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Reflexión mamnantera
Reflexión manantera
Desde el año 2001, en que por primera vez llego a Puente Genil, invitado al Pregón que realiza la Corporación de "El PEZ", y el nombramiento de Hermano Honorario en el año 2005, tras mi modesto pregón, quiero exponer tras estos años de vivencias, mi experiencia sobre la celebración de la Cuaresma Manantera, y su Semana Mayor; y las razones de la consolidación de mi amor por la misma, orgulloso de formar parte indisoluble como un hermano más, de la Corporación de "EL PEZ". Como la espuma que arroja el oleaje del mar, para vosotros, la memoria de la niñez os trae mil recuerdos de cuaresmas y Semanas Santas, generados a través de la familia, barrio, cofradía y corporación. Abuelos y padres, os enseñaron oraciones e inculcaron ritos, devociones y costumbres ancestrales únicas, que arrastran siglos de una religiosidad popular original y genuina, hundiendo sus raíces en una firme identidad cristiana. Mi memoria no se ajusta a este esquema como es lógico, mi vida manantera es muy corta, y a mí, se me muere el tiempo entre las manos. En mi pregón, ya dije, a propósito de calificar nuestra Mananta", que lo clásico es la armonía, aquello que no se puede hacer mejor, lo idéntico a sí mismo"; aquí, a mi modo de ver, se ha conseguido llegar a esa perfección, gracias al nacimiento a través de siglos, de la plenitud de una religiosidad popular, y una cultura asentada sobre ella, que ha alcanzado el mayor grado posible de excelencia; y hay perfecciones, sobre las que nadie debería poner la mano, como ya dijo un día el poeta: "No la toques ya más, que así es la rosa", y nuestra rosa es la Mananta. Lógicamente, esto no quiere decir que no haya habido una evolución positiva y consecuente de adaptación a nuestro tiempo, que ha permitido el aumento constante de su esplendor, sin perder por ello la esencia, el rito en el cuartel se mantiene con rigor, así como las subidas al Calvario a honrar a Jesús Nazareno, las procesiones y un sinfín de actos mananteros. La actividad de las Corporaciones y Cofradías se ha incrementado notablemente, según cuentan los mayores, también fácil de comprobar por la bibliografía existente al respecto, y en la actualidad es evidente su auge.
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Hoy proliferan todo tipo de actos, triduos, conmemoraciones, aniversarios, publicaciones, exposiciones, concursos, acompañados de un fenómeno emergente arrollador que ha traído la revolución informática, sobre todo con las páginas webs, correo electrónico, whatsapp, y demás redes sociales, propiciando la convivencia constante de todos los hermanos, cuya importancia aumenta de modo exponencial, con un futuro globalizador inimaginable aún. Observo, que hoy por hoy, ha desaparecido afortunadamente el clasismo de antaño, y hoy en el origen social de los hermanos no hay discriminación alguna, la política está al margen, con procedencia partidaria diversa, que no interfiere en su hermandad y convivencia. Todo esto viene a colación, al comprobar lo difícil que resulta defender nuestra forma de celebrar la Cuaresma como preparación para rememorar en la Semana Santa, ese misterio que introduce a Dios en nuestras vidas, y que a veces no valoramos sus trascendentes consecuencias a través de un Jesús que nos ama y nos invita a seguirle. Nosotros, no vivimos este tiempo litúrgico con tristeza, sino con alegría, por la Redención que nos trajo Cristo y su Resurrección. La celebración de las Corporaciones, no son jornadas gastronómicas como por desgracia cree la mayoría. Son una unión de hermanos que se imponen a sí mismos, robustecer su fe cristiana, mediante un modo original, con un estilo expresivo, elocuente, y sensible, conformado por una aquilatada estética, que destila emoción a raudales en nuestros corazones. Este sentir manantero, sorprendente, digno de admiración y respeto, parece difícil de apreciar y estimar desde afuera. Mi método para defender a ultranza y sin concesiones esta celebración, es bien sencillo, intento explicarles el sentido evangélico de una cena que recuerda de algún modo la de Jesús con sus discípulos, bendecimos la mesa, hay lecturas de la Biblia, rezamos de las más diversas formas, con cuarteleras, cánticos, saetas, manifestación de sentimientos, reconciliación entre hermanos, abrazos y besos fraternales; y en último lugar, para el final, dejo la "uvita" y las viandas, tan alabadas en la literatura al respecto, y que no son más que una necesidad para tan largas reuniones, algo accesorio, no es ningún banquete profano. Al menos con este procedimiento, desarmamos sus prejuicios, y no resulta tan fácil que los detractores la desacrediten; y si no lo consigo así, Juanfe, más de una vez me ha dicho a propósito de este tema: "No hay que buscar más explicaciones y teorías, se siente y ya está".
