

Queridos amigos de la Casa Juan Diego
La alegría de la Navidad llega como un gran regalo, irrumpiendo en la desesperación, la tristeza y el miedo a la violencia que nos rodea a nosotros y a otros en muchas partes del mundo.
Todo el alboroto sobre las compras navideñas (desde el 4 de julio) simplemente no puede ahogar la Buena Nueva de esta Noche de Paz: ¡Jesús nació en un establo en Belén con los pobres! Todavía estamos en el establo de la Casa Juan Diego, donde esperamos a Jesús en la persona de los pobres (Recuerden Mateo 25: 3-1 ss..Jesús dijo: “lo que hagáis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hacéis” y cada día viene Jesús.
Él viene a nosotros en hombres, mujeres y niños, muchos de los cuales viajan buscando evitar el hambre para ellos y especialmente para sus hijos. Viene en los que están moribundos o amenazados de muerte o en aquellos que vienen con moretones, en los hombres a los que han disparado por la espalda, en los que los ladrones les han roto las piernas. Muchos vienen a buscar una cama. Ofrecer hospitalidad sigue siendo nuestro trabajo más duro, ya que pueden pasar muchas cosas cuando la gente está con nosotros día y noche. Siempre hay alguien enfermo o con una enfermedad grave, o está naciendo un bebé.


Cada semana, un millar de hambrientos habitantes de Houston acuden también a nuestras clínicas en busca de alimentos y medicinas. Con su ayuda y la del Banco de Alimentos de Houston trabajamos organizando y distribuyendo la comida (compramos arroz y frijoles por paletas). Lo peor de la Casa Jun Diego es el flujo constante de sufrimiento, pobreza, indigencia, abandono, las víctimas de la violencia que llegan a nuestras puertas, la sombra de la Cruz ya presente en la encarnación. Estamos desbordados. No podemos acoger a todos los que vienen a quedarse.
Pero lo mejor de la Casa Juan Diego es el flujo constante de sufrimiento, pobreza, indigencia, abandono, víctimas de la violencia contra los inmigrantes que llegan a nuestras puertas, lo que nos da la oportunidad de seguir las huellas de Jesús y vivir el Evangelio. La esperanza de la Resurrección está ahí y es más fuerte que la muerte. Sí, estamos abrumados, pero sobrevivimos, por la gracia de Dios, a través de la fe que obra en el amor. ¡Gracia asombrosa!
Le escribimos para pedirte ayuda con “lo mejor” de la Casa Juan Diego. Te necesitamos tanto como necesitamos a los pobres para vivir el Evangelio. Tu generosidad irá a los pobres. No hay sueldos en Casa Juan Diego. También necesitamos tus oraciones.Muchas, muchas gracias.
Que el espíritu de la Navidad los acompañe mientras celebramos la fe por encima de las compras navideñas.
Muy agradecidos
Luisa Zwick y todos en Casa Juan Diego
Artist: Angel Valdez
NUESTRAS NECESIDADES
Se puede entregar las donaciones o enviados a:
Casa Juan Diego 4818 Rose Street Houston, TX 77007
• Sudaderas con capucha
• Cobijas
• Almohadas
• Sábanas
• Pantalones de mezclilla para hombres
• Zapatos tenis para hombres, mujeres o niños
• Toallas húmedas para bebés
• Leche formula para bebé
• Pañales para adultos
• Sabanitas
• Ollas y platos para la cocina, cubiertos
• Champú
• Pasta para dientes
• Desodorante
• Razuradoras desechables
• Jabón para el cuerpo
• Aceite para cocinar
• Latas de verduras
• Atún o pollo enlatado


Casa Juan Diego fue fundada en 1980, según el modelo de Dorothy Day y Peter Maurin, para servir a inmigrantes y refugiados y los pobres. De una pequeña casa ha crecido a diez casas. Casa Juan Diego publica un periódico, El Trabajador Católico de Houston, cuatro veces al año para compartir los valores del movimiento Trabajador Católico y las historias de los inmigrantes y refugiados arrancados de sus paises por las realidades de la economía global.
• Oficina central de donaciones de comida: 4818 Rose, Houston, TX 77007
Para mandar una carta o un cheque: P.O. Box 70113, Houston, TX 77270
• Centro de distribución de comida: 4818 Rose, Houston, TX 77007
Centro para mujeres: Hospitalidad y servicio para mujeres inmigrantes con sus hijos.
• Asistencia a personas paralizadas o gravemente enfermos en la comunidad.
• Casa Don Marcos para hombres: Hospitalidad para hombres que son nuevos inmigrantes.
• Casa Don Bosco: Para hombres enfermos o heridos.
• Casa Maria: Centro de servicios sociales y clinica medica 6101 Edgemoor, Houston, TX 77081
• Clinica Médica Casa Juan Diego 4810 Rose, Houston, TX 77007
• Liturgia: en español los miércoles a las 7:00 p.m.
EDITORIAL Luisa Zwick y Susan Gallagher
TRADUCCIÓN Sofía Rubio, Blanca Flores, Lupita Guzman
TRABAJADORES CATÓLICOS Dawn McCarty, Joaquín Zwick
Meg Thompson, Priscilla Acuña-Mena, Marie Abernathy Nathan O’Halloran, Kevin Macleod, Luisa Zwick DIRECTOR DE TECNOLOGÍA Joaquín Zwick DISEÑO Beatrice Garcia Castillo CIRCULACIÓN Stephen Lucas
EQUIPO DE AYUDANTES Wilmer Salazar, Ramiro Rescalvo Julian Juárez, Daniel De la Garza, Juan Manuel Chavez, Diego Contreras, Frowan Zambrano, Michael Tandioy Ever Cuero, William Huerta, Steven Manzano
GRUPO DE APOYO PERMANENTE Luisa Zwick, Stephen Lucas
Andy Durham, Betsy Escobar, Dawn McCarty
Kent Keith, Pam Janks, Julia Gallagher, Monica Hatcher Monica Creixell, Joaquín Zwick
MÉDICOS VOLUNTARIOS.............................. Drs. John Butler, Yu Yah, Laura Porterfield, Dario Zuniga, Roseanne Popp, CCVI Homero Achondo, Deepa Lyengar, Mohammed Zare
Maya Mayekar, Joan Killen, Stella Fitzgibbons
Enrique Batres, Wm. Lindsey
DENTISTAS Drs. Peter Gambertoglio, Michael Morris
Mercedes Berger, José Lopez, Justin Seaman
Maged Shokralla, Florence Zare
CASA MARIA Juliana Zapata y Manuel Soto

MARCOS ZWICK – Fundador
Trabajador Católico de Houston Vol. XLIV, No. 4
Artist: Angel Valdez
LA ENCARNACIÓN Recibir al Señor en el pobre, en el extranjero, en el desolado.
Por Luisa Zwick
Artist: Angel Valdez

Parece que a veces los católicos olvidamos mencionar que el Señor Jesús nos dijo explícitamente por qué fue enviado por el Espíritu del Señor, al citar la profecía del Antiguo Testamento. Experiencias recientes nos lo recordaron. Recibimos una llamada de un hospital preguntando si podíamos aceptar a una madre de 18 años con dos bebés gemelos que no tenía a dónde ir. No había estado mucho tiempo en los Estados Unidos. Nos alegramos de tener espacio para ellas. Cuando llegaron las niñas, las mujeres de la casa se unieron en solidaridad para ayudarlas.
Apenas recientemente habíamos recibido a una mujer cuyo hermano había sido asesinado por pandillas en Ecuador. También vinieron a pedir ayuda tres hombres que habían perdido una pierna o que tenían una machucada. Un hombre que quedó ciego por un asalto en la calle vino de nuevo para pedir ayuda (lo ayudamos a viajar a Harvard para recibir un tratamiento experimental para sus ojos).
Estas experiencias nos recordaron la explicación del propio Señor sobre su Encarnación en nuestra tierra. Las palabras del Señor están registradas en el capítulo 4 del Evangelio de San Lucas:
El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque él me ha ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos, a recuperar la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, y proclamar el año de gracia del Señor.
“Hoy este pasaje de la Escritura (del libro de Isaías) se ha cumplido en presencia suya”
El cantico de María, el Magníficat, conocido y amado por tantas generaciones, afirma, esta misión que el Señor nos ha encomendado:
Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava. Porque he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones, porque ha hecho grandes cosas en mí el Poderoso, y santo es su nombre, y su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen.
Ha hecho proezas con su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos, y enalteció a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió con las manos vacías. Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia, como había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre.
Los refugiados y los pobres que llegan a nosotros son considerados a menudo como los más humildes. La Encarnación, la presencia de Cristo en nuestro mundo, es el corazón del misterio del cristianismo. Estamos agradecidos de poder participar en su misión de llevar buenas nuevas y ayuda práctica a los pobres y a los que han sufrido.
No siempre hablamos mucho de la Biblia con las personas que vienen a nosotros, pero aquí estamos. Generalmente no sabemos si quienes vienen a nuestra puerta en busca de ayuda son creyentes o no. No predicamos en nuestra puerta. Nuestra manera de compartir el Evangelio ha sido con los sacerdotes que se han rotado para celebrar la Misa los miércoles por la noche para quienes se alojan en nuestras casas de hospitalidad.
Dorothy Day no hacía hincapié en el proselitismo entre los pobres. Tampoco hacemos distinción entre los que acuden a nosotros en busca de ayuda, sean creyentes o no creyentes, dignos o indignos, aunque con frecuencia descubrimos que los pobres y los que han sufrido mucho ponen su esperanza en Dios. Tratamos de escuchar lo que la gente nos pide, aunque a menudo no podamos resolver sus problemas.
A veces nos identificamos con el comentario de Georges Bernanos: “Las personas piadosas tienen sin duda muchas cosas que decir a los incrédulos, pero a menudo también podrían tener muchas cosas que aprender de estos hermanos infelices, y corren el riesgo de no saber nunca cuáles son esas cosas porque nunca dejan de hablar” (Hans Urs von Balthasar, Bernanos, Una existencia eclesial).
Cristo es la norma concreta de la ééica cristiana
Hans Urs von Balthasar, como muchos Papas recientes, enfatiza la idea de la misión, de seguir a Jesús en nuestras vidas, entregadas por el mundo: “La idea de ética de Balthasar, al tiempo que reconoce el valor de la ley natural, subraya que Cristo es la norma concreta de la ética cristiana, que transformó dramáticamente el significado de la autocomprensión cristiana de la existencia moral en términos de misión y discipulado” (Carolyn A. Chau, Solidaridad con el mundo, p. 129).
Sabemos por las propias palabras y el ejemplo del Señor que la misión y el discipulado cristianos enfatizan a los pobres y a los que sufren, no solo a los exitosos. La Encarnación es para todos.
Como escribió recientemente Tony Magliano: “¡Dios todopoderoso reveló de las maneras más claras el valor inestimable de la humanidad al hacerse humildemente uno de nosotros, caminar con nosotros, enseñarnos, sufrir por nosotros, morir por nosotros y resucitar de entre los muertos por nosotros!”
¿EXISTE EL DESPLAZAMIENTO FORZADO POR EL CAMBIO CLIMÁTICO?
Desgraciadamente, sí
por

En México y Centroamérica el desplazamiento forzado se da principalmente por el crimen organizado; sin embargo, hay otra causa menos conocida que afecta mayoritariamente a mujeres y niños
El desplazamiento forzado en muchas regiones de México y de Centroamérica tiene, como es obvio, una primera causa: la violencia de las organizaciones criminales que operan en vastas zonas de la región en total impunidad.
La segunda causa es la pobreza y la falta de oportunidades de empleo. Sin embargo, hay una tercera causa de migración que casi nadie reconoce: la que se produce por efecto del cambio climático.
Según el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos (IDMC, por sus siglas en inglés), la principal fuente mundial de datos y análisis sobre el desplazamiento interno, “México es propenso a una amplia gama de peligros meteorológicos y geofísicos, y varios estados se ven afectados por la violencia criminal y de otro tipo, todo lo cual conduce al desplazamiento interno”.
Los desastres ligados en parte al cambio climático provocaron 19 mil desplazamientos en el año 2021. Los principales desastres en este renglón son inundaciones, movimiento de masas húmedas, incendios forestales, temperatura extrema, sequía, huracanes y tormentas extremas. “Ningún país es inmune al desplazamiento por desastres, pero podemos ver una diferencia en cómo el desplazamiento afecta a las personas en los países que se preparan y planifican sus impactos y en aquellos que no lo hacen”, escribe Alexandra Bilak, directora del IDMC.
Aunque en México existen iniciativas de ley, la mayor parte de ellas se dirigen a la violencia, dejando a un lado, casi sin reconocerlo, el desplazamiento interno por efecto de cambio climático. Y en este sentido, la geografía de los desastres climáticos coincide con la geografía de la pobreza, de la vulnerabilidad que provoca la pobreza
DOS GEOGRAFÍAS Y UN ROSTRO
Datos contenidos en el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático indican que en México hay 24 millones de personas vulnerables a las inundaciones, causa principal de los desplazamientos asociados a desastres y en crecimiento por el calentamiento global (la temporada de huracanes de 2024 es un ejemplo de este incremento).
En otras palabras, de los 2 mil 477 municipios que hay en México, 480 son “altamente vulnerables” a efectos de cambio climático, y 880 son “moderadamente vulnerables”. De seguir así las cosas en el país, según los investigadores, en 2050 aproximadamente 27 millones de personas estarán en riesgo de desplazamiento interno por causas del cambio climático.
Los efectos del cambio climático varían de país en país, pero se pueden englobar en aumento de la temperatura global, degradación de la tierra, aumento del nivel del mar, sequías, desertificación, inundaciones y fenómenos hidrometeorológicos más intensos.
Y si la geografía del desastre corresponde a la geografía de la pobreza, el rostro principal de los desplazamientos internos es de las mujeres y las niñas. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en México y Centroamérica, es 14 veces más probable que una niña o una mujer muera por fenómenos climáticos que un varón.
En este sentido, el Instituto para las Mujeres en la Migración A. C. (IMUMI) ha recomendado al Estado mexicano que es fundamental ampliar la protección jurídica para las personas desplazadas por efectos climáticos, especialmente de las niñas y las mujeres, “ya que actualmente dicho marco es casi inexistente”.
Reimprimido con permiso de Aleteia.

Artist: L.V. Diaz
Jaime Septién
Un establo era la casa del Señor
Por el Papa Francisco
Angelus, 22 de diciembre 2013
Leo allí, escrito en grande: «Los pobres no pueden esperar». ¡Es hermoso! Y esto me hace pensar que Jesús nació en un establo, no en una casa. Después tuvo que huir, ir a Egipto para salvar la vida. Al final, volvió a su casa, a Nazaret. Hoy pienso, al leer ese cartel, en tantas familias sin casa, sea porque jamás la han tenido, sea porque la han perdido por diversos motivos. Familia y casa van unidos. Es muy difícil llevar adelante una familia sin habitar en una casa. En estos días de Navidad, invito a todos — personas, entidades sociales, autoridades — a hacer todo lo posible para que cada familia pueda tener una casa.
Artist: Angel Valdez

Homilía,
24 de diciembre 2017
En los pasos de José y María se esconden tantos pasos. Vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar. Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra. En muchos de los casos esa marcha está cargada de esperanza, cargada de futuro; en muchos otros, esa marcha tiene solo un nombre: sobrevivencia. Sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente.
María y José, los que no tenían lugar, son los primeros en abrazar a aquel que viene a darnos carta de ciudadanía a todos. Aquel que en su pobreza y pequeñez denuncia y manifiesta que el verdadero poder y la auténtica libertad es la que cubre y socorre la fragilidad del más débil.
Migrantes secuestrados en México
Por una huésped que llegó a Casa Juan Diego


Soy migrante venezolana y fui secuestrada junto a mi familia por el cartel de Jalisco Nueva Generación en Reynosa, Tamaulipas, México. Fuimos a Reynosa porque teníamos fecha para entrar con la CBP one. Llegamos al aeropuerto y tomamos un taxi. Dicho taxista fue quién nos entregó al cartel. Cuando fuimos intervenidos nos subieron a otras camionetas y nos llevaron a una casa. Esos días fueron tristes y vacíos. Nos daban una comida al día y decían que si nuestra familia no pagaba 3,800 dólares nos iban a asesinar. Cabe recordar que no éramos la única familia. Habían alrededor de 30 familias, el cual les pegaban a los hombres y violaban a las niñas y adolescentes. A las mujeres nos desnudaban y nos ponían a cocinar para ellos y nos tocaban nuestro cuerpo mientras consumían drogas. Mi familia, gracias a Dios y su misericordia, pudieron juntar el dinero para nuestro rescate. Nos liberaron a Matamoros, Tamaulipas, ya que nuestra cita era el día 28 de junio a las 6:00 a.m. Y por fin salimos de México. Dicho país nos hizo sufrir y llorar lágrimas de sangre desde el día que tocamos suelo mexIcano.
“UNA REVOLUCIÓN DEL CORAZÓN”: Una lección de cambio
por Mary Chen
Era el invierno de 2022 y estaba en mi último año de estudios universitarios de biología en la Universidad de Notre Dame. Decidí pasar un año sabático entre la graduación y el inicio de la escuela de medicina, así que planeé un viaje a las Hermanas de la Caridad de Cincinnati en Nuevo México para discernir un año sabático de servicio. Dio la casualidad de que el Título 42, la restricción de salud pública por COVID-19 que afecta a los migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México, estaba terminando. En pleno invierno, miles de familias y niños migrantes hicieron fila afuera de algunos refugios en el centro de El Paso. Con esta imagen arraigada en mi cabeza en el vuelo de regreso a casa, hice la promesa de pasar mi año sabático para brindar un ministerio de acompañamiento.
Mi introducción a Casa Juan Diego, una casa de hospitalidad del Catholic Worker en Houston, fue fortuita. Dos ex voluntarias de Notre Dame resultaron ser algunas de mis amigas más cercanas. Durante un almuerzo en el comedor con la voluntaria de verano Lorenza, ella comentó que Casa, como se le conoce cariñosamente al lugar, es un lugar especial porque el amor de Dios se hace presente a través de la acción. Percibí que Casa me permitiría dar algo a los demás y me comprometi a un año de servicio en el Trabajador Católico de Houston.
Inmediatamente después de mi llegada al refugio, me puse en acción, saludando a los huéspedes de la casa en español y conociendo al único huésped chino en la casa. Hablamos durante más de una hora en chino mandarín sobre su aterrador viaje a los EE. UU. Su voz temblaba al describir su viaje desde Brasil hasta la frontera entre EE. UU. y México, su separación de su compañero de viaje en el centro de detención y la firma de documentos escritos en inglés que no podía leer. Me enteré de que esta era su primera conversación real desde que llegó a Casa hace unos meses. Una de mis compañeras de trabajo, Marjorie, comentó que el cambio en ella era notable: de callada y asustada, a ahora sonriendo y riendo.
Empecé a reconocer las limitaciones de una sola casa para atender todas las necesidades de los inmigrantes recién llegados a Houston. Desde rechazar a familias con hijos adolescentes a quienes no tenemos capacidad para albergar, hasta exceder nuestra capacidad máxima al alojar a una familia en la clínica, me encontré cuánto cambio estaba realmente logrando. Cuando le planteé estas preguntas a la cofundadora de Casa, Louise Zwick, ella comentó que ésta era nuestra realidad como católicos; incluso en una sociedad que simpatiza con los pobres y vulnerables, siempre habrá más trabajo por hacer.

Artist: Angel Valdez
A partir del simple acto de escuchar las historias de los migrantes, comencé a recibir los dones de estas personas y sus vidas. Cuando el idioma falló, vivir en comunidad fue suficiente para superar la brecha.
Cuando nuestras soluciones humanas fallan, Dios siempre provee. Justo cuando perdí la esperanza de ayudar a un padre y a su hijo adolescente, llegó una solución: una organización en Houston que conecta a familias que buscan refugio con otras familias migrantes que se ofrecen como voluntarias para albergarlos. Cuando casi toda la ropa interior o las almohadas se han regalado, llega una donación. Médicos, estudiantes de medicina y voluntarios se presentan a la clínica semana tras semana. A menudo he pensado: “¿Cómo van a poder pagar estas personas el alquiler mensual después de mudarse de Casa sin la posibilidad de trabajar?” Me gusta pensar que Dios proporciona otras personas para ayudarlos.
Trabajar en un sistema que no funciona puede ser frustrante. En nuestras discusiones semanales de “Clarificación de Pensamientos” del miércoles, aprendí una lección importante. Dorothy Day, cofundadora del Movimiento del Trabajador Católico, creía que lo que se necesitaba para cambiar la sociedad para mejor no era una revolución violenta, sino una “revolución del corazón”. Aquí en el Trabajador Católico de Houston, comencé a creer que nuestro verdadero trabajo como cristianos no es crear un programa político o social; más bien, nuestras mismas acciones que defienden la dignidad de la persona son una lucha revolucionaria contra la fuerzas que degradan y deshumanizan a la humanidad.
Lo que se suponía que iba a ser un año de creación de cambios se convirtió en un año de cambio. En Casa Juan Diego, mi corazón se transformó para amar a Cristo disfrazado de pobre.
Casa Juan Diego es Mi Casa
Mi nombre es Mirabel y esta es mi historia. Las incertidumbres y los acontecimientos a veces hacen que uno se pregunte dónde podría llamar hogar, qué comer después, dónde encontrar seguridad y cómo vivir sin sentirse vacío. Casa Juan Diego en Houston, Texas, fue ese lugar para mí en el momento, lugar y con las personas adecuadas listas para abrazarme, llenar mi corazón de amor, albergarme, alimentarme y brindarme un lugar seguro para vivir. Es por estos servicios que me brindaron que todavía considero el lugar mi hogar, más de 20 años después de la última vez que viví allí.
Con los modestos medios de Casa Juan Diego, no me sentí hambrienta porque compartían todo lo que tenían. Viví allí por un tiempo y no tenía nada que dar a cambio, ya que no tenía nada que compartir. Sin embargo, tuve amabilidad para compartir con quienes vivían allí en ese momento, ya que todos éramos extraños entre nosotros. Aunque nos sentíamos como extraños, no nos considerábamos extraños, ya que la comida se servía de una cocina a una mesa larga mientras nos reuníamos alrededor para comer.
Aunque mi transición no hubiera sido posible sin el apoyo de Marcos (RIP) y Luisa Zwick. Además, todos los voluntarios que trabajaban allí durante mi estancia fueron mis ángeles. Cuando miro hacia atrás, me siento afortunada de tener ahora una segunda madre gracias a mi estancia allí. Por ello, el deseo de mi corazón siempre es volver para decir “Gracias”.
Después de obtener mi estatus legal, me mudé de Casa Juan Diego para continuar mi educación. Hoy puedo ayudar a otros porque me ayudaron y apoyaron. Seguí una carrera de enfermería, empezando como cuidadora, luego como enfermera y ahora como Enfermera Familiar de Practica Avanzada que sale todos los días a cuidar de comunidades vulnerables, como los pacientes de edad avanzada con enfermedades crónicas y condiciones multi-mórbidas.
Mi travesía, que comenzó en Casa Juan Diego, me ha dado una compasión extra y una experiencia directa de lo que otros atraviesan todos los días. Actualmente, mientras trabajo en mi doctorado en Enfermería y Psiquiatría, sigo sintiéndome agradecida con mis raíces y eso es Casa Juan Diego: un lugar al que orgullosamente llamo hogar.
Gracias por alimentarme cuando no tenía nada para comer, vestirme cuando tenía poca o ninguna ropa y brindarme un espacio seguro donde quedarme cuando me sentía sin hogar. Mi perfil de hoy es porque ustedes regaron mis raíces. Estoy eternamente agradecida y solo puedo continuar haciendo los actos de bondad que ustedes me enseñaron hacia los demás donde sea que me encuentre con otras personas que necesitan ayuda.
Gracias, Mirabel

CARTA AL EDITOR

Soy Mario Iantorno, sacerdote salesiano argentino, de 93 años, 76 de salesiano y 66 de sacerdocio. Estaba en Colombia en los años 80 cuando me enteré de Casa Juan Diego, por el amigo Jaime Díaz de CODECAL. Desde entonces los sigo boletín a boletín, admirando su obra magnífica porque también trabajé siete años en México y conozco personalmente el drama de la migración. Más de una vez tuve la tentación de ir a ayudarlos, pero al fin he seguido en las tareas que me encomendaron en lo que es mi especialización, la educación. Rezo por ustedes y les pido una oración para agradecerle al Señor todo lo que ha regalado de vida y de posibilidades por propagar su Reino. Un recuerdo para Marcos que nos mira desde el cielo y un cariño para Luisa que sigue en la brecha.
Mario Iantorno, SDB
Artist: Angel Valdez