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El cuartel, espero que sea un refugio

Quizás este título no les diga nada, quizás a mi tampoco, quizás se trate de un exceso la palabra “refugio”, pero presumo que no es así. Los momentos convulsos que estamos sufriendo y padeciendo los españoles, de crisis económica, que se están prolongando considerablemente en el tiempo, está haciendo mella en tantísimas familias; siempre los más indefensos, los más humildes, los más necesitados. Esta crisis de recursos económicos, tal mal repartidos dicho sea de paso, ha desembocado en ocasiones en crisis de valores y de principios cristianos. Cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, padece las consecuencias de esta situación, en propia persona, o en su familia, en sus amistades, en alguien muy allegado; no debemos quedar al margen, ni dejar de ser partícipes para paliar en la medida de lo posible sus consecuencias. Esto lo estoy escribiendo un 8 de Febrero, cuando ya están cercanas las fechas de nuestra ansiada Cuaresma, disponiéndose los enseres de nuestros cuarteles, su limpieza, su puesta a punto, para que un nuevo año encontremos en estos lugares el calor, la amistad, el cariño de todos los que allí nos reunimos. Como decía en el título, “espero que sea un refugio” cada cuartel de Semana Santa de Puente Genil, para todos aquellos cuyas circunstancias familiares estén atravesando no precisamente su mejor momento, y encuentren en estos rincones el alivio que el espíritu necesita para sobrellevar del mejor modo posible los aprietos que la vida a veces nos reserva y que casi nunca nos merecemos. Estoy seguro que así será; que nuestros cuarteles, como tan a gala pregonamos, se convierta en ese remanso de paz y solidaridad que cada ser humano necesita para fortalecerse, y reconfortarse como mínimo consigo mismo. Que todos nos embriaguemos con los saludos, abrazos y buenos deseos de los hermanos. Que la embriaguez no solo nos llegue a través de la ingesta de los caldos de nuestra tierra, que también si llega el caso, sino sobre todo de la música, de la poesía, de los cánticos, de la voz desencajada cantado una saeta, o de las palabras emocionantes y sinceras de un manantero que tal vez no posea un verbo embaucador, pero seguro que las dice desde corazón, y al corazón van dirigidas. Estoy seguro que será un refugio, como siempre lo ha sido el cuartel, un lugar de armonía, de encuentro, de alegría y emociones contenidas que enriquecen el alma, y proporciona una paz interior que reconforta y tonifica el espíritu. Animo, estas son las fechas apropiadas para apoyarnos en el hombro del hermano, y que solo la simple compañía de estos nos sirva de bálsamo gratificante y paliativo de los aprietos que la vida a veces nos reserva. Hermano, cuando puedas, vente al cuartel, siempre hay alguien esperando tu compañía, tu consejo, tu conversación, y tu abrazo.

A. Ortiz Gama Febrero-2014

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