PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA
I. APERTURA Preludio Saludo: Dios es nuestra ayuda; él quiere que todos los hombres y todas las mujeres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad. ¡Elévense, hermanos y hermanas! ¡Elévense, alcen sus corazones, sus ojos, levanten la voz! El Dios viviente nos llama a estar juntos para alabar, confesar, cantar y estar frente a frente. Encontrémonos realmente unos con otros, así como Dios viene a encontrarse con nosotros. Amén. Respuesta: Canto. Salmo 96: 11-13. Oración: Dios nuestro, creador del cielo y de la tierra; tú intervienes en la historia con justicia y fidelidad. Enviaste a tu hijo Jesucristo para rescatar a toda la creación. Que tu palabra actúe en nosotros y nos permita alegrarnos con todas las criaturas que nos rodean, por la vida que nos das, por la vida que quieres defender y salvar. Amén. Canto Confesión de pecado: Nos preparamos para confesar a Dios nuestro pecado escuchando la siguiente amonestación de su palabra: El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni él se ha vuelto tan sordo como para no poder oír. Pero las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios; sus pecados han hecho que él se cubra la cara y que no los quiera oír. Isaías 59: 1-2. Oración: (Previo momento de silencio): Señor, Dios todopoderoso, perdona nuestra riqueza en medio de los pobres, nuestros miedos en medio de las injusticias, nuestra falta de coraje ante la situación de los oprimidos. Perdona nuestra falta de confianza en ti; nuestra falta de esperanza en tu reino; nuestra falta de fe en tu presencia; nuestra falta de amor hacia tu creación. Tu gracia nos restablezca en el pacto con tu pueblo, nos conduzca a un verdadero arrepentimiento, nos enseñe a aceptar la dádiva de Jesucristo; nos fortalezca con la ayuda de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Canto Anuncio del perdón: “Yo hago un pacto con ustedes y les prometo que mi poder y las enseñanzas que les he dado no se apartarán jamás de ustedes ni de sus descendientes.” (Isaías 59: 21). Por medio de la obra de Cristo, Dios renueva su pacto hoy también con nosotros: nos perdona y nos transforma con su Espíritu y su Palabra. Amén. Canto II. LITURGIA DE LA PALABRA Canto Oración: Señor, la relación que tienes con tu siervo e hijo Jesús, nosotros no la conocemos y tal vez nunca llegaremos a conocerla; pero es gracias a este secreto, entre tú y él, que hoy nosotros, aquí, podemos hablarte y atrevernos a decirte “Padre”. Y sabemos esto: que él, tu verdadero hijo, te ha dado una gran alegría, alegría que nosotros, tus criaturas, no sabemos o no queremos darte; te la ha dado con su obediencia, que era simplemente confianza plena, absoluta, decidida entrega a tu voluntad, de quien sabía que esa voluntad era todo amor. Sabemos que esa obediencia confiada te la ha rendido cada día, a cada instante. Y esto ha sido por nosotros. Sabemos que esa actitud de vida le ha costado dudas, humillaciones, sufrimiento, y finalmente la muerte. No se ha impuesto sobre nadie; antes bien, ha sufrido quebrantos y opresión,