EL PESCADOR MARCOS 10:35-45 ‘Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos’. Es consolador escuchar y leer, que los discípulos eran personas como nosotros/as, llenos de pequeños y grandes defectos, de tantas debilidades como vemos en nosotros/as mismos/as. El deseo de recompensa, de ocupar los primeros lugares, la indignación contra los que quieren acaparar el éxito o el fracaso, no nos resulta extraño a nuestro proceder, en ciertas ocasiones.
AÑO XIV– Nº93 NOVIEMBRE DE 2015 DISTRIBUCIÓN GRATUITA
IGLESIA EVANGÉLICA VALDENSE
Por eso, parece saludable, que Jesús confíe a estos hombres cooperar en su Reino. No hacen falta cualidades sobrehumanas o títulos universitarios . . . Esto significa que Dios también confía en nosotros/as para acompañarle y ser misioneros/as. El texto pone el dedo en la llaga, y nos llama a seguir a Jesús por el camino del servicio. Santiago y Juan, suponiendo que no debería estar muy lejos el día en que se inaugurara el Reino, se adelantan al resto de sus compañeros y le dicen a Jesús: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. La forma es, un tanto, atrevida y no demasiado humilde . . .; aprovechan su condición de ‘fieles’ para buscar una recompensa a su fe . . . ‘¿Qué queréis que haga por vosotros?’, pregunta Jesús. Contestan, ellos: ‘Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda’, y les responde: ‘No sabéis lo que pedís’. Con paciencia grande los invita a que se pregunten si son capaces de compartir su destino doloroso. Cuando se enteran de lo que ocurre, los otros diez discípulos se llenan de indignación contra Santiago y Juan. También ellos tienen las mismas aspiraciones. La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su proyecto de servir a la liberación de las personas? El hecho es tan grave que Jesús ‘los reúne’ para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores y seguidoras. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos» y «grandes» de la tierra: tiranizan a la población, la someten y hacen sentir a todos y a todas el peso de su poder. Pues bien, ‘entre ustedes, no debe ser así’. Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente: ‘El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos’. La grandeza