AÑO XIV– Nº83 DICIEMBRE DE 2014 DISTRIBUCIÓN GRATUITA
EL PESCADOR
IGLESIA EVANGÉLICA VALDENSE
REFLEXIÓN Mateo 25:1-13 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.» En este texto, el evangelista contempla con preocupación los signos de abandono, comodidad, rutina, y enfriamiento que comienzan a aparecer en la comunidad. En esta situación, Mateo descubre que aquellas palabras de Jesús encierran una profunda enseñanza, y compone con ellas una exhortación dirigida a los cristianos y cristianas. Esta exhortación se fundamenta en una profunda convicción: la venida del Hijo del hombre es un hecho cierto, aunque no sucederá enseguida; mientras llega el momento, es necesario preparar este gran
acontecimiento viviendo según las enseñanzas de Jesús. Para aclarar la dimensión del Reino, Jesús recurre a la costumbre bien conocida de invitar a algunas jóvenes para acompañar al esposo a su llegada para la fiesta de la boda. Ellas debían acompañar al esposo con las lámparas encendidas. Pero las lámparas eran pequeñas y el aceite que contenían bastaba sólo para un tiempo determinado. Por esto era prudente que cada una llevase consigo un poco de aceite de reserva. Porque el recorrido con el esposo podía durar más del tiempo limitado del aceite en la lámpara. Unas aparecen como previsoras; necias . . .
otras, como
En el momento de la crisis las jóvenes necias piden el compartir. Piden que las sabias compartan con ellas el aceite que han llevado. El compartir es una práctica muy importante y fundamental en la vida del pueblo de Dios. Pero aquí no se trata solo de compartir: porque si las prudentes hubieran compartido el aceite hubieran provocado daño al esposo, arruinando la fiesta de las bodas y hubieran terminado por no cumplir ni ellas ni las otras la tarea que habían asumido. Por esto, las prudentes, de frente a la petición de las necias, responden que no pueden compartir y dan un consejo realista: "¡Vayan a comprarlo!". Es así que este relato quiere significar que Jesús advierte a los discípulos sobre lo importante que es estar preparados para la llegada del Reino. No sirve cualquier actitud, y menos dormirse. Un grupo de doncellas no sólo desea la llegada del esposo, sino que pone los medios para recibirle adecuadamente. Las otras, en cambio, se duermen. A la luz de este fragmento sería bueno preguntarnos si ponemos todos los medios que están a nuestro alcance para esperar al Señor. Plantearnos seriamente si no tendemos a dormirnos o a esperar que mañana podremos ponernos al día. Mañana podremos hacer lo que