DUODÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS I. APERTURA Preludio Saludo: El Señor nos ama. El Hijo de Dios vive. Él viene a salvarnos. El Espíritu Santo nos infunde esta seguridad, porque nuestros corazones se alegran y nuestras caras se iluminan. Amén. Canto Salmo 138:1,2b-8 Oración: Señor, tú nos recibes: ¡Es maravilloso! Podemos estar delante de ti, levantar nuestros ojos hacia ti y llamarte Padre. Nos has regalado este derecho gracias a la entrega de la vida de tu hijo Jesús. Así nos recibes con infinita misericordia y generosidad, a las mujeres y los hombres en todas partes del mundo. Todos estamos delante de ti, en los lugares de culto, en casas y hospitales, en cárceles, como tu pueblo redimido, pobres criaturas, y a la vez amadas, tus hijas e hijos. De todos estos corazones se eleva un himno de alabanza, de gratitud y de júbilo. Acógelo, infúndele fuerza, pasión, constancia, en este culto y en los días que vendrán. Amén. Canto Confesión de pecado: Por el evangelio somos conscientes de la importancia de Cristo y qué la existencia sin él es vana: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2:2). ¡Cuántas cosas pretendemos hacer sin Cristo! Reconozcámoslo en oración. Confesión en silencio. Oración: Señor, nuestra conciencia del pecado es tan genérica y sobre todo, tan dada por descontada que nos deja en el conformismo. Advertimos la distancia entre nosotros y tu santidad, no reconocemos tu proximidad y tu mirada sobre nuestra vida. Recaemos una y otra vez en la tentativa de construir la vida sobre fundamentos frágiles, sobre nuestro egoísmo. Conmueve Señor, nuestra conciencia para que seamos sensibles a la realidad y danos la verdadera paz que es posible únicamente en la comunión con tu Hijo Jesucristo. Tu Espíritu nos conduzca a él, el único fundamento para conducir nuestra vida. Amén. Canto Anuncio del perdón: Escuchen, hermanos y hermanas el anuncio de la gracia de Dios:”Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Cor. 3:17). Hermanos y hermanas, el Señor nos ha liberado de nuestro pecado: su Espíritu nos hace partícipe de su vida a fin de que vivamos en la certeza del perdón y en la libertad. Amén. Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Oración: Señor, permítenos experimentar el gozo de tu Reino por medio de tu palabra de vida y danos de cantar tu gloria, no sólo con nuestras palabras sino con todo nuestro ser. Que sea esto el primer fruto de tu palabra, de la grata noticia de tu amor generoso y exigente que se manifestó en el rostro, la voz y las manos de Jesús. Amén. Lectura bíblica: Después de la lectura: Señor Dios, santifícanos en la verdad, tu palabra es verdad. Interludio Predicación Canto III. CENA DEL SEÑOR Liturgia de la Cena