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Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Mayo 2020 - N° 260 - Afiliado a O.P.I. N° 837Página Valdense«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20 NO TEMAN Carola Tron4 SALUD MENTAL & RESISTENCIA Equipo editor6 VOLVER A ENCONTRARNOS8 Periódico de la Iglesia Evangélica Valdense - Abril 2022 - N° 277 - Afiliado a O.P.I. N° 837 001/09 - Periódico mensual - Redactor responsable: Rogelio Darío Barolin. Varela 1729. Dolores - Imposición envíos: Dolores - Depósito legal N° 68.638 Amar, temer, ¡resistir!

El miedo fue condimento de unión en esta mixtura que anticipa ba un desastre, miedo a la muerte, al contagio y a las demás personas; pero así como el miedo fue inun dando nuestras vidas y vínculos, también lo hizo la empatía y la so lidaridad. Llegó la frase «nadie se salva solo» a darnos aire fresco y esperanza, frase que Paulo Freire continúa con «nadie salva a nadie, todos nos salvamos en comunidad».

4 | PÁGINA VALDENSE Argentina Col. Belgrano: Delhy Pastre. Col. 25 de Mayo: Ruben Bertinat. Cnel. Suárez: Pablo Rafarelli. Gral Roca: Oscar Dalmás. Gral San Martín - LP: Stella Maris Chambón. La Paz - ER: Marisel Garnier. Jacinto Aráuz - LP: Susana Tucat. San Carlos C. - SF: Héctor Cotichini. Villa Iris - BA: Ema Dalmás. Reconquista - SF: Dardo Zanuttini S. Martín - SF: Edith Long. San Gustavo - ER: Orfilia Barolin. El Sombrerito - SF: Aurora Bertinat. IERBA (Buenos Aires): Comunidad de IERBA. Gálvez: Rubén Gardiol. López: Carina Tschopp. Paraná: Equipo de Comunicación. Flores Consistorio: Alberdi 2240 (CABA) San Nicolas: Helvecia Catalín. Laprida: Delta Bertón. Bahía Blanca: Natalia Coria. Carmelo:Uruguay Ruth Soulier. Cañada Nieto: Alba Charbonnier. Colonia: Ethel C. Negrin. Col. Miguelete: Ana Félix. Col. A. Negro: Carolina Galván. Col. Valdense: Secretaría IEV Colonia Valdense. Cosmopolita: Milka Charbonnier. Dolores: Nora Gallo. Fray Bentos: Cristina Dalmás. Juan L. Lacaze: Manuel Ávila. Alférez Lascano: Nylia Gonnet. Melo: Glenys Rameau. Montevideo: Mario Pablo Ábalos O. de Lavalle: Juanita Bonjour. Palmitas: Hilda Geymonat. Paysandú: Ruben Dalmas. Rosario: Andrea Montaña. Mercedes: Natalia Gauthier.Carlos Dodino Tarariras: Consistorio de Tarariras. Tres Bocas: María Fernández. Young: Esther Malán Para actualizar agentes, sugerencias u opiniones enviar mail a paginavaldense@iglesia-valdense.org o paginavaldense@gmail.com o bien al celular: +54 3437 REDACCIÓN448727.Varela 1729 - Dolores - Soriano - Uruguay e-mail: paginavaldense@gmail.com COMISIÓN SINODAL Wilfredo Bonjour, Laura Michelín Salomón, Josué Charbonnier, Matilde Duffort y Miriam Brito DIRECTORA Daiana Genre Bert EDITOR RESPONSABLE Darío e-mail:dariobarolin@yahoo.com.arBarolín EQUIPO DE REDACCIÓN Yanina Vigna, Lis Rivoira, Tomás Barolín Tron, Daiana Genre Bert CREACIÓN GRÁFICA, DIAGRAMACIÓN Penélope Chauvie ILUSTRACIÓN DE TAPA Sebastián Curi ETIQUETADO Y DISTRIBUCIÓN Grupo de la Comunidad de Ombúes de Lavalle ADMINISTRACIÓN Julio Leal - Juan Bentancur 1623, Barrio El General, 70000 Colonia - Uruguay Tel.: (598) 4522 0620 - Cel.: 099967745 SUSCRIPCIÓN ANUAL Precios subsidiados por el proyecto OPM Uruguay $U 450 - Argentina $A 500 Europa € 50 - Resto del mundo U$S 70 MEDIA SUSCRIPCIÓN (SEIS MESES) Uruguay $U 225 - Argentina $A 250 CUENTA EN BROU 1521941-00002 Para recibir pago de suscripciones. 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Hace ya algún tiempo, quizás principios o mediados del año pasa do, comenzaba a notar que mi ago tamiento, no sólo de la virtualidad sino de hablar de lo que acontecía, no era algo individual sino más ge neralizado. Quizás tenga relación con que invertíamos muchas ener gías en el ejercicio racional de poner en palabras aquello que sentíamos y atravesábamos, cuestiones que muy pocas veces podíamos expresar con claridad; o talvez con el hecho de que la dimensión corporal pasó a un seguro plano, y no sabíamos muy bien qué hacer con todos los besos y abrazos que no fueron, y todo esto cobra un valor inconmensurable si las personas destinatarias de esos gestos de amor ya no están. Lo cierto es que este tiempo nos transformó, individual y Pareceríacolectivamente.queyacomenzamos a transitar un nuevo tiempo: la pos pandemia. La conjugación del verbo –en condicional- con el que inicié el párrafo puede que sea un vestigio de la pandemia también, como un tiempo que nos tocó vivir donde las certezas se difuminaron y no había nada más real que lo inmediato. Algo similar sucede en el intento de des cribir algunas dinámicas de este nue vo tiempo porque no hemos podido descifrar del todo, parecerían ser una mezcla entre los que fuimos y lo que somos después de la pandemia. Indudablemente es que tene mos muy poca distancia con este evento histórico. Estamos transi tando un momento en el que empe zamos a poner en palabras aquello que atravesamos, nuestros cuerpos nos empiezan a manifestar cosas que aún no comprendemos comple tamente y muchas veces nos encon tramos en plena lucha entre el ejer cicio de nombrar lo que pasa, tanto socialmente como en nuestras cor poralidades, y dejar fluir nuestras emociones libremente. Quizás lo más complejo sea reconocer que no tenemos control alguno sobre este cúmulo de sentipensares, porque sí, claro, además no sé si existe tal cosa binaria como sentir y pensar como acciones separadas.

Daiana Genre Bert

De a poco y con paciencia, nos fuimos volviendo a encontrar, fui mos recuperando y dándoles lugar a esas sensibilidades que nos atra viesan el cuerpo cuando vemos a alguien que amamos, cuando sen timos ese abrazo que guardamos durante meses. Es cierto que nos quedan también muchos y variados duelos que transitar, quizás aún nos quedan algunos dolores y lágrimas por asimilar, pero creo que es más sencillo cuando otrxs nos pueden acompañar con amor y ternura.

Que ese Dios simple y cercano que conocemos, nos anime a la re construcción del tejido comunita rio; fuente de alegría, esperanza y fuerzas.

La invitación para conocer y ver mejor Este 2022 nos desafía a varias cuestiones, «ahora que el agua va bajando». Comenzamos a ver los efectos negativos del COVID-19 relacionados con cuestiones de salud física y también mental producto del aislamiento social, el maltrato intrafamiliar o violencia de género pandemia dentro de la pandemia-, las fuentes de em pleo pendientes de recuperar, fortalecer y desarrollar una economía estancada desde hace décadas. Ahora vemos mejor, más claramente, la gama de las desigual dades que antes se invisibilizaban. Vemos el esfuerzo que requieren las labores de cuidado –no reconocidas y mayormente realizadas por mujeres-; vemos que los efectos de la pandemia en las infancias y juventudes re quieren urgente atención en materia de salud mental, apoyo educativo. Se requieren cambios sociales, econó micos y políticos estructurales que sean efectivos para poder cuidar a las y los últimos. Se requiere crecer eco-

Frente a este panorama el Estado dio la mejor res puesta posible, a partir del refuerzo de su sistema de salud y de activas políticas sociales, pero los recursos siempre escasos no posibilitaron que se llegue a las y los últimos. Eran tiempos en los que algunas personas aplaudían al personal de salud y recolectores de resi duos en las grandes ciudades; mientras que otras sos tenían discursos de odio en los cuales la xenofobia se camuflaba en argumentos supuestamente pro-salud y anti-vacunas que trataban de ganar las calles. La organización colectiva como respuesta Mientras que esto ocurría, un gran número de or ganizaciones populares, comunitarias, organizaciones basadas en la fe, Iglesias de diferentes denominaciones se fueron organizando, movilizando a sus integrantes a redoblar los esfuerzos en materia de servicio, de diaco nía ecuménica para atender esta acuciante situación. El hambre, la falta de trabajo, la soledad, la desesperanza golpeaban a cada casa, a cada adulta y adulto mayor, a familias que perdieron sus empleos, sus precarizados trabajos y sus changas.

Fuimos testigos como cada casa trató de volverse escuela, emprendimiento, changa pensando en la reinvención social del trabajo, cuando se podía y cuan do había, en ocasiones también se volvieron templo. No todos ni todas pudieron hacerlo, la exclusión y brechas de desigualdad crecieron a un ritmo nunca visto.

Cuando baja el agua, hay cosas que se conocen y se ven mejor

Así, como lo saben hacer, reaccionaron organizacio nes e iglesias, con amor e inspirados/as por la palabra de Dios manifestada en las enseñanzas entorno a la fi gura del Buen Samaritano. Su ética de solidaridad prác tica y activa, como muestra de amor en acción.Diferentes iniciativas emergieron, solo por mencio nar algunas: Panes y Peces -Iglesia Metodista-, Seamos Uno -Iglesia Católica-, las acciones de diaconía de la Iglesia Valdense, de la Pastoral Social Evangélica, ac ciones solidarias de AMIA, etcétera. Una especial aten ción requieren algunos colectivos como las personas en situación de calle, personas LGBTIQ+, personas con problemas de salud mental, que incluso en ocasiones pasaban aún más desapercibidas por ser migrantes y refugiadas. En este contexto, las acciones decididas por el acceso a derechos fue crucial en organizaciones como CAREF, el Servicio Jesuita para Migrantes, la Comisión Episcopal para Migrantes e Itinerantes y ADRA (adven tistas).Todas las organizaciones tuvieron que reinventar se para dar una respuesta, irrumpieron los sistemas tecnológicos, el aprender nuevas herramientas. Era necesario responder creativamente, usar o recrear protocolos. Aprendieron a pedir, a compartir y a po tenciar mejor sus vinculaciones y recursos, a negociar con donantes públicos y privados, además de movili zar la fuerza solidaria de sus comunidades, apostando siempre a la salida colectiva, porque como sabemos la salvación es colectiva.

En el caso de CREAS -Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio-, se acompañaron y apoyaron diversos proyectos, se brindó asesoramiento técnico a varias orga nizaciones en diferentes partes del país, como parte de un entramado solidario complejo que requería respuestas inmediatas, urgentes y efectivas. Luego, se sistematizaron sus aprendizajes para poder aprender y recoger enseñan zas de lo que se estaba atravesando. Los frutos se pueden ver en la publicación «Recrear las esperanzas desde la diaconía ecuménica. Prácticas y testimonios de diaconía ecuménica en tiempos de pandemia de Covid-19»1 que nos invita a reflexionar y a un nuevo hacer.

Esa frase me la dijo una vez un lugareño con gran tristeza y convicción entorno a todos los destrozos que había dejado la inundación en la Provincia de Santa Fe, en el año 2003. Así fue y así será cuando hay eventos -desastres de diferentes magnitudes, crisis, incendios, entre otrosque nos toman de sorpresa, nos inundan de miedos, conflictos, desesperación y no vemos la salida, nos llenamos de incertidumbres y no sabemos qué hacer, cómo hacer y, en ocasiones, con quién. Sentimos la sole dad del momento, la desesperanza nos visita con ganas de quedarse por largo tiempo. Algo de lo anterior nos sucedió desde marzo del 2020, con la llegada de la pandemia del COVID-19. Mie do, desesperación, el conteo diario de camas, de recur sos disponibles.

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Cuando los miedos se apoderan de nuestras vidas… Recuerdo que durante muchos meses el solo hecho de ver formarse nubes más oscuras en el cielo o sentir la humedad y el calor previo a las lluvias disparaba en mu chos y muchas de nosotras un miedo que llegaba a para lizarnos. La cantidad de encuentros que fracasaban en la iglesia por aquellas tardecitas en donde parecía que se venía la lluvia y quizás no solo lluvia… fueron muchos. Creo que ya no nos sentimos tan así. Ha pasado el tiem po. Como el miedo es irracional, yo intentaba cada vez dominar estas sensaciones, minimizándolas. Pero, creo que las minimicé tanto que un día de cielos bastante os curos y temerosos terminé mi trabajo y debía regresar a Dolores. Me largué a la ruta para volver a mi casa sin mi rar el pronóstico. Había alerta roja -sí roja. En Uruguay, raras veces se usa ese color… generalmente con naranja alcanza para alertar-. ¡Qué imprudencia! Es así, el miedo nos roba de a ratos la capacidad de ra ciocinio. Por eso los ataques de pánico generan esa suma de sensaciones fuera de control que no se pueden expli car. De alguna manera el tornado nos juntó, o como dice el dicho: «el viento los amontona» y la marea solidaria sur gió al amanecer del otro día y no paró por largos meses.

PÁGINA VALDENSE I 4 No teman

nómicamente sí, y es algo urgente, pero más urgente es repensar el modelo de la redistribución económica y so cial de bienes, un desarrollo más sostenible, la revisión de quienes deben éticamente compartir sus riquezas para achicar las pobrezas, cerrar brechas y construir puentes de solidaridad es claramente un imperativo.

De un momento para otro, amar se debe interpre tar como preservarse, aislarse. Se distorsiona el senti do de los cuerpos expresándose solo con palabras que se vuelven difíciles de escuchar cuando se tiene la boca cubierta o cuando llegan a través de una pantalla. Los miedos fueron varios y mezclados de a ratos: miedo a sufrir, a morir. Miedo a contagiar a seres queridos y queridas. Miedo a volver a salir, miedo a no volvernos a encontrar. Miedo a perder los trabajos, a no recupe rarnos económicamente, miedo a enfermar de miedo.

Coordinador de Procesos Comunitarios- CREAS (12 de enero 2022) Recrear las esperanzas desde la diaconía ecu ménica. Prácticas y testimonios de diaconía ecuménica en tiempos de pandemia de Covid-19. Recuperado de: https://creas.org/wp-content/ uploads/2022/01/Recrear-las-esperanzas_final.pdf

La pandemia desaparecerá sólo cuando todas las personas del mundo tengan acceso a las vacunas y a tra tamientos, donde el lucro no esté por encima de la vida. También cuando nos ocupemos responsablemente del cuidado de la casa común, los efectos del cambio climá tico son cada vez más devastadores. La reciente guerra entre Ucrania y Rusia, que las grandes cadenas nos muestran, pone de manifiesto un entramado complejo de intereses y actores, lo que hace necesario también hacer memoria de los otros 15 conflictos activos en dife rentes partes del globo y de los cuales poco se comunica. Ante todo esto necesitamos seguir inspirándonos en los profetas, en Jesús y en las mujeres que lo acom pañaron para renovar nuestra fe, nuestras esperanzas y búsquedas para que el Reino esté colmado de espacios de encuentro, de fraternidad, de pan, techo, tierra y tra bajo que den cuenta del amor de Dios, de la solidaridad como conducta social cotidiana y en donde la unidad sea permanente para el desarrollo de una diaconía ecu ménica, comunitaria y, porqué no, también económica.

Pero construir una «nueva realidad» requiere tam bién que seamos capaces de repensarnos individual y co lectivamente, desde las organizaciones, las prácticas de liderazgo, las maneras de gestionar y gobernar entidades, iglesias, organizaciones basadas en la fe, organizaciones comunitarias.

También pareciera que la pandemia profundizó cues tiones vinculares previas y se utilizó como chivo expia torio de deseos no confesados. Cuando es el miedo el

Esa «nueva normalidad» debe tener como base la dignidad de cada persona, respetada en su singu laridad e incluida en cuanto a sus derechos más básicos. Es menester desarrollar, potenciar y recrear vín culos que nos permitan ser resilientes, individual y co lectivamente, sabemos que necesitamos apalancarnos desde nuestras opciones de fe, esa fe que es fuerza de esperanza. Esto nos acompañará e invitará a seguir an dando con los dolores, con los amores y las alegrías de los pueblos, para sanar de alguna manera a este, nues tro mundo, en comunión con otros y otras similares y diferentes a nosotros y nosotras.

Sin embargo, con la pandemia fue diferente. El dis parador del miedo no quedó en una nube, en un cielo raro, en un pronóstico de alerta o un día de baja presión atmosférica. Quedó como un chip en cada uno de noso tros y nosotras, como un posible factor de transmisión. Me cuido y te cuido. Me aíslo para protegerte. Contra sentidos de lo que, como seres sociales, heredamos de aquellas ancestrales memorias tribales y que como cristianas confesamos: el amor al prójimo, como a Dios, como el amor a sí mismas, en una tríada circulante que nos constituye comunidad.

Tenemos una invitación abierta para ser protago nistas de la construcción de una nueva realidad, re construir con lo que queda en pie, afianzando lazos y vínculos, porque ya sabemos lo que pasa cuando el agua baja hay cosas que se conocen y se ven mejor, aho ra será nuestra decisión tomar partido y acción. Jorge Fernández

Entonces hay un temor que parece ser bueno, que solo es reservado para Dios, que remite respeto, que otorga reconocimiento de su amorosa Divinidad.

Solo entenderemos la idea de temor como respeto profundo y confianza plena si tuvimos experiencias de fe transformadoras, pues el encuentro con lo que nos trasciende nos genera confianza y crea comunión.

En las manifestaciones divinas -teofanías- así como en los anuncios de los mensajeros de Dios, aparece siem pre el temor, no como miedo amenazante, sino como sorpresa y admiración por el misterio divino. ¡Le pasó a María cuando el ángel le anuncia su embarazo! Y cuando ella decide ser parte del plan de Dios se alegra y lo com parte en testimonio. María recuerda el salmo 103 y dice: Santo es su nombre y su misericordia alcanza de genera ción en generación a los que le temen. (Lucas 1:50). Que también esa misericordia alcance nuestras generaciones y las futuras y que podamos vivenciar y testimoniar la fe canalizando todos nuestros temores hacia una vida nueva en Cristo en la presencia sorpren dente y siempre desafiante de Dios. Carola Tron

A través del profeta Joel descubrimos y recordamos esta dimensión integral de la vida que no solo habla de la humanidad sino de toda la creación. ¡No temas tierra, no teman animales del campo! Una vez más las prome sas se renuevan. Son señales de vida buena y abun dante, después de un período de plagas y hambre. La promesa es a no ser confundidos jamás como pueblo de Dios. ¡Promesas de salvación! pero para ello hace falta sintonizar con su proyecto que es esa trama que recorre toda la Biblia, pacto para una tierra prometida, presencia de Reino nuevo y la constante voz de Dios di ciéndonos: no temas, yo estoy contigo.

En estos días, al igual que en tiempos del profeta Joel, también seguimos siendo confundidos y confundi das. Quienes quieren dominar para beneficio propio es tán lejos del proyecto de Dios y operan desde nuestros miedos más primitivos sembrando división. Somos ten tados y tentadas a ser como dioses para dominar esos miedos. Cuando no hay temor de Dios en nuestra vida, nos volvemos como dioses, buscamos dominar, nos ol vidamos de la dimensión del otro, la otra y del cuidado de la creación. Generamos complicidades, silencios, su frimiento a nuestro alrededor y hacia todo lo creado.

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que se activa para cuidar y preservar la vida, es necesario discernir los niveles de riesgo: amarillo, naranja o rojo. Ni negando ni paralizándonos encontraremos equilibrio. No temas, yo estaré contigo «No temas». Más de cien veces aparece la frase no temas o no tengas miedo, en nuestras Biblias. Siempre es Dios o sus mensajeros los que refieren a esta for ma imperativa. Es una orden a la cual también le sigue siempre un reaseguro: «yo estaré contigo». Es la pre sencia de Dios como promesa que se cumple cuando nos animamos a vencer temores y miedos para encarar nuevas posibilidades.

Tristemente, muchas veces en la historia del cristia nismo la idea del temor de Dios ha sido utilizado para justificar opresión, para predicar a un Dios que infunde miedos, que limita, que paraliza como las nubes oscu ras, un Dios que castiga. Pero no es lo mismo el temor de Dios, que temerle a Dios. Porque el temor de Dios no puede ser interpretado desde nuestras prácticas huma nas violentas, desde nuestros individualismos compe tidores, sino desde su modelo de amor reconciliador.

¡Mi pueblo no será confundido jamás! Anuncio del profeta y decimos ¡Amén! Qué hermosa frase la de Joel. Promesa profética para animarnos en nuestros sueños de salvación, de restauración de pan y paz. El temor de Dios

Ya es tiempo de volver a escuchar la voz de Dios diciéndonos: no temas. Intuitivamente volvemos de a poco al abrazo, al encuentro, porque somos eso: somos cuerpo, comunidad, no podemos sobrevivir en soledad permanente. En nuestra pura humanidad, cuando esta mos desprovistos y desprovistas de todo, con todas las de perder, solos y solas, el miedo es a la muerte, no es al otro ni a la otra. Estamos a la deriva, tirados y tiradas en el piso como aquel hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron dejándolo tirado en el piso, las timado, desnudo (Lucas 10:25-37), dependiendo del gesto solidario, de la empatía, del amor. «No teman» abarca promesas de salvación, promesas de restaura ción de un Dios que acompaña al pueblo en sus luchas por liberarse, por pan y paz. Paz que es fruto de la jus ticia, pan que es cosecha de la tierra que se habita y se cuida, que se ama. «No temas, suelo jubila y regocíjate porque Dios hace grandezas. No teman, bestias del campo porque ya reverdecen los pastizales del desierto, los árboles producen su fruto, la higuera y la vid dan su riqueza. ¡Hijos de Sion, jubilad, alégrense en Yahveh vuestro Dios! Porque él os da la lluvia de otoño, con justa medida, y hace caer para vosotros aguacero de otoño y primavera como antaño. las eras se llenarán de trigo puro, de mosto y aceite virgen los lagares rebosarán. Yo os compensaré de los años en que os devoraron la langosta y el pulgón. el saltón y la oruga, mi gran ejército que contra ustedes envié. (…) ¡Mi pueblo no será confundido jamás! Joel 2:21-27.

PÁGINA VALDENSE I 6 Salud mental & Resistencia

«Querer tocar y no poder, entrar en otros mundos o quedar atrapadxs en el propio, desear a un otrx que está en la suya y saber que la virtualidad vino a cam biarlo todo, son parte de la nueva vida post pandemia», arranca la bajada de una nota en Página 12 donde la filósofa Esther Díaz comparte algunos testimonios y re flexiones sobre «una debacle que ya no tiene retorno». Ciertamente, hace más de dos años, en mayor o menor medida, nuestras vidas cambiaron. Sin ser ple namente conscientes de lo que acontecía, acatamos las recomendaciones y el aislamiento; transformamos nuestros encuentros en chats o videollamadas donde la dimensión física, corporal, parecía resumirse en tener o no conexión. Para la gran mayoría, las primeras se manas todo era novedoso, aunque ir al supermercado, de mínima, podría asimilarse a una película de terror o suspenso; pasó la primera quincena y la preocupación se empezaba a transformar en miedo. Un miedo que no había alcanzado su auge, aunque sí se sumaba de a poco al combo donde ya habitaba la incertidumbre y la frustración de no tener certezas, de no poder construir sobre terreno firme. Algunas sensaciones generaliza das que se combinaban con las situaciones personales en cada aspecto de nuestras vidas: vínculos con nues tras familias, amigxs y parejas, situaciones laborales, de vivienda, comida, etcétera. Si hay algo que sabemos con certeza, hoy a más de dos años de haber experimentado una pandemia histó rica, es que nos impactó de manera heterogénea. Atra vesamos tantos vaivenes emocionales que no somos capaces de discernir aún cuánto nos afectó y afecta el aislamiento, el temor a salir a la calle y al otrx. Nues tros cuerpos parecieron estar fuera del foco de aten ción durante todo este tiempo, pero manifiestan lo que tanto nos cuesta procesar; porque «Desaparecieron las cosas in situ. (...) Trocamos sensibilidad por comunica ción, cuerpos por conexión. La metamorfosis de las re laciones empíricas sutilizadas y guardadas en la nube. ¿Cómo fue desmaterializarse?, ¿qué ocurre cuando la realidad es texto, cámara y micrófono? ¿Cómo nos afec tó ser entre marañas de filtros tecnológicos?», afirma y (nos) pregunta la filósofa. Agregamos nosotrxs un cuestionamiento más que nos invita a situarnos con vista al presente y futuro: ¿cómo desacostumbrarnos de esa falta de vínculo físico y a salir del encierro? Por otro lado, además de los sentipensares sobre nuestros cuerpos y nosotrxs mismxs, también los vín culos se vieron truncados, alterados, privados. Tanto los afectivos como los sociales, las escuelas cerraron sus puertas, el trabajo se transformó en teletrabajo, etcétera. Así, todos los procesos de socialización que, de alguna manera, organizan nuestras vidas se vieron afectados. Y por si fuera poco, quizás sin intención, fui mos desnudando lo cruel de la pandemia, aquello que nos afectaba de manera individual pero también cues tiones sociales que no podíamos ignorar: el aumento de los índices de pobreza, de desigualdad social, de epi sodios de violencia de género, etcétera. En este punto parece ilógico no aceptar que la pos pademia es y será un tiempo en el cual decanten dolores y pérdidas, sentimientos y sensaciones, ausencias y silencios. Durante más de dos años el foco estuvo pues to en las crisis sanitarias y económicas, no sólo de nues tros países sino de todo el mundo; y pareciera que en este tiempo esos reflectores estarán o debieran estar en la salud mental; no para traducir de manera direc ta ese conjunto de sentipensares en diagnósticos psi copatologizantes, sino al contrario, entender que esta experiencia no puede sólo trabajarse desde la indivi dualidad. En este sentido, la psicóloga y subsecretaria de Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias de la provincia de Buenos Aires, Julieta Calmels, dice: «Retraducir en términos individuales un evento social que impacta de forma distinta en cada persona y sector resulta un ejercicio complejo e inadecuado. Justamente lo que se trata es de evitar reproducir la imagen de ‘la pandemia de la salud mental’ y la proliferación de diag nósticos estigmatizantes y poco cuidadosos».

Una vez más cobra relevancia la consigna «Nadie se salva solo», que como mantra nos acompañó du rante estos dos años. Sobre esto, Calmels agrega: «(…) en materia de salud mental es una apuesta a la cons trucción de recursos simbólicos, de acompañamiento y resolución de situaciones traumáticas como las que hemos vivido». Una vez más lo colectivo, lo comunita rio, como Quizásresistencia.lapandemia sea una oportunidad para transformarlo todo, y poner a jugar más que nunca el concepto de interseccionalidad. Equipo editor Díaz, E. (15 de enero de 2021). Nueva vida postpandemia: La bur buja propia. Página 12. cion-de-la-salud-mental-20224219046com/sociedad/-buenos-aires/efectos-de-la-pandemia-y-transformaformaciónva-vida-postpandemia-la-burbuja-propiahttps://www.pagina12.com.ar/317097-nueSolano,F.(2deabrilde2022).EfectosdelapandemiaytransdelaSaludMental.ElDestape.https://www.eldestapeweb.IlustracióndeCynthiaKittler

El aislamiento reciente, no sólo de los vínculos fami liares y de amistad sino también de los vínculos sociales con el entorno, parece acrecentar un efecto de desafilia ción del contexto comunitario que le da a la persona soporte emocional y sentido de pertenencia -las rutinas de salir por compras y trabajo, los olores, los ruidos de su barrio, etcétera-. En la soledad del repliegue crece la de presión, una de las grandes marcas de la pandemia, par ticularmente sufrida por adolescentes, adultos y adultas mayores institucionalizadas o que viven solas.

Normalidad en la post-pandemia y ‘ser iglesia ’ ¿Conforma este abanico de marcas una ‘nueva nor malidad’? Si así lo fuere, ¿qué dosis de ‘nueva norma lidad’ soporta la comunidad cristiana, su testimonio, indispensable para poder ser Iglesia para los y las de más, condición ineludible de su propio ser?, tal como dijo D. Bonhoeffer. Si pensamos en Jesús, la cercanía fue una caracterís tica de su vida, imprescindible para comunicar el amor incondicional de Dios hacia Su Creación; por lo tanto, no podemos concebir comunidad cristiana sin esa caracte rística. Entonces, ¿cómo recuperar la cercanía en las co munidades, cómo volver a sentirse ‘un cuerpo’ con toda la fuerza que ello transmite, para el testimonio?

La reconstrucción- construcción

Nos enfrentamos a un arduo proceso que demanda creatividad, en el que debemos minimizar riesgos de con tagios, vencer incertidumbres y miedos, para recu- perar espacios de convivencia, con sus gestos simbólicos signi ficativos que creen un clima fraternal- sororal y estimulen la socialización, permitiendo conocernos y reconocernos en la participación del cuerpo de Cristo en la historia. Para nosotros y nosotras, cristianos y cristianas, este proceso estará sostenido por la fe en el Espíritu de Dios que nos hace resilientes, que nos une, reúne, fortalece emocional y espiritualmente, nos enseña po sibilitándonos avanzar en la misión.

Después del temporal: reconstrucción comunitaria

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La conciencia-sentimiento de finitud y fragilidad -tam bién de nuestros proyectos personales y comunitarios-, la sensación de inseguridad ante la posibilidad de un en cuentro con otro u otra que me puede contagiar el virus, la incertidumbre respecto del mañana; sacuden el alma.

La incertidumbre respecto del fin de la tormenta y la experiencia de contagios a pesar de la vacuna, tiene por consecuencia la exigencia del uso de tapabocas en muchos espacios. El rostro semicubierto contribuye a mantener distancia, ocultando la tímida sonrisa que habilita la pregunta que acerca, que da pie a un diálogo. Esta práctica que fortalece la actitud de repliegue social no es aliada de la empatía y la solidaridad.

El ejercicio de ´estar con otros´ demanda desarrollar especialmente la capacidad de tolerancia. Pareciera que en la comunicación digital rápida y acotada se ha diluido esta aptitud, teniendo que reaprender a mediar y nego ciar los conflictos, herramienta clave de la convivencia. El repliegue por necesidad de autoprotección, las cuarente nas, los estudios y trabajos desde domicilios, las pérdidas sin tiempos para el duelo, la ausencia de celebraciones familiares, etc. han llevado a una fragilización del tejido social por debilitamiento de los espacios colectivos.

La vida doméstica con los niños, niñas, adolescen tes en casa y los abuelos/as a distancia tuvo que re organizarse. Estamos más cerca de algunas personas y más lejos de los ancianos y ancianas, de los amigos, amigas, de los grupos sociales y actividades saludables en espacios colectivos. Es innegable que la comunicación digital y sus de safíos, ayudaron a sobrellevar la ansiedad generada por la incomunicación personal y comunitaria; y continúa sustituyendo en gran medida los encuentros cara a cara. La recuperación de presencialidad se da lentamente, y aquello que significó el mate, la mesa y la copa compar tida, parece ser recuerdos de otros tiempos. También el beso y los abrazos parecen inhibidos. Al mismo tiempo que la celebración transmitida por vía digital permitió a las comunidades compartir la Palabra con sectores más amplios y distantes que antes no participaban. Esta mo dalidad encierra la tentación de sustituir el encuentro presencial y para algunas comunidades llegó para que darse como complemento.

La reducción del índice de contagios, la liberali zación de los protocolos e, incluso, la invasión rusa a Ucrania y la guerra que desató dominando las noticias mundiales, son los heraldos de la post-pandemia. «Vol vamos a la vida normal», quisiéramos gritar para que se escuche en todos los rincones de las iglesias.

En el encierro, ‘mi casa es mi fortaleza’. Presentada como bastión, la búsqueda de seguridad nos enfrenta a un afuera peligroso que refuerza el aislamiento, ade más de temer al ficticio enemigo o enemiga irresponsa ble que no pertenece a mi ´burbuja´.

«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta Harukitormenta»Murakami Las marcas de la tormenta

Sin embargo, los efectos de pandemia, no solo con tribuyeron a desarrollar la comunicación digital sino que también, en forma reactiva hizo emerger preocu pación y acciones de solidaridad con las familias social y económicamente más desfavorecidas afectadas por «los ajustes» económicos y las reestructuras. La soli daridad se levanta y expone para acercar un plato de comida, una ropa seca, una palabra de consuelo y de es peranza. Como consecuencia de una suma de factores, vemos en las comunidades –sobre todo de las ciudades grandes- un regreso lento a lo que hasta hace dos años atrás fue «la vida normal».

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Volver a encontrarnos

Esperamos haber salido de la tormenta menos so berbios y soberbias, más humildes, con mayor concien cia de ser, simplemente, parte de la Creación y no su mayordomo dominador/a, sirviendo a otros intereses que no sean vivir una vida plena en equidad de con diciones. Esperamos haber salido más agradecidos y agradecidas a Dios que se expresa en alabanzas, ora ciones y en acciones; acciones justas y solidarias que hacen a la diaconía, acciones proféticas que denuncian el mal y anuncian ‘otro mundo’, soñado desde siempre por el pueblo de Dios y anhelado por todas las víctimas de la historia desde tiempos inmemoriales. La Diaconía como testimonio de la comunidad Sin dudas, la diaconía es el testimonio de fe más contundente de la Iglesia porque busca el bien de toda persona, de toda la creación, principalmente de las víc timas de la historia, de las tormentas. A la vez, fortalece espiritualmente a la comunidad que la lleva adelante en el espíritu del mandamiento de amar a Dios, al pró jimo/a y a ti mismo/a. La pregunta clave que orienta la Diaconía, hoy, es: ¿quiénes son las víctimas? ¿Quiénes han sufrido pérdi das en este tiempo de pandemia? Ciertamente lo han hecho aquellas personas que la mentan la muerte de un ser querido o querida, a quien no pudieron despedir adecuadamente y, a la vez, tam poco pudieron ser acompañadas como lo hubieran ne cesitado. También aquellas que han quedado atrapadas e inmovilizadas por el miedo, mirando con recelo su entorno, discriminando a otros/as, sufriendo soledad y depresión. Personas que perdieron su trabajo, que que daron fuera de la protección social por el cierre de pro gramas y, también, los y las estudiantes que no pueden sostener su condición sin apoyo Las víctimas nos exhortan a capitalizar los aprendi zajes, a reflexionar y proyectarnos a nuevas formas de ser iglesia. Esas nuevas formas nos invitan a identificar nuestras fortalezas, desde el espacio físico del que dis ponemos para encuentros hasta los dones de cada uno y cada una para apoyar en lo individual y en lo colecti vo; pero también desde un gesto humanitario hasta la ofrenda dominical de víveres, la cosecha de la huerta comunitaria agroecológica para una Olla Popular, el espacio de trabajo con niños, niñas y adolescentes; las oportunidades de escucha atenta. Y, además, sumarnos como voluntarios y voluntarias a todo movimiento que defienda la vida en sus múltiples formas, porque múlti ples son las necesidades. Igualmente, grande es la crea tividad, fruto del Espíritu de Dios que edifica Su Reino entre nosotros y nosotras. Jorge Gerhard, Ma. Pía Almeida, Federico Plenc Pequeños relatos sobre la vuelta de la presencialidad en nuestras comunidades y la asamblea sinodal

Participar una vez más en la Asamblea Sinodal fue muy grato sobre todo teniendo en cuenta que fue mi asamblea número cincuenta. Fue reconfortante volver a sacudir nuestros afectos y sentimientos des pués de este período de aislamiento que se generó por la pandemia del Covid-19. Creo que es algo que tenemos que seguir recuperando, también en las co munidades en las distintas actividades que se reali cen, las que hacíamos antes o las nuevas que poda mos pensar y poner en práctica ahora.

Por sobre todas las cosas, el sínodo representó la oportunidad de reencontrarnos, en algunos casos fueron experiencias muy fuertes y sentidas. Además fue un momento aprovechado por todos y todas, más allá de que duró poco tiempo y que muchas personas se tuvieron que ir a dormir a sus casas. Hubo mayores cuidados que en otras ediciones, es cierto, pero siento que los protocolos no afectaron nuestras relaciones, no impidieron que nos pudié ramos abrazar, de hecho, algunos abrazos parecían interminables, tampoco impidieron que nos sintiéra mos felices de volver a vernos, a encontrarnos; por que pasó mucho tiempo sin que pudiéramos expre sar nuestros afectos. Hugo Malán Pastor emérito Participo en algunas actividades en la comunidad de Colonia Valdense porque vivo aquí, pero mi vin culación, en realidad, es con la iglesia de Rosario. Soy miembro del Consistorio, de la Liga Femenina y tam bién colaboré, antes de la pandemia, con la educación cristiana para niños y niñas. De alguna manera, la pandemia nos obligó a ence rrarnos, a quedarnos en casa, perdiendo el contacto presencial. En la búsqueda de iniciativas diferentes, en Rosario comenzamos a hacer lo que llamamos «visitas telefónicas» para acompañar y apoyar, sobre todo a aquellas personas mayores que estaban más reclui das, que prácticamente no salían a la calle. Asimismo, el pastor Hugo Malán empezó a compartir pequeños audios como para que no se perdiera el vínculo con la comunidad; algo similar hizo, un poco más adelante, el pastor de Colonia Valdense, Oscar Geymonat. Desde que comenzamos a recibirlos, allá por fines de marzo, nos organizamos con algunas personas para compartir estos insumos dominicalmente con el resto de la comuni dad; de igual manera hicimos con los videos que realiza ron desde el cuerpo pastoral y el «Pan de vida».

El abrazo, el sentirnos y el vernos genera mucha fuerza, esa fuerza que se transforma en sentirnos hermanos y hermanas compartiendo de nuevo expe riencias de vida y de fe.

Los protocolos instalados de forma abrupta afecta ron directamente a la convivencia, al relacionamiento de las personas, familias y comunidades. Somos seres sociables y necesitamos estar con el otro y la otra; es cucharnos, acompañarnos y sostenernos.

Ya en el 2021, en una etapa diferente de la pande mia porque estábamos vacunados y vacunadas, cues tión quenos hizo sentir más seguros y seguras; el en cuentro presencial nos emocionó y ya no reprimimos el abrazo, con barbijo claro, pero sentimos el contacto físico como una caricia en el alma. Todas esas sensacio nes las viví con mucha alegría, aprendimos a mirarnos más a los ojos porqueque todas estas situaciones fue ron una oportunidad para aprender a ver al otro y la otra de una manera diferente.

Al comenzar a encontrarnos poco a poco de mane ra presencial cada uno y cada una lo vivió de manera diferente, según su experiencia en este tiempo. Pero es partir tiempos, charlas y trabajos, que mucha falta nos hacía. Al principio, en espacios abiertos y con distancia, luego nos fuimos animando a más, siem pre con cuidados, seguimos sin compartir el mate aunque ya nos volvimos a saludar como antes. Y así vamos caminando juntos, con esta nueva normali dad, pero siempre con la guía de nuestro Señor y proyectando juntos.

También participé en el Sínodo de este año. Allí tu vimos que respetar los protocolos y las medidas sanitarias con mayor rigurosidad que en los espacios comuni tarios, sabíamos que eso era muy importante para que el encuentro pudiera desarrollarse, para que podamos volver a encontrarnos después de dos años, y por eso lo hicimos con gusto. Si bien se habían hecho otros encuen tros virtuales de todo el Río de la Plata; necesitábamos vernos cara a cara, aún con la mascarilla puesta. En las comidas podíamos vernos los rostros completamente y darnos cuenta que el tiempo había pasado, que muchos y muchas estábamos distintas, que algunas peinamos más canas que antes. Fue muy lindo encontrarnos, una satisfacción muy grande. A pesar de que fue un sínodo más breve de lo acostumbrado, creo que lo disfrutamos mucho más que otras veces; quizás por eso es que algu nas personas no nos resistimos a darnos un abrazo. Creo que más que nunca me siento tranquila, con fe, con confianza. Pienso que los hombres y las muje res podemos planificar, armar actividades, pero Dios es quien dispone todo para nuestro bien. Esta pandemia me hizo dar cuenta que no debemos tener miedo, no te nemos por qué tener miedo porque estamos en sus ma nos; aunque claro que tenemos que tener respeto por esta enfermedad, cuidarme y cuidar al otro y la otra. No tengamos miedo, como dice la canción, que Él está con nosotros y nosotras. Él nos ha cuidado durante todo este tiempo y nos seguirá cuidando, impulsándonos a valorar muchas cosas que antes quizás no hacíamos.

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Gladys Costabel Comunidad de Colonia Valdense y Rosario

«Nadie te podrá derrotar en toda tu vida, y yo es taré contigo como estuve con Moisés, sin dejarte ni abandonarte jamás» Josué 1,5 Lilian Dalmás Comunidad de Colonia Iris

cierto que hay cosas que cambiaron y tendremos que revertir... salir del individualismo que se profundizó, volver la mirada sobre nuestros hermanos y hermanas (niños, niñas, jóvenes, abuelos y abuelas), propiciar es pacios para recuperar sobre todo el compartir, siendo empáticos/as, tolerantes y responsables; despojándo nos de la sensación de miedo e incertidumbre que sin duda fueron un obstáculo.

Durante todo este tiempo de pandemia hubo mu cho material, mucha creatividad; surgieron recursos que no usábamos o se buscaron nuevos para mantener la comunicación y los vínculos. Todas estas modalida des aportaron mucho y quizás algunas van a quedarse. En el 2020, cuando se pudo asistir presencialmen te a los cultos, como primera actividad presencial en retomarse, concurrimos con mucha ansiedad, con de seo de vernos aunque sabíamos que no nos podíamos abrazar. También había ciertos temores ocultos ante la incertidumbre de lo que iba a pasar. Muchas perso nas no asistieron porque se querían seguir cuidando; incluso todavía hay personas que les cuesta participar presencialmente pero lo hacen gracias a la transmisión del culto por redes sociales, desde sus casas. Muchas personas han quedado con el temor de salir, otras se han sentido muy solas y se les nota la tristeza en sus rostros, tristeza que en algunos casos persiste.

Dios nos invita a caminar en la búsqueda de algo nue vo dónde en comunidad podamos volver a encontrar nos, fortalecernos y comenzar un tiempo esperanza dor, alegre y gozoso porque ¡a nuestras vidas las une el Amor de Dios!

El año 2020 nos sorprendió con una pandemia y sin saber lo que nos estaba pasando, comenzamos a acatar las restricciones que imponían las distintas jurisdicciones. Las actividades familiares, cultura les, religiosas, etc. se vieron afectadas...y así, como pudimos, transitamos este tiempo. Si bien cada uno se adecuó a las circunstancias, como pudo, siempre estuvimos unidos y unidas como comunidad de Fe, con llamadas telefónicas, mensajes, intercambio de reflexiones, cultos online... En Colonia Iris fuimos retomando las actividades presenciales a mediados del 2021, con mucha ale gría, con la emoción de poder encontrarnos y com-

Este es un tiempo diferente con muchos desafíos.

Marta Garnier Comunidad La Paz- San Gustavo

El volver a encontrarnos en nuestras comunidades despierta diversidad de sensaciones, es como si el tiem po ha transcurrido pero no hay agenda de lo sucedido, no hay registro de momentos vividos, ni de encuentros compartidos. En lo personal me sucede algo muy raro cuando mi memoria se retrotrae al 2020: recuerdos so litarios, imágenes vacías, comunidades desarticuladas, sensación de miedo y mucha incertidumbre.

Relato de un encuentro PÁGINA VALDENSE I 10

Este relato, este texto, nace de un pedido que se transforma en oportunidad. Un pedido que llega en marzo, con todo lo que ello significa; mes en que volve mos a la rutina pero que también tiene un fuerte peso en el plano de lo simbólico y lo social a partir de la lu cha y la militancia de los movimientos de reivindicación social, que han logrado transformar a una convención calendárica en un símbolo que apropia sus demandas y reivindicaciones. Marzo es el mes de la mujer, dicen las publicidades, pero en este encuentro nos animamos a pensarlo como el mes de las mujeres, su movimiento y la influencia de todo ello en nuestras vidas.

«Muchos cambios individuales generan el cambio “

Cuando llegó la invitación para escribir conversa mos mucho con Daia, la directora de Página Valdense; le comenté mis ideas sobre trabajar este tema pero tam bién mis miedos: ¿qué hace un varón escribiendo sobre el 8M o feminismos? Después de tanto charlar esboza mos lo que podría ser una respuesta: depende la ma nera, la intención, la búsqueda; pero es necesario que todxs nos dejemos permear por los feminismos, quizás es hora de que los varones conversemos honestamente sobre las masculinidades y los desafíos comunitarios que trae consigo el feminismo. No es mi intención ha blar por las mujeres, sino todo lo contrario, encontrar en sus voces y sentires más herramientas para seguir pensándonos como comunidad evangélica que quiere una vida digna para todxs. Sin más preámbulos -fundamentaciones o excusas-, les cuento que las protagonistas de este relato son Cami y Brisa, hermanas de familia y de militancia; quienes me compartieron sus sentipensares sobre la participa ción personal y familiar de la marcha del 8M. En esta ocasión, fueron varios encuentros y trabajo colectivo, es decir, este texto surge de conocer un poco el camino que vienen haciendo, algunas charlas de WhatsApp y un encuentro presencial para ‘redondear’ la cuestión.

Como dije antes, con miedo y algo de incomodidad, les compartí algunas preguntas para empezar a pensar juntxs la forma de encarar la charla y el texto. La pri mera fue si ya había participado de alguna marcha por el día de la mujer trabajadora o si era la primera vez; y enseguida respondieron: «habíamos participado de las vigilias en el debate en las cámaras de diputadxs y senadorxs de la propuesta de Ley de Interrupción Vo luntaria del Embarazo, en el 2018; pero este año fue nuestro debut de la marcha del 8M», luego de que fuera interrumpida por la pandemia. «Decidimos participar porque si no nos movemos por nosotras nadie lo va a hacer, si no pedimos justicia y luchamos por nuestros derechos de esta forma, no nos van a escuchar. Por todo esto decidimos ir. Nos encontramos en la plaza con nuestra hermana mayor, ahí nos sentimos más cerca la una de la otra, más hermanadas; y es un sentimiento que no se limita a nosotras tres sino que también nos sentimos hermanadas con todas las que participan de la marcha. Fue muy conmovedor mirar nos a la cara y sin decir una palabra entender por qué y por quiénes estábamos en la calle». Seguimos la línea de conversación y les pregunté si había cierta ‘preparación’ para ir a la plaza ese día y cómo se sentían. «Sin dudas los días previos son movi lizantes. Se conjugan la bronca y el dolor de las noticias de las violencias de todos los días, y por otro lado, la fe, la esperanza y la confianza de saber que si estamos unidas podemos equilibrar la balanza. A medida que se

“ Además del desahogo colectivo, de gritar y sacar esa bronca que nos da la sociedad, el hecho de que no nos entiendan o se hagan los que no nos escuchan, que prefieran que darse opinando y criticando las for mas de lucha desde la comodidad de sus casas, mientras a nosotras nos violan, nos matan, nos violentan todos los días. colectivo»

«Pero una sociedad más justa no la voy a construir hablando de mí misma, la voy a construir militando la libertad de los otros y de las otras» Voy- Femigansta Ft Ofelia Fernández

Lara, Brisa y Cami

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Gonzalo Bertín «Que quede la esperanza Y el azul del cielo Mirarnos a la cara Hermana yo, te quiero» Si me matan - Silvana Estrada Cami y Brisa quisieron compartir con ustedes estos dos extractos de canciones que acompañan el texto.

El relato va llegando de a poco a su final pero no sin antes preguntarles qué opinan, desde su visión de jóve nes, respecto a la militancia feminista. Y quizás como reflejo del mismo movimiento feminista, complejo y di verso –como entiendo que es todo ‘movimiento’-, surgen discrepancias entre las hermanas protagonistas, quienes teniendo pocos años de diferencias, pueden identificar distintos momentos en el proceso personal de deconstrucción. Esto me hace reflexionar sobre cómo cada ge neración vive y transita el camino de la deconstrucción según su contexto; y aquí se abre la puerta para que podamos pensar o continuar pensando cómo se vive la deconstrucción desde la perspectiva y experimentando la fe. Las compañeras que dieron sentido a este texto coinciden en el hecho de que la fe y la lucha feminista no tienen que ir por caminos separados. Una de ellas dice: «yo no me saqué la cruz para ir a la marcha», como un gesto simple que resume la convivencia, la misma que se resignifica al interno de las comunidades, asumiendo el desafío de acompañar, de enseñar y aprender, de com partir saberes y experiencias. Cami y Brisa afirman que muchos cambios indivi duales generan un cambio colectivo, como dice Galea no: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, ha ciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Para mí, ahí está la clave de su testimonio. Esa convicción personal, casi intima, se les volvió masiva en la plaza, como en todas las plazas ese 8 de marzo. Ese cambio vuelve hecho grito y abrazo para enseñarnos que ya lle gó, que debemos tomarlo como propio, sea cual fuera nuestra Fe si es que la tuviéramos, porque los movi mientos sociales son colectivos, reivindicativos, libera dores e igualitarios, casi tan parecidos como los mensa jes de nuestros evangelios.

Debo confesar que participé de algunas marchas del 8M hasta que en tendí que no era mi lugar, que como varón no era mi espacio por más que compartiera la lucha y tuviera las mejores intenciones. Siendo valdense, el momento en que la marcha se detiene en la Catedral es extraño y ellas me lo recordaron. ¡Cuántas cosas para seguir reflexionando! El lugar de los varones, las masculinidades, el rol del protestantismo histórico y los desafíos para nuestras comunidades, nuestras iglesias reformadas siempre reformándose. acercaba la fecha estábamos más atentas a ver si se or ganizaba una marcha, ya habíamos decidido ir las tres juntas. No discutimos mucho sobre eso porque no ha bía nada más que decir». Cami, la más chica, dice: «ese día fui a la escuela; Lara y Brisa fueron directamente desde casa, en colec tivo. Nos encontramos en el centro y fuimos juntas a la plaza» y no puedo dejar de admirar la situación: tres hermanas yendo juntas a la plaza del 8M. Vamos avan zando en la conversación y todo se vuelve más claro: debemos aspirar a que las familias sean espacios para pensarnos, mirarnos, deconstruirnos con libertad; ade más de acompañarnos y sostenernos. «Al estar ahí nos emocionó mucho ver a señoras mayores entre nosotras; y algunas más que salían des de los balcones de los edificios, sonriendo; sumado a las mamás con sus hijas en cochecitos y a las socorris tas cortando el tránsito. Hubo dos momentos durante la marcha que sin dudas nos va a erizar la piel cada vez que los recordemos: el primero fue cuando paramos frente a la Catedral, esa protesta hacia tanta violencia disfrazada de creencia fue crucial. El segundo fue ter minando la marcha, cuando pasamos frente a un Café en el que había varias parejas sentadas en la vereda; cada grito de protesta y cada cántico parecía haber en contrado receptores, destinatarios. Cantarles directa mente y que nos vean, que realmente nos vean y escu chen fue muy intenso; de hecho no podíamos gritar del nudo que se nos formó en la garganta».

Como aprender a caminar, poco a poco tendremos que poner toda esta ansiedad y emoción en algún lado. Necesitamos volver a generar un movimiento y unirnos a él. La realidad es que, al igual que es inútil preguntar se qué hubiera pasado si la conquista de América no hubiese sucedido o los dinosaurios no se hubiesen ex tinguido, el hecho de cuestionarnos un pasado que no estaba en nuestras manos -al menos no estrictamente, ya se sabe que siglos de explotación a la tierra no son gratis- no hace más que generarnos una angustia vana, pues no podemos consolarnos con nada. Aquí es donde, una vez más, cobran protagonismo el optimismo y el famoso dicho «ver luz al final del tú nel». Así como de a poco se va regenerando el movi miento, también tenemos que recordar esas metas que nos pusimos en 2020 y hacerlas resurgir.

Ilustración de Catalina Cartagena En Uruguay ya se está llevando a cabo el agite; lxs muchachxs organizaron un campamento nacional que tiene fecha para mediados de abril y para el que se espera una concurrencia de treinta y dos jóvenes uru guayxs. Esperemos que la emoción se contagie para este lado del charco y podamos retomar actividades aquíLostambién.planes que hemos tenido para el verano pasa do se vieron truncados por la situación que ya sabemos pero confiamos en que eso no vuelva a suceder.

La juventud valdense está que explota de ganas de verse y abrazarse. ¿Cómo nos encontrará el presente después de un no tan lejano (ni pasado, nada podemos aseverar) tiempo de pausa?

PÁGINA VALDENSE I 12 Conexiones Espacio del Movimiento Juvenil Valdense | Año XXII |Abril 2022| conexionesvaldense@gmail.com

Conexiones pospandemia

¡Arriba los corazones, hermanas y hermanos, es tiempo de renacer! Florencia Arias

La pandemia dejó secuelas, tanto físicas como men tales, y la práctica del aislamiento se hizo costumbre. Ganas no faltan de encontrarnos, pero volver a salir de nuestro confort será un proceso.

El último encuentro presencial lo vivimos en la asamblea rioplatense de 2020; un campamento muy especial y afectuoso, donde -como habrán podido leer en esta misma sección de la revista de 2020- encontra mos un espacio hermoso y muy querido. Ahora, en lo que suponemos que es la «post pan demia» -y digo suponemos porque ¡¿quién sabe?!volver a vernos será un nuevo desafío, un nuevo acos tumbramiento.Hacerunsalto en el tiempo y retomar lo que de jamos como si no hubiese pasado nada parece ser la opción más elegida por todxs, queriendo olvidar lo más posible estos dos años de encierro pero sabemos que no es tan sencillo.

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La pandemia, los conflictos armados, así como las emergencias climáticas nos han mostrado que no pre cisamos mesianismos ni héroes ni más egos. Precisa mos formar equipos diversos que puedan acompañar acciones participativas, cooperativas e interculturales. Necesitamos espacios que fortalezcan la autogestión y autonomía de las familias afectadas, como protagonistas en la toma de decisiones. Los espacios «inter» -intercon fesional, intercultural, intergeneracional, interbarrial, etc...- se presentan como una puerta para otro porvenir.

Allí el enriquecimiento colectivo puede ser la levadura de una hermandad diversa que crezca sobre bases de justicia y ayuda mutua. Bendecir, acompañar y fomentar ecuménicamente mesas de emergencia y asambleas lo cales con representación de las diversidades de nuestros territorios así como sumar programas para el cuidado mutuo y espiritual de las personas más vulneradas en cada lucha, puede abrirnos a lo inesperado.

El respeto a dicha diversidad sagrada implica repen sar y democratizar estructuras organizacionales. En un contexto de crisis socio- ambiental- económica- espiri tual global no podemos limitar la fuerza del ecumenismo a los acuerdos o desacuerdos exclusivamente institucio nales. Las instituciones pueden encerrarse entre iguales o por el contrario, animarse en cada momento a servir con una mirada más amplia y generar espacios verdade ramente representativos de las diversidades existentes. Los apellidos conocidos y las trayectorias históricas son parte de los tesoros de los espacios colectivos y de las iglesias, pero podemos abrirnos de manera amorosa, sin miedo, agradeciendo a cada persona con sus dones. Por que aceptar este desafío que representa diversificar los espacios, los temores a lo desconocido o a lo inesperado, puede hacernos barro con otrxs y permitir que el soplo de amor renueve su obra. La verdadera diversidad, aquella que no es fácil, esa que nos cuesta que nos incomoda, esa diversidad puede llenar de luz nuestra vida personal, comunitaria y ecuménica. Si nos animamos a reconocer que tene mos puntos ciegos, si nos animamos a pasar del «ego» al «eco», entonces, podremos, con la gracia de Dios, lle narnos de luz entre todxs. Julieta Salgueiro Díaz Polegre, L. (2017). Género e interseccionalidad. una revisión histórico-crítica. Jiménez, J. F. (2020). Diversidad , equidad e inclusión : delineando la agenda postpandemia (S. Bravo, J. Fernando, C. Lobo, & A. Perez (eds.).

Al pensar en quienes no fueron invitados o invi tadas en cada mesa de decisión, aparecen numerosas contradicciones incómodas. Una de ellas es la de pro fesionalismo vs. representatividad. El principio funda mental de ser iguales ante Dios (Romanos 2:11) nos lle va a pensar que todas las voces deben ser escuchadas y por tal motivo deben estar representadas. Sin embar go en la escuela y luego en las formaciones profesio nales aprendemos que los roles y cargos responden a las herramientas técnicas y profesionales. Esta es una contradicción que existe y no es equitativa y, por otro lado, porque la diversidad nos lleva a valorar diferentes saberes fuera de los saberes profesionales o formales. Otra contradicción que se nos presenta es que habita mos territorios en disputa, con vidas sagradas e interco nectadas. Resacralizar la vida en cada territorio y en es pecial en las denominadas «zonas de sacrificio» supone repensar nuestra relación con la naturaleza. Las comuni dades indígenas no se piensan aisladas de sus territorios, la ecoespiritualidad que comparten es una lámpara que nos ilumina. Abrazar nuestras raíces, desde nuestra iden tidad latinoamericana con amor a la diversidad cultural, en respeto y apoyo a los derechos indígenas, puede ser una oportunidad para que hermanos y hermanas de di versas culturas tengan decisión en los espacios comuni tarios e interconfesionales alumbrando nuevos caminos.

El aislamiento global por la pandemia COVID-19 y las guerras armadas actuales indudablemente tienen repercusiones que percibimos y otras que aún no están a la vista. Aquellas «...periferias geográficas y periferias personales», allí donde emergen «nuevas pobrezas te rritoriales y personales» debido a la «globalización de la indiferencia, que excluye a los otros y no es capaz de compadecerse ante sus clamores, llorar ante sus dra mas, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe». (José Francisco Jiménez, 2020) Hace dos siglos Jesús llamaba a las iglesias y a la gente de su tiempo a repensar cómo miraban el mundo. «La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bue no, también todo tu cuerpo está lleno de luz» (Mateo 6:22). Cuando nos movemos en una dirección nuestros ojos siempre tienen un ‘punto ciego’, por más que nos esforcemos; quizás lo primero sea aceptar que son par te de nuestra condición humana, que nuestra lámpara no es perfecta y necesitamos ojos diversos para tener una visión más amplia. Hoy contamos con herramientas útiles para afron tar esos puntos ciegos. Una de ellas fue compartida por Kimberlé Crenshaw en 1989: la interseccionalidad. Es una herramienta para salir de nuestros prejuicios per sonales o comunitarios, para ver los complejos siste mas de opresiones múltiples en los que vivimos donde muchas veces somos víctimas y opresores a la vez. «Las múltiples identidades que han afectado a las personas como la etnia-raza, la clase social, su orientación sexual o su ideología, entre otras (…) instrumentos de dobles discriminaciones a lo largo de la historia». (Díaz Pole gre 2017). El acompañamiento ecuménico de las dife rentes búsquedas de justicia y paz en Latinoamérica no puede dejar de preguntarse por los puntos ciegos y por las interseccionalidades que no estamos viendo en nuestros territorios.

Puntos ciegos Entretejiendo luces personales, comunitarias y ecuménicas

Por citar tan sólo un ejemplo: hoy está a la vista la necesidad de que haya mujeres entre quienes nos representan, pero si ahondamos un poco más podemos preguntarnos... ¿qué mujeres no tienen representación en la toma de decisiones en espacios comunitarios o ecuménicos?

HemosORAMOS.multiplicado

Nos acostamos muy tarde, nos levantamos muy cansados, leemos poco, vemos demasiada TV, rara mente nuestro patrimonio, pero redu cido nuestros verdaderos valores. Hablamos demasiado, amamos muy poco, y odiamos con demasiada frecuencia. Hemos aprendido a ganarnos el pan, pero no una vida. Hemos agregado años a la vida, pero no vida a los años. Hemos ido y vuelto de la Luna, pero tenemos di ficultad para cruzar la calle y saludar a un nuevo ve cino. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el espacio interior. Hemos hecho cosas más grandes, pero no mejores cosas. Procuramos sanear el aire, pero contaminamos más el aire y el alma. Conquistamos el átomo, pero no a nuestros prejuicios. Escribimos más, pero aprendemos menos. Planificamos más, pero reali zamosHemosmenos.aprendido a agilizarnos, pero no a esperar. Construimos más computadoras para acumular más información, para producir más copias que nunca, pero nos comunicamos cada vez menos. Estos son tiempos de comidas rápidas y digestiones lentas, de grandes hombres y personalidades peque ñas, de altos dividendos pero relaciones superficiales. Estos son los tiempos de dos sueldos pero más divor cios, lujosas casas pero hogares agrietados. Tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral prescindi ble. Realidades de una noche, y pastillas que hacen de todo: alegran, tranquilizan, matan. Acuérdate de pasar más tiempo con aquellos a quienes quieres, porque no estarán a tu alcance por siempre. Y acuérdate de decirle algo cariñoso a alguien que te está observando con admiración, porque esa personita crecerá pronto y se alejará de tu lado.

Considerando la historia de la humanidad, se hace evidente la gran paradoja de nuestro tiempo: que ten gamos edificios más altos pero el espíritu tan bajo, au topistas más anchas pero puntos de vista tan estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes pero familias más chi cas, más comodidades pero menos tiempo. Tenemos más diplomas, pero menos sabiduría, más conocimientos pero menos criterio, más exper tos, y sin embargo más problemas, más medicina pero menosBebemossalud. mucho, fumamos mucho, gastamos im prudentemente, reímos poco, conducimos muy rápido, nos enojamos demasiado.

La paradoja de nuestro tiempo moderno

PÁGINA VALDENSE I 14 omunicándonosCEspacio de la Federación Femenina Evangélica Valdense

Dale un fuerte abrazo al que tienes cerca de ti, porque eso es lo único valioso que puedes ofrecer desde tu corazón, y no cuesta ni un centavo. Acuérdate de decirle “te quiero” a tu pareja y a tus seres queridos, pero sólo si es completamente sincero. Un beso y un abrazo curarán cualquier herida cuando salen de lo profundo. Acuérdate de tenerle de la mano y apreciar la ocasión, porque puede llegar el momento en que esa persona no vuelva a estar allí. Date tiempo para amar, date tiempo para hablar, y date tiempo para compartir tus pensamientos. Y final mente, acuérdate siempre que la vida no se mide por la cantidad de veces que respiras, sino por los momentos que te quitan la Recordemosrespiración.yapliquemos la recomendación de Pa blo a los Romanos: «No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la volun tad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto. Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de si con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe.» Romanos 12:2-3 Autor anónimo

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En el Evangelio de Juan, en los primeros 14 versícu los del capítulo 21, encontramos el relato de la tercera aparición de Jesús resucitado a un grupo de discípulos. Dice que se encontraban en el Lago de Tiberias (Gali lea) y que fueron a pescar pero que esa noche no lo graron sacar nada, cuando estaba amaneciendo Jesús les preguntó desde la orilla si tenían algo de pescado y ellos respondieron un escueto “no”.

La memoria de la experiencia, propia y heredada, se conjuga con los desafíos presentes y futuros haciendo difícil la tarea de discernimiento y toma de decisiones. En medio de todo eso, Jesús les prepara el desayuno y los invita a compartir juntxs una vez más. Tal vez para recordarles que más allá de las dificultades aún les quedaban por compartir muchos de aquellos momentos de encuentro genuino en la sencillez de poner en común lo que cada unx tiene. (Ev. Juan 21:9)

El texto nos presenta la preocupación y realidad de esa comunidad, también de alguna manera nos proyec ta en esa búsqueda en la que se encontraban intentan do comprender hacia dónde ir y cómo seguir andando después de todo lo que habían vivido. Nuestras comunidades hoy también se enfrentan a muchos desafíos, los contextos en los que vivimos se hacen cada vez más difíciles de comprender y muchas veces la frustración nos gana de mano. Pero también seguimos buscando la manera de encontrarnos y com partir en comunidad lo que somos, invitándonos a se guir caminando juntxs para construir momentos y es pacios que nos animan, nos consuelan ante el dolor y nos interpelan a transformarnos. Que a pesar de las incertidumbres, seamos capaces de mirar a nuestro alrededor y encontrar aquello que nos moviliza a seguir anunciando el proyecto de vida buena y abundante para toda la Creación.

“Al bajar a tierra, “

Como lectorxs sabemos que es Jesús quien se les aparece, pero ellos no lo reconocieron de inmediato sino que el relato nos deja ver que se va dando pau latinamente ese descubrimiento. De todas maneras, cuando les indica que tiraran la red hacia la derecha, así lo hicieron y lograron llenar la red con la que esta ban Luego,pescando.cuando llegaron a la playa, se encontraron con un fuego encendido, con un pescado encima, y pan. Jesús les dijo que sumaran algunos pescados de los que habían sacado y los invitó a desayunar. Para este momento, ya todos los discípulos lo habían reconoci do aunque no se animan a preguntárselo directamente. Por su parte, Jesús tomó en sus manos el pan y se los dio, haciendo lo mismo con el pescado. Como decíamos al inicio, el relato de este encuentro se ubica en la zona de Galilea y luego de la resurrección de Jesús, por lo que podemos intuir que aquellos discí pulos estaban aún conmocionados por todo lo que había sucedido. Además, algunos biblistas nos dicen que según la creencia del judaísmo de la época, la resurrección era entendida como el fin de los tiempos. Por lo tanto, es en tendible que hayan vuelto a su lugar natal, aquel que les era conocido y que representaba de alguna manera un “espacio seguro” para esperar lo que fuera a suceder. Es decir, la resurrección era un total misterio y no tenían certezas de lo que sucedería ya que estaban vivenciando un tiempo nuevo, lleno de desafíos.

encontraron un fuego encendido, con un pescado encima, y pan.”

Jesús resucitado se les aparece una vez más a los discípulos, los anima y orienta para que puedan pescar, ellos lo escuchan y finalmente se sorprenden al recono cerlo. Se sientan a desayunar alrededor del fuego com partiendo el pan y los pescados, compartiendo aquellos elementos sencillos en una escena cotidiana.

Otro dato interesante que nos presenta este texto es la manera en la que se nombra a los discípulos, ya que difiere bastante de cómo se los presenta a lo lar go del Evangelio de Juan. Posiblemente, se quiere en fatizar que este grupo pertenece a un tiempo distinto de aquella comunidad joanina aunque claramente hay una continuidad. Esto se debe a que el capítulo 21 es un agregado posterior del Evangelio, que muestra si militudes pero que fue escrito mucho tiempo después.

Yanina Vigna Equipo editor

Nadie se salva solo, nadie salva a nadie, todos nos salvamos en comunidad. Paulo Freire

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