HCW periódico. Jul 2025. Vol. XLV, No. 3.

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Nuestro Nuevo Papa

Estaba leyendo un comentario sobre el Evangelio según San Lucas en el momento en que ocurrió un acontecimiento que sorprendió al mundo.

Fue inesperado que un misionero entre los pobres de Latinoamérica, sacerdote, luego obispo, luego cardenal, que había estado al servicio de los marginados y de los refugiados durante años, pudiera convertirse en Papa de la Iglesia Católica. No solo era estadounidense, sino también ciudadano peruano. Sin embargo, en la sabiduría del Espíritu Santo, Robert Prevost fue elegido y asumió el nombre de Papa León XIV.

Al parecer, los cardenales presentes en el Cónclave también apreciaron mucho sus otras cualificaciones y experiencia: como prior internacional de su orden religiosa agustina, como Prefecto de la Congregación para los Obispos del Vaticano y Presidente de la Comisión Pontificia para América Latina. Su doctorado en derecho canónico atrajo a muchos cardenales.

Para quienes formamos parte del Movimiento del Trabajador Católico, su vida y labor con los pobres de Latinoamérica nos han conmovido especialmente. Su llamado inmediato a la paz al ser presentado después del cónclave y su énfasis en trabajar por una economía mundial más justa reflejaron las preocupaciones de Dorothy Day y de todos los miembros del Movimiento del Trabajador Católico. El libro que leía sobre el Evangelio de San Lucas me reveló el significado de las Bienaventuranzas que allí se presentan (en cierto contraste con las del Evangelio de San Mateo). Dedicar tiempo a leer los Evangelios, especialmente las Bienaventuranzas, puede cambiar nuestra perspectiva y nuestro corazón.

El Papa León XIV

Queremos ser una Iglesia que avanza, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cerca sobre todo de los que sufren. — Papa León

Aquí están las Bienaventuranzas según San Lucas 6:20-26.

Jesús, fijándose en sus discípulos, dijo:

• Dichosos los pobres, porque a ustedes les pertenece el Reino de Dios.

• Dichosos ustedes, los que ahora tienen hambre, porque Dios los saciará.

• Dichosos ustees, los que ahora están llorando, porque reirán.

• Dichosos ustedes cuando la gente los odie, los expulse, los insulte, y cuando desprecie su nombre como malo por causa del Hijo de hombre.

• Alégrense y salten de gozo cuando llegue ese día. Sepan que la recompensa de ustedes será grande en el cielo, porque los antepasados de esa gente trataban de la misma forma a los profetas.

o Pero ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya están recibiendo su consuelo.

o ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque pasarán hambre!

o ¡Ay de ustedes, los que ahora se ríen, porque estarán de duelo y llorarán.

o ¡Ay de ustedes, cuando toda la gente los alabe, porque los antepasados de esa gente trataban de la misma forma a los alsos profetas!

En su comentario Luke Timothy Johnson explica la importancia del lenguaje de San Lucas sobre «los ricos» y «los pobres»: «Los ricos representan a quienes ya encuentran su consuelo en la sociedad y no necesitan el consuelo continúa página 6

Artist: Angel Valdez

Huertas para la Justicia

Por más de 22 años, el huerto de Casa Juan Diego ha florecido. En jardineras y tierra prestada, hemos cultivado miles de libras de vegetales frescos- comida que ha ido directamente a nuestra casa de hospitalidad, alimentando a los pobres, los migrantes, los enfermos, los forasteros.

Ese huerto, cuidado con amor y sudor, ha sido un silencioso pero constante acto de justicia. Y ahora le invitamos a unirse.

Hasta hace poco, Casa Juan Diego distribuyó productos frescos a más de 1,000 familias cada mes, gracias mayormente al acceso del Banco de comida de Houston a los programas de asistencia del gobierno. Pero el año pasado, los fondos para esos programas han sido retirados. El USDA ha eliminado iniciativas claves como el Acuerdo de cooperación de Asistencia para comprar comida local, y como resultado, bancos de comida como el de Houston han perdido la capacidad de comprar cargas de productos frescos de granjas locales. El impacto es dramático: menos frutas y verduras para los más vulnerables entre nosotros.

Pero no estamos sin esperanza-o sin herramientas. Uno de los ejemplos más grandes del pasado de nuestro país nos ofrece un camino hacia adelante.

Durante la primera y segunda guerra mundial, millones de Americanos plantaron Victory Gardens (jardines de la victoria) - pequeñas huertas personales en jardines, parques de la ciudad, y patios escolares. Para 1944, más del 40% de los vegetales consumidos en E.U.A. eran cultivados en estos huertos. Proveyeron seguridad alimenticia, construyeron comunidades y le recordaron a la gente ordinaria que tenían el poder de contribuir con algo vital en tiempos de crisis.

Hoy, invitamos a nuestros lectores y vecinos a formar parte de un nuevo movimiento: los Jardines de la Justicia de Peter Maurin.

Peter Maurin, cofundador del Movimiento del Trabajador Católico, tuvo la visión de un mundo en donde la gente viviera de manera simple, compartiendo libremente, y trabajando la tierra no por lucrar, sino por justicia. Soñó con universidades agronómicaslugares donde la gente cultivara su propia comida, estudiara las grandes obras y practicara la hospitalidad. Sus palabras son relevantes ahora más que nunca:

La revolución verde (por Peter Maurin)

La sociedad moderna llama al mendigo indeseable.

El Trabajador Católico lo llama nuestro hermano.

La sociedad moderna llama a la mano de obra trabajo pesado.

El Trabajador Católico lo llama alegría.

La sociedad moderna produce basura.

El Trabajador Católico produce alimento.

Estos jardines de la Justicia de Peter Maurin no son solo para cultivar vegetales — son para cultivar solidaridad. Plantando un huerto en su casa, iglesia, escuela, o centro comunitario- y donando aunque sea una porción de su cosecha a Casa Juan Diego — está ayudando a acortar la brecha que dejaron la política y la burocracia.

Está diciendo, con sus manos en la tierra, “no dejaremos hambrientos a nuestros vecinos.” En Casa Juan Diego, estamos listos para compartir lo que hemos aprendido en más de dos décadas de jardinería. Le podríamos ayudar a empezar su propio huerto. Podemos conectarlo con semillas, consejos para plantar, y con otros en la comunidad que quieran cultivar juntos algo hermoso. La necesidad es real. El momento es ahora. Y la tierra espera. Vamos a labrar la tierra de la justicia. Plantemos esperanza. Compartamos la cosecha.

Casa Juan Diego fue fundada en 1980, según el modelo de Dorothy Day y Peter Maurin, para servir a inmigrantes y refugiados y los pobres. De una pequeña casa ha crecido a diez casas. Casa Juan Diego publica un periódico, El Trabajador Católico de Houston, cuatro veces al año para compartir los valores del movimiento Trabajador Católico y las historias de los inmigrantes y refugiados arrancados de sus paises por las realidades de la economía global.

• Oficina central de donaciones de comida: 4818 Rose, Houston, TX 77007

Para mandar una carta o un cheque: P.O. Box 70113, Houston, TX 77270

• Centro de distribución de comida: 4818 Rose, Houston, TX 77007

Centro para mujeres: Hospitalidad y servicio para mujeres inmigrantes con sus hijos.

• Asistencia a personas paralizadas o gravemente enfermos en la comunidad.

• Casa Don Marcos para hombres: Hospitalidad para hombres que son nuevos inmigrantes.

• Casa Don Bosco: Para hombres enfermos o heridos.

• Casa Maria: Centro de servicios sociales y clinica medica 6101 Edgemoor, Houston, TX 77081

• Clinica Médica Casa Juan Diego 4810 Rose, Houston, TX 77007

• Liturgia: en español los miércoles a las 7:00 p.m.

EDITORIAL Luisa Zwick y Susan Gallagher

TRADUCCIÓN Sofía Rubio, Blanca Flores

TRABAJADORES CATÓLICOS Dawn McCarty, Joaquín Zwick

Marie Abernathy, Jazmin Flores-Garcia, Marisol Flores-Garcia Taína Lara, Liam Reynolds, Kevin Macleod, Luisa Zwick William Jones, Maura Jebb

DIRECTOR DE TECNOLOGÍA Joaquín Zwick

DISEÑO Beatrice Garcia Castillo

CIRCULACIÓN Stephen Lucas

EQUIPO DE AYUDANTES Wilmer Salazar, Omar Vega

Julian Juárez, Daniel De la Garza, Edilson Herrera Obed Aragon, Xelil Badepeima, Edwin Pabon, Miguel Rojas Moslem Tahery, Majid Rouzban, Lazaro Walker

GRUPO DE APOYO PERMANENTE Luisa Zwick, Stephen Lucas

Andy Durham, Betsy Escobar, Dawn McCarty

Kent Keith, Pam Janks, Julia Gallagher, Monica Hatcher

Monica Creixell, Joaquín Zwick

MÉDICOS VOLUNTARIOS..............................

Para formar parte de la red o conocer más acerca de los Jardines de Justicia de Peter Maurin, favor de contactar a: Kent Keith kkentkeith@yahoo.com

Drs. John Butler, Yu Yah, Laura Porterfield, Dario Zuniga, Roseanne Popp, CCVI Homero Achondo, Deepa Lyengar, Mohammed Zare

Maya Mayekar, Joan Killen, Stella Fitzgibbons

Enrique Batres, Wm. Lindsey. Alfredo Viteri, Mona Aramos

DENTISTAS Drs. Peter Gambertoglio, Michael Morris

Mercedes Berger, José Lopez, Justin Seaman

Maged Shokralla, Florence Zare

CASA MARIA

Juliana Zapata y Manuel Soto

MARCOS ZWICK – Fundador
Trabajador Católico de Houston Vol. XLV, No. 3

JUEVES POR LA MAÑANA EN CASA JUAN DIEGO

El Dr. Butler es el director médico de las clínicas de Casa Juan Diego.

“Exhorto a todos los fieles de la Iglesia Católica, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante narrativas que discriminan y causan sufrimiento innecesario a nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados.” — Papa Francisco, Carta a los obispos estadounidenses, 10 de febrero de 2025.

Durante los últimos diez años, los jueves por la mañana me he encontrado en la clínica Casa Juan Diego de Houston, atendiendo a pacientes cuyas historias son tan variadas como profundas. Hoy se siente diferente. La Iglesia acaba de elegir a un nuevo líder: el Papa León. Tuvimos la bendición de contar con el Papa Francisco, un hombre profundamente conmovido por la labor de Dorothy Day y los Trabajadores Católicos. Su carta a los obispos estadounidenses, instando a la compasión por los migrantes, fue uno de sus últimos mensajes antes de que la enfermedad se lo llevara.

El Papa León es un nuevo capítulo-- nació y creció en Estados Unidos, pero pasó gran parte de su vida adulta en Perú. Como muchos de nuestros pacientes, es un emigrante. Con esperanza en nuestro corazón, miramos hacia una Iglesia que construya puentes y fomente el entendimiento entre pueblos y naciones.

En los últimos meses, el ambiente en Casa Juan Diego ha cambiado. Al girar hacia la calle Rose, el estacionamiento está casi lleno, pero solo veo a una familia esperando tranquilamente la distribución de alimentos. Normalmente, el patio bulle de familias charlando, y las risas se extienden por el aire matutino. Dentro, la sala de espera está llena, pero inusualmente silenciosa: solo algunos pacientes hablan en voz baja. Antes, era un espacio ruidoso donde las voces competían por la atención.

Las visitas a la clínica siguen siendo un mosaico de humanidades: seguimientos rutinarios, resurtidos de medicamentos, nuevos pacientes con enfermedades agudas y quienes buscan ayuda para pagar recetas costosas, pruebas diagnósticas y dispositivos médicos. Hoy llegó un hombre con un melanoma maligno. Ya había pagado casi $500 de su bolsillo por la evaluación inicial y la biopsia. Ahora enfrentaba una factura de $800 por la extirpación del tumor. Tras revisar los cargos, le preguntamos a Luisa si Casa Juan Diego podía ayudar. Como casi siempre, la clínica intervino, cubriendo el costo con un cheque a la oficina de dermatología.

A lo largo de los años, los rostros y las historias de nuestros pacientes han dejado una huella imborrable en mi corazón: historias de inmenso sufrimiento y una valentía inimaginable. Historias de caminatas por la selva panameña, de enfrentarse al peligro y al agotamiento, todo por la esperanza de una vida más segura en Estados Unidos. Una historia que llevo conmigo es la de Chris (nombre ficticio para proteger su privacidad).

Chris llegó por primera vez a Casa Juan Diego en el invierno de 2021. Tenía 28 años, era hondureño y llevaba muchos meses enfermo, pero tenía miedo de buscar ayuda. Estaba bajando de peso y la visión de un ojo se deterioraba rápidamente. No está claro por qué evitaba los hospitales locales del condado, pero sospecho que el miedo a ser indocumentado y no poder hablar inglés lo mantuvo alejado. Un amigo de la familia finalmente le habló de Casa Juan Diego.

Le diagnosticamos a Chris un VIH avanzado. Durante los últimos cuatro años, lo he visto innumerables veces tanto en Casa Juan Diego como en

Legacy Health, donde también trabajo como médico especialista en VIH. En cada visita, Chris sonríe. Es difícil conciliar esa alegría con el rostro del hombre frágil que entró por nuestras puertas. Ha recuperado gran parte de su salud, incluyendo visión parcial en su ojo derecho, un testimonio de resiliencia y atención.

Al igual que Chris, casi todos los pacientes cargan con la pesada carga de la ansiedad: miedo arraigado en ser indocumentados, aislados por el idioma y vulnerables a los prejuicios. Esa ansiedad ha aumentado últimamente, ensombreciendo cada aspecto de sus vidas y su salud.

Dejar Casa Juan Diego a menudo me trae de vuelta a mis tiempos de mis estudios en medicina cuando soñaba con trabajar como misionero en tierras lejanas. Sin embargo, aquí estoy, atendiendo a personas de todo el mundo, a solo kilómetros de mi casa.

El costo sigue siendo un desafío constante. Compramos medicamentos para nuestros pacientes. Sin embargo, muchos de ellos padecen diabetes y obesidad, afecciones que pueden mejorar con medicamentos más nuevos, a menudo con precios muy superiores a su alcance. Los programas de asistencia para recetas rara vez se extienden a personas que no son ciudadanas, y este dilema pesa mucho sobre todos los médicos de la clínica. Estamos decididos a encontrar maneras de llevar los tratamientos más modernos a quienes más los necesitan.

Al reflexionar sobre el legado espiritual de Dorothy Day, veo el poder de la sencillez-- el acto radical de ver a Cristo en cada persona que conocemos, tomando literalmente en serio las palabras de Jesús. Cada jueves por la mañana en Casa Juan Diego es una comunión con el cuerpo de Cristo: cada paciente es un encuentro sagrado.

Nunca he salido de esta clínica sin sentirme más enriquecido y lleno de esperanza. Estoy profundamente agradecido con Luisa Zwick (y Marcos), cuyo compromiso inquebrantable durante 45 años ha hecho de Casa Juan Diego un santuario para los emigrantes en Houston. A través de ella y de todo el personal, este lugar es un faro de compasión y dignidad.

Yo partí de Venezuela buscando un futuro mejor, para poder ayudar a mi madre y a mis hijos, ya que en Venezuela la situación está crítica. Comencé a migrar cuando llegué a Colombia, pasé por un pueblo llamado Acandí. Estuve en una casa escondida y, a la vez, esperando una lancha para que nos llevara a una montaña llamada La Llorona.

De ahí comenzamos la travesía y una triste realidad: el hambre, la deshidratación. Cuando llegamos a la cima de la montaña, había una parte que le decían Las Banderas. De ahí, al bajarla, era muy empinada; se caían al precipicio porque era muy parada (niños, adultos, ancianos). Fue algo que yo viví. Es impresionante por qué el pueblo de Venezuela tenía que sufrir tanto.

Cuando los guías nos llevaron al Darién y nos dejaron en esa selva con ese río, de ahí empezaba la travesía y el miedo. Trataba de

Mi gran historia de migrante todo lo que tuve que pasar

las personas sola porque ellos sí caminaban rápido y yo no.

llegar rápido y atravesar el río; solamente me acompañó nuestro Señor Jesucristo. Me dejaron sola, porque la gente caminaba rápido y yo no. Me dejaron atrás, y tuve que acampar yo sola debajo de un árbol cuyas ramas caían al suelo. Ahí escampé. El único que me dio fortaleza fue Jesucristo de Nazareno. El amor a Dios fue tan grande que no sentía miedo ni hambre.

Pero en esa selva, perdí mi pasaporte. Cuando amaneció, sentía el rugir de los gorilas. De ahí, caminando y atravesando el río, bebiendo agua de las cascadas, me pasaban más personas y me ayudaban a atravesar el río. Yo iba por el segundo día. Me encontré con unas personas que me dieron de comer, ropa seca y mucho dulce piloncillo para reanimarme. Se hizo la noche, y me dieron alojo en esa carpa. Amaneció de nuevo para el tercer día. Me dejaban

Más adelante, en esa selva boscosa, escuché un ruido y me escondí entre una maleza. No me vieron. Eran dos indígenas armados con machetes muy afilados. De repente venían unos migrantes. Eran 10 personas, entre ellas una muchacha de 16 años. Esos hombres atacaron a esa gente y a la muchacha se la llevaron para violarla. Dos hombres le pegaron, y yo estaba escondida. Ellos no me vieron. Yo a ellos sí y a la muchacha cuando la violaban y los golpes que le daban. Salí de ahí, y no me vieron. Comencé a caminar. Me tropecé con una piedra sólida, muy resbalosa y peligrosa. Más adelante llegaron unos venezolanos que me ayudaron, pero también me robaron toda la ropa y cuarenta y cinco dólares, que era lo único que me acompañaba. Después de pasar eso, yo me les perdí porque ellos querían más plata. Rescataron a una muchacha que traía el pie roto y no podía caminar. Eran los mismos dos que me robaron.

Pasando las piedras grandes, me subí a otra piedra, y un haitiano me ayudó. Ya después de esas caídas y tropezones, al final llegamos a unas lanchas que estaban esperando a los migrantes. Me fui con ellos a otro pueblo de Panamá que le decían Pueblo Chiquito. La ONU nos prestó atención médica y comida.

Dormí en el suelo sin una sábana ni una cobija porque todo me lo robaron esos hombres malos. Luego me monté en otra lancha que me llevó a una parada de bus, y yo con mis ampollas en los pies, sin uñas en los dedos. Por fin salimos de Panamá y atravesamos los países cercanos como Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala y México.

Cuando me llamaron por teléfono, que ya podía pasar a los Estados Unidos por una cita CBP1 el 22 de agosto, no encontré lo que todo el mundo decía: el sueño americano, sino una pesadilla americana. Es muy frustrante lo que yo pasé solamente por tratar de ayudar a mi madre y a mis hijos. Yo vine con ese sueño, pero no fue así.

Llegué con unas amigas y un amigo en Denton,Texas, en una traila. Yo pasé la noche ahí. Al siguiente día me quitaron 3 mil pesos mexicanos. Yo no sabía que ellos se iban para otro lugar que ni conozco. Yo no sabía nada de lo que estaban tramando, y me quedé sola en esa traila. La dueña preguntó por ellos, y yo no le supe dar razón. Me echó el 4 de enero de este año. Llamé a los policías, me llevaron para un refugio en Denton.

Ese mismo día conocí a una cubana, a un muchacho de Venezuela y a un señor que se acercó y dijo que en otra ciudad daban ayuda. Nos dejó en un shelter con una desilusión.

Artista: Angel Valdez

para llegar a los Estados Unidos por para llegar aquí

Entonces era peor todavía: hacíamos la cola para que nos dieran para dormir y, a veces, no había cama.

En ese ir y venir, una señora que su hija la había abandonado que está en silla de ruedas, me conmovió. Yo la llevé a que comiera y se bañara. Yo me la llevaba.a comer a una iglesia y la traía para el shelter.

Una mañana la llevé para que su hermano la llevara al médico. Hablé con él para que la sacara de la calle, porque ella sufre de azúcar en la sangre, o sea, diabetes. Por un accidente de tránsito quedó en silla de ruedas. Hablé con su hermano porque yo ya me iba para México, D.F. y no quería que ella quedara sola en la calle. Una mañana vinieron a buscarla y, después, yo me fui a pedir ayuda. Una empresa me ayudó con los pasajes.

Me fui porque mucha mala e injusticia, no conseguí trabajo porque era muy lenta, y me sentía mal de mis rodillas  Me sentí alegre porque me iba a encontrar con mi hermana mexicana.

Pero cuando me monté en el bus, con los pasajes comprados que me habían regalado, para irme a México, llegué a una parte que se llama Laredo, Texas. Cuando pasé por el puente, en toda la aduana de Estados Unidos y México, ya había pisado tierra mexicana. Un señor de algún cartel, me bajó del bus y me trató como si yo fuera una cualquiera.

Yo, con las ilusiones por el suelo y la tristeza, me abrumé. Mi corazón... cuando me devolvieron para Laredo, pasé triste por la calle de Laredo, solitaria con mi padre celestial, Dios. En eso, otra señora de Honduras fue devuelta con sus dos hijos, y nos encontramos en

con CB1. Ahí estuvimos en Laredo hasta que nos dieron los pasajes para Houston, Texas. Llegamos al apartamento de su amigo. Me vine con ella, pero me dijo que se iba con su hija. Yo le dije que no era carga para nadie, que me hicieran el favor de llevarme a un refugio para preguntar si me aceptaban.

la terminal de bus para pedir la plata o para que nos llevaran por Piedras Negras. Ellos dijeron que no pasaban por Piedras Negras. Un señor nos recomendó pasar la noche en un refugio en Laredo, Texas. Pudimos entrar otra vez en Estados Unidos por haber entrado

Me dejaron botada en un refugio de niños.

Como todas las trabajadoras hablaban inglés, tuve que pasar la noche en un montecito donde pasaba el tren, porque ellos me habían dejado botada.

Al otro día, como si alguien me dijera: “Ve, no pierdas la fe porque te llevo a un lugar donde vas a descansar”. Ya amaneció. Vi venir un carro, se paró donde yo estaba durmiendo, y se bajó una señora, como si fuera mi Dios Padre de gloria que la hubiera traído. Yo le pregunté si hablaba español y me respondió que sí. Ella me dio de comer, me dio agua, me llevó a un hotel, me bañé y pude dormir. Después pasé la noche, y al otro día me buscaron y me trajeron a esta casa hogar: Casa Juan Diego, donde me han dado ánimo y la fortaleza que yo necesito. Me dieron ropa, calzado, mucho amor. Son muy humildes de corazón y muy cariñosas. Son mi familia, ya que mi familia está en Venezuela. Las trabajadoras o colaboradoras siempre las llevo en mi corazón. Así que, cuando vaya para Venezuela, primeramente, Dios, les hablaré a mis nietos de ellas.  Ellas me llevaron al médico cuando me enfermé, me llaman los taxis, o sea, Lyft. Están muy pendientes de mí. Yo le agradezco a Dios que me trajeron a la Casa Juan Diego. Se lo digo de corazón: nunca me voy a olvidar de Casa Hogar Juan Diego.

Y esta es una parte de mi historia como migrante. Estoy batallando para poder regresar a Venezuela que  no tengo pasaporte. Mi mamá está muy mala y me quiero regresar.

Artista: L.V. Diaz

El Papa León XIV

de Dios. Los pobres representan a todos aquellos que han sido rechazados según los estándares humanos, pero son aceptados por Dios» (Johnson, 22).

Johnson nos recuerda que Dios está obrando en estas palabras de Jesús registradas por San Lucas en las Bienaventuranzas: «transformando valores, desafiando percepciones: los poderosos son derribados, los humildes son enaltecidos» (111). Algunos han llamado a esto la «Gran Reversión» de los valores del mundo.

Las palabras del Evangelio de San Lucas no difieren de las palabras del Papa León en su homilía de la primera Misa con los Cardenales tras el cónclave: «Incluso hoy en día, existen muchos lugares donde la fe cristiana se considera absurda, reservada para los débiles y los ignorantes. Entornos donde se prefieren otras seguridades, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer.

En su siguiente homilía, nuestro nuevo Santo Padre enfatizó las realidades actuales que pueden ser iluminadas por las Bienaventuranzas del Evangelio de Lucas: «En este tiempo nuestro, todavía vemos demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a la diferencia y un paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres.»

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El Gran Llamado a la Unidad del Papa León XIV

En su homilía de la Misa de inicio de su pontificado, el 9 de mayo, el Papa León XIII hizo un ferviente llamado a la unidad en la Iglesia y en el mundo.

Hermanos y hermanas, quisiera que nuestro primer gran deseo sea por una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado.

“En palabras de San Agustín: «La Iglesia está formada por todos aquellos que están en armonía con sus hermanos y hermanas y que aman al prójimo”.(Sermón 359,9).

“Por nuestra parte, queremos ser un pequeño fermento de unidad, comunión y fraternidad en el mundo. Queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Miren a Cristo! ¡Acérquense más a él! ¡Acojan su palabra que ilumina y consuela! Escuchen su propuesta de amor y convirtámonos en su única familia: somos uno en Cristo. Este es el camino que debemos recorrer juntos, entre nosotros, pero también con nuestras iglesias cristianas hermanas, con quienes siguen otros caminos religiosos, con quienes buscan a Dios, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo donde reine la paz”.

El Papa León XIV y el Papa Benedicto XVI sobre fronteras y divisiones

En su homilía de Pentecostés de este junio, el Papa León se refirió a la homilía de Pentecostés del Papa Benedicto XVI de 2005, cuando dijo: «La Iglesia debe abrir las fronteras entre los pueblos y derribar las barreras entre las clases y las razas. En ella no puede haber ni olvidados ni despreciados.

El Papa León continuó hablando de cómo el Espíritu Santo derriba barreras y abre todo tipo de fronteras, tanto en nuestras relaciones con los demás como entre los pueblos. Concluyó: “Invoquemos el Espíritu de amor y de paz, para que abra las fronteras, abata los muros, disuelva el odio y nos ayude a vivir como hijos del único Padre que está en el cielo. “

Referencias:

Luke Timothy Johnson, The Gospel of Luke. (Sacra Pagina series, Daniel J. Harrington, S.J., Editor.) Liturgical Press, 1991.

Papa León XIV. Homilía de la Celebración Eucarística con Motivo del Inicio del Ministerio Petrino,18 de mayo 2025.

Papa León XIV. Homilía de la Misa Pro Ecclesia celebrada por Papa León XIV con los Cardinales, May 9, 2025.

Papa León XIV Santa Misa en la Solemnidad de Pentecostés, 8 de junio 2025.

Biblia de Estudio SBL. Nueva Versión Estándar Revisada. Edición actualizada. 2023

Artista: L.V. Diaz

¿Que hay en un nombre?

Con el tiempo, cada bebé recibe un nombre que otra persona elige para él o ella. Por lo general, sus padres son los seleccionadores de los no mbres ya que recuerdan a algún familiar, reflexionan sobre un poema, un mes o alguien a quien admiran. En el caso de un Papa, la elección de un nombre para esta nueva vida, por lo general, tiene que ver con una inspiración o un recuerdo en la Iglesia que les llega mientras trabajan en un cónclave o tal vez incluso antes, en un momento de inspiración y con el empujo del Espíritu Santo.

El papa León XIV admitió haber tenido algo de esta experiencia. Pensaba en León XIII y en la encíclica Rerum Novarum. Y lo que sucedió en las últimas semanas, como resultado de la elección del nombre, es que la cultura popular en el mundo latinoamericano ha utilizado su nombre, Leo y su significado como león para escribir algunas canciones latinas muy conmovedoras y rítmicas que mencionan a Leo, el león rugiendo justicia y compasión y enviando al león Leo a cuidar ovejas de la misma manera que Pedro fue invitado a pastorear.

La Rerum Novarum significa de las Cosas Nuevas y el Papa León XIII en 1891 estaba abordando un desafío, un problema, una crisis provocada y en el contexto de la revolución industrial donde las personas que buscaban trabajo y un salario digno no tenían poder de negociar ni bastantes recursos. También escribe en una época en la que la amenaza del socialismo/ comunismo acechaba para promover la revolución contra la injusticia por medios violentos.

Un principio básico de este documento es que todo el mundo tiene derecho a poseer tierras, una promesa para el jardín restaurado. La tierra también se identifica con el derecho al trabajo para satisfacer sus necesidades y las de sus familias.

Este derecho incluye el derecho de ganar un salario y de la adquisición de bienes suficientes que puedan dejarse como herencia para los hijos.

El Estado, en caso de extrema necesidad, debe ser buscado como fuente de ayuda pública.

La enseñanza del Evangelio es la obra de la Iglesia, que emplea los medios necesarios para consultar y buscar soluciones a los problemas y a los intereses de la clase obrera. En el número 22 de este documento, el derecho de poseer y usar las riquezas no exime a nadie de atender las necesidades de los demás de la siguiente manera: y de compartirlas sin vacilación cuando otros estén en necesidad. El Estado debe reconocer los derechos de todos por igual y trabajar por caminos de justicia distributiva. El Papa León XIII también mostró el derecho a la huelga para lograr mejores condiciones de trabajo cuando fuera necesario, y de la conciencia de las condiciones que eran tan terribles que la inmigración era la única vía para que algunos lograran una vida estable, segura y plena para sus familias.

El Papa León XIV mencionó a León XIII y a la Rerum Novarum... de las Cosas Nuevas como una razón para su elección del nombre e indicado por esta elección, un deseo de trabajar por la justicia social tan necesaria en el mundo de hoy. No obstante, desea continuar el legado de trabajo de su predecesor inmediato, el Papa Francisco.

El Movimiento del Trabajador Católico y la Rerum Novarum

El Movimiento del Trabajador Católico tiene como uno de sus pilares fundacionales el concepto de personalismo comunitario, un espejo de las intuiciones históricas de la Rerum Novarum que enfatiza la importancia de cada persona en el mundo y

en el lugar de trabajo. Subraya que el trabajador no es la moneda del reino, sino un individuo con derechos y dignidad que no pueden ser cambiados por bajos salarios, aceptados por necesidad para alimentar y vestir a una familia. Y que esa persona tenga derecho a un salario que le garantice la posibilidad de tiempo para descansar, para la familia y para optar por mejores situaciones y condiciones laborales. El personalismo va más allá del lugar de trabajo y significa que todo el que llega a la puerta de una casa del Trabajador Católico, con una necesidad, es atendido, saludado y visto como un huésped, no como un cliente y, por lo tanto, merece la atención y la preocupación de los Trabajadores, porque así esperamos a la persona de Cristo en la puerta.

La Hermana Elena, de las Hermanas de la Caridad de Leavenworth, ha venido varias veces en los últimos años para pasar algunas semanas viviendo y trabajando con nosotros en Casa Juan Diego. Anteriormente, había pasado muchos años trabajando en Perú.

El Papa León XIII, autor de la Rerum Novarum

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