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Nota Principal
El libro y la película 50 años después
La sociedad de la nieve: realismo y verdad en los Andes
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J. A. Bayona y Pablo Vierci en el rodaje de Sierra Nevada, España, 28 de abril 2022. (Fotografía Sergi Villacampa).
Con un rodaje que continuó en este mes de diciembre, para pasar luego a la posproducción, el cineasta J. A. Bayona dirige para Netlfix una gran película sobre el accidente de los Andes basada en el libro La sociedad de la nieve.
Un film ambicioso, que llegará a todas las pantallas del mundo, donde lo que más se busca es realismo y verdad. Para ello se rodó en los Andes, en Sierra Nevada, España, y en Uruguay, de modo que todo lo que se vea de cerca será Sierra Nevada, y de lejos, los Andes.
Conversamos con el autor del libro, Pablo Vierci, que acompañó el rodaje de la película.
¿EN QUÉ ETAPA ESTÁ LA PELÍCULA LA SOCIEDAD DE LA NIEVE, BASADA EN TU LIBRO?
Acaba de terminar el rodaje en España, y luego comienza la postproducción, que llevará mucho tiempo, porque es una película compleja y ambiciosa. El director, Juan Antonio Bayona ya hizo películas como Lo imposible, Un monstruo viene a verme, Jurassic World o más recientemente los dos primeros capítulos de El señor de los anillos. La producción es de Netflix.
¿TÚ ESTUVISTE SIEMPRE CON ÉL EN EL RODAJE?
Bayona quería tenerme junto a él. Creo que le daba confianza, porque yo tengo una doble coincidencia: soy compañero de colegio y de deporte de los muchachos que cayeron en los Andes, soy de la generación de Nando Parrado, o sea nos moldeamos juntos, lo que para Bayona era importante para conocer los diferentes comportamientos, las entrelíneas de lo que se dice y de lo que se siente, al menos en la vida previa o posterior al accidente. Y a la vez, la segunda coincidencia, es que me gusta escribir desde que tengo memoria. Por eso hice este libro. En su cuenta de Instagram Bayona resumió mi rol, si se quiere, cuando escribió: “Pablo Vierci. Custodio y guardián de esta historia. Reverencia absoluta”. Por momentos yo pensaba que podría estar allí alguno de los sobrevivientes, en mi lugar, pero tal vez era bueno que fuera alguien de “adentro”, o sea de los que nos moldeamos juntos, como decía, pero a la vez desde afuera, que mirara “por la ventanilla del avión”, como harán todos los espectadores de la película. ¿CÓMO FUE EL CONTACTO CON BAYONA?
La conexión con Bayona comenzó en mayo de 2011, cuando nos mandó un mail, a los sobrevivientes y a mí, porque él acababa de leer el libro La sociedad de la nieve, buscando referencias de grandes tragedias para que le ayudaran a comprender el tsunami de Tailandia de 2004, en el que se basó su película Lo imposible. En el mail nos explicaba por qué tenía interés en hacer una película basada en el libro, contándonos incluso que usó el libro como uno de los materiales importantes para entregarle al staff de la película a efectos de que pudieran comprender los diferentes pliegues que se pueden experimentar en una tragedia como esa. Incluso el título Lo imposible lo tomó del libro La sociedad de la nieve, como él mismo lo contó en su cuenta en Instagram, subrayando las varias veces que se repite la palabra “imposible”. Pero el tsunami duró un día, y el accidente de los Andes 72, con la creación de toda una sociedad diferente, de ahí su interés por explorar aristas que, según él, no se habían explorado hasta entonces en cine, y que el libro lo presentaba. Lo sorprendente, además, es que con esa sola carta, con lo que nos transmitía, con la sensibilidad con que está escrita, nos cautivó a todos, me refiero a los sobrevivientes y a mí, por eso la incluyo en la reedición ampliada de La sociedad de la nieve, que acaba de publicarse por Planeta. A partir de esa carta comenzamos a hablar, yo lo conocí personalmente
en 2017, en Londres, cuando él estaba rodando Jurassic World, y luego trabajé mucho en la historia con él y su equipo en España. En 2018 vino a Uruguay con parte de su equipo y rodó, en formato cine, largas entrevistas a todos los sobrevivientes, así como a otras personas vinculadas con la historia. Las entrevistas en ese caso las hacíamos él y yo. Luego regresó en los años posteriores a Uruguay, con más entrevistas, visitando posibles locaciones, mientras trabajaba un equipo de guionistas. En 2021 se hicieron muchos castings en Uruguay, además de los que se hacían en Argentina, en muchos de los cuales también participé, aunque no soy idóneo en el tema de los actores.

¿CUÁNDO COMENZÓ EL RODAJE?
La última etapa se inició a comienzos de noviembre de 2022, con los ensayos con los actores, en un estudio en Barcelona, con la réplica de un fuselaje. El rodaje comenzó el 10 de enero, en Sierra Nevada, Andalucía, durante cuatro meses y luego siguió en Uruguay hasta julio. También se rodó en los Andes, en el mismo lugar del accidente, en el Valle de las Lágrimas en la misma fecha del accidente, en octubre de 2021, y se volvió a rodar en 2022. También se rodó en los Andes chilenos, desde Los Maitenes hasta las sierras de San Hilario, o el Monte Seler como se le llama.

¿CÓMO FUE EL RODAJE EN LA MONTAÑA?
En la montaña de Sierra Nevada fue muy intenso, no solo por las locaciones, con el frío, las nevadas y las ventiscas, sino porque se hizo en plena pandemia de la variante Omicron del Covid 19, lo que, si se quiere, multiplicaba el clima de incertidumbre, lo que en cierto modo permitía que todo el gigantesco equipo de más de 300 personas se aproximara a lo que vivieron los pasajeros del Fairchild 571 en los meses de octubre a diciembre de 1972.
A la vez fue un invierno extraño en Sierra Nevada, con nevadas y deshielos fuera de agenda y calimas, que son los vientos que traían arena amarilla del Sahara, que pintaba la nieve.
Toda esa parte del rodaje en la montaña fue muy sacrificada, aunque con criterios de seguridad como yo nunca había visto. Para Bayona era imperioso transmitir las sensaciones más vívidas posibles. Él parte de la base de que el realismo y la verdad, aunque sea una milésima parte de lo que ocurrió en el accidente, se transmite, el espectador lo percibe y lo agradece. Y si se le agrega la pandemia, con todos enfundados en abrigos y con mascarillas, todo el tiempo, lo que era obligatorio, había como un clima de miedo contagioso. Diría que los dos conceptos más buscados en el rodaje fueron realismo y verdad.
El periodista Luis Martínez, del diario El Mundo, de España, cuando visitó el rodaje, lo cuenta así: “Digamos que si algo busca 'La sociedad de la nieve' es precisamente eso: pasar frío, pasar miedo y pasar hambre. Busca, en definitiva, la sensación casi sagrada no tanto de realismo, que también, como de verdad. Cada actor ha tenido que adelgazar de forma desconsiderada y muy vigilada (algunos por encima de los 20 kilos) para que su cuerpo siga la pendiente hacia abajo de su personaje. Toda la película (…) hace pie en el libro del mismo título de Pablo Vierci. Este fue amigo ‘de todos los muchachos’ y ahí sigue, entre el tumulto del rodaje, honrando a una amistad que le supera. Él se encargó de recoger uno a uno los testimonios y armarlos en un texto definitivo que es a la vez legado, oración y aventura. Del libro sorprende su claridad y su precisión a la hora de reconstruir lo de fuera y lo de dentro: la narración y el espanto. Es ensayo, novela y, por momentos, solo poema”.

Vista aérea del Valle de las Lágrimas, 2015. La foto fue tomada en abril, cuando ya se produjo el deshielo; en el período en que los sobrevivientes estuvieron ahí, toda la montaña estaba cubierta de nieve. (Diego Errázuriz).
Aeropuerto de Mendoza, 13 de octubre de 1972: la última foto del Fairchild 571, con su comandante al frente, coronel aviador Julio César Ferradás. (Fotografía cortesía del coronel [FAU] Mariano Rodrigo)
Valle de las Lágrimas, enero de 1973: el otro lado del fuselaje, que llegó a estar tan tapado de nieve que las ventanas desaparecieron. (Fotografía de la Fuerza Aérea Uruguaya)
Los Andes en Europa

¿CÓMO SE PUDO RECREAR LOS ANDES EN LAS MONTAÑAS DE ANDALUCÍA?
Hablando con la prensa española, la directora de producción, Margarita Huguet, explicó que el rodaje empezó en Sierra Nevada pero el trabajo de preproducción se inició en 2018, buscando locaciones adecuadas. Valoraron todas las opciones porque se trataba de un rodaje muy complejo y que dependía mucho de la meteorología, de las nevadas. Buscaron localizaciones en todo el mundo, incluso en los Alpes y los Pirineos, pero al fin eligieron Sierra Nevada porque, en otra escala, el set más alto, a 3.000 metros, se parecía al Valle de las Lágrimas de los Andes. Además influyó que hubiera una estación de esquí a 2.200 metros con hoteles junto a las pistas, lo que permitía alojar a más de 300 personas en forma simultánea, más todos los que trabajaron en forma puntual, desde seguridad hasta transporte. Si se tuviera que regresar a Granada al final de cada jornada de rodaje, por esas rutas sinuosas de montaña, de alguno de los tres sets, a 40 kilómetros, sería mucho más complejo que tener a esa estación de esquí, Pradollano, en las proximidades.
El periodista español José Cabrero, del diario Ideal de Granada, que estuvo con nosotros en el rodaje, escribió que este “es el rodaje más ambicioso que se ha hecho en nuestra tierra, con ganadores de Goyas y Oscars, 300 profesionales implicados y tres réplicas del avión accidentado en Los Andes en 1972”.
J. A. Bayona en el trozo de avión de 14 metros y 7.000 kilos de peso, en el set más alto de los de Sierra Nevada. El fuselaje es una réplica idéntica al original del Fairchild 571. (Fotografía cortesía del equipo de Netflix, copyright ©Quim Vives).
Tres alturas
¿POR QUÉ SE CREARON TRES SETS EN SIERRA NEVADA?
Se crearon tres sets, con un fuselaje idéntico en los tres. Uno se instaló a 2.200 metros, en un gigantesco hangar construido para albergarlo, en un parking de casas rodantes en las afueras de Pradollano, que conforma lo que llaman un “estudio efímero”, porque luego que terminó el rodaje, se desmontó, y el parking quedó exactamente como estaba antes. Más arriba, a 3.000 metros, donde no llegan los esquiadores, se instaló el tercer trozo de avión de 14 metros y 7.000 kilos de peso. Para llegar a este set había que subir a la telecabina de Borreguilles y luego viajar en plena montaña en una especie de tractor llamado retrack, durante 40 minutos, para llegar al pedazo de avión. El tercero estaba abajo, fuera de Sierra Nevada, en las afueras de Granada, en un hotel rural cerrado por la pandemia, en medio de un monte de olivos, con un ascensor hidráulico que podía subir y bajar los restos del avión, para poder rodar planos como los del alud, que ocurrió el 29 de octubre de 1972. Este último era ideal para que el rodaje nunca se detuviera, si el clima era adverso en los otros dos sets.
Los actores descansan en un alto en el rodaje en el más alto de los tres sets armados en Sierra Nevada, a 3.000 metros de altura. (Fotografía cortesía del equipo de Netflix, copyright ©Quim Vives).

¿O SEA ALGUNAS ESCENAS SE FILMARON EN SIERRA NEVADA PERO OTRAS EN LOS ANDES?
Exacto. Como lo explicó a la prensa que visitó Sierra Nevada, poco antes de finalizar el rodaje, Félix Berger, el supervisor de efectos especiales, que entre otras obras trabajó en Game of Thrones, todos los fondos son imágenes rodadas en los Andes, en octubre de 2021. No trabajaron con pantallas cromas en verde, para que la sensación fuera completamente real, o lo más real posible. El set que estaba 2.200 metros de altura, estaba rodeado por pantallas de 32 metros de largo por 6 de alto, poniendo en visión real, con diferentes luces y horas, lo que se vería en el Valle de las Lágrimas en los Andes, en la posición exacta en que estaba el fuselaje. Para ello, explicaba Laura Pedro, otra supervisora de efectos especiales, pasaron cuatro semanas en el Valle de las Lágrimas, fotografiando todas las horas de luz.
Al mismo tiempo, el accidente ocurrió muy cerca del ecuador, muy alto, con mucha nieve y frío pero con un sol duro. Por eso Sierra Nevada también era el lugar ideal, porque es de las estaciones de esquí más cerca del ecuador del mundo, lo que permitió reproducir lo mejor posible la luz cenital de los Andes.
O sea no se reprodujeron los Andes de forma digital, sino real. O, como lo resumen todos los responsables de efectos especiales del film, en la película, todo lo que veas de cerca es Sierra Nevada y, de lejos, los Andes. ¿A LA VEZ TÚ TENÍAS, EN LA MONTAÑA, DIÁLOGO CONSTANTE CON LOS SOBREVIVIENTES Y OTROS ALLEGADOS A LA HISTORIA?
Eso fue algo único, que es muy raro que pueda repetirse. Como Bayona siempre apelaba al realismo y a la verdad, para poder recrearlo de una forma lo más fidedigna posible, aunque debía ser una recreación, porque es una película, no son 72 días, a todo momento surgían dudas, a pesar de la exhaustiva investigación que habíamos hecho previamente, que yo las resolvía con los propios protagonistas, los sobrevivientes.
Era increíble tener este contacto on line, porque en una situación tan intensa como la que estábamos viviendo, en el rodaje, siempre surgen preguntas nuevas. Recuerdo que el día que se estaba filmando el rescate de los helicópteros, en Sierra Nevada, Bayona me pidió que recordara, con cada uno, qué recuerdo se trajeron del avión, porque cada uno se llevaba algo, como si fuera un testimonio de lo que habían vivido. Le escribí a los 15 sobrevivientes que estaban vivos, con cinco horas de diferencia, o sea el mensaje les llegó a las 3 de la mañana, y cuando estábamos en pleno rodaje venían las respuestas, una a una, yo estaba en la retrack y Bayona en un helicóptero, y se las mandaba por whatsapp. Era muy emocionante, en pleno rodaje, que llegara la corroboración o la pequeña corrección de los propios protagonistas. 19
LA REEDICIÓN
del libro La sociedad de la nieve


“Punto de referencia para la humanidad”
El 12 de noviembre, con la presencia de ocho sobrevivientes, así como del ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, se lanzó la reedición ampliada de La sociedad de la nieve, el libro en el que se basa la película de Bayona. El ministro dijo en la ocasión que “esta es una historia que merece convertirse en un punto de referencia para la humanidad”.
¿CÓMO ES ESTA REEDICIÓN AMPLIADA DEL LIBRO?
Primero destaco que es un libro esencialmente coral, por eso el relanzamiento contó con la presencia de un grupo grande de sobrevivientes, ocho, mientras que otros no pudieron estar por encontrarse fuera del país o por otras razones personales. El libro incluye un capítulo introductorio nuevo, que se vincula con la forma en que conocí a Bayona, junto con el mail que mencioné.
A la vez comparto completamente lo que dijo el Ministro Pablo da Silveira, que con esta película, y el libro, que se está traduciendo a varios idiomas, Uuguay tiene la oportunidad de dejar su impronta en el debate universal de ideas y valores. Pero hacerlo en nuestra lengua, con nuestras peculiaridades, con nuestra cultura tan singular. Porque para mí siempre fue claro que lo uruguayo fue una condición necesaria aunque no suficiente para entender esta historia. Como lo dijo hace unos días quien viene a ser el canciller de la Unión Europea, Joseph Borrell, Uruguay es el país más equilibrado de América Latina, el que comparte los mismos valores con la Europa de hoy, no la de las décadas anteriores con sus guerras y locuras, aunque estemos viviendo, en este momento, otra guerra europea, con la invasión rusa a Ucrania.
Entiendo que este país tan equilibrado desde comienzos del siglo XX explica la sociedad fraterna, única e irrepetible, que se creó en los Andes, entre los que sobrevivieron y los que terminaron muriendo, en una historia que siempre arroja luces nuevas, ángulos diferentes para observarla y aprender, porque se desarrolla en el límite mismo entre la vida y la muerte, entre lo real y lo irreal.

Valle de las Lágrimas, enero de 1973. Poco después del rescate de los sobrevivientes, la Fuerza Aérea Uruguaya, representada por el capitán Enrique Crosa, fue al lugar para investigar el accidente y, junto con el Cuerpo de Socorro Andino de Chile, enterrar los cuerpos, hacer una tumba y quemar el fuselaje. La secuencia de las siguientes fotos fue tomada en esa oportunidad. (Fotografía de la Fuerza Aérea Uruguaya).
Valle de las Lágrimas, enero de 1973: por causa del deshielo, el fuselaje estaba un metro y medio más alto que cuando los sobrevivientes estuvieron allí. (Fotografía de la Fuerza Aérea Uruguaya)

Vista aérea del Valle de las Lágrimas, 2010: fotografía tomada a 25.000 pies de altura en la misma época del año en que estuvieron allí. (Daniel Bello, piloto) Valle de las Lágrimas, enero de 1973: la nariz del Fairchild 571, vista desde el costado derecho. (Fotografía de la Fuerza Aérea Uruguaya)

¿CÓMO DEFINIRÍAS ESA EPOPEYA, QUE TIENE MÁS TRAGEDIA QUE GLORIA, CON 29 MUERTES Y 16 SOBREVIVIENTES?
Es como una carrera de postas, donde los que van sobreviviendo corren contra el tiempo, porque sus amigos se morían. Una carrera de postas donde los que logran seguir llevan con ellos el compromiso de continuar la vida de los que quedaron por el camino. Por eso es una carrera de postas singular, irrepetible, donde lo épico se confunde con la generosidad, el coraje con la compasión. Una carrera de postas en la cornisa, con la muerte pisándoles los talones.
¿CUÁL SERÍA ESE APORTE URUGUAYO AL QUE SE REFIERE EL MINISTRO Y TÚ?
Creo que Uruguay se merece una carta de presentación como esta, en los medios masivos, en una plataforma de streaming como Netlfix, que aporte las peculiaridades más profundas, que tienen que ver con nuestra matriz.
Es una carrera contra el tiempo donde la valentía, que tradicionalmente se le vincula con la violencia de la guerra, acá tiene otro carácter, no se relaciona con ningún tipo de violencia, sino más bien se vincula con la bondad.
EN EL LIBRO SE HABLA DE QUE LOS ACCIDENTADOS, LOS QUE SOBREVIVIERON Y MUCHOS DE LOS QUE LUEGO FUERON MURIENDO, CREARON UNA SOCIEDAD COMPLETAMENTE DIFERENTE, QUE LA LLAMAS LA “SOCIEDAD DE LA NIEVE”. ¿CÓMO ES?
Lo que decimos, en esta obra coral, es que navegando en territorio desconocido, los pasajeros del Fairchild 571 inventan un mundo de nuevo, porque el mundo viejo, o la “sociedad del llano”, los abandonó, aunque las familias los seguían buscando. La sociedad del llano se equivocó tres veces, primero con el error humano que provocó el accidente. Segundo se equivocó cuando abandonó la búsqueda al décimo día, siguiendo los protocolos de la aeronáutica, porque los dieron por muertos, porque jamás antes había habido sobrevivientes en un accidente aéreo en los Andes. Y se equivocó por tercera vez cuando el 21 de diciembre aparecieron Nando Parrado y Roberto Canessa, anunciando que había 14 más vivos “arriba”, y el mundo de la sociedad del llano pensó que no podrían volver a insertarse en la sociedad normal nuevamente, que quedarían traumatizados. Pero nada de eso ocurrió, y como ellos dicen, ahora son más de 150 personas, entre sus descendientes, que si no hubiera habido sobrevivientes, hoy no existirían.
¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE ESA SOCIEDAD DE LA NIEVE?
Si bien siempre admite nuevas lecturas, pienso que fundamentalmente se pueden sistematizar en cuatro. En primer lugar, es contraintuitiva, o sea es contraria a lo que indicaría la intuición, o el conocimiento acumulado del comportamiento humano hasta ese momento, 1972. Con el cúmulo de adversidades que sufren, perdidos, abandonados en uno de los lugares más inhóspitos del planeta, en el medio de la cordillera de los Andes, que es la más extensa del mundo, mayor que el Himalaya, sin tener la menor idea de dónde están, sin conocer nada de nieve ni de montaña, no surge la “bestia humana”, no surge el “sálvese quien pueda”, sino por el contrario, lo que asoma desde el primer momento es la compasión y la misericordia. Abrazarse en la noche y socorrer a los heridos, en forma disciplinada, en chicos de veinte años, es la primera pauta generosa y humana, que seguirá hasta el final, y que da el tono a la sociedad de la nieve que crearán.
Esta historia desmiente todas esas ficciones apocalípticas de que cuando el hombre está perdido, desesperado, surge la jauría humana, los saqueadores de los huracanes. Acá hay 21
un ejemplo concreto que nos muestra, a todo el mundo, a toda la Europa que hoy se enfrenta nuevamente a una guerra, que el hombre desvalido y desnudo es bondadoso. Lo segundo es que es una sociedad disruptiva, audaz. Como lo dijo el Ministro en la presentación del día 12 de noviembre, es una sociedad que en medio de una catástrofe conversa, para que surjan las mejores ideas, para que cada uno pueda dar el cien por ciento de sus posibilidades, en esa situación extrema. Como dice Roberto Canessa, es un experimento de comportamiento humano irrepetible. Y allí, empujados siempre a un escenario peor del imaginado, corren los umbrales de la “predicción autocumplida”, que pone un límite, y perforan todos los techos, de suerte que no hay límites, como no hay imposibles.
Un ejemplo de esto es el pacto de entrega mutua que hacen, o sea ese pacto de decir “si yo muero tú puedes usar mi cuerpo para seguir vivo”, y viceversa, para que alguno o algunos puedan llegar a la orilla y contar a sus familias qué fue lo que ocurrió.
Y es disruptivo porque están donando sus cuerpos en vida cuando el concepto de donación de órganos no existía. O sea esto es muy novedoso, muy creativo, y lo tornaron posible estos jóvenes veiteañeros en la peor situación imaginable, ellos crearon el concepto de “vivo en otro”. Por eso es una historia que nunca se cierra, que nunca concluye.
Hay que recordar que el primer transplante de corazón lo hizo Christian Barnard en 1967, el primer transplante de riñón se hizo en España en 1965. Entonces cuando yo acompañaba los ensayos de la película, tenía que ponerlos en contexto. Que cuando se hablaba del pacto de entrega mutua era algo inédito, nunca se había hecho antes. Se estaba navegando en territorio desconocido. Y la pauta general de esa navegación en territorio desconocido era la generosidad y la bondad. Por algo siempre la pauta la daban los heridos.
Es un enfoque nuevo de la generosidad. Como dice Canessa, son como una rueda que avanza, donde son sobrevivientes y combustible al mismo tiempo. O sea hacen todo lo posible e imposible para que el otro viva, pero si no lo hace, será el combustible para que el otro continúe, en esa carrera de postas, llevando la antorcha de la vida, para saber si va a continuar, con más de 150 personas, o se va a terminar en las nieves eternas de la alta montaña.
Esto es tan así, que al final, si la expedición que partió el 12 de diciembre fallaba, los que quedaban en el avión habían
Valle de las Lágrimas, enero de 1973: la parte posterior del fuselaje partido por el desprendimiento del ala derecha, donde los sobrevivientes hicieron una pared con maletas para no congelarse. (Fotografía de la Fuerza Aérea Uruguaya)

Valle de las Lágrimas, enero de 1973: el Fairchild 571 visto de frente. (Fotografía de la Fuerza Aérea Uruguaya)

decidido hacer una expedición hacia el otro lado, al Este, pero luego de atender a los heridos. O sea nadie jamás se imaginó, siquiera, de abandonar a los heridos en el avión.
Lo otro peculiar de esta sociedad es que los muchachos no claudican, jamás lo hacen. Incluso algunos cuentan que por momentos, en especial de noche, ateridos de frío, muertos de hambre, pensaban que no resistirían más, pero la diversidad de caracteres hacía que mientras uno languidecía, otro revivía, de modo que siempre algunos mantenían viva la llama de la esperanza, con esa frase que repetían como un mantra, “tal vez mañana”, porque tal vez mañana aparezca un avión, o tal vez mañana encuentren el camino para escapar, como ese otro mantra “mientras hay vida hay esperanza”. Porque mientras estuvieran respirando, seguirían pujando por sobrevivir. Y esa diversidad de caracteres hacía que siempre volviera al equilibrio, que en ese caso significaba buscar la forma de huir, y que se salvaran la mayor cantidad de amigos posible.
¿POR QUÉ GENTE DE TODO EL MUNDO, DE CUALQUIER CULTURA, SE INTERESA POR ESTA HISTORIA?
Como dicen los sobrevivientes, todos tenemos cordilleras, mayores o menores. La de los Andes es una adversidad desmesurada, exorbitante, es como un lente de aumento que lleva los desafíos y los infortunios a lo máxima potencia. Cuando creen que están en el peor lugar, en la peor situación, les cae un alud, los entierra vivos y mata a ocho compañeros, cuando ya hacía 16 días que estaban ahí, en cierto modo aclimatados a su nuevo hogar. Pues ese hogar no existe. Llegan a tenerle envidia a los muertos, llegan a pensar que están en un pozo que no tiene fondo, porque siempre puede ocurrir algo peor. Entonces esta situación extrema, irrepetible, este laboratorio de comportamiento humano descomunal permite que las personas normales miren por la ventanilla del pedazo de avión en la montaña y se identifique con uno u otro, con un gesto o con una actitud, y ponga en escala su propia problemática.
¿LOS 50 AÑOS TRAEN UNA LECTURA NUEVA?
Creo que sí, aumentado por la pandemia. Ese es uno de los grandes misterios de esta historia. Creo que siempre permite nuevas lecturas, o arroja nuevas luces sobre nosotros mismos. Nos vuelve a interpelar, o a mostrar, como nos mostró la pandemia, que no hay verdades concluyentes. Más que respuestas concluyentes siempre surgen preguntas nuevas. Tal vez porque es la vida misma, en el borde mismo con la muerte, en el límite, en el borde entre la realidad y la irrealidad, y de ese terreno no se puede hacer solo un abordaje puramente racional, sino que también requiere un abordaje emocional, espiritual, que es difícil transmitir en palabras.
Es una historia demasiado intensa como para tener una sola lectura. Entiendo que cada uno le hace su propia lectura, enlazándola con su propia peripecia de vida. Esto hace que para cada uno, la historia sea irrepetible y las enseñanzas sean infinitas, por lo que uno sale transformado.
Si no fuera así, 50 años después el tema no estaría tan vigente, o, diría más, más vigente que nunca. Como una gran metáfora de la vida, de lo que somos, de dónde podemos llegar, de qué sucede cuando buceamos dentro de nosotros.

La muralla de los Altos de San Hilario, en diciembre de 2016: Nando Parrado, Roberto Canessa y Tintín Vizintín la escalaron en diciembre 1972. (Federico Sanguinetti)
Incluso las palabras cobran otro sentido. Aparentemente lo más épico de toda esta historia son las expediciones, los expedicionarios, los nómadas, los que andan de aquí para allá, a la intemperie, a la buena de Dios. Pero como dice Tintín Vizintín, uno de los expedicionarios, también hubo otras formas de heroísmo, desde los que hacían contención psicológica o de ternura a los que decaían, en esa olla a presión que siempre estaba al borde de la explosión, o de todos los que hicieron las pruebas de ensayo y error, los que hicieron las primeras expediciones y murieron, como los tres fenómenos que hicieron la expedición el día 11, Gustavo Zerbino, Numa Turcatti y Daniel Maspons, y a la postre uno solo sobrevivió, Gustavo. Pero ellos hicieron la parte dura de esta historia, mostraron lo difícil que era la salida, mostraron que no se podía pasar una noche a la intemperie, y lo pagaron con su vida, allanando el camino para las expediciones siguientes, a efectos de que la última, a la postre, llegara a destino.
En los Andes muchos dieron todo y no tuvieron la recompensa de poder volver a sus hogares. U otros volvieron pero con la vida partida, como Nando, con su madre y hermana muertas, o Javier Methol, con su mujer y madre de sus cuatro hijos que quedó en la montaña. Entonces hasta el concepto de heroísmo o éxito cobran otro sentido diferente al tradicional.
El heroísmo en los Andes no busca el bronce, sino que es solo salvar a los amigos. En esto es claro que cuando Roberto y Nando llegan a Los Maitenes, se sorprenden de que la prensa los esté esperando. Ellos pensaban que no habría nadie, viajarían en tren a Buenos Aires, luego en el Vapor de la Carrera para tocar el timbre en sus casas, porque pensaban que estaban muertos para sus familias. O sea tropezaron con la fama sin quererlo.
Por eso Nando no duda en subir al helicóptero, en la misión de rescate más peligrosa en los anales de la Fuerza Aérea de Chile, para buscar a sus amigos. Están en otra realidad diferente, donde los riesgos se miden con otro patrón de medida.
Desde el punto de vista de ellos, es una historia contada “en voz baja”, que el mundo, luego, la tornó estridente. Tal vez la tornó estridente para compensar que se había equivocado. El mundo no sabía que esos chicos tenían un coraje impar, que no claudicaban, que querían regresar a su hogar, y si ellos no lo conseguían, que lo lograran sus amigos. Los que pudieran, en representación de todos. Y así se hizo. Y así lo siguen haciendo hasta el día de hoy, como un legado.

