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La contención en Esmeraldas
que para los ecuatorianos es más importante quién gobierna que lo que se espera del Gobierno. No votamos para terminar de una buena vez con la desnutrición crónica infantil, votamos para que no vuelva Correa. Si en ese intento la delincuencia aumenta el 400%, si se empeora la condición de pobreza de las clases más vulnerables, si va en picada la institucionalidad, si el narcotráfico tiene el control absoluto de las cárceles, si la palabra del Presidente perdió toda credibilidad, si no hay medicinas en los hospitales y en resumen todo parecería estar peor, no importa. Lo que interesa es que no vuelva Correa. ¿En serio eso es lo que quiere la mayoría de ecuatorianos?
Parecería
Agua y fuegos
¿Nos estamos jugando la paz del día a día y el derecho a una vida digna para que un pseudo ‘adalid’ como Lasso evite que vuelva Correa y deje de lado todas sus otras responsabilidades y obligaciones?
¿Necesitamos un Lasso o un Correa, o necesitamos repotenciar la seguridad social y la obra pública? Necesitamos invertir en educación para dejar el subdesarrollo. Heckman — Premio Nobel de Economía en el año 2000— dice que la inversión educativa en la primera infancia genera las más altas tasas de retorno: por cada dólar que se invierte se reciben 17. Si lo hace ‘un’ Correa o lo hace ‘algún’ Lasso nos tiene sin cuidado al 97% de ecuatorianos: lo que necesitamos es que se haga. Estos megalómanos acomplejados, aupados por mal llamados ‘líderes de opinión’ (que no son otra cosa que periodistas cándidos endiosados por un par de aplausos del poco rating que ahora les queda) creen que son indispensables. Están convencidos de que no hay país sin ellos. Pero no hay payaso sin circo. Y aquí estamos: unos tratando de botar (no de ‘votar’) a Lasso; y otros tratando de que regrese Correa. Sin embargo, mientras cualquiera de estos dos ‘milagros’ va cuajando en el imaginario, nosotros, los mismos de siempre, a seguir aguantando un país que se ha vuelto inaguantable.
César r i C aurt E cesar@fundamedios.org
Violencia contra la prensa en alza
EnEcuador, el periodismo se ha convertido en una actividad cada vez más peligrosa. Los ataques, amenazas y actos de violencia perpetrados por el crimen organizado contra periodistas se han vuelto cada vez más frecuentes en los últimos años.
Bajo todo indicador, en la provincia de Esmeraldas se vive ya un clima de guerra civil. Con más de 60 asesinatos por cada 100 mil habitantes —en la misma categoría que los más violentos municipios de México, Sudáfrica, Brasil y Honduras—, deficiencias fundamentales de infraestructura y servicios básicos, y ausencia de las instituciones estatales fundamentales, la provincia se hunde en la llamada ‘gobernanza criminal’ . La matanza acaecida el martes 11 —por la forma como se llevó a cabo, por el poder de fuego y por el perfil de las víctimas— sepulta el mito de que la violencia solo se da ‘entre criminales’ y muestra que la ciudadanía está a merced de la barbarie.
El Estado ecuatoriano lleva años cediendo frente al sanguinario caos que desciende desde el otro lado de la frontera. Usando como pretexto el abandono colombiano,
Ecuador prefirió hacer lo mismo en su zona, y toleró que el territorio de la provincia y sus ingentes recursos naturales quedaran en manos del hampa. El proceso se aceleró tras la desmovilización de las FARC y la consiguiente multiplicación de los actores armados en la zona, un fenómeno sobre el que se alertó. El aumento del narcotráfico internacional coincidió con la crisis nacional de los últimos años, lo que derivó en la penetración acelerada del crimen organizado en Esmeraldas. La única respuesta del Estado, además de intentar frenar algo del tráfico fronterizo, ha sido ceder.
Hace un lustro, la violencia estaba en la frontera, pero ahora se ha tomado ya la capital provincial. Si el Estado no la contiene de una vez por todas, seguirá extendiéndose al mismo ritmo a otras provincias y entonces sí que seremos un estado fallido.
Lainfluencia de los fenómenos naturales se ha hecho sentir desde siempre, desde que el ser humano apareció sobre la superficie terrestre y, por supuesto, sus avances, pero también sus retrocesos han dependido en gran manera de la repetición de esos fenómenos o también de su aparición súbita en las diferentes regiones.
Así, las crecientes del Nilo determinaron la riqueza de Egipto, tanto como los monzones en su periódica aparición fueron modelando la historia de la India y de otros pueblos de Asia. También en tierras americanas las civilizaciones se acunaron a orillas de los grandes ríos o del mar. La primigenia cultura cerámica Valdivia creció y se desarrolló en el Pacífico Sur e hizo crecer su influencia con la navegación de cabotaje, a semejanza de la que forjaron los fenicios en el Mediterráneo Oriental con sus naves y el comercio de los grandes bosques de cedros que crecían a su vera.
Pero ahora sabemos que hay un ingrediente de mayor envergadura y también que entraña peligros que pudieron y que todavía pueden prevenirse o al menos paliarse, se trata de las causas que desatan los cambios climáticos, que aguzan las inclemencias de la naturaleza, que amenazan con trastrocarlo todo y dejar al ser humano otra vez desnudo e inerme frente a su fuerza.
Por ello en algunos lugares parece que nos sumergimos en las aguas que caen del cielo y de las que se desbordan de los ríos o se elevan en los mares con el avance del deshielo de los polos y glaciares, lo que amenaza con sumergir islas y territorios ribereños, mientras en otros lugares las sequías son pavorosas, los incendios colosales y la desesperanza de las gentes se hace presente cada vez más con urgencias desatadas.
Si sabemos que somos frágiles y que la fuerza de la naturaleza no ha sido domeñada, lo lógico es dejar de ejercer presiones sobre la misma, actuar con cautela, seguir lo que los científicos nos dicen y encontrar caminos más lógicos y menos invasivos para el desarrollo.
Según un reciente informe emitido por Fundamedios , durante el primer trimestre de 2023 se han registrado 79 agresiones contra la libertad de expresión en Ecuador. En el mes pasado se produjeron 30 agresiones contra periodistas, medios de comunicación y ciudadanos.
El 20 de marzo, las instalaciones de los canales Ecuavisa, Teleamazonas, TC Televisión y la radio Exa FM fueron escenario de atentados contra sus periodistas, uno de los cuales resultó en explosión. La periodista del medio digital GK, Karol Noroña, este viernes 24 de marzo, recibió una alerta de que su vida estaba en peligro, lo que llevó a que se activaran protocolos urgentes para que pudiera salir del país. También tenemos el caso del periodista independiente Julio César Ramos. El 7 de marzo, dos sujetos arrojaron gasolina a su carro y lo prendieron en llamas. En el sur del país, el medio Vinces TV en Huaquillas, provincia de El Oro, cambiará su tipo de contenido a entretenimiento y comunitario. Las bandas del crimen organizado no quieren que se publiquen los asesinatos en los que están involucrados.
Karen Minda, periodista de la página La Voz del Pueblo, recibió varias amenazas de muerte en videos que publicó sobre Junior Roldán. Cuando los periodistas son amenazados y atacados, la libertad de prensa se ve amenazada, y con ella, la salud de la democracia.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) ha expre- sado su preocupación por la situación en Ecuador. La próxima semana una misión del CPJ, acompañada de Fundamedios, visitará el país para constatar esta alarmante situación. El Gobierno ecuatoriano ha sido acusado de no hacer lo suficiente para garantizar la seguridad de los periodistas y para perseguir a los responsables de los ataques. Es necesario que tome medidas concretas para garantizar la seguridad de los periodistas y para proteger la libertad de prensa.