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Cuidar lo nuestro

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Día de la Cruz

Día de la Cruz

Internet y las redes sociales hacen que en la actualidad todo se conozca al momento, que los lugares más recónditos del mundo no nos parezcan tan lejanos y que podamos informarnos de toda clase de acontecimientos. Además, este medio de comunicación se ha convertido en un foro abierto a debate en el que podemos leer y enriquecernos de las opiniones más variadas. La Semana Santa de Puente Genil no es ajena a este nuevo movimiento, y a través de diversas páginas y blogs llega a todos los rincones de la sociedad. Puede convertirse esto en un arma de doble filo, porque si bien es una extraordinaria herramienta para encontrar información, se pueden compartir fotografías pseudo anónimas muy interesantes, y es un espléndido medio para los pontanos que residen fuera de nuestro pueblo de sentirse más cerca de sus raíces y calmar en cierta medida su añoranza, también puede llegar a ser un reguero de críticas a nuestras ancestrales tradiciones, de gente que no las entiendan bien, o simplemente que deseen hacer daño de manera gratuita. En este último sentido, los que nos consideramos mananteros deberíamos pensar si esas críticas perjudican a nuestra más querida tradición, o por el contrario merecen quedar en la ignorancia. En mi modesta opinión, nuestra Semana Santa tiene algunas cosas que corregir, como cualquier evento que se celebre en cualquier lugar. Pero, de manera masiva, todo el que nos quiere atacar lo hace por el mismo sentido: el consumo abusivo de bebidas alcohólicas. Nuestra Mananta tiene innumerables aspectos que la hace riquísima: posee cofradías con casi cinco siglos de antigüedad; es la máxima representante de las figuras bíblicas; posee una música autóctona , donde encontramos saetas cuarteleras, cánticos, pasodobles romanos, marchas lentas, coplas; disponemos de poetas, compositores, cantores, imagineros, músicos, orfebres, rapsodas, estudiosos... difícil de encontrar en otro sitio; tiene un poder de asociación en torno a los cuarteles digno de admirar; y algunas características más que la hacen, me atrevería a decir, única. Tenemos los ingredientes ideales para hacer de nuestra fiesta, donde se mezcla la tradición, la religiosidad, el arte, la alegría y la hermandad, un aliciente para que cualquier forastero que nos visite en estas fechas se quede maravillado de lo que tenemos, sin absolutamente ninguna excepción. Nosotros somos campanita, somos cuartel, somos Miserere al Humilde en el patio del convento, somos Soledad en el barrio bajo, somos abrazo al hermano, somos alpatana, somos Diana, somos reverencias al Terrible, somos cánticos a la Amargura en la cuesta Baena, somos guión procesional del Calvario, las Penas, o la Santa Cena, somos gallo de los Ataos, somos desfile de figuras por la matallana el Domingo de Resurrección, somos bengala en la Virgen de la Guía, somos Imperio Romano tocando Gloria al Muerto con plumeros negros, somos recuerdo al hermano que nos dejó, somos túnica de rebateo, somos cuartelera, somos vieja cuaresmera, en definitiva, somos mananta. Seguro que queremos a nuestra Semana Santa, seguro que la cuidamos y la mimamos con celo, pero esforcémonos un poquito más, tengamos claro lo que queremos transmitirle al pueblo y al que nos visite. Nosotros, los hombres y mujeres de cuartel, tenemos la responsabilidad y obligación de continuar el legado que nos dejaron nuestros antepasados en el mejor estado posible a los que vendrán, y sinceramente pienso que tenemos medios y corazón de entregárselo como si estuviera nuevo, impoluto, y reluciente. Y no por lo que opinen los forasteros, sino por nosotros mismos.

Guillermo Delgado Haro

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