace memoria de esa época, dice que sí, que efectivamente él habló de dialéctica materialista para hacerse entender, pero que en definitiva lo que había que hacer era renunciar al término dialéctica. Yo creo que el tema de las relaciones entre Marx y Hegel está muy mal comprendido. Es verdad que Marx agradece ciertas cosas a Hegel y es verdad que las toma de Hegel, pero no es precisamente la dialéctica sino una cosa enteramente distinta y que no tiene demasiado que ver con la crítica del empirismo, eso sí. Eso sí. Pero eso son términos completamente distintos. No tiene nada que ver con el asunto de la dialéctica. Lo que rechaza de Hegel en el momento que Marx toma conciencia fundamentalmente del método, de qué tipo de método hay que poner en juego, que esta es la famosa introducción de 1957, en ese texto, que es un texto muy difícil y a sido muy, muy mal comprendido, Marx lo que hace fundamentalmente es romper

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con la dialéctica. Aunque parezca lo contrario. EP: ¿Cuán significativo es leer a Marx sin Hegel? CF: Lo que suelo decir es que no considero que sea tan imprescindible leer a Hegel para comprender a Marx. Eso que dijo Lenin de que era imposible entender “El Capital” sin haber leído a conciencia “La ciencia de la lógica” eso es, para empezar, una monumental estupidez porque no hay nadie que haya leído “La ciencia de la lógica de Hegel”. No creo que la hubiera leído Lenin ni muchísimo menos, vamos. Hay cuatro personas en el mundo que han leído “La ciencia de la lógica” de Hegel, o sea cuatro personas. Porque, quiero decir, es un libro de 1.000 páginas incomprensibles y dificilísimas. Si tuviéramos que leer a Hegel previamente a “El Capital” nunca llegaríamos a “El Capital”. Y luego, por otra parte, no solamente es una cuestión de fáctica, de lo difícil que es Hegel en comparación a Marx, eso para empezar. Sino que también es una versión de que este hombre en realidad, en “El Capital”, el papel de Hegel es muy niño. Muy niño. Incluso, la verdad es que los coqueteos con Hegel, como Marx lo llamó, hacen más daño que beneficio. Esta es la tesis que yo mantengo, pero vamos... Es verdad que es muy discutible. EP: ¿Entonces crees que negar la dialéctica es reformista? CF: ¿Negar la dialéctica es reformista? No, no, yo no creo que tenga nada que ver con ese problema. El asunto de la dialéctica tiene que ver con cómo delimitas la diferencia entre idealismo y materialismo, pero tiene poco que ver con el asunto de la revolución o la reforma. Incluso, no sé, si realmente tengo que sacar partido de esa pregunta que me haces, yo lo diría al revés. Precisamente la dialéctica sirvió a las Internacionales Comunistas el hablar de unas supuestas leyes dialécticas de la historia, les sirvió para plantear que había un proceso necesario de sucesión de los modos de producción según unas leyes dialécticas y que eso tenía que ver con una ley de la historia. De tal manera que si la historia tenía sus leyes y la historia, de alguna manera, nos iba a traer el comunismo, pues en realidad no habíamos que hacer una revolución. Es decir que yo más bien lo que veo es que la dialéctica fue un ariete del reformismo mientras que dejar de hablar de dialéctica, es decir en ese sentido, dejar de hablar de leyes de la historia, nos aboca a una situación en la que, efectivamente, si queremos una sociedad comunista, o trabajas por conseguirla o no hay nada en la historia que te vaya a hacer el favor de traértela. EP: Cambiemos completamente el rumbo de la entrevista. Sabemos que eres un crítico de la universidad y del sistema. ¿Qué influencia tienen, o deberían tener, las universidades para que verdaderamente se efectúe el cambio político? CF: Pues yo soy un entusiasta defensor del papel de las universidades. A mí no me extraña que por ejemplo este nuevo partido en el que hemos depositado tantas esperanzas, luego ya veremos a ver qué pasa, que es Podemos, haya provenido fundamentalmente de la universidad. O sea es la universidad, en principio, por su propia decinición, otra cosa es lo que luego al final hayan acabado por convertirla u otra cosa es lo que quieran hacer de la universidad finalmente, porque la cosa va vertiginosamente hacia al abismo. Pero la universidad, por definición, en principio es un sitio donde se va a saber por saber. La filosofía no es una facultad, la filosofía es algo así como la definición de lo que tiene que ser una universidad. Puesto que en una universidad se pide objetividad y por tanto se pide que independientemente de los intereses particulares, sociales, trivales, religiosos, etc., independientemente de todos los intereses que pueda haber para decir una cosa u otra, la universidad diga lo que es verdad. Indeopendientemente de que sea bonito para unos intereses o para otros. Esta es la definición misma de estudio superior. Entonces, bueno, es ahí donde hay que anclar la posibilidad de una política que piense en lo interesante que tiene lo desinteresado. Que es algo así como la definición mis-

ma de razón para la ilustración. Es decir, yo sí que anclaría el programa político de la ilustración, en su conjunto, en una de sus patas, podríamos decir, en la universidad. ¿No? Eso sí, me parece que cumple un papel político muy importante. Y a mí, ya te digo, no me extraña nada que precisamente Podemos haya surgido de la universidad. Fundamentalmente de la Facultad de Políticas y de la Facultad de Filosofía. O sea, porque ¿dónde podría alzarse la voz contra una situación mundial en la que la argumentación y la contraargumentación parlamentaria y por tanto de todo el edificio entero del Estado de Derecho está secuestrado por los poderes privados de las grandes corporaciones económicas y los bancos? ¿Dónde? Pues en algún sitio que precisamente por definición fuera inmune a esas expresiones. EP: ¿Cómo ves que la LOMCE ataque a los pilares de la civilización amenazando con suprimir la materia de filosofía en los institutos? CF: Bueno eso a mí me parece un atentado contra la esencia misma del proyecto político que pretende dar a la razón algún tipo de protagonismo en este mundo. Sencillamente la filosofía es el testigo de que eso es posible. Puesto que de alguna forma la historia de la filosofía no ha pretendido otra cosa. Si suprimes la asignatura de filosofía pues quitas un testigo de una posibilidad humana que es quizás la más valiosa de todas, pero bueno. Eso es en lo que consiste. En la historia de la filosofía no se ha parado de decirlo desde los tiempos de Sócrates. O sea, bueno, hay muchísimas cosas que sirven para vivir. La filosofía no sirve para vivir. La filosofía sirve para que la vida merezca la pena. Muchas veces, eso que la filosofía llama la dignidad, pues es tan importante, tan importante, que a muchas personas no les merece la pena seguir viviendo sin dignidad. Bueno, pues se puede decir, no sé, de cómo hay que vivir, se pueden preocupar muchas ciencias, pero de qué es aquello que si lo pierdes ya ni siquiera te merece la pena estar vivo, esa es la dignidad, en definitiva, de esa se tiene que ocupar la filosofía. Pero bueno, es que suprimir la filosofía de los planes de estudio no es suprimir una asignatura, es suprimir, se podría decir, es mutilar, al ser humano de lo que es más propio y característico. Según Aristóteles lo propiamente humano es la razón. Bueno pues, efectivamente, es mutilar la parte mejor del ser humano. EP: Por supuesto. Carlos, ya sé que esta es una entrevista en la que vamos de un lado a otro y ahora toca hablar un poco de Francia. De París, vaya. Nos quieren hacer creer, algunos, que el conflicto de este atentado es una lucha entre civilicaciones, es decir, oponer los valores de igualtad, fraternidad y libertad frente a los valores del Estado Islámico. ¿Se culpabiliza a toda una cultura, o religión, en vez de a cuatro o cinco terroristas? CF: A mí lo que me cabrea es que nosotros, en esta especie de batalla de civilizaciones que se pretende hacernos creer, resulta que caemos en el lado bueno. Cuando a todas luces, todo lo que está pasando ha sido efecto de las políticas con las que nosotros hemos intervenido en el resto del mundo y muy en concreto en Oriente medio. O sea, yo creo que, no sé, todos los que apoyaron la guerra de Irak, y no digamos ya la invasión, bueno, la guerra en Afganistán mucho antes, y la financiación de los talibanes en Afganistán en los años ya 70 u 80, me parece que fue, por parte de Estados Unidos, pues, deberían de reflexionar ahora. Deberíamos de pensar qué significa la foto esa en la que Aznar está junto con Blair declarando la guerra a Irak muy contentos y sonrientes. No sé, se declaró la guerra a Irak porque supuestamente tenía armas de destrucción masiva. Después se descubrió que no las tenía. Y después se descubrió que no solamente no las tenía, sino que siempre se había sabido que no las tenía. Y sin embargo la gente sigue votando al PP. La gente sigue votando a los mismos criminales que han


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“La filosofía no sirve para vivir. La filosofía sirve para que la vida merezca la pena”

cubierto este planeta de sangre. Una de las frase que dijo uno de los del Departamento de Estado de Estados Unidos fue: “vamos a devolver Irak a la Edad Media”. Bueno pues aquí tienes la Edad Media. Pues ya la tienes aquí. Ahora la tienes en París también. Claro, o sea, en realidad todo lo que les está ocurriendo no es más que el bumerán de lo que les hemos hecho. EP: Sí de hecho Rajoy ayer ya les decía a los franceses que tendrían todo el apoyo del Gobierno Español en lo que hiciera falta. CF: Sí, claro. Sí, sí. Todo el apoyo del Gobierno Español en lo que hiciera falta, pero cualquier cosa antes que reconocer la responsabilidad que tiene el Gobierno Español y el Gobierno Francés en lo que está ocurriendo. El mundo se ha convertido en una guerra civil, generalizada, que avanza cada vez más hacia nosotros. Y ahora lo veremos en forma de una oleada de refugiados impresionante y esta ola de atentados terroristas. Pero es que no es más que el efecto de haber destruido toda esa parte del mundo y con fines claramente económicos. EP: ¿Cómo afecta, pues, el hecho de que se cierren todas las fronteras de Francia a la temática de los refugiados? CF: No sabía que hubiera ocurrido eso. ¿Lo han dicho hoy? EP: Sí, el ministro francés dijo que iban a cerrar las fronteras y que nadie saldría del país y nadie entraría, de este modo el culpable de los atentados estará en Francia y no saldrá de allí. CF: (Risa irónica) Pues el culpable del atentado podrían buscarlo en la presidencia de los Estados Unidos, en la presidencia de la República Francesa, en la Jefatura del Gobierno Español, etcétera, etcétera, ahí están. Pero bueno, sí. Hay unos instrumentos dogmáticos integristas, chiflados y psicópatas, pero yo creo que, no sé, solamente faltaría que la única posibilidad de buscar las causas fueran a ese nivel. No sé, pues sí, eso

de cerrar las fronteras por supuesto que tendrá consecuencias atroces. Como todo lo que va a pasar. Hubo gente que cuando lo de las Torres Gemelas dijo que en definitiva no iba a pasar nada. Bueno, pues sí que pasó algo. Pasó tanto que el mundo ha cambiado por completo para mal. Hubo una herida a todos los valores del garantismo jurídico y del Estado de Derecho a nivel mundial brutal. Un retroceso gigantesco. Y esto también va a tener un antes y un después. Porque desgraciadamente la República Francesa ha reaccionado de una forma histérica, demagógica y populista. Y además esto va a provocar, efectivamente, que el Frente Nacional Francés y Marine Le Pen va a subir muchísimo en las [elecciones]. Y claro no va a ser nada agradable ver un país como Francia gobernado por un partido semifascista. EP: Carlos, tengo un compañero que quisiera preguntarte algo al respeto. Se llama Jordi y ahora te hace la pregunta. CF: Vale. Jordi Romano: Hola muy buenas, un placer y muchas gracias por... CF: ¡Hola, Jordi! Sí, ¿qué tal? JR: Bueno. Sabemos que tú siempre reivindicas el proyecto político de la ilustración y el Imperio de la Ley y el Estado de Derecho. ¿Qué le dirías a todos aquellos izquierdistas que cometen, yo creo, el error de renunciar a leer todos los teóricos del derecho y los teóricos ilustrados diciendo que son elementos de la superestructura burguesa y entregándoles, en definitiva, al enemigo todos estos pensadores? CF: Bueno, pues la verdad es que lo has contado tú mismo muy bien en el momento de hacer la pregunta, vamos. Pues les diría que es un disparate. De hecho eso que ellos defienden no lo pueden encontrar en Marx. ¿Sabes? Es que ni siquiera es

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verdad que lo puedan encontrar en Marx. Y aunque lo encontraran sería, pues, peor para Marx porque ni siquiera es verdad. No sé. Luis Alegre y yo en “El orden de El Capital” hemos intentado demostrar que una buena lectura de “El Capital” es perfectamente compatible con una defensa de los valores republicanos. En las instituciones republicanas vamos a decir. Más que valores son principios. Pero es que además son principios que luego generan instituciones. O con los que se pretende crear instituciones. No sé, pues todo el edificio del estado moderno pensado por la ilustración a mí me parece una buena idea. Para empezar está pensado por gente como, no sé, gente como Locke, como Montesquieu, como Kant, como Rousseau... Mientras que claro, si tú consideras que todo eso no es más que ideología burguesa y la arrojas, de alguna forma, al cubo de la basura del enemigo, pues el enemigo se aprovecha de ello. Y mientrastanto, así, te queda el dilema de tener que inventar algo mejor, más ocurrente y, efectivamente, pues no es tan fácil inventar la pólvora a estas alturas. Porque, claro, ¿quién va a inventar aglo mejor? ¿La Revolución Cultural China? No sé, ¿El Hombre Nuevo guevarista? Todo son ideas teñidas de religiosidad. Pues porque además la cosa estaba prevista desde la ilustración. En realidad el derecho es la última escalera que tienes para elevarte por encima de la religión. Si pretendes superar el derecho volvemos a caer en la religión. La verdad es que el cáncer del socialismo real siempre ha sido el culto a la personalidad. Pero es que eso era una cosa elemental. O sea, allí donde no defiendes el proyecto de la ciudadanía, defiendes un proyecto religioso. Y si pretendes ser ateo, te sale el tiro por la culata y entonces resulta que el que ha predicado el ateísmo se convierte en el nuevo dios. Es un elemento indescifrado que todavía haya gente a la izquierda empeñada en considerar lo mejor del pensamiento de la

ilustración una superestructura del modo de producción que pretendemos combatir. El modelo de mucho capitalista. Esto es un disparate. Y, claro, es verdad que se nos ha dicho que defender conceptos como Estado de Derecho, como Imperio de la Ley, luego división de poderes con inmunidad parlamentaria... En fin. Que tiene ciertos tics de reformistas, pero es que es exactamente al revés. O sea, yo no sé cómo es que no lo ven. El problema está en que todas estas instituciones republicanas, bajo el capitalismo, o funcionan igual o no funcionan en absoluto. Entonces yo creo que Santiago Alba lo expresó en una ocasión muy bien con una sola frase. Dijo que había que ser reformista en lo institucional y revolucionario en lo económico. ¿Cómo se come eso? Pues bueno, se come muy mal, históricamente ha salido siempre muy mal. Pero la gente está en que para ser reformistas en lo institucional resulta que tenemos que ser revolucionarios en lo económico y es que no hay otro remedio porque con estas condiciones económicas el parlamento no funciona, la división de poderes es una estafa, el poder judicial no puede funcionar, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, ¿no? O sea la libertad de prensa es una completa estafa, por ejemplo, bajo estas condiciones económicas. Porque no ves más que la voz de unas cuantas corporaciones económicas mundiales que se reparten a mordiscos la opinión pública internacional. Eso es todo lo contrario a lo que fue pensado por los pensadores de la ilustración. Entonces yo diría: no hay ningún solo concepto del pensamiento republicano de la ilustración que pueda ser pensado bajo condiciones capitalistas de una forma no problemática. Es imposible. Imposible. Bueno, pues entonces habrá que decir: mira, la culpa de que nuestros sistemas parlamentarios sean una estafa no la tiene el parlamentarismo, la tiene el capita-


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lismo que los convierte en una estafa. No confundamos los enemigos. JR: Claro, claro. Además muchas veces se tiende a pensar que el capitalismo es producto directo de la ilustración y su proyecto, pero más bien yo diría que la ilustración y su proyecto político fracasó. Bueno, más que fracasó, fue derrotado con una reacción conservadora, ¿no? CF: Sí. Tienes toda la razón. JR: Y además, lo que apuntas, muy bien. Ahora mismo reivindicar el Estado de Derecho es casi ser revolucionario porque yo no creo que ahora mismo podamos hablar de un Estado de Derecho en España ni en muchos países. CF: Bueno se acaba de demostrar palpablemente que el parlamentarismo es, al fin y al cabo, la sede del poder legislativo y, por tanto, la fuente del derecho, no tiene ni dos hostias frente a los poderes financieros internacionales. O sea en Grecia la victoria de Syriza provocó de inmediato, lo que por tantos economistas y algunos Premios Nobel, un golpe de estado financiero. Si el parlamentarismo en algún momento pretende tocar los poderes económicos, inmediatamente se acaba el parlamentarismo. Lo clásico ha sido que se acabara bajo las bombas de un golpe de estado o bajo las botas de unos militares, pero ahora ya ni siquiera hace falta eso. No ha hecho falta más que sencillamente cortar el crédito de la banca internacional y dar unas órdenes, ya no militares sino económicas, que Grecia no tuvo más remedio que cumplir y Tsipras tuvo que dimitir. Fue un golpe de estado en toda regla. Fue un golpe de estado en toda regla y va a ser sencillamente la norma en Europa. Para cambiar esa correlación de fuerzas hace falta mucha revolución o sea que los que hechan de menos la revolución, (risas) que no se preocupen, si van a tener mucho de eso. No hay más remedio. Los poderes financieros no se van a dejar

arrebatar el poder por la vía parlamentaria. Pero claro, tú debes pretender que el parlamentarismo es tu enemigo pues es disparatado. Es decir mira, nosotros queremos luchar contra estos poderes financieros precisamente para que el parlamentarismo sea una cosa decente como fue pensado. Y además es que es la única idea buena que ha tenido la humanidad. Digámoslo así. Bueno, la única buena idea, no sé, una de las pocas buenas ideas que ha tenido la humanidad. Pensado por gente, precisamente, que pensaba muy buenas ideas. Y efectivamente lo que has dicho es totalmente cierto. Eso de pretender algo así como que el capitalismo es efecto del programa político de la ilustración es un disparate, para empezar, antimarxista, puesto que se supone que no hay ninguna vía que por la parte de pensar que un acontecimiento histórico es el resultado de una idea, de un programa político que al fin y al cabo es un conjunto de ideas, eso para empezar es antimarxista, pero es que además de ser antimarxista una tesis de ese tipo es un error histórico mayúsculo. ¡Mayúsculo! Todo el programa de la ilustración fue cuidadosamente guillotinado durante la revolución francesa. Es que en la Revolución Francesa hubo muchas contrarevoluciones de por medio y lo que sale exitoso de la Revolución Francesa no es la Revolución Francesa, sino la contrarevolución. Y eso sí es cierto: de la contrarevolución francesa, sale muy bien parada la burguesía. Pero no de la Revolución Francesa sino de la contrarevolución. Esto es una cosa que Domènech en Barcelona lo ha dejado muy claro. Hay que acostumbrar a la gente de que tampoco te puedes inventar la Revolución Francesa sin tener ni puta idea de historia.

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La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno de la CIA en España (1982-2011) un análisis discursivo

Por Jordi Romano A Íñigo, que me ha enseñado a pensar y combatir. Porque fueron somos, porque somos serán.

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Sólo hay una cosa en este mundo peor que tener una identidad, y es no tener ninguna. (Terry Eagleton)

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ede se sabe de memoria, a su pesar, este artículo, las reflexiones, interrogantes y minutos que están detrás de este trabajo. Diría que tiene el inigualable mérito de haberme aguantado en los tiempos de zozobra, y, quizá más aún, en los del buen viento. Sin embargo, eso sucede en el transcurso de compartir los días a puñados, pero de a miles, como las ganas, la guerra y las manos. Y eso sí me sería insustituible. Pablo Iglesias ha sido y es maestro y mi secretario general. Le dedico la revista porque me ha enseñado a pensar y combatir. A él le debo mi formación, el respeto por los libros y el amor por l@s nuestr@s. También la capacidad de esfuerzo. Todo eso, sin darse cuenta, lo ha conseguido siendo mi principal

referencia intelectual, política y vital. Y convirtiendo su orgullo en mi mejor recompensa. 1.Objetivos de la investigación En este artículo se intentará pensar sobre la construcción orgánica de la España democrática y la manera en que se constituye cómo comunidad política y social en la etapa postfranquista. Una articulación mediada principalmente desde el discurso y con el núcleo político en el Partido Socialista Obrero Español, entendido como El Príncipe de un régimen que se construye en tanto que hegemonía desde la llegada del agente Felipe a la Moncloa. Un área particularmente estudiada es el momento constituyente y la transición hacia la democracia. Aquí, sin embargo,

se estudiará el proceso de consolidación de la Monarquía Parlamentaria. Se revisará, pues, la centralidad del PSOE en la construcción del Régimen como síntesis de los diversos intereses sociales y la capacidad de redefinir el marco político y el orden social, así como los sectores subalternos. Es decir, se tratará de ver la importancia de la primera legislatura socialista en la articulación, sino sutura, del bloque histórico que generó consenso de los subordinados al status quo y que (re)unió estructura y superestructura. Se podría decir que se hablará desde el momento constituido, es decir, no se analizará el proceso de redacción y las causas que explican el texto constitucional. Se aceptará, pues, el Estado de Derecho y se pensará la construcción


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simbólica de una hegemonía que vinculó la sociedad. No será útil pensar el proceso como traición o como pacto entre élites. Se entenderá el proceso como articulación de la nueva totalidad que configuró un sistema histórico: el Régimen del 78, que lo vamos a nombrar Regencia de Felipe, período en que Felipe asume las funciones que corresponden al príncipe maquiavélico hasta que Felipe es nombrado Rey de España. O de la enésima restauración borbónica. 2.Metodología de análisis. Decisiones epistemológicas previas: hegemonía, discurso y constructivismo Voy a aclarar algunos conceptos centrales del análisis para facilitar el texto y evitar malentendidos. El concepto de hegemonía suele entenderse como el dominio o la superioridad de un sector por encima de otros. Aquí se le da un uso distinto y concreto, en el sentido expuesto por Laclau y Mouffe cuando abandonan el último reducto de esencialismo en el pensamiento del marxismo en general y en concreto de Gramsci. Una lectura postmarxista y heterodoxa de la propuesta de hegemonía gramsciana estudiando el discurso y la ideología como núcleo central de la lucha política, centrada en el ámbito de la cultura. Por tanto, la hegemonía es un tipo de ordenación de un campo político marcado por el conflicto y la contingencia. Los

mecanismos que operan en la construcción del orden y del marco político, y de la propia identificación social, son mecanismos discursivos. Entendiendo el discurso en tanto que práctica de construcción e institución de sentido y significado político. Desde ésta perspectiva la práctica política consiste en la pugna permanente entre sectores que quieren atribuir una explicación concreta a los fenómenos. Esto es, la nominación como trascendencia de los intereses sectoriales y la lucha hegemónica como batalla para construir identidades y significados. En términos “históricos”, si Lenin entendía la hegemonía como una respuesta excepcional a una situación excepcional la necesidad de que el proletariado tomase en sus manos en Rusia las transformaciones históricas “burguesas” provocada por un “desarrollo desigual y combinado” que solapa etapas históricas desordenando su sucesión, para Gramsci la hegemonía es la forma normal de la política en las sociedades democráticas de masas caracterizadas por sociedades civiles desarrolladas y complejas, y por una legitimidad mayor del status quo por la promesa de ascenso social individual y de incorporación de las demandas de los gobernados en los planes de los gobernantes (Laclau y Mouffe, 1985: 60). El concepto de bloque histórico de Gramsci es probablemente el más imLA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

portante de su teoría. Hace referencia a un sujeto o formación que hace inteligible la totalidad social en un momento histórico determinado. Es vital entender que el sujeto no viene constituido por un fundamento prediscursivo, es decir, que no es necesario y determinado. El bloque histórico siempre es una construcción o articulación sobre unas condiciones materiales, fijadas en el terreno económico, que siempre abren la posibilidad de formarlo. Es decir, el sujeto no viene determinado por las relaciones de producción de manera inmediata y natural, sino que éstas abren la contingencia de actuar en distintos sentidos para intentar darle forma, desde el discurso, al sujeto. Para la articulación del bloque histórico y de los sujetos Gramsci decía que es imprescindible la presencia de los “intelectuales orgánicos”, una suerte de líderes culturales que cohesionan los sujetos. El papel más importante que juegan los intelectuales orgánicos es el de instituir un “sentido común de época”. Por tanto las clases sociales y los sujetos políticos colectivos necesitan tener tal figura. La formación de una intelectualidad propia es un factor determinante en la capacidad hegemónica de todo grupo social, una condición fundamental de la agencia política: “una masa no se “distingue” y no se vuelve independiente “por sí misma” sin organizarse (…) y no hay organización sin intelectuales o sea sin organizadores


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“No hay que entender la guerra de posiciones como una suerte de acumulación de fuerzas sino como una articulación de sujetos colectivos nuevos en torno a discursos determinados que representan en un sentido o en otro las relaciones sociales existentes, que encarnen la figura de nacional-popular”

y dirigentes (Gramsci, Cuadernos, IV, p. 253). Los intelectuales tienen, para éste enfoque gramsciano, un rol político fundamental: instituir o contestar una concepción del mundo difundida en una época histórica en la masa popular (Gramsci, Cuadernos III, p. 327), el “sentido común de época”, que es una construcción móvil que mezcla de forma desordenada nociones de muy diferentes procedencias arraigadas en las costumbres (Gramsci, Cuadernos I p. 140). Por tanto se entiende por sentido común la construcción cultural (y política) que naturaliza el orden existente, presentándolo como natural, indudable, inmutable e infinito. Es toda una estructura que se interioriza desde los inicios de la socialización del individuo en la sociedad, de tal manera que es un terreno muy arraigado y que legitima con mucha eficacia las relaciones sociales y la naturaleza del orden. Los intelectuales orgánicos y los sectores alternativos tienen la dura tarea de transformar éste sentido común, enfrentarse a él para lograr presentarlo como algo que no es necesario y que podría ser diferente. Siempre es una tarea muy larga, dura y costosa. Por tanto Gramsci ve de vital importancia la batalla en el terreno de la cultura, en una suerte de “reforma intelectual y moral” de la sociedad, contraponiendo ésta tesis a la de conquista inmediata del esta-

do. Ésta reflexión la hace el comunista italiano al pensar sobre lo que llamó “estados occidentales”, que tienen más desarrolladas las estructuras de la sociedad civil y que disfrutan de una relación entre los gobernantes y los gobernados muy distinta de los “estados orientales”, una relación mediada más por el consenso que por el dominio coercitivo. Este combate ideológico es el aspecto central de la lucha por la hegemonía, una tarea cultural prolongada y que exige grandes capacidades de organización, orientada a: hacer intelectualmente independientes a los gobernados de los gobernantes, para destruir una hegemonía y construir otra (Gramsci, Cuadernos, IV, p. 201). Ésta manera de interpretar la lucha política la denomina “guerra de posiciones”. No hay que entenderla como una suerte de acumulación de fuerzas sino como una articulación de sujetos colectivos nuevos en torno a discursos determinados que representan en un sentido o en otro las relaciones sociales existentes, que encarnen la figura de nacionalpopular. El moderno Príncipe debe y no puede dejar de ser el pregonero y organizador de una reforma intelectual y moral, lo que además significa crear el terreno para un ulterior desarrollo de la voluntad colectiva nacional popular hacia el cumplimiento de una forma superior y total de civilización moderna (Gramsci, Cuadernos V, p. 17).

Es importante entender que ésta voluntad nacional popular nunca será completa, es decir, que todo régimen siempre dejará algo fuera. Una voluntad popular colectiva nunca puede ser completa porque siempre hay fuerzas excluidas o marginadas que constituyen una reserva permanente de resistencia y un potencial permanente para el desarrollo de contrahegemonía en diferentes escalas y sitios (Jessop y Sum, 2006: 173). Para concluir hay que revisar cuatro componentes esenciales: La “dislocación” en el sentido de la diversidad heterogénea de elementos dispersos y sectores sociales segregados. Éste momento es insuperable, es inherente a la comunidad política. Está ligada a la idea de antagonismo de Laclau, que habla sobre la división eterna de la sociedad, ya sea en clases o en otras identidades. Esta tensión permanente por superar el conflicto que está en su razón de ser es constitutiva de la hegemonía (Errejón, I. 2012:141). La capacidad de un actor para determinar el núcleo social entorno al que se agrupará la mayoría es la posibilidad de hegemonizar el espacio. La “articulación” entendida como lo que Gramsci llamaba el paso de la fase “económico-corporativa” a la “ético-política”. Es decir, la apropiación y representación del universal por el particular. Es el proceso fundamental de la construc-


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ción “nacional popular”. La “integración parcial” de una parte de los subalternos al proyecto del actor principal y la delimitación siempre necesaria de un afuera, en tanto que grupos subalternos aislados en forma de antagonistas (Mouffe, C. 1998). Las “condiciones de posibilidad” determinan la probabilidad de éxito del proceso hegemónico. Es parte fundamental para evitar caer en un idealismo según el cual todo es posible. Para Íñigo la actividad hegemónica es aquella por la cual un grupo social con la capacidad material y simbólica necesaria interviene en un contexto de dislocación y heterogeneidad articulando diferentes sectores en una nueva voluntad colectiva que, representando sus intereses de grupo, integra en forma subordinada los intereses de grupos subalternos y es capaz de presentarse de forma plausible como un progreso universal de la sociedad (Errejón, I. 2012: 143. Para Laclau y Mouffe el discurso es una práctica articuladora que instituye puntos nodales que anclan parcialmente el significado de lo social en un sistema organizado de diferencias. El sistema discursivo articulado por un proyecto hegemónico está delimitado por fronteras políticas específicas resultantes de la expansión de cadenas de equivalencia [el afuera constitutivo] (Laclau y Mouffe, 1985: 137).

La Regencia de Felipe (o régimen del 78) se ha convertido, con especial intensidad desde el 15M, en objeto de estudio y análisis de muchos científicos para intentar explicar y comprender el momento actual del país. Se suele simplificar el régimen como una suerte de democracia light basada en un turno de partidos orgánicos que se reparten el poder y la influencia, fruto de una transición, entendida como maquillaje del totalitarismo franquista. Para analizar cómo se construye el régimen y cómo se asienta durante el primer gobierno del PSOE es necesario pensar en qué situación se encontraba la sociedad y el Estado. El proceso de “revolución pasiva” que pretendió restaurar la hegemonía de las viejas élites heredadas del régimen anterior no fue demasiado exitoso, es decir, el proceso de transformismo en tanto que expropiación de las demandas subalternas y cooptación de los intelectuales orgánicos de los nuevos sectores no pudo refundar los ejes centrales del anterior orden y el proyecto se tuvo que abrir demasiado. La estrategia de apertura del régimen tradicional no bastó para mantener la estructura intacta y tuvo que ceder en demasiadas demandas. La tensión entre los dos polos no tenía solución y al final fue inevitable la reordenación de la sociedad. No se podía ni regresar al pasado ni iniciar una ruptura total. La “revolución pasiva” no fue nunca LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

suficiente, actuó solamente como una suerte de dique restaurador. Esto abrió el margen e hizo necesario un proceso de “hegemonía expansiva” que, como escribe Mouffe, tiene más que ver con un momento “antipasivo”. Se trata de la agrupación de diferentes demandas en un solo proyecto que las satisfaga o amortigüe las contradicciones entre ellas, generando así una nueva voluntad colectiva (Mouffe, C. 1979). El actor que logró articular éste proyecto fue el Partido Socialista de Felipe González, que demostró ser capaz de interactuar tanto con los sectores más rupturistas como de presentarse de manera aceptable a los sectores moderados. Es decir, el PSOE fue capaz de ocupar la posición central entorno a la que se construiría el régimen español. Digamos, pues, que fue capaz de formar la “hegemonía expansiva”, en tanto que operación discursiva metonímica por la que la parte pasa a representar al todo (Laclau. E y Mouffe, C. 1985: 141). El anclaje cultural que empezaba a asentarse giraba alrededor de un discurso del consenso y de la estabilidad, partiendo de una cierta contigüidad pero siendo capaz de desplazar los significados. Es decir, empezaba a ser mal visto mostrar afinidad al régimen franquista pero no era necesario explicitar qué estabas en contra. Todo el mundo estaba contento de la consolidación de la democracia pero no hacía falta condenar


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“La consolidación del régimen viene acompañada de la despolitización de la sociedad. Los partidos se parecían cada vez más, se entra en una etapa postpolítica, producto del neoliberalismo”

los años oscuros que se habían vivido anteriormente. El PSOE, un partido históricamente antifascista, hegemonizó su centralidad justo cuando desarticuló y rearticuló las demandas que lo habían definido como partido. Un ejemplo claro: un partido republicano pasó a ser el partido más borbónico. La erosión de los dos bloques abrió el espacio que el agente Felipe usó para actuar, siendo capaz de reordenar las posiciones políticas y de abrir una nueva etapa histórica en el país, con un constante escape del conflicto. Por tanto, la sociedad que se dividió en la Guerra Nacional Revolucionaria parecía reconciliarse, llegando al punto en que los alineamientos políticos no se decidían siguiendo este eje. La prueba está en que los otros países que habían sufrido regímenes autoritarios se habían constituido desde un antifascismo explícito y radical, mientras que en España la cosa fue muy distinta. En 1982 la oposición se niega a apoyar la entrada de España a la OTAN. El gobierno de UCD tiene que anticipar las elecciones. El PSOE aprovecha que las fuerzas políticas están en declive y, con su firme discurso de reformas sociales y estabilidad, y, con su No a la OTAN, consigue la victoria. Era la primera vez que un partido fundado por Pablo Iglesias ganaba. Era la primera vez que un partido fundado por Pablo Iglesias estaba de acuerdo en que España estuviera en

la OTAN, a pesar de haber defendido lo contrario poco antes. En aquél momento se estaba viviendo una crisis económica a nivel global. El Estado del Bienestar se recortaba en toda Europa, había empezado una contrarrevolución burguesa que abría la etapa neoliberal. España llegó tarde al sistema de Estado de Bienestar y esto complicó las cosas al PSOE, que tuvo que cambiar mucho su discurso. El regente Felipe, una vez presidente, y asumiendo que el Estado es la principal herramienta reproductora de hegemonía, sabe que la construcción del bloque histórico necesita cohesionar los distintos sectores subalternos logrando un consenso y una voluntad social que vea en el horizonte un futuro esperanzador. Su plan de estabilización económica fue el pilar que consiguió vertebrar el régimen. Empezó un reajuste del sistema productivo que se centró fundamentalmente en la integración del neoliberalismo a España. Es decir, desmantelación del aparato industrial y transición hacia un capitalismo financiero, de tal manera que el modelo económico pasó a ser principalmente deuda, burbujas, especulación, turismo y construcción. España entró en la CEE y pasó a jugar el papel de país periférico. Dinero fácil, crecimiento sin productividad, burbuja como modo de ascenso individual. La integración parcial de las clases populares al orden se explicaba con el


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discurso de las clases medias. Todo el mundo pasaba a ser propietario, deudor, de una casa, un coche, etc. España entraba de pleno en la lógica neoliberal. Las funciones típicas del estado de bienestar, como la sanidad pública, la educación, las pensiones, los subsidios, etc. fueron impulsadas por el PSOE, el gasto del Estado aumentaba cada año. Pero no lo hacía con la lógica keynesiana, es decir, no era un modelo redistributivo, con alta progresión impositiva, sino que lo hacía con el dinero de Europa y con la deuda. El negocio era completo, Europa gana prestando dinero y España disfruta del dinero. La desigualdad subía cada año, pero de a miles, pasa que era aceptado por la mayoría, ya que su bienestar también aumentaba. El problema trivial de tal modelo es que se crece con constantes burbujas. El Partido Socialista fue abandonando paulatinamente el discurso obrero y su ruptura con los sindicatos se ve claramente con la huelga general del 88. Cada vez se consolidaba más el auge de las clases medias y del desarrollo de la economía de la construcción y turismo. El consumo de crédito aseguraba el ascenso individual sin límites y el bienestar. España ya era un país “rico”. La socialdemocracia española, siguiendo el ejemplo de la europea, abandonó sus principios y abrazó el modelo liberal. Vimos cómo se privatizaron distintas empresas estatales, entre ellas Telefóni-

ca, Endesa y Repsol. La consolidación del régimen viene acompañada de la despolitización de la sociedad. Los partidos se parecían cada vez más, se entra en una etapa postpolítica, producto del neoliberalismo. El conflicto y la democracia popular no tienen cabida en el régimen, el poder político está en manos de los “expertos” y la gente tiene que retirarse, vivir su vida. El sentido común y la cultura dominante te dice que te preocupes de tus problemas, que ya somos europeos y que el conflicto es siempre cosa del pasado. Otro de los elementos centrales que explican la consolidación hegemónica y la construcción del bloque histórico es el afuera constitutivo, el enemigo que une. Y este no era otro que el terrorismo. España vivió una guerra interna durante muchos años y el agente Felipe puso en marcha un mecanismo de terrorismo de Estado para combatirlo. España se unía contra ETA. El enemigo sirvió de legitimador del orden. Entendiendo que la hegemonía se basa en el continuo formarse y superarse de equilibrios inestables (…) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los que los intereses del grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea no hasta el burdo interés económico corporativo (Gramsci, Cuadernos V, p. 37), el partido del régimen comprendió que una de las claves para LA TRIVIAL | OCTUBRE - DICIEMBRE 2015

encarnar el proyecto nacional-popular era articular a su favor las demandas de las comunidades autónomas con identidad nacional propia. En la primera legislatura del Agente González España pasó de ser el Estado más centralista de Europa a uno de los más descentralizados. El propio partido socialista contó con el apoyo de Don Jordi Pujol para formar gobierno en el 93, poco después del caso “Banca Catalana”. El PSC tuvo mucha fuerza en Cataluña al saber situarse en el catalanismo político, sobre todo cuando Maragall se convirtió en alcalde de la ciudad condal. Muchos fueron también los intelectuales orgánicos que mostraban su apoyo abierto al proyecto socialista, cantantes, escritores, periodistas, etc. La cultura era un ámbito copado centralmente por el PSOE. Se vivía un momento de anestesia colectiva, todo era maravilloso, el país era ya moderno, se habían superado los problemas y la política tenía que ser gestión y administración mecánica. El relato cultural que impregnaba la sociedad era: nosotros hicimos la historia, y fue el momento de las grandes epopeyas y la épica. Esa ya está hecha, váyanse a casa. Estudien mucho, háganse ricos y diviértanse los fines de semana, pero el momento de las hazañas colectivas ya fue (Errejón, I. 2015: 28). Las cunetas siguen llenas de cuerpos, pero remover el pasado es peligroso.


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Capitalismo de amiguetes; federalismo chapuza Por Jordi Romano Cuando uno traza cuál es el ordenamiento político, cultural e institucional que heredamos de la transición, el edificio político que conforma el régimen del 78, es fácil ver que algunos de sus elementos, no todos, están viviendo una cierta crisis. Se suele pensar la crisis del régimen como una suerte de solapamiento y concatenación de diversas crisis que hacen quebrar todo el aparato. Entenderlo así es siempre un error, el análisis no puede ser minucioso y no se distinguen las instituciones que siguen siendo sólidas y las que están profundamente dañadas. Entendiendo instituciones no sólo como aparatos jurídicos, sino también a los consensos, formas de entender las agrupaciones sociales, etc. Desmenuzar cuáles son las áreas que viven una situación de auténtica crisis orgánica es siempre de vital importancia para la acción política.

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l régimen del 78 se puede caracterizar rápidamente cómo la articulación hegemónica de construcción del bloque histórico fundado con la integración de los grandes sectores populares, que habían participado del antifranquismo, a través de las organizaciones políticas y sindicales. Un proceso en el que los sectores subalternos tuvieron razones suficientes como para mostrar fidelidad al orden, para entender que el orden podía satisfacer buena parte de sus demandas y proponer unas expectativas de vida y bienestar coherentes, sobre todo para sus hijos. De tal manera que el sistema político y social que llamamos régimen del 78 fue exitoso en la medida en que se mostró capaz de asegurar un cierto nivel de esperanza y de futuro compartido para una sociedad que venía de unos años muy oscuros. Buena parte de los sectores populares transitaron hacia la clase media. Lo que explica el actual momento de crisis de régimen tiene que ver con la quiebra de las expectativas de futuro y, sobre todo, la sensación de que las generaciones futuras vivirán peor que sus padres. Esta idea es central en el análisis y va muy ligada a la incapacidad de las izquierdas tradicionales de proponer un horizonte de esperanza. El sector en que más claramente se produce la crisis de régimen son los partidos de izquierda y los sindicatos tradicionales, que viven una suerte de crisis de legitimidad en la que no transmiten la confianza suficiente. Esto se ve de manera muy clara en la forma de proyectar el futuro y en la forma de entender el presente y actuar del PSOE, un partido que no ha sido capaz de entender el cambio que supuso para el país el 15M. Cuando vemos sectores del partido pidiendo una gran coalición para cubrirse del “populismo” y cuando vemos sindicatos importantes pedir un pacto de Estado con la clase dominante, es fácil diagnosticar que no son capaces de adaptarse a la realidad social de un buen sector del país. Un vector importante de la crisis que vive el régimen del 78 es la ruptura del consenso y del pacto social impulsada desde arriba, en una clara ofensiva oligárquica, que ha impulsa-

do una salida de la crisis profundizando el neoliberalismo y proponiendo el mismo tipo de políticas que nos han llevado al desastre actual. El problema económico que se vive de manera dramática y catastrófica cuando estalla la gran crisis está estrechamente ligado a otra de las grietas del régimen, el modelo de desarrollo. Un modelo fundado sobre la debilidad estructural y sobre un capitalismo de amiguetes sostenido por el ladrillo y por el turismo, sectores que no construyen una estabilidad sistémica en el modelo productivo. En este sentido, las clases dominantes no han sido capaces de construir un país de integración. La “lumpen” oligarquía ha sido un sector permanentemente incapaz de generar riqueza e inclusión. Las dinámicas mercantilizadoras de transición hacia el neoliberalismo en España fueron impulsadas por un partido “socialdemócrata”, hecho casi único e impensable en la mayoría de países europeos. Otra grieta que parece no tener solución es la crisis del modelo territorial del Estado. La articulación territorial del Estado no ha sido capaz de ofrecer soluciones a las distintas demandas que ha recibido, de tal manera que ha ido dejando fuera del orden cada vez más actores excluidos que ahora parecen irreconciliables. Esto, sumado a que los actores tradicionales que canalizaban las soluciones ya no tienen autoridad de generar consenso y proponer desarrollo de la sociedad en su conjunto, y de aceptar la plurinacionalidad del estado, hace que vivamos un punto de extrema fragilidad en la cuestión territorial. Vemos claramente, otra vez más, que el PSOE es totalmente incapaz de entender la situación y cree que la solución al problema es tan simple como el traslado del Senado, un organismo de dudosa utilidad, a Barcelona, intentando una suerte de federalismo chapuza que convenza a los catalanes de la necesidad de seguir en España. Si sumamos que la corrupción ha impregnado toda la estructura de los principales partidos y que empieza a parecer que ha funcionado durante mucho tiempo como engrasante


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de la máquina pública es normal que la afección de una buena parte de la sociedad hacia los partidos tradicionales se derrumbe. Existe una insalvable brecha entre la población y la clase política del régimen, que ha perdido el consentimiento de los sectores subalternos que, a su vez, han pasado de la pasividad política a la actividad de reivindicar sus razones. Un momento en que la élite ya no dirige el proyecto de país. Gramsci decía que “la crisis orgánica consiste en que lo viejo no muere y lo nuevo todavía no puede nacer”. La función hegemónica de nexo entre estructura y superestructura se disuelve, los lazos sociales y el propio relato que naturaliza el régimen se resquebraja, es una etapa de disgregación del bloque histórico. Los representantes no representan los intereses y necesidades de los representados y, a su vez, los representados no se sienten interpretados por los representantes. En este sentido debe entenderse la crisis de un régimen que se hizo viejo y distante a la luz del 15M, de unos partidos que quedaron apartados del nuevo “sentido común” emergente. No cabe entender que la crisis de régimen es el derrumbe de las estructuras y aparatos del Estado que, aunque en vías de tránsito hacia el subdesarrollo, va a seguir teniendo el monopolio de la violencia y de la gestión del territorio. El momento destituyente del “no nos representan” fue el punto a partir del cual se produjo el proceso cognitivo en que se empezó a tomar consciencia de que lo que hasta entonces había funcionado ya no podía seguir igual. La desafección hacia las instituciones se hizo irreversible y el desmoronamiento del bipartidismo sólo podía ir a más. Esto no es solo una crisis institucional cuya solución sería la sustitución de unos partidos inertes por otros nuevos sino que es una crisis de “institucionalidad”, en tanto que lo que estaba en duda era el propio funcionamiento de los mecanismos de representación tradicionales. Tal idea aparece sobre todo en las generaciones jóvenes que quieren repensar lo político, de repensar la propia naturaleza de las instituciones. Por su parte, el momento destituyente, que aún está solo empezando, abre el margen para luchar por la resignificación de los conceptos. Aquí solamente hablaré de uno, que no es poca cosa, y es el de democracia. Digamos que durante muchos años la democracia era propiedad de los ministros y de los profesionales. La izquierda renunció hace mucho tiempo a la democracia como proyecto de emancipación. El 15M fue un momento de reivindicación máxima de una democracia real y radical. Las ideas de socialismo, lucha de clases y otras por el estilo han quedado fuera del imaginario, de tal manera que la revolución es la recuperación de la noción de democracia por parte del pueblo. La democracia entendida por el régimen, que era el hecho de votar cada cuatro años, gozar de una cierta libertad de expresión, tener un estado de derecho y otras cuestiones fundamentales, se queda corta. La reapropiación de la

idea de democracia por parte de los sectores subalternos viene estrechamente vinculada con la cuestión social y material, es decir, si hay desigualdad la democracia no es real y efectiva. La crisis de régimen de España es algo más que una simple crisis de legitimidad. Es una crisis de los equilibrios y encajes entre los sectores. Es decir, el gran conglomerado que forma el país pasa de un estado bastante sólido a una situación mucho más flexible, de tal manera que la disputa para proyectar un futuro se ensancha y abre la posibilidad de rearticular los bloques. La estabilidad, no completa, que ha habido en el país durante los últimos treinta años ha sufrido un golpe mortal. Los sectores anteriormente dirigentes no han sabido hacer una labor necesaria para mantener su estatus que es saber integrar una parte de los subalternos y dispersar al resto para acorralarla. Por tanto el descontento se ha ido acumulando de manera desordenada pero con la posibilidad, siempre contingente, de encadenarla para formar una nueva identidad rupturista. En el momento en que el acuerdo social entra en crisis una parte importante del sector dominante ha decidido enrocarse y encerrarse contra todo, de tal manera que no ha sabido remodelarse para aceptar en su fase histórica buena parte de los sectores descontentos. Y el partido que más ha sufrido esto, evidentemente, es el Partido Socialista. De tal manera que nos encontramos en un momento de constante multiplicación de protestas y descontentos, pero que no existe un vínculo orgánico necesario entre ellos. Por tanto, se incrementa la disgregación social y los viejos canales no son capaces de darle forma y cabida, en forma de nueva identidad colectiva, a todas las demandas. Nada de lo existente en el régimen del 78 puede articular la impresionante cantidad de descontento, pero el descontento sigue creciendo. El terreno se prepara cada vez más para una actividad populista, esto es, para la articulación de un tejido. Ésta labor de tejer las reivindicaciones dislocadas en algo común y de construir una identidad colectiva tiene que hacerse desde el discurso. Las categorías y las posiciones históricas no son capaces de dar cabida a la gran parte de actores, de tal manera que los ejes clase obrera/burguesía, república/monarquía, izquierda/derecha, no son útiles. Esta tesis solo se puede pensar si se es radicalmente antiesencialista y si se entiende que las identidades no vienen dadas. De tal manera que quizás se pueden dirimir las posiciones entorno pueblo/casta, abajo/arriba, nuevo/viejo, independentista/franquista. El año 2015 ha sido un año muy complejo y llega a su fin con la fecha más importante de la última década, el 20D. Estamos viviendo un proceso donde el régimen no ha sido capaz de transformar e integrar las demandas y los intelectuales subalternos. Las clases dominantes no han sido capaces de ensanchar su base social ni de absorber el enfado de las clases populares.

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FotografĂ­as de la revista por Frederic Sala Mauri


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Estudio epistolar

Sant Feliu de Codines, martes 22 de diciembre.

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n el anterior número de este especial de “La trivial”, escribía en este mismo apartado un artículo titulado “Que lo lea tu tía”. El texto hacía referencia a la ponencia de Íñigo Errejón en la presentación de la Universidad de Verano en la que explicaba cómo de importante es hablar de lo que pensamos y opinamos sobre la política a nuestros conocidos. De este modo se pretende conseguir vínculos entre los interventores de un hipotético diálogo para que sumen fuerzas a un colectivo. Nosotros empezamos con este proyecto para eso, explicar a través de nuestros escritos cómo nos sentimos y qué pensamos los redactores de la revista respecto a las políticas que se aplican en nuestro país. Sobre ello no hay más que decir que el resultado es este: el segundo número de “Léeme”. Asimismo, pocos días después de la publicación del primer número coincidía con la propuesta de Pablo Iglesias a los carteros del cambio. El objetivo no era otro que mandar una carta a los seres queridos de cada uno, contando por qué Podemos es la opción práctica para un cambio real. No podemos decir que los escritos aquí recogidos en las páginas anteriores sean “cartas a nuestros queridos”, pero no sería un error afirmar que en cierto modo deberían de actuar un poco como tal. Todo aquel que nos lee se percata de nuestra opinión, conoce la perspectiva desde la que se enfoca el texto, puede llegar a comprender porqué se expone alguna visión en concreto e, incluso, puede llegar a empatizar o bien simpatizar con el redactor. Cuando desde “La trivial” tuvimos la idea principal de agrupar los artículos de todas las gentes que aquí escribimos, la verdad es que no sabíamos muy bien cómo enfocar el proyecto. Podemos y la Universidad de Verano hicieron que nuestros caminos se cruzaran y que por tanto así nos uniéramos para trabajar en la publicación de la revista, pero, en suma, ¿para qué hacerlo? Impresa la primera edición, al coincidir en fechas

Por Enric Parellada de campaña electoral en Catalunya, nos dedicamos a hacer llegar la revista a personas como Rafa Mayoral, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Pablo Iglesias, Jorge Lago y Xavi Domènech. Eso nos dio ganas y motivación para intentar tres meses después confeccionar un segundo número de la revista. Al empezar a recibir los artículos de los colaboradores por segunda vez entendimos cómo debe funcionar este espacio que juntos hemos creado para divulgar nuestras ideas. El objetivo fundamental de escribir aquí es crear cultura popular. Pero no pensando que somos la vanguardia cultural joven de nuestro país, por supuesto que no. Entendemos cultura popular en tanto que quien aquí escribe, lee por su cuenta a autores reconocidos y aquí yace la cultura. Nos juntamos para hacer una actividad que propicia fomentar la lectura. ¡Fabuloso! Asimismo uno lee a sus compañeros y explica a sus conocidos que ha publicado un artículo en “La trivial” y también, porqué no, le propone escribir con nosotros. La revista “Léeme” debe erigirse como una revista que recopila los artículos de una comunidad que siente interés por la cultura y el conocimiento. El saber por el saber. La maquetación de todos estos contenidos en este formato no debe entenderse como el fetiche de jóvenes hipsters materialistas. ¡Eso no! Nuestra revista es el pilar fundamental del reconocimiento a nuestro trabajo, es una pieza que nos une a todos. Y aunque es cierto que la plataforma digital también lo es, el hecho de que exista la recopilación de todos nuestros artículos en estas páginas actúa como eje fundamental del trabajo colectivo. Instituye la comunidad que queremos ser. Leer, escribir, leernos mútuamente y así sucesivamente. Es esta la esencia de “La trivial”. Cada uno aquí escribe sobre lo que más le apetezca. Tenemos la convicción de que este se documentará al respeto. En definitiva, el objetivo es no dejar de lado nuestro instinto cultural. Crear comunidad.


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LA TRIVIAL SOCIEDAD. POLÍTICA. HISTORIA. LITERATURA. CULTURA. EMOCIÓN.

www.latrivial.wordpress.com @LaTriviale

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