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¿A la policía se le debe respetar?
from Pulso Regional
by josvicsa
Escribe: José Romero (*)
No sé si tendré un trauma con la policía, pero de niño tenía un vecino que era de la Policía de Investigaciones del Perú, la famosa PIP. Un ser muy repulsivo que tenía a su familia, esposa y 3 hijos destinados al castigo diario. De esa vivienda solo salían gritos, lamentos y mucho sufrimiento.
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Al ver ahora tanto dolor por el asesinato de casi 50 compatriotas cabe hacernos nuevamente la pregunta: ¿Cuáles son las funciones de la Policía Nacional del Perú? Lo central y muy líricamente descrito está en el artículo 166 de la Constitución Política que señala que “la Policía Nacional tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y del privado. Previene y combate la delincuencia”.
En las últimas décadas hemos observado diversas reformas de la PNP (2001 – 2011 – 2016) o la conformación de comisiones (2020). Sin embargo, no encontramos mejora alguna en su actuar. El más claro ejemplo son los pobres o inexistentes resultados de la lucha contra la inseguridad ciudadana. La precepción de la ciudadanía es que la PNP es una institución altamente corrupta.

Hoy, el desarrollo normativo del artículo constitucional lo encontramos en la Ley No. 27238, Ley Orgánica de la Policía Nacional del Perú, que señala en su artículo 2 que “la Policía Nacional del Perú es una institución del Estado creada para garantizar el orden interno, el libre ejercicio de los derechos fundamentales de las personas (como el derecho a la protesta ciudadana) y el normal desarrollo de las actividades ciudadanas. Es profesional y jerarquizada”.
En esa misma norma se señala, como una de sus atribuciones, intervenir en toda circunstancia, cuando el ejercicio de la función policial así lo requiera. Pero esta intervención está regulada por el Decreto Legislativo No.1186, que define el uso de la fuerza, norma publicada el 16 de agosto de 2015, en la que refiere que “el uso de la fuerza debe usarse de manera progresiva y diferenciada” y, entre otros supuestos, señala en el punto 8.3 las reglas de conducta en el uso excepcional de la fuerza letal: “solo cuando la situación es grave y se genere un peligro real o inminente de muerte del personal policial u otra persona, por la acción de quien participa de una reunión tumultuaria violenta”.
Pero en las imágenes observadas en filmaciones y fotografías que la propia población ha logrado captar, se ve que la Policía Nacional del Perú ha hecho un uso de la fuerza letal sin estar signadas por situaciones graves. Lo ha realizado de manera indiscriminada, usando armas de fuego, disparando directamente al cuerpo (las necropsias así lo acreditan) y agrediendo de manera vil a la población, con golpes e insultos.
Esto ha generado casi 50 conciudadanos asesinados y se ha llegado al extremo de que recomendemos que al ser detenidos por la PNP uno grite su nombre para que quede evidencia. Hay temor a que puedan “sembrar” pruebas falsas, que incriminen con falsos delitos, que maltraten físicamente o hasta lo más grave que desaparezcan personas, práctica en nuestro país que no es rara, solo repasemos algo de historia.
Se conformarán nuevamente comisiones investigadoras y de seguro se repetirá que el problema con la PNP es estructural. En este nivel de credibilidad y de corrupción de esta Institución es imposible creer en sus actas, partes o investigaciones y más bien lo que se debe conformar es una comisión de órganos internacionales, más aún cuando se quiere hacer creer que se han asesinado a “terroristas”.
¿Qué hacer entonces? Nuevamente, plantear una reforma policial sobre estos servidores públicos que mantenemos y pagamos su “formación”. ¿Qué idea tendrán de ciudadanía, de “orden público”, del derecho a la protesta, de los derechos humanos y sus garantías? ¿A quién defienden? Desde hace varias décadas vivimos temerosos de la inseguridad ciudadana, situación que la PNP no ha logrado ni resolver o siquiera atenuar, pero si salen a reprimir a ciudadanos (as) que ejercen su derecho de protesta y los matan a mansalva. ¿Tal vez los han entrenado solo para eso? ¿Para defender derechos de privados?
Nos queda entonces como tarea exigir una reforma policial en la que se debe introducir mecanismos de gobernanza, donde -como ciudadanos- tengamos control de su formación, del manejo que hacen del presupuesto que se les asigna, de los ascensos y de que rindan cuentas anuales de sus acciones en cada Comisaría, principalmente.
Por ahora seguiré con mi vieja práctica de aconsejar a mis hijos: si tienes un problema en la calle, nunca, pero nunca, te acerques a un policía para pedir protección, te estás exponiendo a un peligro mayor. La herida que hoy se ha abierto es muy profunda, de mucho dolor y será muy difícil de sanar.