po r r a z o s Andy Porras, Sacramento, CA
Brown-Skin Religious Icon Revered by Millions
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hey say that if you tell a mejicano there is no God, he may shrug his shoulders and go about his way. God forbid you tell him that the Virgen de Guadalupe was merely a Spanish story made-up by los conquistadores to speed-up Catholicism in the New World. Ah... good luck with that! Some of the leading religion skeptics insist that the Virgin of Guadalupe is essentially Mexico’s version of the Shroud of Turin; that is, they are parts of fabric, hundreds of years old, on which appears an image. Believers swear that both images are miraculous, thus they have become some of the Catholic Church’s most sacred objects. And there all comparisons cease, for La Guadalupana, as many call her, brings millions to her Basilica, on Tepeyac Hill, near Mexico City. Her drawing power is second only to the Vatican itself. She has become such a powerful icon that anywhere you visit in Mexico or the U.S. Southwest you’re sure to find a reproduction of the image. From personal altars in barrio homes to a lowrider’s trunk or a pinto’s tattoo, The Lady is to be seen everywhere. Simply put, She is The Most Holy Virgin Mary, Our Lady of Guadalupe, Queen of Mexico, Empress of the Americas, La Virgencita and among the indigenous, Tonantzin. Remember that about this time in the turbulent history of Latin America, Job One was to turn “the savages” into good Catholics, by whatever means necessary. “In 1531, the continued on next page
Un Ícono Cobrizo Venerado por Millones
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icen que si le dices a un mejicano que no hay Dios, puede que se encoja de hombros y siga su camino. Dios no permita que le digas que la Virgen de Guadalupe era simplemente una historia española inventada por los conquistadores para acelerar el catolicismo en el Nuevo Mundo. Aaah... ¡espérate a ver cómo te va con eso! Algunos de los principales escépticos reli-
giosos insisten en que la Virgen de Guadalupe es esencialmente la versión mexicana de la Sábana Santa de Turín; es decir, son piezas de tela, de cientos de años de antigüedad, sobre las que aparece una imagen. Los creyentes juran que ambas imágenes son milagrosas, por lo que se han convertido en algunos de los objetos más sagrados de la Iglesia Católica. Y ahí terminan todas las comparaciones, porque La Guadalupana, como muchos la llaman, atrae millones a su Basílica, en el Cerro del Tepeyac, cerca de la Ciudad de México. Su poder de atracción es superado sólo por el del propio Vaticano. Se ha convertido en un ícono tan poderoso que en cualquier lugar que visites en México o el suroeste de Estados Unidos seguramente encontrarás una reproducción de la imagen. Desde altares personales en casas de barrio hasta el maletero de un lowrider o el tatuaje de un pinto, a Nuestra Señora se le puede ver en todas partes. En pocas palabras, Ella es La Santísima Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, Reina de México, Emperatriz de las Américas, La Virgencita y entre los indígenas, Tonantzin. Recuerde que en esta época de la turbulenta historia de América Latina, la primera tarea era convertir a “los salvajes” en buenos católicos, por cualquier medio necesario. “En 1531, los españoles habían estado ocupando México durante unos diez años”, dice el diácono católico del Norte de California, Herman Varela. “Un campesino indígena, Juan Diego, caminaba por lo continúa a la vuelta NOVEMBER-DECEMBER 2023 Joaquín 19