4
ENTREVISTA
2017, La Granja, N°32 Vida Buena
María Meza, artista y artesana
“Soy de La Granja” La Mari (56) —cuyo nombre completo es María Elena Meza Pedrero— es vecina de Villa Los Rosales II “desde hace muchos años” en la zona centro de La Granja, también trabajó como funcionaria municipal hasta que un infarto cerebral le cambio la vida.
•••
“El accidente — explica Mari— fue hace 15 años. Me recuperé pero perdí mucho del sentido del oído”. Hoy solo tiene 25 por ciento de audición del lado izquierdo y tendrá que aprender lenguaje de señas porque su pérdida es progresiva. “Al principio me sentí mal porque estaba como en una burbuja y la gente a tu alrededor no entiende lo que a una le pasa. Andaba como ‘pisando huevos’ porque no tenía audífonos y me imagino que pensaban que estaba drogada o borracha, y tenía que explicar qué me pasaba”. En la actualidad Mari recibe una pensión por invalidez que le alcanza para el transporte y necesidades básicas; y cuenta con el apoyo de sus hijos (5) y la alegría que le dan sus cuatro nietos. “La vida te cambia —reflexiona Mari— y vas viendo tus atributos como mujer luchadora con espíritu de superación. Por eso, me dije ‘voy a buscar todas las herramientas para salir adelante’ y no me equivoqué. Tuve esa actitud de harto power para luchar y así empecé a desarrollar todos mis talentos artísticos ¡Tengo hambre de eso!". El arte “Digo que tengo ‘hambre’ porque me propongo estudiar algo y lo termino. No me gusta dejar nada a medias”, afirma Marí. Así es como estudió cuatro años pintura al óleo, dos años de mosaico; y realizó cursos de xilografía y cuero. Todo en el Centro Cultural Espacio Matta. “No tengo trabajo depen-
diente —comparte— y me tengo que mover mucho en el mes pero como soy sola, y mis hijos son todos profesionales, me alcanza. Cuando vendo un cuadro grande al óleo soy la mujer más feliz del mundo”. Dentro de sus logros en el ámbito de la pintura Marí expuso en galerías de arte de la comuna de Ñuñoa. “Fue una linda experiencia para mi — recuerda—; un aporte en lo personal porque una como que no se cree el cuento y es temerosa. Son tonteras y he sabido salir airosa de muchas situaciones. La constancia, el amor, la pasión en lo que uno hace; eso te permite darte el gusto de decir: ¡pucha, lo logré!; y luego ves los frutos”. Casa de la Mujer María Elena se dedicó también a la orfebrería mapuche. “Fue algo muy grande para mí porque me gané el curso en la Casa de la Mujer La Granja. Soy usuaria frecuente de esta iniciativa y participo en el grupo ‘Por la No Violencia de Género’”. “El curso fue en Huechuraba y fueron dos meses intensivos y caóticos porque viajar para allá a las seis de la mañana en pleno invierno fue duro. Pero quedé muy satisfecha de haber realizado esta capacitación porque lo mío es el arte. Me llama la atención, me gusta, lo hago con pasión y bien”. Marí se transformó en una verdadera “embajadora de la orfebrería mapuche” al estudiar este arte por dos años más con
un grupo de esta etnia en la comuna de La Cisterna. Emprendedora “Todo partió —cuenta— otra vez en la Casa de la Mujer de La Granja que fue visitada por la Presidenta de Malta. Tuve el honor de entregarle un regalo a nombre de todas mis compañeras artesanas. La directora regional del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género estaba ahí ese día y le pidió a su secretaria tomar mis datos. Y a los dos días me llamaron para un curso intensivo de siete jornadas en la Escuela de Emprendimiento de la Universidad de Chile. Quedé contenta y fascinada”. “Espero adquirir muchas herramientas que me abran la mente y dar el justo valor a lo que hago. Yo soy ‘corazón de abuelita’ y me cuesta poner un precio real a lo que produzco. Poco menos que regalo todo. Esa parte me falla y este curso me va a servir para ordenarme como emprendedora y adquirir más conocimiento en cuanto a negocios. Estoy muy orgullosa de representar a mi comuna en esta iniciativa”. Presente y futuro “Hoy —dice Mari— lo que quiero es fortalecer el taller que estoy implementando en mi casa pensando en mis años dorados, y dejar un pequeño legado a mis nietos. Que ellos sepan que su abuela tuvo la tenacidad de salir adelante a pesar de no tener muchos recursos”. “Voy a dar todo para traspasar mis conocimientos
y si las persona a las que les enseño son habilidosas y empeñosas vamos a hacer cosas maravillosas” . “Creo que seguiré siendo un poquito intercomunal —confiesa Mari— porque me invitan de todos lados. Eso sí, a donde voy llevo bien puesta la camiseta de mi comuna: soy de La Granja”.