Solanoticias año 6 nº2

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Año VI - N° 2. Marzo - Abril 2016. Curia Provincial. Provincia San Francisco Solano. Alvear 620 X5800BCN - Río Cuarto (Córdoba). Argentina. E-mail: solanoticias@gmail.com - Web: www.franciscanos.org.ar

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Encuentro de las Provincias del Cono Sur

Vigilia Pascual en la Noche Santa Homilía del Santo Padre Francisco Mensaje Urbi et Orbi del Santo Padre Francisco

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Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el curso organizado por la penitenciaría apostólica 7 Carta por la Pascua del Ministro General

La vuelta de la Orden franciscana a San Rafael. Un largo anhelo que duró cinco años, hoy se concreta Un poco de historia

Testimonios de alegría...

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Complejo Cultural San Francisco - Salta. Inauguración de una nueva ala del Museo “Fray Luis Giorgi” 17 Palabras del Ministro Provincial Fray Carlos Paz

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Encuentro de Directivos Zona Centro 21 y 22 de abril Villa Mercedes - San Luis 18

Espectacular actuación de Santiago Lorenzo, alumno de nuestro Colegio de San Rafael en el circuito mundial de Tenis de Mesa 19

Agenda del Ministro Provincial

Nombramientos

Fechas para recordar

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Encuentro de las Provincias del Cono Sur

Los Definitorios y los Consejos de Formación de las tres Provincias del sur de América Latina que forman actualmente la Conferencia del Cono Sur se reunieron del 4 al 8 de abril de 2016, en la Residencia Santa Clara del Atuel en San Rafael, para discutir y aclarar la decisión de establecer un Noviciado interprovincial. En la reunión también asistieron los hermanos destinados a la fraternidad del futuro Noviciado y el Secretario general para la Formación y Estudios, Fr. Cesare Vaiani, que ofreció puntos de reflexión sobre los retos actuales de la formación y sobre la inter-provincialidad. En un horizonte más amplio se pasó a profundizar y revisar la Ratio Formationis y los Estatutos del futuro Noviciado, valiéndose de las contribuciones de los Secretarios provinciales de forma-

ción y del Secretario general, quien propuso una relectura de los textos de Ratio formationis de la Orden. La reunión se llevó a cabo en un ambiente fraterno de cooperación y en el que fue posible hablar de manera abierta y franca de todos los aspectos de dicha colaboración. Además de los resultados del trabajo realizado, permanece también la riqueza del conocerse mejor entre hermanos de diferentes Provincias, tanto durante los momentos de trabajo, como durante la excursión por lugares bellísimos circundantes. Un aspecto positivo fue la presencia de los postulantes de nuestra Provincia, quienes no solo prestaron un servicio fraterno a los participantes de la reunión, sino que también aportaron un soplo de frescura franciscana.


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Homilía del Santo Padre Francisco

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

Basílica Vaticana Sábado Santo, 26 de marzo de 2016

«Pedro fue corriendo al sepulcro» (Lc 24,12). ¿Qué pensamientos bullían en la mente y en el corazón de Pedro mientras corría? El Evangelio nos dice que los Once, y Pedro entre ellos, no creyeron el testimonio de las mujeres, su anuncio pascual. Es más, «lo tomaron por un delirio» (v.11). En el corazón de Pedro había por tanto duda, junto a muchos sentimientos negativos: la tristeza por la muerte del Maestro amado y la desilusión por haberlo negado tres veces durante la Pasión. Hay en cambio un detalle que marca un cambio: Pedro, después de haber escuchado a las mujeres y de no haberlas creído, «sin embargo, se levantó» (v.12). No se

quedó sentado a pensar, no se encerró en casa como los demás. No se dejó atrapar por la densa atmósfera de aquellos días, ni dominar por sus dudas; no se dejó hundir por los remordimientos, el miedo y las continuas habladurías que no llevan a nada. Buscó a Jesús, no a sí mismo. Prefirió la vía del encuentro y de la confianza y, tal como estaba, se levantó y corrió hacia el sepulcro, de dónde regresó «admirándose de lo sucedido» (v.12). Este fue el comienzo de la «resurrección» de Pedro, la resurrección de su corazón. Sin ceder a la tristeza o a la oscuridad, se abrió a la voz de la esperanza: dejó que la luz de Dios entrara en su corazón sin apagarla.

También las mujeres, que habían salido muy temprano por la mañana para realizar una obra de misericordia, para llevar los aromas a la tumba, tuvieron la misma experiencia. Estaban «despavoridas y mirando al suelo», pero se impresionaron cuando oyeron las palabras del ángel: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (v.5). Al igual que Pedro y las mujeres, tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados ―cada de nosotros los conoce― , para que Jesús entre y lo llene de vida; lle-


3 vémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida. Continuamente vemos, y veremos, problemas cerca de nosotros y dentro de nosotros. Siempre los habrá, pero en esta noche hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado, en cierto modo hay que «evangelizarlos». Evangelizar los problemas. No permitamos que la oscuridad y los miedos atraigan la mirada del alma y se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: el Señor «no está aquí. Ha resucitado» (v.6); Él es nuestra mayor alegría, siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará. Este es el fundamento de la esperanza, que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo. La esperanza cristiana es un don que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a él. Esta esperanza no defrauda porque el Espíritu Santo ha sido infundido en nuestros corazones (cf. Rm 5,5). El

Paráclito no hace que todo parezca bonito, no elimina el mal con una varita mágica, sino que infunde la auténtica fuerza de la vida, que no consiste en la ausencia de problemas, sino en la seguridad de que Cristo, que por nosotros ha vencido el pecado, ha vencido la muerte, ha vencido el miedo, siempre nos ama y nos perdona. Hoy es la fiesta de nuestra esperanza, la celebración de esta certeza: nada ni nadie nos podrá apartar nunca de su amor (cf. Rm 8,39). El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos. Después de haberlo encontrado, invita a cada uno a llevar el anuncio de Pascua, a suscitar y resucitar la esperanza en los corazones

abrumados por la tristeza, en quienes no consiguen encontrar la luz de la vida. Hay tanta necesidad de ella hoy. Olvidándonos de nosotros mismos, como siervos alegres de la esperanza, estamos llamados a anunciar al Resucitado con la vida y mediante el amor; si no es así seremos un organismo internacional con un gran número de seguidores y buenas normas, pero incapaz de apagar la sed de esperanza que tiene

el mundo. ¿Cómo podemos alimentar nuestra esperanza? La liturgia de esta noche nos propone un buen consejo. Nos enseña a hacer memoria de las obras de Dios. Las lecturas, en efecto, nos han narrado su fidelidad, la historia de su amor por nosotros. La Palabra viva de Dios es capaz de implicarnos en esta historia de amor, alimentando la esperanza y reavivando la alegría. Nos lo recuerda también el Evangelio que hemos escuchado: los ángeles, para infundir la esperanza en las mujeres, dicen: «Recordad cómo [Jesús] os habló» (v.6). Hacer memoria de las palabras de Jesús, hacer memoria de todo lo que él ha hecho en nuestra vida. No olvidemos su Palabra y sus obras, de lo contrario perderemos la esperanza y nos convertiremos en cristianos sin esperanza; hagamos en cambio memoria del Señor, de su bondad y de sus palabras de vida que nos han conmovido; recordémoslas y hagámoslas nuestras, para ser centinelas del alba que saben descubrir los signos del Resucitado. Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo ha resucitado! Y nosotros tenemos la posibilidad de abrirnos y de recibir su don de esperanza. Abrámonos a la esperanza y pongámonos en camino; que el recuerdo de sus obras y de sus palabras sea la luz resplandeciente que oriente nuestros pasos confiadamente hacia esa Pascua que no conocerá ocaso.


Mensaje Urbi et Orbi del Santo Padre Francisco

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PASCUA 2016 Balcón central de la Basílica Vaticana Domingo 27 de marzo de 2016

“Dad gracias al Señor porque es bueno Porque es eterna su misericordia” (Sal 135,1).

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua! Jesucristo, encarnación de la misericordia de Dios, ha muerto en cruz por amor, y por amor ha resucitado. Por eso hoy proclamamos: ¡Jesús es el Señor! Su resurrección cumple plenamente la profecía del Salmo: «La misericordia de Dios es eterna», su amor es para siempre,

nunca muere. Podemos confiar totalmente en él, y le damos gracias porque ha descendido por nosotros hasta el fondo del abismo. Ante las simas espirituales y morales de la humanidad, ante al vacío que se crea en el corazón y que provoca odio y muerte, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación. Sólo

Dios puede llenar con su amor este vacío, estas fosas, y hacer que no nos hundamos, y que podamos seguir avanzando juntos hacia la tierra de la libertad y de la vida. El anuncio gozoso de la Pascua: Jesús, el crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!» (Mt 28,6), nos ofrece la certeza consoladora de que se ha salvado


5 el abismo de la muerte y, con ello, ha quedado derrotado el luto, el llanto y la angustia (cf. Ap 21,4). El Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora partícipes de su vida inmortal, y nos concede su mirada de ternura y compasión hacia los hambrientos y sedientos, los extranjeros y los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia. El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles. Cristo resucitado indica caminos de esperanza a la querida Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil. Encomendamos al poder del Señor resucitado las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos. Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fe-

cundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia. Que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras. Que el Señor de la vida acompañe

los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas. Que el Señor Jesús, nuestra paz (cf. Ef 2,14), que con su resurrección ha vencido el mal y el pecado, avive en esta fiesta de Pascua nuestra cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente

en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún, Costa de Marfil e Irak; que lleve a buen término el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso, en particular, en Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales. Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su Hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos. Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos. Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos. El Cristo resucitado, anuncio de vida para toda la humanidad que reverbera a través de los siglos, nos invita a no olvidar a los hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor. Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados -incluyendo muchos niñosque huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Estos hermanos y hermanas nuestros, encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte


6 o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda. Que la cita de la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos. Que, en este día glorioso, «goce también la tierra, inundada de tanta claridad» (Pregón pascual), aunque sea tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza. Pienso en particular a las zonas afectadas por los efectos del cambio climá-

tico, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta. Con nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo, y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, volvamos a escuchar las palabras consoladoras del Señor: «No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo!» (Jn 16,33). Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte y su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad (cf. 2 Tm 1,10). «Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la celebración, de la oscuridad a la luz, de la servidumbre a la re-

dención. Por eso decimos ante él: ¡Aleluya!» (Melitón de Sardes, Homilía Pascual). A quienes en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a los ancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor, a los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro, a todos dirijo una vez más las palabras del Señor resucitado: «Mira, hago nuevas todas las cosas... al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente» (Ap 21, 5-6). Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor y esperanza la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos. Lo necesitamos mucho.


Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el curso organizado por la penitenciaría apostólica 7

Sala Regia Viernes 4 de Marzo de 2016

Queridos hermanos, ¡buenos días! Me complace encontrarme con vosotros, durante la Cuaresma del Año jubilar de la Misericordia, con ocasión del curso anual sobre el fuero interno. Saludo cordialmente al cardenal Piacenza, penitenciario mayor, y le agradezco sus amables palabras. Saludo al regente —que

tiene cara de bueno, debe ser un buen confesor—, a los prelados, a los oficiales y al personal de la Penitenciaría, a los Colegios de los penitenciarios ordinarios y extraordinarios de las basílicas papales —cuyas presencias fueron ampliadas con ocasión del Jubileo— y a todos vosotros, participantes en el Curso, que se propone ayudar a los nuevos sa-

cerdotes y a los seminaristas ya cercanos a la ordenación a formarse para administrar bien el Sacramento de la Reconciliación. La celebración de este Sacramento requiere, en efecto, una adecuada y actualizada preparación, a fin de que quienes se acercan al mismo puedan «experimentar la grandeza de la misericordia, fuente de auténtica


8 paz interior» (cf. Bula Misericordiae Vultus, 17). «El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra “misericordia”. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret» (ibid., 1). En este sentido, la misericordia, antes de ser una actitud o una virtud humana, es la elección definitiva de Dios en favor de cada ser humano para su eterna salvación; elección sellada con la sangre del Hijo de Dios. Esta divina misericordia puede llegar gratuitamente a todos los que la invocan. En efecto, la posibilidad del perdón está verdaderamente abierta a todos, es más, está abierta de para en par, como la más grande de las «puertas santas», porque coincide con el corazón mismo del Padre, que ama y espera a todos sus hijos, de modo particular a los que más se han equivocado y están lejos. La misericordia del Padre puede llegar a cada persona de muchas formas: a través de la apertura de una conciencia sincera; por medio de la lectura de la Palabra de Dios que convierte el corazón; mediante un encuentro con una hermana o un hermano misericordiosos; en las experiencias de la vida que nos hablan de heridas, de pecado, de perdón y de misericordia. Está, también, la «vía cierta» de la misericordia, recorriendo la cual se pasa de la posibilidad a la realidad, de la esperanza a la certeza. Esta vía es Jesús, quien tiene «el poder sobre la tierra de perdonar los pecados» (Lc 5, 24) y

transmitió esta misión a la Iglesia (cf. Jn 20, 21-23). El sacramento de la Reconciliación es, por lo tanto, el lugar privilegiado para experimentar la misericordia de Dios y celebrar la fiesta del encuentro con el Padre. Nosotros, con mucha facilidad, olvidamos este último aspecto: voy, pido perdón, siento el abrazo del perdón y me olvido de hacer fiesta. Esto no es doctrina teológica, pero yo diría, forzando un poco, que la fiesta es parte del Sacramento: es como si de la penitencia formase también parte la fiesta que debo hacer con el Padre que me ha perdonado. Cuando, como confesores, vamos al confesionario para acoger a los hermanos y a las hermanas debemos recordarnos siempre que para ellos somos instrumentos de la misericordia de Dios. Por lo tanto, estemos atentos a no poner obstáculo a este don de salvación. El confesor es, él mismo, un pecador, un hombre siempre necesitado de perdón; él, en primer lugar, no puede renunciar a la misericordia de Dios, que lo ha «elegido» y lo ha «constituido» (cf. Jn 15, 16) para esta gran tarea. A la cual debe disponerse siempre con una actitud de fe humilde y generosa, teniendo como único deseo que cada fiel pueda experimentar el amor del Padre. En esto no nos faltan hermanos santos que podemos contemplar: pensemos en Leopoldo Mandić y Pío de Pietrelcina, cuyos restos hemos venerado hace un mes en el Vaticano. Y también -me permito- uno de mi familia: el padre

Cappello. Cada fiel arrepentido, después de la absolución del sacerdote, tiene la certeza, por fe, de que sus pecados ya no existen. ¡Ya no existen! Dios es omnipotente. A mí me gusta pensar que tiene una debilidad: una mala memoria. Una vez que Él te perdona, se olvida. ¡Y esto es grande! Los pecados ya no existen, fueron cancelados por la divina misericordia. Cada absolución es, en cierto modo, un jubileo del corazón, que alegra no sólo al fiel y a la Iglesia, sino sobre todo a Dios mismo. Jesús lo dijo: «Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión» (Lc 15, 7). Es importante, por lo tanto, que el confesor sea también un «canal de alegría» y que el fiel, después de recibir el perdón, ya no se sienta oprimido por las culpas, sino que guste la obra de Dios que lo ha liberado, viviendo en acción de gracias, dispuesto a reparar el mal cometido y yendo al encuentro de los hermanos con corazón bueno y disponible. Queridos hermanos, en este tiempo nuestro, marcado por el individualismo, por tantas heridas y la tentación de encerrarse, es un auténtico don ver y acompañar a las personas que se acercan a la misericordia. Esto comporta también, para todos nosotros, una obligación aún mayor de coherencia evangélica y benevolencia paterna; somos custodios, y nunca dueños, tanto de las ovejas como de la gracia.


9 Volvamos a poner en el centro —y no sólo en este Año jubilar— el Sacramento de la Reconciliación, verdadero espacio del Espíritu en el cual todos, confesores y penitentes, podemos experimentar el único amor definitivo y fiel, el amor de Dios por cada uno de sus hijos, un amor que no decepciona jamás. San Leopoldo Mandić repetía que «la misericordia de Dios es superior a cada una de nuestras expectativas». Acostumbraba también decir a quien sufría: « Te n e m o s en el cielo el corazón de una madre. La Virgen, nuestra Madre, que al pie de la Cruz experimentó todo el sufrimiento posible para una criatura humana, comprende nuestros errores y nos consuela». Que sea siempre María, Refugio de los pecadores y Madre de Misericordia, quien guíe y sostenga el ministerio tan importante de la Reconciliación. ¿Y qué hago si me encuentro ante un problema y no puedo dar

la absolución? ¿Qué se debe hacer? Ante todo, buscar si hay un camino, que muchas veces se lo encuentra. Segundo: no quedarse sólo en el lenguaje hablado, sino también en el lenguaje de los

gestos. Hay gente que no puede hablar, y con el gesto expresa el arrepentimiento, el dolor. Y tercero: si no se puede dar la absolución, hablar como un padre: «Mira, por esto yo no puedo [absolverte], pero puedo asegurarte que Dios te ama, que Dios te espera. Recemos juntos a la Virgen, para que te cuide; y ven, regresa, porque yo te esperaré como te espera Dios»; y dar la bendición. Esta persona, así, sale del confe-

sionario y piensa: «He encontrado a un padre y no me ha apaleado». Cuántas veces habéis escuchado gente que dice: «Yo nunca me confieso, porque una vez fui y me reprendió». Incluso en el caso límite en el cual no puedo absolver, que sienta la calidez de un padre, que lo bendiga, que le diga que regrese. Y que rece un poco con él o con ella. Siempre es este el punto: allí hay un padre. También esto es fiesta, y Dios sabe cómo perdonar las cosas mejor que nosotros. Pero que al menos podamos ser imagen del Padre. Doy las gracias a la Penitenciaría apostólica por su valioso servicio, y os bendigo de corazón a todos vosotros y el ministerio que desempeñáis como canales de misericordia, especialmente en este tiempo jubilar. Recordaos, por favor, de rezar también por mí. Y hoy también yo iré allí, con vuestros penitenciarios, a confesar en San Pedro.


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Carta por la Pascua del Ministro General

“La Paz les dejo; mi paz les doy” (Jn 14,27) Queridos hermanos, ¡Que la alegría y la paz de nuestro Señor Resucitado esté con ustedes! Nuestro Padre Francisco compuso un salmo para su Oficio de la Pasión del Señor que recitaba todos los días durante el tiempo de Pascua: “Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho obras maravillosas. El Señor ha dado a conocer su salvación… Este es el día que hizo el Señor; alegrémonos y regocijémonos en él” (OfP, Salmo 9). Lo que me impacta de esta plegaria es que Francisco se siente llamado y nos convoca a cantar un “nuevo canto”, porque “este es el día que hizo el Señor”, dando a conocer hoy su salvación de forma nueva.

Salir de nuestras “zonas de comodidad”

Este año, me siento especialmente impactado, por una de las lecturas de la Vigilia Pascual, por ese bello pasaje en el que el Profeta Isaías nos invita: “¡Sedientos todos, acudan por agua! Los que no tienen dinero, vengan a recibir trigo y coman” (Is 55,1). Cada

vez está más claro que nosotros los hermanos estamos gastando mucho tiempo y energía en cosas que no nos proporcionan una vida auténtica. Así como el Profeta sigue preguntando: “Por qué gastan dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura?” (Is 55,2). Demasiado frecuentemente, todo esto se concreta en poner demasiada atención y energía personal en cosas que no tienen nada que ver con nuestra vida como hermanos y menores, comprometidos a estar con las pobres de Dios y a simplificar nuestras vidas. Si somos honestos, debemos admitir que, como muchos de nuestros contemporáneos, demasiados de nosotros hemos llegado a ser víctimas del dominante “paradigma tecnoeconómico… terminando sumergidos en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios… que nos hacen autorreferenciales y aislados en nuestra propia conciencia” (Papa Francisco, Laudato si’, 203-204). Además, seguimos dedicando gran parte de nuestro esfuerzo en proyectos que en décadas pasadas podrían estar al servicio del Pueblo de Dios, pero que tienen poco que ver cómo el Señor “nos da a conocer hoy su salvación”.

Una narración de las fuentes primitivas nos cuenta que “un día de Pascua, los hermanos del eremitorio de Greccio, habían preparado la mesa más esmeradamente que de costumbre, con manteles blancos y vasos de cristal” (2 Cel 61). Cuando llegó Francisco y miró la mesa tan elaboradamente decorada, disimuladamente se retiró. Más tarde, cuando los hermanos se sentaron decididos a celebrar la fiesta, él llamó a la puerta con un cuenco de mendigo diciendo: “Una limosna, por el amor del Señor Dios, para este peregrino pobre y enfermo” (2 Cel 61). De este modo, san Buenaventura comenta: “él los instruyó en las Sagradas Escrituras, animándoles a pasar como peregrinos y advenedizos por el desierto de este mundo y a celebrar continuamente en pobreza y espíritu, como verdaderos hebreos, la Pascua del Señor” (LM VII,9). Sí, la Pascua nos convoca a celebrar el don de Dios de una nueva vida hoy, pero nosotros Hermanos Menores no podemos actuar de tal forma que engalanemos nuestras mesas con logros del pasado que hoy no satisfacen nuestras hambres, o contentándonos con falsas “bendiciones” de una excesiva


11 abundancia de comodidades de un mundo que está desapareciendo. Por el contrario, nosotros debemos convertirnos en auténticos peregrinos, libres para instalarnos con confianza en el futuro que Dios nos está preparando.

“Lanzándonos hacia lo que está por delante”

Estoy escribiendo esta carta en el Quinto Domingo de Cuaresma. En las lecturas de hoy, el Señor nos llama por medio del Profeta Isaías: “¡No recuerden lo de antaño,… miren que realizo algo nuevo! ( Is 43,18). Y san Pablo nos recuerda que solo hay una cosa necesaria: “olvidándome de lo que dejé atrás y lanzándome hacia lo que está por delante” (Flp 3,13). Sí, hermanos, el Reino de Dios es un “todavía no”, pero Jesús Resucitado atraviesa las puertas cerradas de nuestros miedos y seguridades (Jn 20,19), invitándonos a unirnos a Él en el camino. Nosotros somos llamados por el Señor Resucitado a renovar nuestras vidas, a ir a Él que nos ofrece vida, y a escuchar a Su voz, permitiendo a Dios que reconstruya en nosotros su visión de lo que significa ser hombres del Evangelio, portadores de misericordia y reconciliación, comprometidos en ayudar a renovar la faz de la tierra, tanto entre nuestros semejantes, los seres humanos, como con el mismo universo creado, mediante una conversión de nuestras vidas personales y nuestro estilo de vida fraterno.

Nuestra vocación como Hermanos y Menores, una llamada que comienza dentro de cada uno de nosotros y en entre nosotros, puede difundirse a todo el mundo, convirtiéndose en un mensaje Evangélico vibrante en medio de un tiempo de división, de violencia, en el que se tiende a promover políticas y culturas de exclusión. Nosotros podemos ser un vivo ejemplo de la visión a la que el Papa Francisco nos está llamando: “La actitud básica de auto trascenderse, rompiendo la

conciencia aislada y la auto referencialidad, es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad” (Laudato si’, 208).


12 La Misericordia empieza en casa perdonándonos mutuamente

Esta Pascua se celebra durante un año del jubileo de la Misericordia. La llamada del Profeta a “no recordar lo de antaño” nos pide que perdonemos y dejemos de lado viejas heridas y ofensas. Muy frecuentemente mantenemos a nuestros hermanos aprisionados en el pasado. Algo que ellos hicieron o dijeron que pudo habernos ofendido hace años, continúa definiendo nuestra relación con ellos. Si debemos avanzar hacia el futuro de Dios, y si vamos a llegar a ser el tipo de fraternidad que requiere el mundo de hoy, debemos abandonar estas heridas. Jesús Resucitado nos da el poder de perdonar (cf. Jn 20,22-23). Hagamos caso a la voz de san Francisco: “que no haya en el mundo ningún hermano que, habiendo pecado todo lo que pudiera pecar, se aleje jamás de ti, después de haber visto tus ojos, sin tu misericordia” (Carta a un Ministro, 9). Sí, hermanos, como el Papa Francisco nos urge; “es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos y hermanas. La misericordia es la fuerza que nos despierta a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza” (Misericordiae Vultus, 10). De un modo especial, este año jubilar de la Misericordia nos está convocando a nosotros como Franciscanos para que trascenda-

mos las divisiones en nuestra Fraternidad que han surgido en nuestra larga historia. El próximo año 2017, marca el 500 aniversario de la llamada Bulla de la Unión, Ite Vos, que separó a los Hermanos Menores en diferentes congregaciones. El Capítulo general del año pasado nos encargó trabajar juntos con nuestros hermanos Conventuales y Capuchinos para discernir juntos, lo que el Señor nos está pidiendo que hagamos en nuestros días como Hermanos Menores, y cómo podemos cooperar entre nosotros para conseguir ese fin. Ya hemos tomado la decisión de trabajar unidos para establecer una única Universidad Franciscana en Roma. Esto es en verdad, un signo de esperanza y vida. También estamos trabajando muy de cerca con la Tercera Orden Regular (TOR) en áreas de interés común.

La Resurrección relaciones nuevas y transformadas

La promesa de Isaías de que “comeremos bien, nos deleitaremos con platos sustanciosos” (Is 55,2) puede ser una imagen de unas relaciones nuevas y transformadas, así como la Resurrección es una promesa de novedad y transformación. Sin olvidar el pasado volvemos a descubrimos la fuente de nuestra verdadera identidad en Cristo y en Francisco, y la necesidad y responsabilidad de buscar la vida y no la muerte, de buscar el perdón y la misericordia, no el castigo y la venganza; de buscar la reconciliación con los

hermanos de nuestras propias provincias, con la comunidad-Iglesia en sentido amplio, con la humanidad, y con toda la Creación. Esto es lo que significa “sedientos, acudan por agua. Los que no tienen dinero, vengan a recibir el grano y coman” (Is 55,1) acercarse a nuestra pobreza y minoridad. El biblista Gerhard Lohfink ha escrito: “Ser una comunidad Resucitada significa anticipar que en cada momento el Espíritu de Cristo mostrará a la comunidad nuevos caminos, esperar que se abran nuevas puertas en cualquier momento, contar con que a cada momento el Espíritu pueda transformar lo malo en bueno, esperar que en todo momento lo imposible será posible y nunca decir “más tarde” sino siempre “ahora” (Jesús de Nazaret, p. 306). Hermanos, ¡que “el ahora” lo tenemos encima! Si retornamos a nuestra vocación como Menores y Hermanos de forma auténtica, escuchando a Cristo Resucitado y permitiendo que Sus palabras enraícen dentro de nosotros, entonces la promesa de Isaías se cumplirá: ellos serán “como la lluvia y la nieve que bajan del cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar” (Is 55,10).

¡Les deseo a todos una santa Pascua! Roma, 19 marzo 2016 Solemnidad de San José

Fr. Michael Anthony Perry, OFM Ministro general


La vuelta de la Orden franciscana a San Rafael Un largo anhelo que duró cinco años, hoy se concreta

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Hace cinco año atrás la noticia de que los franciscanos dejaban San Rafael después de 76 años, nubló los corazones de toda la comunidad de la parroquia San Antonio de Padua. Hoy, esos mismos corazones se alborotan de alegría al recibir la buena nueva: los franciscanos vuelven a San Rafael. El tan esperado regreso no se da en cualquier tiempo y no es casualidad: la cuaresma en la que empezamos a vivir el camino de Jesús hacia la cruz, y en la que nos preparamos para vivir en la esperanza de la gloria, se vuelve una fecha propicia para el reencuentro. Convencida de que las duras experiencias significan crecimiento, la gran comunidad de San Antonio de Padua, creció en fortaleza, en perseverancia y en oración esperando

este tan feliz retorno y ha sido fiel custodia del carisma franciscano mientras duró la ausencia. Desde los últimos días de diciembre de 2015, providencialmente en tiempos de adviento, cuando la noticia del regreso era ya vox populi y luego del anuncio oficial, todo fue expectativa y preparación de bienvenida. Por

todos lados podía oírse voces de júbilo. La prensa local también se hizo eco de la noticia, pues el regreso de los frailes fue titular de diarios locales y contenido de las radios. Fr. Emilio Escayola y Fr. José Grau arribaron a San Rafael el 12 de febrero, y ese mismo día, el Sr.

Obispo diocesano Mons. Eduardo María Taussig, concelebró junto al P. Luis Gutiérrez, Párroco, al P. Damián, Vicario Parroquial, y al P. Emilio Escayola la misa de despedida de los sacerdotes quienes con celo y paciencia, según términos de nuestro Ministro Provincial Fr. Carlos Paz, cuidaron de la comunidad durante estos c i n c o años. Estar e m o s siempre agradecidos. El domingo 13 de febrero Fr. Emilio Escayola, celebró su primera misa en San Antonio, aunque para la toma oficial como Administrador Parroquial faltaba aún una semana. La emoción de la gente y la alegría reflejada en sus rostros, daban cuenta de lo mucho que significaba para todos, tener a los padres franciscanos otra vez entre nosotros. El domingo 21 de febrero, en


14 la misa vespertina, Mons. Eduardo María Taussig puso en posesión como Administrador Parroquial a Fr. Emilio Escayola; concelebraron el Ministro Provinicial Fr. Carlos Paz, Fr. José Grau que acompañará la actividad pastoral de la Parroquia y Fr. Hugo Alberto Almirón, llegado desde Mar del Plata. En la homilía el Obispo afirmó que “cuanto más fieles sean al carisma [franciscano], más se aportará a la comunidad y la Iglesia diocesana y cuanto más se integre la parroquia y la comunidad franciscana a las actividades de la diócesis, más se entregará a un círculo virtuoso donde la espiritualidad y el carisma de la Orden franciscana se irradie a la vida diocesana”. Instó, además, a la comunidad a sumarse a las salidas misioneras propuestas por la diócesis pues “todos estamos llamados a llevar la palabra del Evangelio”. Esta misa se celebró el segundo domingo de cuaresma, en la que se al episodio de la Transfiguración del Señor, caminando hacia la Semana Santa,

hacia la luz de la Pascua y “el carisma franciscano tiene una luz particular para recoger la palabra de Dios. San Francisco es el hombre que más se pareció a Jesucristo… de hecho él se configuró a la cruz de Jesús en el monte Alverna llevando las estigmas en sus manos, que son la expresión de un largo proceso de oración, de testimonio y de entrega desde el momento en que dejó todo, hasta sus vestidos para seguir a Jesús. La voluntad de San Francisco para seguir el camino de Jesús se reflejaba también en su alegría, en el cántico de las criaturas, en esa capacidad de ser instrumento de paz e irradiar así el resplandor del Evangelio como anticipando o manifestando el misterio del Monte Tabor”, agregó Mons. Taussig. No faltaron las palabras de nuestro Ministro Provincial quien dio gracias profundamente a nuestro buen Dios “porque una vez más con su presencia en medio nuestro, desde su providencia y desde el corazón paternal y generoso nos ha

testimoniado que es el Señor de la vida, el Señor de la historia y que nos posibilita que aún en los dolores grandes, ese dolor se haga profundo y se transforme en vida nueva. Digo esto porque es lo que veo después de estos cinco años transcurridos: esta comunidad caminó”. Fr. Carlos Paz recordó una charla compartida con un joven de la parroquia en la que ambos coincidían en “lo bien que este tiempo le estaba resultando a la comunidad… creo que profundizó lo que es ser Iglesia que es el ámbito en el cual todos estamos acogidos”. También agradeció al Obispo porque desde el “primer momento acogió esta expresión de nuestra fragilidad como Orden y nos acompañó, nos ayudó y nos animó”. El Ministro Provincial también agradeció al P. Luis Gutiérrez diciendo: “y acá también mi gratitud, con qué paciencia, con qué delicadeza decide acompañar desde su ministerio… remarco paciencia, porque estábamos aprendiendo todos a caminar esa nueva realidad. El Padre Luis


15 siempre dejó las puertas abiertas para que viniéramos, estuviéramos”. Finalmente, dirigiéndose directamente a la comunidad expresó: “hermanos de la comunidad de San Antonio, comencemos, es mucho lo que la comunidad creció, maduró, ojalá que los hermanos que hemos vuelto sepamos ubicarnos en el lugar del camino que la comunidad ha venido viviendo. No somos capataces, somos servidores, no somos dueño de nada, estamos llamados y puestos para servir desde el último lugar. Creo que de esa manera comenzaremos cada día esto que es maravilloso de nuestra vida cristina, nuestro ser Iglesia y nuestro ser familia”. Por su parte Fr. Emilio agradeció al Obispo y al Ministro Provincial, a Fr. Hugo compañero de noviciado, a la comunidad por su recibimiento afectuoso que tuvo

El Templo Parroquial

para con él. Expresó que cuando Fr. Carlos Paz lo convocara para el regreso de la Orden a San Rafael no lo podía a creer y recordó el pasaje de la vida de San Francisco de Asís “cuando un compañero que ya hacía tiempo que veía todo lo que se generaba a través de San Francisco, cómo había crecido la Orden, se preguntó: ¿Por qué Dios te eligió a vos? San

La construcción del actual templo se inició en 1980, bajo la mirada atenta y esperanzadora de Fr. Arcadio Escolano y Fr. Rafael Alfageme. El Cristo que preside el tempo, obra de un sanrafaelino, conforma junto con el altar un conjunto arquitectónico sobrio, moderno y de buen gusto.

Francisco le respondió: porque no encontró otro peor que yo. Creo que es así, desde nuestras limitaciones, desde lo poco que somos simplemente Dios hace su obra, ya que no es por mí que estoy acá sino porque Dios lo quiso y con ustedes no vamos a terminar una cosa y comenzar otra cosa, vamos a continuar con todo lo que los frailes han hecho de esta comunidad y que encontró en el Padre Luis un continuador”. Y Así rebosantes de alegría por este regreso, la comunidad celebra el encuentro con los franciscanos, dando gracias en cada ocasión y alabando al Padre bueno por esta nueva oportunidad de caminar juntos el camino de Jesús. ¡Paz y Bien! Estela Petricorena


16 Este breve paréntesis de ausencia es un capítulo más en la tradicional presencia de los franciscanos en San Rafael. De la mano de Fr. Francisco Inalicán, se inicia el camino de la Orden por estas latitudes. En 1805 el fraile chileno, es nombrado por el Virrey Sobremonte para que acompañara a Teles Meneses en la expedición a las tolderías de los caciques pehuenches; la intención era crear el fuerte que diera origen a San Rafael. Ya cuando la historia había transitado varios años desde

Un poco de historia

aquella fundación de la ciudad, los franciscanos se instalaron en el año 1935 en la localidad de

Villa Atuel, a 50 Km. De San Rafael. Desde allí en 1951 los frailes Juan José Ángel Angud y Joaquín Rives dieron forma a la idea de fundar en San Rafael un templo franciscano en honor a San Antonio de Padua. Fue así como en ese año se coloca la primera piedra en un terreno donado a tal fin por la familia Sat. Pero va a ser en el año 1960 cuando la comisión Pro Templo logra la escritura del terreno de la futura iglesia.

Testimonios de alegría...

”Estos cinco años han significado un proceso en el que como comunidad joven y misionera, hemos madurado y hemos aprendido a caminar sin la presencia constante de los frailes, eso nos ha hecho crecer mucho. Pero se ha sentido la ausencia en el acompañamiento, en el caminar juntos laicos y fraile, con lo que cada uno tenía para aportar, sus dones, vocaciones, ministerios…esa es la ausencia que se notó. Por eso significa una gran alegría para nosotros el regreso de los frailes, para volver a caminar juntos… se vive con mucho entusiasmo, con mucha esperanza. Creo que la es-

peranza es lo que nos marcó permanentemente…hoy se ve una proyección fraterna muy interesante en el anhelo de todos, para profundizar en el carisma, en esto de ser fraternidad que tanto nos caracteriza.” Luciano Lucato, joven misionero

“Vivimos con mucha alegría el regreso de los frailes, para seguir caminando juntos el camino del Evangelio…Después de cinco años es para nosotros como una primavera” Titina Montivero, ofs


Complejo Cultural San Francisco - Salta Inauguración de una nueva ala del Museo “Fray Luis Giorgi”

En nuestro convento de San Francisco de Asís de la ciudad de Salta se encuentra el Museo “Fray Luis Giorgi”, con 7 salas de exposición. Gracias a la cooperación de la fraternidad local y a un grupo de laicos, el 10 de marzo de 2016 fue inaugurado una nueva

ala del museo con la finalidad de “darle rostro a nuestra historia, haciendo memoria”, a través de imágenes y documentos testimonio de la obra evangelizadora de los franciscanos especialmente en el norte argentino.

Emoción y alegría se manifiestan fuertemente en el corazón al estar viviendo este momento de inauguración de la nueva ala del museo “Fray Luis Giorgi”. Una conocida nuestra, estudiosa de la historia nos enseña que la “la historia nos ofrece a través de documentos o registros en los que se conservan las huellas de hechos del pasado, una perspectiva que sobrevuela el acontecer (creo que también podemos decir: “los acontecimientos”) y que en su momento estuvo impregnado de dramatismo, emociones, conflictos, tensiones, alegrías, problemas, dudas y superaciones”. Desde lo que estamos contemplando yo agregaría: el acontecer o los acontecimientos de la presencia de los hijos de San Francisco de Asís en las tierras benditas de Salta estuvo impreg-

nado de pasión, de generosidad, de audacia, de creatividad, de servicio generoso, de actitudes fraternas, de vocación y misión evangelizadora. Por todo ello, nuestra sentida acción de gracias a nuestro buen Dios quien inspiró a los franciscanos que escribieron y le pusieron carne a la historia. Por ello, hacemos memoria agradecida por estos hermanos nuestros. Agradezco a la fraternidad franciscana de Salta, al hermano guardián Fr. Miguel Hilal, a sus colaboradores y a la comunidad toda por el trabajo realizado. Muchas gracias por asumir que son parte del proceso de la historia y por estar protagonizándola. Y como sé que esta inauguración está inspirada por “el hacer memoria, para resignificar nuestra historia y para asumir el compromiso con el futuro”, me animo a

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Palabras del Ministro Provincial Fray Carlos Paz

reiterar lo dicho cuando celebramos los 25 años de nuestra Provincia Franciscana San Francisco Solano en el año 2014: “Agradezcamos la vida, volvamos a tomarla en nuestras manos, hagámoslo con cuidado y responsabilidad: en su belleza, desafío y complejidad. Escuchemos con atención los gritos de la vida; ella nos lleva a más vida. Reconozcamos, asumamos y agradezcamos que el otro, el prójimo, el hermano pueda enriquecer, fortalecer, renovar la vida. Busquemos y anhelemos hondamente la voluntad de Dios. El siempre posibilita nuevos comienzos, no condiciona, no amenaza. Buscar y querer vivir desde la voluntad de Dios reconforta y hace fecundo el corazón, lo hace bienaventurado, lo hace feliz. El Señor los bendiga y los guarde”.


Encuentro de Directivos Zona Centro 21 y 22 de abril Villa Mercedes - San Luis 18

En esta oportunidad queremos compartir con todos los lectores de Solanoticias una nueva experiencia de formación que involucró a los Equipos Directivos las unidades educativas de San Rafael, San Juan, Villa Mercedes y Río Cuarto. En el marco de los Encuentros Regionales que se vienen realizando, los días 21 y 22 de abril del corriente año, en la ciudad de Villa Mercedes, se reunieron los Equipos Directivos de la zona centro. El programa incluyó activi-

dades de Formación teórico-prácticas, a cargo de la Magister Cecilia Semino, Asesora Pedagógica de nuestras colegios, orientadas al tratamiento de las Habilidades del Pensamiento, que incluyó el desarrollo de temas tales como: la trama de la inteligencia y el pensamiento; cambio conceptual, las habilidades del pensamiento; el cerebro, el pensamiento, las emociones y el aprendizaje, exploración de situaciones concretas de aprendizaje para analizar las habilidades, entre otros temas.

Por último se realizó un trabajó grupal por Instituciones para poner en marcha en las escuelas el aprendizaje de las habilidades del pensamiento con el diseño de las estrategias. El encuentro ha representado una excelente oportunidad tanto para dar continuidad al camino de formación continua, como para vivenciar la fraternidad como núcleo de la pedagogía franciscana. ¡Muchas gracias querida comunidad de Villa Mercedes! Lic. María Alejandra Bettera


Espectacular actuación de Santiago Lorenzo, alumno de nuestro Colegio de San Rafael en el circuito mundial de Tenis de Mesa

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Un logro histórico para su vida y para su carrera, consiguió el joven Santiago Lorenzo, representante de la Asociación sanrafaelina de Tenis de Mesa e integrante de la selección nacional al obtener en forma brillante la medalla de bronce en el circuito mundial ITTF Sub 15 que se jugó en Asunción del Paraguay. Para Santiago Lorenzo, lograr la medalla de bronce es tocar el cielo con las manos y es un

hecho histórico para el Tenis de Mesa de San Rafael y de todo el país, conseguido gracias al inmenso trabajo del profesor Franco Piruzi, integrante del cuerpo técnico de la selección Argentina, quien estuvo junto a él en Paraguay y también por todo lo que propone la Asociación Sanrafaelina de Tenis de Mesa encabezada por su presidente, Fabio Lorenzo. Con una tarea ordenada y ob-

jetivos claros, no solamente para Santiago Lorenzo sino también para todos los chicos que integran o han integrado distintos seleccionados siendo muy jóvenes con un futuro más que promisorio de cara al futuro. Por algo San Rafael fue declarado uno de los pocos Centros de Desarrollo Olímpico y Paralímpico, donde las futuras promesas practican y crecen junto al Tenis de Mesa.


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Agenda del Ministro Provincial

Mayo

3 al 5: Visita Canónica – La Teja 7: Profesión Solemne de Fr. Ezequiel Murga – Mariló 9 al 11: Visita Canónica – Mar del Plata 13 al 15: Visita Canónica – Bahía Blanca 16 al 18: Visita Canónica – Puan 22: Profesión Solemne de Sor Florencia Bruno, osc – Puan 24 al 26: Visita Canónica – Río Cuarto 28 al 30 de mayo: Visita Canónica – San Juan

Junio

1 al 2: Visita Canónica – Eremitorio 3 al 5: Visita Canónica – Aguaray 6 al 8: Visita Canónica – S.S. de Jujuy 9 al 11: Visita Canónica – Pichanal 12 al 15: Visita Canónica – Tartagal 16 al 19: Visita Canónica – La Peña 20 al 22: Visita Canónica – Salta 28 al 29: Visita Canónica – Noviciado (Chile)

Nombramientos

S.E.R. Mons César Daniel Fernández ha designado al Lic. Fr. Juan José Núñez como Presidente de la Comisión Judicial de la Diócesis de Jujuy, con fecha 29 de marzo de 2016 (Prot. 089/16/S).

El Ministro Provincial ha nombrado: - a la Prof. Andrea Beatriz Furones como Vicedirectora del nivel Primario del Colegio San Francisco de Asís de la ciudad de Bahía Blanca, con fecha 1 de marzo de 2016 (Prot. 026/16). - a la Lic. María Laura Díaz Gómez como Directora de Nivel Secundario del Instituto P. Gabriel Tommasini de la ciudad de Salta, con fecha 15 de marzo de 2016 (Prot. 030/16). - a la Prof. Noemí Gladys Wilte como Direc-

FECHAS

PA R A RECORDAR

Cumpleaños

Mayo

1: Fr. Alfredo López 24: Fr. Antonio Scano

Junio

1: Fr. Federico Rodríguez Fr. Pablo Sánchez 2: Fr. José A. Benni 3: Fr. Juan J. Núñez 10: Fr. Marcelo Cisneros 20: Fr. Cristián Isla Casares 24: Fr. Ezequiel Murga 28: Fr. Miguel Cobo

tora del Nivel Primario del Colegio San Francisco de Asís de la ciudad de Salta, con fecha 16 de marzo de 2016 (Prot. 032/16). - a la Mgter. Prof. Patricia Nora Bernardi como Directora del Nivel Secundario del Instituto San Buenaventura de Río Cuarto, con fecha 1 de abril de 2016 (Prot. 42/16). - a Fr. Emilio Eduardo Gabriel Escayola como Vicario de la Casa Filial San Antonio de Padua de San Rafael, con fecha 10 de abril de 2016 (Prot. 43/16). - a Fr. Emilio Eduardo Gabriel Escayola como Ecónomo de la Casa Filial San Antonio de Padua, con fecha 10 de abril de 2016 (Prot. 44/16).




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