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Converfsión de Dimas

Conversión de Dimas

Debió ser en alguno de los intervalos del juicio de Pilatos. Sucio, maltrecho, atado de manos, rostro tumefacto, con asquerosas salivas en las barbas…… ¿Aquello el hijo de Dios? Mientras, Dimas, iba mirando Aquello seguramente moviendo la cabeza de manera muy significativa. Hasta el momento en que Aquello miró a Dimas. Y las miradas se encontraron…….aquella mirada…….Los ojos tumefactos eran como los de cualquier otro hombre en semejante situación; pero la mirada…… ¿Qué había en aquella mirada? Dimas no hubiera podido explicarlo (ni nadie), pero vio una luz nunca vista……algo sacudió a Dimas al descubrir una ternura y una compasión eterna en una mirada que, humanamente, tenia que estar embrutecida por el rencor, el miedo, el odio, la ferocidad…….Y empieza a levantar la vista y lo encuentra allí, clavado en la cruz, mirándole con una dulzura infinita mientras le dice: ¿No ves que te amo? ¿Todavía no te has dado cuenta? ¿Qué más podía hacer de lo que he hecho para demostrarte Mi Amor? ¿No quieres dejarte amar? ¿Crees que ha existido o puede existir un amor semejante a Mi Amor? Mírame en la Cruz; fijamente, mírame bien. Cuando exhalé el último suspiro estaba pensando en ti, en ti mismo, tal como eres, y pensaba: a ver si cuando este hombre se entere de que todo, todo, desde la Encarnación hasta ahora, lo he hecho para demostrarle que le amo…….Dime ¿No te parece que merezco tu amor? El que habla es, mirado con los ojos del mundo, un fracasado, un ser torturado y humillado por las bromas y las mofas de los soldados y por el desprecio del pueblo que ha pedido que lo crucifiquen. Después vendrá la Resurrección para convertir toda la vida de Jesús en el más absoluto triunfo, pero en ese momento está allí, clavado en la Cruz junto al ladrón Dimas, y Dimas dice que si. ¿Por qué? ¿Cómo creer en un Dios fracasado y crucificado? ¿Qué podía esperar Dimas del que estaba en su misma situación? La respuesta es el encuentro con la “MIRADA AMOROSA” de Jesús. La respuesta surge cuando se personaliza la mirada, cuando esa mirada es una mirada “A MI” que es lo mismo que decir que “ÉSE” que me mira desde la Cruz ha sido crucificado por mí.

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Pepe Delgado

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