

Carta de Navidad


Mientras esperamos la venida del Mesías, que viene a nosotros como un niño en Navidad, somos conscientes de cuán vulnerable fue el Señor como niño y durante toda su vida.
El padre y la madre del niño estaban sorprendidos de lo que se decía de él; Simeon los bendijo y le dijo a María, “Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma.”
Esto nos recuerda lo precaria que es la vida también en Casa Juan Diego, un pequeño microcosmos del Cuerpo de Cristo. En el tiempo después del nacimiento de Jesús, la gente estaba aterrada por todo lo que estaba pasando en el mundo alrededor de ellos. La gente a la que hemos servido durante cuarenta años también tiene miedo de no saber qué va a pasar el día de mañana.
Nosotros continuamos trabajando, alimentando a los hambrientos, ayudando a los enfermos, y brindando hospitalidad. Pedimos las oraciones de Nuestra Señora de Guadalupe, de los santos, y de todos nuestros lectores. No recibimos fondos del gobierno. Dependemos de ustedes, nuestros lectores que nos sostienen en este trabajo.
A veces la gente piensa que Casa Juan Diego es dirigida por una sola persona con la ayuda de unos pocos. Esto jamás ha sido cierto. Además de la gente que trabaja tiempo completo y que vive en las casas, un gran número de amigos y voluntarios ayudan día con día.
La colaboración de muchos ha sido notable especialmente este verano porque yo (Luisa) he estado enferma y con frecuencia no he podido estar presente físicamente.
A pesar de mi enfermedad, el trabajo en Casa Juan Diego continúa, proveyendo más de 900 bolsas de despensa cada semana a las familias; nuestro programa de asistencia a los enfermos, a la gente con discapacidad que ha sido víctima de accidentes de coche, aquellos que no pueden recibir fondos del gobierno; y nuestras clínicas que atienden enfermos indocumentados cada día.
No podemos mencionar a toda la gente que ayuda, pero por mencionar algunos: Allison, Anne, Annette, Bea, Daniel, Dawn, Jeannette, John,Jose, Juanita, Julia, Kevin, Lenore, Lupita, Mary, Manuel, Meg, Monica, Noemí, Stephen, Susan, Taína, Wilmer, los estudiantes de Notre Dame y los muchos otros voluntarios que ayudan con las obras de misericordia en Casa Juan Diego diariamente. Cada regalo dado por aquellos que ayudan a mantener Casa Juan Diego andando, ya sea con tiempo o con donaciones, es una participación en el amor de Dios hacia los pobres.
Les pedimos sus oraciones y su ayuda para el año que viene.
Sinceramente en Cristo, Luisa Zwick y todos en Casa Juan Diego

NUESTRAS NECESIDADES
Para enfermos y heridos:
Pañales para adultos
Protectores absorbentes
Toallitas húmedas para bebé
Agua embotellada
Pollo enlatado
Frutas y verduras frescas
Fórmula para bebés
Pantalones de mezclilla para hombres, tallas de cintura 27-32
Para la plomería y la fundación:
Casa Juan Diego reparará la plomería dentro y debajo de los cimientos de nuestro edificio principal. Se agradecen las contribuciones.Después de arreglar la plomería, se revisarán los cimientos.

Casa Juan Diego fue fundada en 1980, según el modelo de Dorothy Day y Peter Maurin, para servir a inmigrantes y refugiados y los pobres. De una pequeña casa ha crecido a diez casas. Casa Juan Diego publica un periódico, El Trabajador Católico de Houston, cuatro veces al año para compartir los valores del movimiento Trabajador Católico y las historias de los inmigrantes y refugiados arrancados de sus paises por las realidades de la economía global.
• Oficina central de donaciones de comida: 4818 Rose, Houston, TX 77007
Para mandar una carta o un cheque: P.O. Box 70113, Houston, TX 77270
• Centro de distribución de comida: 4818 Rose, Houston, TX 77007
Centro para mujeres: Hospitalidad y servicio para mujeres inmigrantes con sus hijos.
• Asistencia a personas paralizadas o gravemente enfermos en la comunidad.
• Casa Don Marcos para hombres: Hospitalidad para hombres que son nuevos inmigrantes.
• Casa Don Bosco: Para hombres enfermos o heridos.
• Casa Maria: Centro de servicios sociales y clinica medica 6101 Edgemoor, Houston, TX 77081
• Clinica Médica Casa Juan Diego 4810 Rose, Houston, TX 77007
• Liturgia: en español los miércoles a las 7:00 p.m.
EDITORIAL Luisa Zwick y Susan Gallagher
TRADUCCIÓN Sofía Rubio, Blanca Flores
Artist: Angel Valdez

Recen por nosotros y nuestros huéspedes.
Las donaciones pueden entregarse o eviarse a: Casa Juan Diego | 4818 Rose Street | Houston, TX 77007
TRABAJADORES CATÓLICOS Dawn McCarty, Kevin Macleod Jeannette DeCorpo, Ana Ritter, Noemí Flores Joaquín Zwick, Luisa Zwick
DIRECTOR DE TECNOLOGÍA Joaquín Zwick
DISEÑO Beatrice Garcia Castillo
CIRCULACIÓN Stephen Lucas
EQUIPO DE AYUDANTES Wilmer Salazar, Julian Juárez Daniel de la Garza, Diego Contreras
GRUPO DE APOYO PERMANENTE Luisa Zwick, Stephen Lucas
Andy Durham, Betsy Escobar, Dawn McCarty Kent Keith, Julia Jackson, Monica Hatcher Monica Creixell, Joaquín Zwick
MÉDICOS VOLUNTARIOS.............................. Drs. John Butler, Yu Yah, Laura Porterfield, Dario Zuniga, Roseanne Popp, CCVI Homero Achondo, Deepa Lyengar, Mohammed Zare
Maya Mayekar, Joan Killen, Stella Fitzgibbons
Enrique Batres, Wm. Lindsey. Alfredo Viteri, Mona Aramos
DENTISTAS Drs. Peter Gambertoglio, Michael Morris
Mercedes Berger, José Lopez, Justin Seaman
Maged Shokralla, Florence Zare
CASA MARIA

Juliana Zapata y Manuel Soto
Casa Juan Diego P.O.Box 70113 | Houston, TX 77270 (713) 869-7376
info@cjd.org | www.cjd.org
MARCOS ZWICK – Fundador
Trabajador Católico de Houston Vol. XLV, No. 4
Donde vive la esperanza: En los márgenes con Casa Juan Diego
por: Dawn McCarty, Ph.D., LMSW
Registro en Casa Juan Diego Últimamente, me pregunto con frecuencia: «¿Cómo está Casa Juan Diego?». Es una buena pregunta, que merece más que una simple respuesta. Podría enumerar las muchas cosas difíciles y aterradoras que están sucediendo ahora mismo: políticas y prácticas que obligan a personas y comunidades enteras a un sufrimiento innecesario. El cierre sistemático de las vías legales, ya sea para obtener asilo, permisos de trabajo u otras formas de ayuda, hace casi imposible que los migrantes recién llegados sobrevivan abiertamente en nuestra sociedad, sin miedo, o participen en una economía legitima.
Aunque no siempre lo digo en voz alta, la situación de los inmigrantes es muy mala. Tan mala como la he visto en mis 14 años en Casa Juan Diego. Siempre ha habido dificultades, pero también victorias, momentos de progreso y destellos de estabilidad para individuos y familias. Ahora, con más frecuencia, nos encontramos en modo supervivencia. Hacemos lo que podemos para mitigar la ansiedad que sienten las personas bajo la constante amenaza de arresto y deportación. El ambiente está cargado de tensión, cargado de un dolor no expresado. Esta era de inmigración es diferente. Hoy en día, ya no es el acto de migrar en sí lo que separa con mayor frecuencia a las familias, sino las acciones de las agencias de inmigración. Cada vez más, las familias migran juntas, buscando evitar una separación a largo plazo o incluso permanente. La deportación, y el temor constante a ella, se ha convertido en la principal amenaza para la supervivencia familiar, no solo para las familias inmigrantes recién llegadas, sino también para quienes han vivido en nuestra ciudad y estado durante décadas. Incluso quienes no tienen antecedentes penales durante muchos años ahora son considerados blancos de arresto.
Registro en Casa Juan Diego Últimamente, me pregunto con frecuencia: «¿Cómo está Casa Juan Diego?». Es una buena pregunta, que merece más que una simple respuesta. Podría enumerar las muchas cosas difíciles y aterradoras que están sucediendo ahora mismo: políticas y prácticas que obligan a personas y comunidades enteras a un sufrimiento innecesario. El cierre sistemático de las vías legales, ya sea para obtener asilo, permisos de trabajo u otras formas de ayuda, hace casi imposible que los migrantes recién llegados sobrevivan abiertamente en nuestra sociedad, sin miedo, o participen en una economía legitima.
Aunque no siempre lo digo en voz alta, la situación de los inmigrantes es muy mala. Tan mala como la he visto en mis 14 años en Casa Juan Diego. Siempre ha habido dificultades, pero también victorias, momentos de progreso y destellos de estabilidad para individuos y familias. Ahora, con más frecuencia, nos encontramos en modo supervivencia. Hacemos lo que podemos para mitigar la ansiedad que sienten las personas bajo la constante amenaza de arresto y deportación. El ambiente está cargado de tensión, cargado de un dolor no expresado.
Esta era de inmigración es diferente. Hoy en día, ya no es el acto de migrar en sí lo que separa con mayor frecuencia a las familias, sino las acciones de las agencias de inmigración. Cada vez más, las familias migran juntas, buscando evitar una separación a largo plazo o incluso permanente. La deportación, y el temor constante a ella, se ha convertido en la principal amenaza para la supervivencia familiar, no solo para las familias inmigrantes recién llegadas, sino también para quienes han vivido en nuestra ciudad y estado durante décadas. Incluso quienes no tienen antecedentes penales durante muchos años ahora son considerados blancos de arresto.
El Modelo del Trabajador Católico: Avanzando hacia los Márgenes
Y, sin embargo, continuamos. Nuestro trabajo no se ha detenido. Tras una breve interrupción en la distribución de alimentos, volvemos a atender a más de mil familias cada semana. Nuestras clínicas de salud están más concurridas que nunca, con un equipo cada vez mayor de médicos voluntarios y especialistas. Nuestras casas permanecen abiertas para la hospitalidad. Las mujeres embarazadas reciben atención. Los niños reciben cuidado y

consuelo. Las familias separadas por la deportación o el desplazamiento se están reuniendo. Las personas aisladas, enfermas y moribundas reciben transporte a casa, y se acompaña a las personas a los tribunales de inmigración y a los registros. Donde se ha causado daño, hacemos todo lo posible para remediarlo..
En medio de todas estas dificultades, recuerdo una verdad más profunda en el corazón del Movimiento del Trabajador Católico. A medida que los inmigrantes son empujados a los márgenes de la sociedad, a lugares donde el apoyo y la protección escasean, como Trabajadores Católicos, los acompañamos. Ese es nuestro llamado. Estar juntos en los lugares difíciles y aterradores. Negarse a permitir que nadie enfrente el miedo y la vulnerabilidad solo. Esta es la esencia del Personalismo, un principio fundamental del Movimiento del Trabajador Católico: tomar la iniciativa personal para alimentar a los hambrientos, vestir y albergar a los necesitados, caminar junto a los asustados y perseguidos. Practicamos este personalismo, inspirado por Dorothy Day, Sierva de Dios y cofundadora del Movimiento, incluso cuando el esfuerzo parezca inútil. En solidaridad con los marginados, puede que nos falte racionalidad. ¿Pero esperanza? La esperanza siempre está viva. Este es el corazón y el alma de Casa Juan Diego. Por imperfectos que seamos, si nos buscas, sabrás dónde encontrarnos.
Cambios en Casa
En Casa, se han producido cambios notables este último año. Aunque estamos igual de agradecidos por ellos, vemos más donaciones anónimas de quienes temen dar su nombre. Escuchamos de voluntarios residentes legales permanentes que les preocupa poner en riesgo su proceso de ciudadanía al asistir a servir.
Lo más notable es que afuera de nuestras casas verán algo nuevo: seguridad. Al principio, fue impactante ver nuestro hermoso mosaico de la Virgen de Guadalupe encerrado en una jaula protectora. Pero he llegado a verlo de otra manera. Se ha convertido en un símbolo de determinación, de solidaridad, de nuestro compromiso de proteger a esta comunidad. Envía un mensaje a todos los que pasan: algo sagrado se encuentra aquí. Algo de gran valor. Ahora, cada vez que pongo mi llave en la nueva reja de seguridad, rezo a nuestra Virgen de Guadalupe. Pido protección, perdón para todos los que han hecho esto necesario y fuerza para soportar lo que venga..
Artist: Angel Valdez
JOHN CARDENAL NEWMAN:
por Luisa Zwick
Cuando supimos que el Papa León XIV había aprobado la designación de John Henry Newman como Doctor de la Iglesia, consulté los escritos de Dorothy Day para conocer su perspectiva sobre Newman y cómo esta trascendental decisión se relaciona con el movimiento Trabajador Catolico.
Las referencias que busqué se encontraron en sus diarios, publicados por Orbis Press con el título El Deber del Deleite. Allí recomienda el libro de Louis Bouyer, Newman: Su Vida y Espiritualidad (reimpresión más reciente disponible en Ignatius Press). Dorothy comentó que el libro era magnífico, después de leerlo completo.
Así que, con el apoyo de Dorothy, comenzamos a leer Newman de Bouyer..
Marcos Zwick me había hablado del liderazgo de Newman en el Movimiento de Oxford, su estudio de los Padres de la Iglesia y la antigüedad cristiana. Estudió la Vía Media con la esperanza de encontrar la respuesta a su búsqueda de una manifestación contemporánea de la Iglesia de la antigüedad cristiana dentro de la Iglesia Anglicana. Periódicamente, durante los últimos dos siglos, grupos dentro de la Iglesia Anglicana esperaban que la Vía Media fuera una solución para su búsqueda de un modelo vivo de la Iglesia primitiva. Finalmente, los estudios pastorales y teológicos de Newman lo decepcionaron con la Vía Media. Su trayectoria finalmente lo llevó a la entrada en la Iglesia Católica, a pesar de haber estado rodeado de prejuicios, campañas negativas y persecuciones contra los católicos en Inglaterra. Durante su trayectoria espiritual y teológica, Newman reunió a numerosos académicos para debatir con él la búsqueda de la auténtica revitalización de la Iglesia cristiana en toda su plenitud. Escribió extensamente sobre teología durante este tiempo, siendo aún anglicano. Algunas de estas obras fueron publicadas y ampliamente debatidas en Inglaterra. De hecho, Bouyer sostiene que en algunos de estos escritos Newman sentó las bases para el surgimiento de la teología del cuerpo místico de Cristo. Newman, al buscar este camino, recibió críticas de muchos sectores. Tras siglos de divisiones, académicos y pastores tuvieron dificultades para encontrar la Iglesia viva y prístina que buscaban. Newman luchó teológicamente y finalmente llegó a la conclusión de que la única Iglesia donde estas expectativas podrían cumplirse era la Iglesia Católica. Aunque su impresión de la Iglesia Católica se había basado en los prejuicios comunes de la época, decidió dar el paso y convertirse al catolicismo. Cuando anunció su decisión de unirse a la Iglesia Católica, muchos de sus colegas se horrorizaron y, de hecho, las críticas fueron tan numerosas que escribió un libro explicando esta decisión, Apología Pro Vita Sua. Aprendí mucho más sobre la trayectoria espiritual y teológica de Newman estudiando el libro de Bouyer.

La decisión de nombrar
al Cardenal Newman Doctor de la Iglesia es sin duda una señal del compromiso de nuestro Santo Padre con la unidad en la Iglesia, una unidad que la Iglesia tanto necesita en estos momentos.Conservadores, liberales y quienes se encuentran entre ambos bandos aman y admiran a John Henry Newman. Como muchos santos y cardenales, Newman sufrió muchas críticas durante su camino espiritual y teológico.
Tradición, pág. 183
Como lectores contemporáneos, nos pareció fascinante la descripción que Bouyer ofrece del tratado de Newman sobre la Tradición en la Iglesia.
Actualmente, en la Iglesia se debate mucho sobre las llamadas “tradiciones” y “no tradiciones” y sobre qué es la tradición. ¿Es inamovible? La perspectiva de Newman al respecto: “Desde esta perspectiva, existen dos formas, distintas pero inseparables, en las que la Tradición puede manifestarse. A una la llama ‘Tradición episcopal’; a la otra, ‘Tradición profética’. La primera consiste en los formularios oficiales de la jerarquía, como los diversos credos. Es una adición y una interpretación de las Escrituras, pero en sí misma es algo escrito y, por lo tanto, fijo, delimitado y estereotipado. Su propósito es conservar y salvaguardar (pág. 183)”.
Nuevo doctor de la Iglesia
Pero la Tradición profética es viva y vivificante. No se limita a ningún período de tiempo en particular, sino que es, como la vida misma, una y múltiple. Impregna los escritos de los doctores, los formularios y rituales de las liturgias, la enseñanza continua de la Iglesia y el alma de los cristianos tal como se expresa a lo largo de toda su existencia. A veces es casi idéntica a la Tradición episcopal; a veces desborda todos los límites y tiende a desvanecerse y desaparecer en fábulas y leyendas. Por lo tanto, si la Tradición episcopal no estuviera disponible para aclararla y definirla, la Tradición profética siempre correría el peligro de ser cubierta por la corrupción; mientras que es la verdad viva que mora eternamente en las almas cristianas y en la Iglesia. Más que un catálogo de dogmas y definiciones, es «lo que san Pablo llama la mente del Espíritu», el pensamiento y el principio que inspiró a la Iglesia, su modo habitual e inconsciente de ver las cosas».
El Trabajador Católico y la Tradición
Como Trabajadores Católicos, nos interesó mucho leer sobre la tradición profética como una de las dos formas esenciales de tradición. Existen numerosos ejemplos de tradición profética a lo largo de la historia de la Iglesia. Por ejemplo, está San Francisco de Asís, quien transformó la fe de la tierra sin disparar un tiro. Nos gusta pensar que el movimiento del Trabajador Católico con Dorothy Day y Peter Maurin es un ejemplo de tradición profética. Se pueden mencionar movimientos de paz no violentos y, a pequeña escala, muchos proyectos que surgen del Espíritu, todos por el bien de la persona humana y el bien común. Parece que no tenemos que discutir sobre quién es tradicional y quién no lo es si adoptamos las dos formas que presenta el Cardenal Newman, doctor de la Iglesia.
A continuación, publicamos un escrito del Cardenal Newman:
EL CARDENAL NEWMAN SOBRE LA ENCARNACIÓN
Publicamos el siguiente extracto de un sermón de Newman en el Trabajador Católico de Houston de noviembre de 2009..
Su condescendencia al descender del cielo, al dejar la gloria de su Padre y encarnarse, es tan indescriptible que, a primera vista, se podría considerar que importaba poco si venía como príncipe o mendigo. Y, sin embargo, después de todo, es mucho más maravilloso que viniera en un estado humilde, por esta razón; porque se podría haber pensado de antemano que, aunque condescendió a venir a la tierra, no se sometería a ser ignorado y despreciado: ahora los ricos no son despreciados por el mundo, y los pobres sí. Si hubiera venido como un gran príncipe o noble, el mundo, sin saber ni un ápice más que era Dios, al menos lo habría admirado y honrado como príncipe; pero al venir en un estado humilde, cargó con una humillación adicional, el desprecio: ser condenado, escarnecido, pasado por alto con rudeza, profanado brutalmente por sus criaturas.
¿Cuáles fueron las circunstancias reales de su venida? Su madre es una mujer pobre; llega a Belén para pagar el censo, viajando, cuando habría preferido quedarse en casa. No encuentra lugar en la posada; se ve obligada a refugiarse en un establo; da a luz a su Hijo primogénito y lo recuesta en un pesebre. Ese pequeño niño, así nacido, así colocado, no es otro que el Creador del cielo y de la tierra, el Hijo Eterno de Dios.
Pues bien; nació de una mujer pobre, yació en un pesebre, fue criado en un oficio humilde, el de carpintero; y cuando comenzó a predicar el Evangelio, no tenía dónde reclinar la cabeza; finalmente, fue condenado a muerte, a una muerte infame y odiosa, la muerte que sufrían entonces los criminales.....
Y es notable que quienes lo rodeaban parezcan tratarlo como a uno de sus iguales. Sus hermanos, es decir, sus parientes cercanos, sus primos, no creían en él. Y es muy notable, también, que cuando comenzó a predicar y se reunió una multitud, se nos dice: «Al oírlo sus amigos, salieron a prenderle, pues decían: «Está fuera de sí»» [Marcos 3:21]. Lo trataron como estaríamos dispuestos, y con razón, a tratar a cualquier persona común que ahora comenzara a predicar en las calles. Digo «con razón», porque tales personas generalmente predican un
nuevo Evangelio y, por lo tanto, deben estar equivocadas... Habían vivido tanto tiempo con él, y sin embargo no lo conocían; no entendían lo que era. No veían nada que lo diferenciara de ellos. Vestía como los demás, comía y bebía como los demás, entraba y salía, hablaba, caminaba y dormía como los demás. Él era en todos los aspectos un hombre, excepto que no pecó; y esta gran diferencia muchos no la detectarían, porque ninguno de nosotros entiende a los que son mucho mejores que él: para que Cristo, el Hijo de Dios sin pecado, pudiera estar viviendo cerca de nosotros, y no lo descubriéramos....
Así vino a este mundo, no en las nubes del cielo, sino nacido en sí, nacido de una mujer; Él, el Hijo de María, y ella (si se puede decir), la madre de Dios... Este es el Misterio Misericordioso de la Encarnación, digno de contemplar, digno de adorar; según el dicho del texto: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». ... Vino en humildad y necesidad; nació en medio del tumulto de una multitud diversa y ajetreada, relegado a la letrina de una posada abarrotada, y tuvo su primer descanso entre el ganado. Creció como si fuera el nativo de una ciudad despreciada, y fue educado en un oficio humilde. Soportó vivir en un mundo que lo menospreciaba, pues vivió en él, para a su debido tiempo morir por él. Aquel que nos amó, hasta morir por nosotros, ha sido designado por su gracia para determinar la medida y el precio final de su obra. Aquel que, en su debilidad, sabe mejor ponerse de parte de los débiles, Aquel que anhela cosechar el fruto completo de su pasión, separará el trigo de la paja, para que ni un solo grano caiga a la tierra. Él, nuestro hermano, decidirá sobre sus hermanos. En su segunda venida, que Él, en su gracia y amorosa compasión, nos recuerde, ¡quien es nuestra única esperanza, nuestra única salvación!
(Sermones Parroquiales y Sencillos: Sermones 16 y 13)
Referencias
Bouyer, Louis. Newman: His life and Spirituality. PJ Kenedy and Sons. 1958.
Una paz desarmada y desarmante:
por

“¡La paz sea con ustedes!” Estas fueron las primeras palabras que pronunció el Papa León XIV al salir del balcón de San Pedro el 8 de mayo de 2025. Usaría la palabra “paz” nueve veces más en su breve discurso. La paz, estaba claro, sería prioritaria en su pontificado. Cuando el Papa León dejó clara esa prioridad, una frase sobresalió: una “paz desarmada y desarmante” (“una pace disarmata e una pace disarmante”). La frase ha reaparecido durante los primeros meses de su pontificado. Días después de su elección, imploró a los periodistas: “Desarmen las palabras y ayudaremos a desarmar al mundo”. Desde entonces, ha invocado esta “paz desarmada y desarmante” en mensajes a Pax Christi en Estados Unidos y en una conferencia sobre diálogo interreligioso en Bangladesh. Recientemente, el Vaticano anunció que el Papa León eligió “La paz sea con todos ustedes: Hacia una paz ‘desarmada y desarmante’” como tema de la Jornada Mundial de la Paz de 2026. La frase se ha convertido en un estribillo claramente leonino y, por lo tanto, ofrece una clave interpretativa para el tipo de santidad al que desafía al mundo.
Así también nos inserta en la historia de los santos que Peter Maurin consideró el relato central de la historia. El 8 de mayo, día de la elección del Papa León XIV, coincidió también con la festividad de los Mártires de Argelia. Esta festividad recuerda a los diecinueve misioneros católicos asesinados durante la Guerra Civil Argelina de la década de 1990.
Uno de esos mártires fue el dominico francés Pierre Claverie. Firmemente comprometido con el diálogo con el islam en la Argelia mayoritariamente musulmana, se convirtió en obispo de Orán en 1981. A medida que los occidentales eran objeto de sospechas cada vez más virulentas por parte de diversos extremistas islámicos durante la década siguiente, Claverie percibió la vulnerabilidad y el riesgo de dicho diálogo. En julio de 1994, escribió: «¿Qué podría ser más insensato que ir
al encuentro de la muerte sin otra protección que un amor desarmado y desarmante (désarmé et désarmant) que muere perdonando? Sin embargo, somos así». Casi exactamente dos años después, el 1 de agosto de 1996, una bomba detonada lo mató a él y a su asistente musulmán. Los dolientes en su funeral lo llamaron «el obispo de los musulmanes también». Su compromiso con la amistad interreligiosa encarnaba un amor desarmado y desarmante, incluso hasta la muerte. Las palabras y la vida de Claverie nos recuerdan la propia confesión de Dorothy Day: «Estamos sembrando la semilla del amor, y no vivimos en la época de la cosecha para esperar una cosecha. Debemos amar hasta la locura, y somos, en efecto, necios, como lo fue nuestro Señor mismo, quien murió por alguien como este. También damos la vida cuando hemos realizado un acto tan dolorosamente ingrato, porque este corresponsal nuestro es pobre en bienes de este mundo». Un amor desarmado y encantador, ya sea ofrecido a un niño, a un inmigrante o a nuestro enemigo, es vulnerable hasta la locura, incluso a la muerte..
Christian de Chergé describiría tal compromiso como un “martirio de amor” o, aún más, un “martirio de esperanza”. Prior de la Abadía Cisterciense de Nuestra Señora del Atlas en Tibhirine, Argelia, la historia de de Chergé y su comunidad fue conmovedoramente narrada en la película francesa de 2010 “De dioses y hombres”. Entre las escenas más memorables de la película, fieles a la historia, se encuentra el desgarrador encuentro de de Chergé con Sayah Attia y sus hombres en el monasterio el 24 de diciembre de 1993, víspera de Navidad, festividad del Príncipe de la Paz. Si bien Attia era conocido como un asesino despiadado, de Chergé lo tranquilizó mostrando el compromiso de su comunidad con la comunidad musulmana circundante y su profundo conocimiento del Corán. Un año después, en un retiro de Cuaresma, recordó el incidente: «Después del episodio de Attia, quise rezar por él. ¿Qué debía pedirle a Dios? ¿”Mátalo”? No, pero podía rezar: “Desármalo”. Pero entonces me pregunté: ¿Tengo derecho a pedirle a Dios que lo desarme si no empiezo pidiendo: “Desármame, desarma a mis hermanos”? Esa era mi oración diaria».
Christian de Cherge
Lucas Briola, Saint Vincentt College (Latrobe, PA)
El Papa León XIV, los mártires argelinos y Nuestra Santidad
Dieciocho días después, alrededor de la medianoche del 26 de marzo de 1996, insurgentes islamistas irrumpieron en el monasterio y secuestraron a De Chergé y a seis monjes, todos desarmados. Unos meses después, sus secuestradores anunciaron la muerte de los monjes; hoy, sus tumbas se encuentran en Nuestra Señora del Atlas..
La paz desarmada y cautivadora de los monjes de Tibhirine se afianzó en su voto monástico de estabilidad: su firme amistad con los aldeanos musulmanes de la zona en medio de la inestabilidad de una espantosa guerra civil. Si bien los monjes tuvieron amplias oportunidades para irse, se quedaron. Si bien se les ofreció protección militar, la rechazaron. Es significativo que, en una reseña de De dioses y hombres, el famoso crítico de cine Roger Ebert criticara el idealismo de los monjes y calificara su decisión de locura. Sin embargo, sus razones eran cristológicas; en ese mismo retiro de Cuaresma, de Chergé confesó que la llamada «a vivir el misterio de la Encarnación… es la más profunda de todas las razones por las que nos quedamos en Tibhirine… La única manera de dar testimonio es vivir donde vivimos y ser lo que somos en medio de las realidades banales y cotidianas». Podemos recordar a Dorothy Day, la oblata benedictina, y su compromiso con las obras corporales de misericordia según el espíritu cristológico de Mateo 25: los hambrientos, sedientos y desnudos son Cristo. Esa misericordia encarnada asume la forma kenótica — desarmada y desarmante— de Cristo.
Como nos recordó el Papa León en su primera aparición, “¡La paz sea con ustedes!” son “las primeras palabras pronunciadas por Cristo resucitado, el Buen Pastor que dio su vida por el rebaño de Dios”. Esta es una Paz que el mundo no puede dar (Jn 14,27). Esta es una Paz que recibimos y firmamos en cada Eucaristía: “Concédenos la paz y la unidad de tu reino donde vives por los siglos de los siglos”. Después de todo, como nos recuerda el lema episcopal del Papa León —tomado del gran santo argelino, Agustín—: “En Cristo, somos uno”. Santos, desarmados y desarmantes mártires de Argelia, rueguen por nosotros para que así sea.

Artista: Angel Valdez