Carta de Acción de Gracias
La vida en Casa Juan Diego es como estar enfrente de una eterna cinta transportadora viendo pasar a innumerables personas con un sin fin de necesidades. La gente viene por comida, por hospitalidad, por consejos, por ayuda para sobrevivir, por maneras para enfrentar el sistema legal, por maneras para ayudar a sus hijos a salir adelante en la escuela, por una silla de ruedas o pañales de adultos cuando están heridos, por una cobija para el frío, por ayuda para transportar un pariente, o para ver a un doctor voluntario de nuestra clínica. Recibimos llamadas de la frontera, de abogados de asociaciones sin fines de lucro, de Inmigración para recibir nuevos refugiados, de los hospitales de Houston para ayudar a los que están heridos o gravemente enfermos.
Todo el mundo hace su parte para apoyar a Casa Juan Diego. Personas del área de Houston y de todos los Estados Unidos respondieron otra vez este año a nuestra carta de Navidad con fondos para sostener nuestras Obras de Misericordia, con pañales de adultos y sabanitas para los enfermos, con mochilas, sudaderas, ropa y juguetes nuevos, ropa interior y productos de baño para inmigrantes y refugiados, sin mencionar la comida donada para los que tienen hambre.
Peter Maurin, cofundador del Movimiento del Trabajador Católico, creía que la práctica de las Obras de Misericordia involucraba más que simplemente recibir al Señor en los pobres, curar heridas y lavar los pies (como acción simbólica), aunque esto fuera un trabajo increíble y un testimonio del Evangelio. Observando las vidas de los santos, él entendió que la práctica también podía ser revolucionaria, que vivir el Evangelio era un método único de cambiar el orden social: Como él lo dijo, “El orden social fue construido por los primeros cristianos mediante la práctica diaria de las Siete Obras de Misericordia Corporales y de las Siete Obras de Misericordia Espirituales.”
Estamos, muy agradecidos con las personas tan generosas que apoyan a Casa Juan Diego y al periódico del Trabajador Católico de Houston. Además estamos agradecidos con las muchas personas quienes hablan de “nuestro trabajo como el suyo- las que hablan con belleza de “sus” esfuerzos en “su propia” Casa Juan Diego. Ellos se han dado cuenta de que la revolución del corazón, de que vivir el Evangelio es la manera de cambiar el orden social.
Gracias a todos ustedes por compartir en la Epifanía del Señor por medio de las Obras de Misericordia.
Luisa y todos en Casa Juan Diego.
Solidaridad y la unidad del sufrimiento
Por Evan Bednarz
Evan es un Trabajador Católico en Casa Juan Diego. Él viene a nosotros de un monasterio trapense. Al crecer, era una tradición para mi familia viajar al centro de Chicago para ver una interpretación de Dickens ‘Un Cuento de Navidad’. Aunque conocía bien la historia, nunca me dejó de entretener, tal vez entendiendo incluso cuando era niño que el bien y el mal luchaba dentro de mí como Scrooge. Un año, cuando mi familia y yo salimos del cálido vestíbulo del teatro al frío de la noche de noviembre, un grupo de personas rodeaba algo. Mientras buscábamos la
Migrante asesinado mientras esperaba en la frontera
por Dawn McCarty, PH.D, LMSW
salida, la gente estaba parada, preocupada por un hombre tirado en la acera. Al principio, me horroricé, porque pensé que estaba muerto, pero todavía estaba respirando, y mi madre me explicó en voz baja que solo había bebido demasiado. Alguien ya había llamado a una ambulancia, y sin nada más que hacer, mis padres nos condujeron a mi hermano, mi hermana y a mí al auto.
Dos décadas después, todavía recuerdo la cortesía con la que eludimos al hombre sin hogar y la sensación de temor que perturba el calor festivo del cambio de corazón de
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Hace algunos días, recibimos noticias de que el hermano de uno de nuestros huéspedes en Casa Juan Diego, que había sido forzado a esperar su fecha de audiencia en una Corte de Estados Unidos en uno de los campamentos de refugiados en la frontera en México, fue asesinado. No sabemos todavía los detalles, pero un compañero inmigrante que también estaba esperando en México mientras el gobierno de Estados Unidos retrasa y obstruye su proceso de aplicación de asilo político, mandó una foto del cuerpo de su hermano, me imagino que como una prueba formal de su muerte para mostrarla y que hubiera testigos.
El hermano sobreviviente vino a la oficina para darnos la terrible noticia. Su hermano, después de haber seguido cada regla de las leyes internacionales y de E.U. para aplicar para el asilo político, después de haber mostrado exitosamente un miedo creíble de
Otra tragedia Le negaron el visado y se cortó el cuello
por Jaime Septién
El caso de este migrante vuelve a poner el foco en la tragedia silenciosa que sigue teniendo lugar en el Río Grande
Aunque se haya desviado la atención de la frontera entre México y Estados Unidos hacía la tensión en Oriente Medio y la posibilidad de una conflagración entre Estados Unidos e Irán, lo cierto es que la crisis humanitaria en esta franja limítrofe de 3.169 kilómetros de longitud continúa vigente. Quizá más vigente que nunca.
persecución y de haber recibido una fecha para su audiencia en la corte de inmigración, fue enviado a la fuerza a lo que es hoy probablemente el lugar más peligroso de la Tierra para los inmigrantes: el lado mexicano de la frontera entre México y E.U.A. A la administración le gusta llamarla la política de “Mantenerse en México”, pero el nombre oficial es “Protocolo de Protección al Migrante”. Es como en la novela distópica, 1984, cuando Orwell usó las palabras, “La Guerra es la paz”, “La libertad es la Esclavitud” y “La ignorancia es la fuerza”. En los Estados Unidos del 2019, “La Protección al Migrante” está mandando a la gente que está huyendo por su vida a ciudades controladas por las pandillas criminales, cuya fuente de ingresos es el secuestro de personas aplicando para asilo político y la extorsión de sus familias en sus países de origen.
Esta misma semana se ha conocido otro episodio más de la desesperación de miles de personas provenientes de México y América Central que intentan buscar refugio en Estados Unidos: un migrante mexicano que buscaba asilo, al no obtenerlo se suicidó cortándose la yugular en el lado mexicano del puente fronterizo sobre el Río Bravo (llamado también Río Grande) que comunica la población de Pharr (Texas) con Reynosa (Tamaulipas).
En el último año, la política de contención migratoria de Estados Unidos, a través de la Patrulla Fronteriza y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, detuvo aproximadamente a un millón de inmigrantes sin papeles (88 por ciento más que en 2018) que querían cruzar a su territorio; muchos de ellos en busca de refugio o asilo.
Gran parte de los detenidos son personas o grupos de familias que se han cansado de esperar en México (en la modalidad del programa conocido como Remain in Mexico) que se resuelva su situación migratoria y se aventuran, a como dé lugar, a internarse en Estados Unidos. En muchas ocasiones esta “espera” en México dura entre seis y ocho meses, tiempo en que sobre todo las mujeres y los pequeños están expuestos a vejaciones y Continúa en la página 6
Vol. XL, No.
Publicación de Casa Juan Diego Casa de Hospitalidad enero-marzo 2020
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Angel
Valdez
Mark Zwick Fundador
por Margarita Spesia
Margarita es una Trabajadora Católica en Casa Juan Diego. Se graduó el año pasado de la Universidad de Notre Dame.
“La única respuesta en esta vida a la soledad que todos en algún momento sentimos, es comunidad”. Dorothy Day, El Deber del Deleite: Los Diarios de Dorothy Day, ( 184). Al pasar por la puerta de entrada a la bulliciosa entrada de Casa Juan Diego en agosto pasado, estaba ansiosa por comenzar la vida como Trabajadora Católica y, sin embargo, llena de incertidumbre, preguntándome qué tenía exactamente para ofrecer. Con solo mi maleta, un amor por Dorothy Day y una confianza a prueba en la intercesión de San Juan Diego como maestro en el arte de donarse, no estaba segura de cuál podría ser mi papel aquí. Sin embargo, los días aquí están llenos (y llenos y llenos), con una coexistencia de más bendición y de amor de lo que nunca antes había presenciado y la casa no tardaría mucho en absorberme a su ritmo. Pronto estaba dando la bienvenida a invitados, voluntarios y donantes a través de la misma puerta de entrada con una frecuencia que, a veces, era impresionante. Cuando llega una persona por primera vez, ya sea que haya venido a vivir, trabajar o donar, reconozco la pregunta que tuve en mi cara el primer día: ¿Es este un lugar para mí? ¿ Soy bienvenido? ¿Soy necesario?
En mis primeras semanas como Trabajadora Católica, canalicé mi pasión infantil por organizar espectáculos familiares de talentos y comencé a “anunciar” una próxima Noche de Talentos, pidiendo a todos en la casa de las mujeres que participaran. La noche del programa, la hoja de inscripción estaba llena, el aire zumbaba de emoción y las mujeres y los niños de la casa se acomodaron en sus asientos para disfrutar de las actuaciones. Sin embargo, rápidamente se hizo evidente que, por ansiosos que
La alegría es más plena contigo
Ángel Valdez
estuviéramos todos de ver, todos tenían miedo de actuar. Después de que las primeras personas en la hoja de inscripción se arrepintieron, dos chicas valientemente subieron al escenario improvisado para bailar. Sin embargo, cuando comenzó la música, se quedaron quietas, demasiado paralizadas frente a nosotros. No importa, les dimos un fuerte aplauso y nos dirigimos al siguiente participante.
Martha (nombre cambiado) era una niña de primer grado que se había inscrito para saltar la cuerda. Uno de los voluntarios se enteró del plan de Martha y compró una cuerda nueva para saltar en preparación para el programa. Cuando llegó silenciosamente ante las sillas reunidas, sonrió nerviosamente y probó su primer salto. Se tropezó con la cuerda, pero se encontró con un estallido de aplausos. Sorprendida por la abrumadora respuesta entusiasta, su sonrisa tímida creció y se aceleró, saltando cada vez más rápido mientras su pequeña audiencia vitoreaba y gritaba para apoyarla. Ahora radiante,
un voluntario habitual llega en su día regular y se dedica a las mismas tareas de la semana anterior, la alegría se vuelve más plena. Cuando se lleva una donación a la puerta y una nueva persona toma una copia del periódico, la alegría se hace más. Puedo decir esto con certeza, no porque soy ingenua ante las pesadas cargas que podría traer un nuevo huésped o el volumen de trabajo que requiere la casa, sino porque he sido testiga de que es cierto. Cada persona que se une al coro que Casa Juan Diego ha estado cantando durante las últimas cuatro décadas se suma a la melodía entusiasta.
invitados no solo a mirar, sino a ponernos de pie y unirnos. La respuesta a mi incertidumbre cuando todo lo que tenía era mi maleta, un amor por Dorothy Day y una amistad con Juan Diego fue sí, esto es un lugar para ti. La respuesta a esas caras interrogantes de los recién llegados es un rotundo sí: este es un lugar para ustedes. La respuesta a una tímida saltadora de la cuerda y aquellos que la siguieron es sí, te necesitan. Que todos tengamos el coraje de ponernos de pie y unirnos a la canción.
se detuvo para recuperar el aliento y le dimos un último aplauso. Para nuestra sorpresa, Martha no había terminado. Ella repitió todo el acto con el mismo gusto. La audiencia se volvió loca, con los vítores que resonaban en las paredes de nuestro comedor.
A partir de este momento, el programa adquirió una nueva vida. Niños y adultos saltaron para compartir una amplia gama de talentos, desde cantar y bailar hasta leer las Escrituras. Algunas personas realmente tenían lo que objetivamente se puede llamar “talento”. Otros, incluido yo misma, solo querían unirse a la diversión. Todos recibieron un estruendoso aplauso. Con cada estallido de vítores, resonaba una de las grandes lecciones de Casa Juan Diego: la alegría es más plena contigo
Este mensaje central del Trabajador Católico se me ha revelado una y otra vez en mis pocos meses en la casa. Cuando alguien llega a la puerta sin otro lugar a donde ir y necesita refugio, la alegría se multiplica. Cuando
Como cristianos y como miembros del movimiento del Trabajador Católico, no estamos llamados a simplemente sentarnos y esperar que alguien más (quizás los más calificados) se levante y exhiba sus talentos. Estamos llamados a participar. Quizás no porque tengamos un don o servicio tangible que nadie más pueda proporcionar, sino simplemente porque se nos necesita exactamente como somos. Es una invitación que se extiende de innumerables maneras: a través de la Eucaristía, a través de nuestro vecino, a través de este periódico. Todos hemos sido
Como nuestros lectores pueden unirse a la alegría de Casa Juan Diego
1. Venga una mañana o tarde cada semana y haga lo que sea necesario, como: cocinar, lavar platos, trapear pisos, escribir notas de agradecimiento, organizar un almacén, llevar a un huésped al hospital, clínica o abogado, ayudar a distribuir comida a los pobres.
2. Done Maseca, aceite de cocina de tamaño apropiado para una familia de enfermos y heridos, sillas de ruedas, ropa interior, Continúa en la página 6
Página 2 Trabajador
de Houston
Católico
por Hermano Francis,O. Cist.
El hermano Francis, (Christopher Gruber) está trabajando en su doctorado en filosofía en Roma.
Es, con un sentido de admiración, que recuerdo mi estancia en Casa Juan Diego (CJD), en el verano de 2012. Estoy convencido de que esta sensación de asombro puedo atribuirla a uno de los aspectos más únicos que lo definen. Es un hecho innegable que, ahí suceden más cosas en un día, de lo que nunca, nadie, podrá comprender. El complicado carácter de esta obra, no es únicamente atribuible al simple volúmen de personas a las que ayudan y/o a los servicios prestados. Aún a un nivel puramente sociológico, uno se sentiría muy presionado para poder determinar el gran alcance y efecto que se deriva de los esfuerzos en CJD. Lo que es más, es un trabajo incomprensible que no se puede reducir al nivel de solamente “cantidad” de servicios prestados. El trabajo es de una calidad inagotable, colocándolo así, a un nivel inalcanzable. CJD es, un evento constante, interminable. No hay forma de poder seguir el alcance de la influencia derivada del trabajo realizado en CJD. No hay una forma de poder medir la magnitud del trabajo, pues, en CJD son capaces de producir un efecto tan importante, que no veo la forma de cuantificar la calidad y la trascendencia del mismo.
-Realización de accieon retardada Poco tiempo después de abandonar CJD, ya para empezar mi maestría en Chicago, experimenté lo que podría describirse como “una toma de conciencia de acción retardada” por la magnitud del trabajo y del proyecto del que yo había sido una parte.
Durante una ardua caminata desde la Universidad, a través de zonas urbanas del centro de Chicago, iba yo pasando frente a personas que no tenían un hogar, solamente tenían unas cuantas cobijas. Me empezó a perturbar la indiferencia de todo el mundo, incluyendo la mía también, y encontraba razones para no
Reflexiones sobre Casa Juan Diego
responsabilizarme de esta especie de “no entidades sociales”, que siguen siendo, inevitablemente, seres humanos condenados a resistir el crudo invierno del norte sin un lugar en dónde refugiarse. Me preguntaba a mi mismo, “¿No hay nadie que se preocupe por estos seres humanos, vistos como una carga sucia y gravosa, en una sociedad de primer mundo? ¿No hay nadie que escuche las exigentes palabras de Jesús en relación a “nuestro prójimo”, a “éstos prójimos” en necesidad?”
En momentos como éstos era cuando yo hacía conciencia de la gran trascendencia del proyecto del que yo había formado parte, de la labor que se realiza, día y noche, en Houston, en CJD.
Empecé entonces, a ver a la Iglesia Universal como un “todo”, y comencé a darme cuenta qué tan importante sea la actividad en otros órganos de la Iglesia, que, el servicio personal, cercano, directo a los pobres, inspirado en la fé, es, probablemente, la más fiel adhesión y el testimonio más convincente a la ortodoxia existente.
Como escribí en un ensayo sobre el inmenso proyecto de los Zwick, para mostrar la medida de ortodoxia que se manifiesta más claramente mientras más nos conformamos al Evangelio: “Hay una sencilla prueba que queremos proponer para evaluar qué tan cerca está una filosofía o una forma de vida del Evangelio. Así como si fuera un mapa en nuestras manos, así deberíamos mirar al Evangelio y las Escrituras. Si estamos “dando de comer al hambriento”, “dando la bienvenida al extranjero”, “vistiendo al desnudo”, (y eso, sin mencionar que lo hacemos en un espíritu de fé viviente), pueden estar seguros de que han llegado al lugar correcto”. Contrario a la opinión que prevalece en algunos círculos, la ortodoxia no se puede reducir únicamente al riesgo mayor, o a algún potencial teórico margen de error, ni a un razonamiento puramente teológico. La ortodoxia es el corazón de la orto-práctica, eternamente
celosamente precaución, si, de escuchar, pero, principalmente, de vivir la Palabra. (Santiago 1:22). En la íntima fidelidad al trabajo en CJD, (contrario a la mencionada con frecuencia obra escatológica en Mateo 25), me inclino a traer a mi mente las impresionantes palabras de Lucas 14: “Cuando ofezcas un banquete, invita a los pobres, a los cojos, a los ciegos, y serás dichoso, porque no te
hombres. Estaba yo afuera, mirando el atardecer, en ese espíritu de paz y trascendencia que invade después de la misa, cuando un hombre grande, americano, con las piernas curveadas -no un inmigrantese adentró en la casa. Me dijo que tenía mucha necesidad, y que si sería posible que le encontraramos un lugar para pasar la noche. Sabíendo que no sería posible encontrarle un refugio para
pueden corresponder, y Dios te recompensará en la resurrección de los justos”.
Me recuerda a mi mismo de que nunca en mi vida, he escuchado o leído nada como esto en ningún otro lugar. No debemos desesperarnos de que una caridad concreta, exigida por el Evangelio siga siendo una idea hermosa, que nunca ha sido llevada a la acción, o tal vez, aún más peligroso, ha sido transformada en una inocua metáfora, que anula su significado original, literal y directo, pero que encuentra esperanza en su vivencia actual en lugares como CJD. -Dos RemediosMis recuerdos de CJD, solamente pueden ser recuperados a través del lente de siete años de introspección y, por ello, no son impecablemente objetivos. Son, más bien, mis impresiones personales, y mis recuerdos a través del tiempo. Entre la comunidad principalmente atendida en CJD -inmigrantes huyendo de tribulación en sus países de origen- llegué a formar algunas relaciones que nunca olvidaré.
La primera imágen indeleble, sucedió un miércoles después de la misa vespertina en la casa de los
dormir esa noche, le pedí que esperara un momento, mientras, yo iba a hablar con la persona al cargo, Don Marcos. Sentía yo una incomodidad por la intromisión tan inoportuna de este hombre tan grande que pedía ayuda, a esta hora, en este lugar que, contrario a cualquier otro lugar al que podría haber acudido, no podía aceptarlo. Sin embargo, aún en medio de la molestia, tan humana de mi naturaleza caída, recuerdo con agradecimiento que la situación no me incomodó de forma tan importante, pues, recordaba las palabras que el sacerdote acababa de proclamar durante la misa. Y a la hora de la Consagración, sobre el anuncio del Huésped de la hostia, y nuestra fé al respecto, a través de las especies del vino y del pan, y la convicción que me decía que ese hombre tan grande, (y por cuya interrupción me sentí ligeramente movido), ¿También era un presagio de la presencia real de Nuestro Señor como El que era, El que es, y El que ha de venir? ¿No es el mismo Señor El que llegaba a mí, en la imágen de este menesteroso y sombrío extraño?
Fue un acierto llevar al hombre con Marcos. Me
quedé con Marcos, ya en ese entonces, entrado en años, para ver si podía asistirlo y apoyarlo, en una de tantas encomiendas que enfrentaba Marcos a lo largo de cada día. El hombre explicó a Marcos su situación, y nuevamente explicó su necesidad de tener un lugar para pasar la noche, y de su decisión de negarse a pasar la noche en un albergue grande en la ciudad. Marcos, no pudiendo ofrecerle un lugar para pasar la noche, sacó dinero de su bolsillo y, espontáneamente se lo dió al hombre, indicándole, muy amablemente, que eso le debería alcanzar para pagar una noche de hotel. El hombre, mostrándose muy complacido, agradeció a Marcos, y, reanimado, hasta jocoso, platicó lo feliz que se sentía por no tener que ir a un shelter, ya que había ahí personas que robaban sus pertenencias. La segunda historia se refiere al trabajo de cualquier Trabajador Católico, trabajando en CJD. Este trabajo consiste en llevar a los huéspedes de CJD a sus citas médicas, aquí con un ligero cambio.
Bethune
Luisa me explicó que el huésped al que llevaría yo, no era un huésped “per se”, si no, más bien, este era un hombre de Iraq que sufría de problemas mentales, que vivía en otro refugio, pero también atendido por CJD. Cuando llegué con mi vehículo, el hombre ya estaba esperando afuera. Su disposición, gentil, aunque atormentada, dócil, no como una virtud en si, sino como la docilidad de alguien un poco desvalido y menesteroso, carente de confianza, o, así me lo pareció. Mientras íbamos circulando, intenté entablar plática con él. En ese intento de ser culturalmente sensible, y, a la vez, deseoso de cumplir con la natural tarea religiosa de nuestra Ade
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Viene
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Angel Valdez
Por el P. Rafael Dávila, M.M.
Letanía basada en la plática del Papa Francisco a la Asociación Internacional de Derecho Penal, celebrada en Roma nov. 13-16 en el ámbito de “Justicia Criminal y Negocios Corporativos.”
• De la cultura del descarte y del odio, líbranos Señor.
• De la reaparición del Nazismo, líbranos Señor.
• Del incentivo a la violencia y el uso desproporcionado de la fuerza, líbranos Señor
• Del uso indebido de la prisión preventiva, líbranos Señor.
• De la sobrepoblación y tortura en las prisiones, líbranos Señor.
• De los abusos de las fuerzas de seguridad, líbranos Señor.
• De la criminalización de la protesta social, líbranos Señor.
• Del abuso de la detención preventiva, líbranos Señor.
• Del repudio de las garantías y procedimientos penales más elementales, líbranos Señor.
• De la escasa atención o la
Una letanía de salvación
ausencia de atención a los crímenes de los más poderosos, líbranos Señor.
• De la macro delincuencia de las corporaciones para los crímenes en contra de la humanidad, líbranos Señor.
• De los crímenes que llevan al hambre, la pobreza, la migración forzada, líbranos Señor.
• De la muerte causada por enfermedades prevenibles, líbranos Señor.
• De desastres ambientales, líbranos Señor.
• Del asesinato de la gente indígena, líbranos Señor.
• Del crimen organizado del capital financiero global en contra de la gente y del ambiente, líbranos Señor.
• De la deuda exagerada de los estados, líbranos Señor.
• De la “idolatría del mercado” y el principio de maximización del beneficio, líbranos Señor.
• Del saqueo de los recursos naturales del planeta, líbranos Señor.
• De los pecados de ecocidio en contra del medio ambiente, líbranos Señor.
• De la contaminación masiva
La travesía
del aire, de la tierra y del agua, líbranos Señor.
• De la gran escala de destruction de la flora y la fauna, líbranos Señor.
• De las acciones que producen un desatarse ecológico o la destrucción de un ecosistema, líbranos Señor.
• De la destrucción de los ecosistemas de un territorio específico como un crimen en contra de la paz, líbranos Señor.
• Del abuso de la “prisión preventiva” con gente encarcelada sin tener condena criminal, líbranos Señor.
• Del incentivo involuntario a la violencia, justificando crímenes de las fuerzas de seguridad, líbranos Señor.
• De la “demagogia punitiva” comúnmente racista o dirigida hacia grupos marginados, líbranos Señor.
O Señor de toda la creación y de toda la humanidad, te pedimos humildemente que nos libres de estos males y que nos llenes de sabiduría y valor para enfrentarnos a estos males, llévanos a obras espirituales y a obras de misericordia corporales de misericordia.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Nueva película rinde homenaje al objetor de conciencia
Por Tom Eggleston, M.Div. Tom Eggleston es ministro de cuidado pastoral en una gran parroquia católica en Holland, Michigan. También es miembro del personal voluntario de la Catholic Peace Fellowship.
por Una huésped
Mi historia empieza desde que salí de mi país por miedo a que me matara el gobierno de mi país, Nicaragua.
Cuando llegué a México fui secuestrada por la mafia, donde me tuvieron cinco días en cautiverio, donde fui violada por cinco hombres, no se ni cuantas veces.
Pude escaparme de ahí y entré a como pude a Estados Unidos de Norteamérica. Los Oficiales de Migración me pusieron en custodia y estuve presa 15 días en una celda (hielera) donde fui maltrada y humillada por el solo hecho de ser inmigrante que pide refugio en este país.
Después, me llevaron a
unas carpas en el desierto a las cuales les deseamos olvidar (las carpas del olvido). Estuve ahí con alrededor de 800 mujeres,
durmiendo en el suelo, aguantando sol, lluvia, hambre, frio, y sin poder bañarnos. Solo cada ocho días nos permitían bañarnos,
lavarnos los dientes, pero sin cambiarnos la ropa. Todo eso, más el maltrato de los Oficiales de Inmigración y acoso de Oficiales de rango. que acosaban a las jovencitas de 18 añõs.
Después de estar 52 días presa ahí más 15 días en el otro lugar, me mandaron a Juarez a esperar corte sin importarles que ahí había sido secuestrada y violada. Nunca me permitieron entrar al país y tuve que ingresar ilegal porque la mafia ya me había encontrado.
Al fin llegué y hoy voy a poder ver a mi esposo por fin.
Gracias a Casa Juan Diego por ayudarme.
El P. Daniel Berrigan escribe en un poema “hacer la paz es difícil / difícil casi como una guerra”. En las semanas desde que vi la última película de Terrence Malick, Una Vida Oculta, parece que no puedo sacudirme las palabras del profeta poeta Berrigan. La película muestra la metanoia del objetor de conciencia católico y mártir, ahora beatificado, Franz Jägerstätter. Una Vida Oculta mantiene el curso de las imágenes dolorosamente bellas de Malick junto con la historia del trabajo duro de la vida rural y, por supuesto, la desventurada violencia del régimen nazi. En esencia, Una Vida Oculta es una película biográfica que representa los últimos años del beato Franz. Para las personas que tienen una devoción por el beato Franz Jägerstätter, la trama de la película se desarrolla como lo hizo su vida: un viaje del agricultor al objetor de conciencia, al mártir. Jägerstätter vivió en Sankt Radegund en las montañas de Austria. Como se muestra en la película, él era un humilde campesino, un esposo y padre dedicado. Sin embargo, su vida cambió drásticamente cuando las fuerzas del nazismo llegaron a la
apartada aldea, lo que llevó a su reclutamiento en las fuerzas armadas. En la película, su negativa por motivos religiosos a prestar juramento de fidelidad a Hitler, resulta en su arresto, tortura y asesinato. Cabe señalar también que, además de su aborrecimiento al juramento, el histórico beato Franz Jägerstätter tampoco quería cooperar de ninguna manera con el esfuerzo de guerra nazi y también estaba preocupado por sus intentos de desmantelar la Iglesia. Si bien la trama puede dejarse al descubierto como se mencionó anteriormente, el trabajo de Malick agrega drama y peso a lo que es el viacrucis interno de un granjero camino al mártirio. Una gran cantidad de crédito, como en todos los asuntos relacionados con el beato Franz, se le debe a Gordon Zahn, quien una vez fue asesor de la Catholic Peace Fellowship. Debido a la obstinada erudición y al trabajo fiel de Zahn, incluso sabemos del beato Franz Jägerstätter, cuya historia de vida podría haberse perdido fácilmente en las arenas y la niebla de la historia y la guerra. El libro de Zahn sobre Jägerstätter, En Testigo Solitario, junto con la correspondencia publicada entre el esposo encarcelado y su esposa en Sankt Redegund, proporcionan el telón de fondo de las palabras que dan vida y belleza a través de las imágenes en movimiento de Malick.
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L.
V.
Díaz
Hacer la paz es difícil
Solidaridad y la unidad del sufrimiento
Viene de la página 1 Scrooge. Cuando estoy parado fuera de la estación Greyhound de Houston, el sentimiento vuelve a aparecer, un sentimiento que nuevamente quiero evitar. Quiero retirarme a la tranquilidad familiar que me convence de que es el problema de otra persona: de la ciudad, del gobierno, de la gente misma, pero no mío.
El padre Zosima de Los Hermanos Karamazov de Dostoievsky dice memorablemente: “Cada uno de nosotros es indudablemente culpable en nombre de todos y para todos en la tierra”. Incluso cuando tenía diez años era como si hubiera intuido esto, e incluso a los treinta años todavía estoy tratando de escapar de eso. En esa acera de Chicago no era simplemente un hombre sin hogar, sino una señal visible de la crueldad oculta del mundo en la que tendría mi propio papel que desempeñar. Así como el fantasma de Marley era una premonición para Scrooge, esa figura colapsada decía algo aterrador sobre mí.
Karl Rahner describió la existencia cristiana como una de perplejidad radical, diciendo: “Todos nuestros acertijos, nuestra ignorancia, nuestras decepciones no son más que precursores y primeras entregas de la perplejidad que consiste en perdernos completamente por amor en el misterio de Dios”. Vivir con ojos de fe es una experiencia desconcertante: ¿dónde está Dios en la turbulenta basura de los estacionamientos, el Viernes Negro o las fuerzas sociopolíticas que obligan a hombres, mujeres y niños a buscar refugio en lugares como Casa Juan Diego? Es desconcertante considerar que mi seguridad y conveniencia, sin mencionar el propio Viernes Negro, podría haberse ganado a expensas de los hombres con los que ahora vivo.
Hablando con un joven hondureño recientemente, me quedé estupefacto al saber que gana más en una hora aquí que en un día entero en su tierra.
Hace sentido que si la vida se desenvuelve solamente en el plano material, uno debería mantener estratégicamente los ojos cerrados como para evadir la melancolía que enmudece el alma y que aumenta cuando uno confronta la brutal realidad del sufrimiento del mundo.
El placer depende de evitar nuestro dolor, así como el de otros. Como un signo de contradicción en contra de nuestra alegría burguesa, la esperanza cristiana debe, en las palabras de J.B. Metz, ver con una “mística de ojos abiertos”: la perversa unidad del sufrimiento debe convertirse en una sombra de la solidaridad que compartimos en Cristo y en su Cuerpo, nuestra división, un precursor a la comunión a la que toda la humanidad es destinada. Me parece que el Trabajador Católico está fundado sobre no estremecerse ante la miseria del mundo sino en actuar de acuerdo con la luz brillando a través del Evangelio. Una luz que ante todo apunta a una cruz.
Cada vez más considero los aspectos políticos del trabajo realizado en Casa Juan Diego, no en términos de candidatos o elecciones, sino lo que significa presuponer que todo
ser humano, sin reserva, está hecho a imagen de Dios. Si aceptamos esto, estar sin hogar, la falta de vivienda se convierte en algo más que una molestia social o los despojos inevitables del mercado. Cristianamente hablando, es una condenación, una recreación cómplice del propio rechazo de Jesús. “Los pobres”, dijo Jesús, “siempre los tendrás contigo”. ¿Lo quiso decir fatalistamente, como algunos lo interpretarían, o como un llamado a la generosidad más allá de nuestra autopreocupación instintiva? No elegí ni merecí el privilegio que caracterizó mi educación, así como el joven hondureño no eligió ni mereció la pobreza y la violencia que lo llevaron a abandonar su hogar; en pocas palabras, son los mundos en los que fuimos puestos. Entonces, que compartamos el mismo techo y comidas es más que un arreglo práctico. Significa una oportunidad continua para mirar más allá de nuestros respectivos mundos hacia donde nuestra humanidad converge en la imagen de Dios.
Pierdo mis llaves siempre y mi español es pésimo, pero hay una confianza que Dios me ha dado: luchar por acompañar
es revolucionario. Puede ser tentador asociar hombres en Casa Juan Diego con documentos o países de origen, pero creo que lo que hace Casa Juan Diego se transmite bien con la apertura de Gaudium et spes: “Las alegrías y las esperanzas, el dolor y la angustia de la gente de nuestro tiempo, especialmente de los pobres o afligidos, son las alegrías y las esperanzas, el dolor y la angustia de los seguidores de Cristo también “. Escuchar historias bruscas de bandidos colombianos, selvas panameñas salvajes y centros de detención estadounidenses con fines de lucro, conocer a nuestros huéspedes como personas que están desesperadas por empezar vidas nuevas o trabajar para enviar dinero a sus familias por quienes están aún más desesperado por volver a ver, parece ser el verdadero trabajo que se está haciendo en Casa Juan Diego. Es la construcción de un mundo donde todos tienen un asiento a la mesa y todos son escuchados.
El consumo y la conveniencia que la mayoría de nosotros respiramos tan irreflexivamente como el aire, a través de sitios como
Amazon, Instagram y Apple, nos tienta constantemente hacia una somnolencia moral que nos hace incapaces de imaginar un mundo en el que sea más fácil ser buenos. Si podemos ser tan innovadores tecnológicamente como los algoritmos de Google, ¿por qué no podemos ser tan innovadores cívicamente? El temor que siento al pasar por las carpas ubicadas debajo de las carreteras interestatales o la claustrofobia intermitente de vivir cerca con otros treinta o cuarenta hombres son recordatorios sacramentales, creo, de la misión proclamada por Peter Maurin y Dorothy Day: tener menos para que otros puedan tener más; ser responsable de los pobres de su comunidad; haz pequeñas cosas con gran amor; cuando las personas a las que intentas ayudar se burlen de ti o te rechacen, ¡alégrate, porque tu amor se purifica de objetivos egoístas!
Es la misión y el privilegio de Casa Juan Diego brindar hospitalidad, al menos por la noche, al Cristo escondido en el camino, dándoles la bienvenida con arroz y frijoles, jabón y ropa interior, un lugar para descansar.
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“Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.” (Mateo 19:24)
violencia sin límite. Un mundo para todos, pide la Iglesia católica
En este contexto, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) concluyó este sábado 11 de enero la Semana Nacional de la Migración, con el tema Promoviendo una Iglesia y un Mundo para Todos.
La intención –como desde hace casi medio siglo que lleva de celebrarse—es “resaltar la situación de los inmigrantes y refugiados y unirse en oración para acompañarlos”.
El tema para la celebración de este año, pretende reflejar una realidad inocultable en Estados Unidos: que en tiempos en los que se cierran las puertas a los migrantes y refugiados (hay que recordar que este año fiscal 2020 el gobierno estadounidense ha fijado la cifra más baja de su historia de aceptación de refugiados en solo 18.000) la Iglesia sigue siendo “un lugar acogedor para todos los hijos de Dios”.
Mario E. Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la USCCB, ha destacado que “como un principio fundador de nuestro país, nosotros siempre hemos acogido a los inmigrantes y refugiados y a través de los servicios sociales y las buenas obras de la Iglesia, hemos acompañado a nuestros hermanos y hermanas en su integración a la vida diaria en Estados Unidos”.
El obispo Dorsonville agregó que la Semana Nacional de la Migración constituye “una oportunidad para que la Iglesia se una en oración y viva la visión del Santo Padre de dar la bienvenida a los inmigrantes y refugiados a nuestras comunidades y brindar oportunidades que los ayuden a ellos y a todas las personas de buena voluntad a prosperar”.
La experiencia en la frontera
La revista U.S. Catholic entrevistó al padre claretiano Carl Quebedeaux quien ha trabajado en Ciudad Juárez (frontera con El Paso, Texas),
Peligros para migrantes en la frontera
durante los últimos cuatro años.
La parroquia a la que sirve, Nuestra Señora de la Esperanza, se encuentra cerca de la barda que vislumbró el Papa Francisco (febrero de 2016) al visitar esta frontera entre Estados Unidos y México.
Testigo de primera fila del cambio que ha habido en la migración en los últimos dos años, con las caravanas de migrantes y refugiados de Honduras, El Salvador y Guatemala, el padre Quebedeaux señaló a U.S. Catholic que estas personas enfrentan una variedad de desafíos.
“Todos se han sacrificado enormemente al abandonar sus países. Todos buscan asilo y huyen de situaciones en las que sus vidas han sido amenazadas. Muchos han perdido seres queridos o han sido objeto de amenazas, agresiones, extorsiones y otras dificultades”.
El gobierno, las organizaciones sin fines de lucro y la Iglesia Católica están tratando de ayudar. Se han abierto varios refugios, y algunos migrantes han podido encontrar viviendas de alquiler en la ciudad. El gobierno federal mexicano ha abierto una gran instalación llamada Leona Vicario que actualmente alberga a más de 600 migrantes. Pero a pesar de
esto, la vivienda segura sigue siendo una lucha, y muchos migrantes regresan a su país de origen, a pesar de los peligros que enfrentan al regresar. A la pregunta sobre qué le gustaría al sacerdote claretiano que los católicos estadounidenses supieran sobre la crisis migratoria en la frontera, el padre Quebedeaux subrayó: “Los migrantes son personas nobles, generosas, fieles y trabajadoras que buscan asilo. Están huyendo de situaciones
de violencia, extorsión, tortura y amenazas contra ellos y sus familias”.
“Muchos tienen parientes en los Estados Unidos: tíos, primos, hermanos y hermanas que viven y trabajan allí. Esto les da la esperanza de una vida mejor para ellos y sus familias en un país más seguro”.
El perfil de los que emigran desde el sur
Las estadísticas muestran que la migración mexicana hacia Estados Unidos va a la baja mientras que al alza en los últimos siete años va la migración desde el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, conformado por Honduras, El Salvador y Guatemala. Entre los tres países suman tres millones de migrantes que ya viven en Estados Unidos y seis de cada diez están ahí de manera irregular.
La emigración desde El Salvador, Guatemala y Honduras hacia Estados Unidos sumó en el último año más de 800.000 personas, de acuerdo con las autoridades fronterizas. Una gran mayoría de ellos son familias enteras. Estos tres países sobrepasan ya a México como principal origen de los detenidos en el sur de Estados Unidos. Hoy por hoy, más de tres millones de migrantes de estos países viven la Unión Americana.
El estudio Tras las Huellas del Migrante realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con entrevistas a cerca de dos mil migrantes llegados a Estados Unidos desde el Triángulo Norte de Centroamérica los últimos diez años, confirma que “las tres causas principales por lo que familias enteras arriesgan todo por cruzar la frontera sur de México, cruzar el país e intentar internarse en territorio estadounidense son la búsqueda de oportunidades económicas, la reunificación familiar y la violencia en el país de origen”.
Ante esta realidad, el BID propone a los gobiernos de la zona (incluido, por supuesto, el país receptor) generar empleos de calidad para lograr un mayor arraigo en los países de origen; una mayor inversión pública y
privada, acompañada por un proceso de fortalecimiento institucional, y el combate efectivo a la violencia.
Esto, dice el estudio del BID permitiría dinamizar el sector productivo local y expandir las oportunidades económicas, reduciendo los incentivos para migrar. Por lo demás, la situación actual en las diversas
poblaciones de la frontera mexicana no hacen ver la posibilidad de que las cosas cambien en el plano político. La crisis sigue y miles de familias simplemente no hayan futuro para sus hijos. Reimprimido con permiso del autor Este artículo apareció en la página del web, Aleteîa.
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Página 6 Trabajador
de Houston
Católico
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Angel Valdez
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La fundación espiritual informa la obra de Casa Juan Diego
Viene de la página 3 labor, le pregunté si era participante activo de su fé, a lo que contestó que sí. Continué preguntándole si le gustaba la mezquita y la lectura del Corán, y, rápidamente, me contestó corrigiendo que, disfrutaba practicar su fé, pero que era cristiano y que leía la Biblia. Un tanto sorprendido, yo le pregunté si desde pequeño había sido educado en la fé cristiana. Me explicó que no, que se había convertido después de huir de la guerra de Irak y encontrar refugio en los Estados Unidos.
Lo dejé en su cita, y me dirigí apurado a hacer otras encomiendas, durante el largo plazo de una hora en que debía volver para recogerlo. Volví un poco retardado, y él ya estaba ahí, esperando afuera de la oficina del medico, tranquilo y confiado. Se subió al carro y lo llevé de regreso a su casa. Lo que hubiera podido ser solamente otra cita médica de rutina,que se convirtió en un momento más lleno de bendiciones.
Justo antes de bajar del auto, el hombre se volvió a estrechar mi mano para agradecer que lo había llevado a la cita. Observé a un hombre manso, ligeramente inseguro pero ahora animado, alejarse y desaparecer adentro del sencillo alojamiento dónde vivía. Solo una más de tantas víctimas desplazadas de las guerras de poderosas naciones, esfumándose en el mar de ese sub-mundo de refugiados esparcidos por toda la tierra.
A un nivel puramente objetivo, podría parecer bastante deprimente, pero, por obra del Espíritu Santo que, estoy convencido vivía y salía del corazón agradecido de ese hombre sencillo, pude comprender mejor que, el mundo, visto a través de los ojos de el Espíritu Santo, es muy diferente del mundo visto desde los medios masivos de comunicación, con sus propios intereses económicos, o, de los fluctuantes mercados de valores, solamente interesados en el trajín y el bullicio económicos, y, ciegos e indiferentes al singular, irrevocable ser humano común y corriente.
Siempre, de alguna manera, existe la posibilidad de la esperanza, como en la vida de este hombre desplazado, que, con un cierto sentido de orgullo, me describió su fé, y aunque roto, supo abrirse para expresar una especie de gratitud, reflejo del testimonio de un profundo corazón agradecido hacia un completo desconocido.
Para mí, semejantes historias son evidencias de la verdad de que una fuerza, mucho más grande que la puramente humana, trabaja, diligentemente en la CJD.
-Recuerdos de MarcosNo puedo concluir mis reflexiones sobre CJD sin dedicar un espacio al hombre que estaba detrás de todo: Marcos Zwick. Conocí a Marcos en mi primer día ahí. Solo unos minutos después de llegar ahí. Lo primero que me quedó claro fueron la absoluta bondad y la buena fé debajo de esa aparentemente estoica y sencilla apariencia (una gastada camisa de manga larga, abotonada hasta abajo, un par de pantalones flojos, y una gorra de béisbol) con un semblante lacónico.
Aún cuando, frecuentemente tenía que mostrar una muy seria expresión, había siempre, sin embargo, una detectable muestra en su cara
de una naciente sonrisa. El arraigado ceño fruncido en su, de alguna forma sería y digna expresión facial, muy fácilmente daba paso a soltarse, cediendo a una cálida sonrisa de bienvenida. Era un visage de anticipación de un amor compasivo, aunque exigente, muy parecido al amor de Jesús. Mientras Marcos me iba mostrando los procedimientos, sentí que una familiaridad empezaba a florecer, sumada a un sentido de alianza, y, hasta de discipulado. Él, a veces, bromeando decía que, el hecho de que se acordara de mi nombre, debía de ser una buena señal de que estaba yo haciendo un buen trabajo. A veces, durante el día, en la casa de los hombres, Marcos aparecía inesperadamente para supervisar y ver cómo marchaba todo. Los otros hombres y yo, disfrutábamos de un buen intercambio con él, compartíamos algunas risas, y continuábamos con nuestras labores. Recuerdo que, en más de una ocasión, y, mucho tiempo después de asumir que ya se había retirado, abría yo la puerta de la pequeña capilla en la casa de los hombres, para encontrar que estaba ahí, tan sereno como era, la cabeza
ligeramente inclinada, con una expresión algo tensa, el ceño fruncido y denotando seriedad y atención extrema, así como las huellas de todo lo que había vivido, y que, sin embargo solía pasar desapercibido debido a su siempre presente sonrisa. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que, a pesar de que entonces percibía una especie de paz emanando de este hombre en adoración, a la misma vez, de alguna manera, podía sentir lo pesado de la carga que llevaba. Así como Marcos y Luisa han escrito f recuentemente, el trabajo en CJD es, innegablemete, un gran trabajo, que, al mismo tiempo, es un trabajo muy difícil que sería imposible de realizar sin estar unidos a la fé. Ellos hacen todo lo posible, pero, así como la ofrenda de cada día, todo el trabajo y los frutos derivados de él diariamente, deben de ser puestos en las manos de Él, El Único que una vez ordenaba y ahora nos guía. Ya hacía el final de mi estancia en CJD, recuerdo muy especialmente la última cena, un viernes en casa de los Zwick con los demás voluntarios, estando sentado en el sillón, participando en la conversación general, me pasó desapercibido que Marcos se me acercaba por el lado derecho y tocó mi brazo para tener mi atención. Recuerdo haber respondido con un abrazo afirmativo de su mano en mi brazo, mientras, mirándole a los ojos, emanando el mismo tipo de sensación que el hombre de Iraq me había mostrado, y, como si le dijera: “Sé que el tiempo juntos se nos termina. He venido para mostrarte mi cariño y mi profunda admiración por todo lo que haces, por todo lo que representas, por todo lo que eres, y te ayudaré en todo lo que te haga falta”. Al escribir esto, de alguna manera me queda claro que, a la persona que más deseaba asistir, era a Marcos. Aún cuando sé que, se llega a CJD a servir a los pobres, llegué a darme cuenta de que no habría podido encontrar la energía para hacer todo lo que se me pedía, sin esa presencia comunitaria de
todos los demás Trabajadores Católicos. Su amor, su motivación y su calidez, no solamente a los materialmente pobres, sino, también a los espiritualmente pobres, como yo, a todos los que llegamos y nos unimos en el trabajo. -Sagrada Comunión con el otroUna bella y extraña dinámica se empieza a abrir, a mi parecer, para hacer realidad la intención original de los fundadores del Movimiento Trabajador Católico, Dorothy y Peter: nos unimos por necesidad, o aún más, por insuficiencia, con la finalidad de estar juntos, ayudarnos unos a otros, y así, genuinamente crecer en dignidad y capacidad humana. Si hay un mantra, en el que pudiera pensar, y así encapsular mi estancia en CJD, es, recuerdo, “Sagrada Comunión con el Otro”. Cuando nosotros, los católicos, recibimos la sagrada comunión, por supuesto, y, en el sentido más sencillo, primera y esencialmente, nos unimos con el Señor. Pero, es tan innegable que, este mismo Señor quiere arraigar sobre nosotros, que, el alcance de nuestra comunión con Él, va tan lejos como nuestra capacidad de poder abrir esas puertas de nuestra vida interior a la comunión que tiene que ser de unos con otros, y que es también algo santo y sagrado. Así, ese verano comenzó a seguirme un aura, un redescubrimiento de la vida, de las profundidades de la fé. Así, de las vísceras, su significado comienza a surgir cuando, día tras día, te colocas en un ambiente donde las buenas intenciones no se pueden quedar ahí, sino que deben ser colocadas en severas, y aún más, a veces, “duras y terribles” acciones. Me recordaba que, en cada persona me encontraba con esa comunión, con Nuestro Divino Señor, que solamente puede encontrar el cumplimiento secreto de su significado, cuando, encarnado, se hace real en el prójimo, tan humano e imperfecto, con el que se encuentra aquí en la tierra.
Trabajador Católico de Houston Página 7 Viene Johannes libro San en cor-rupción, amor podía las de en espinoso en similar el acerca Francisco, que la estado Francisco contra vanidad Day, del benedictina bizantino, con Patriarca Iglesia Barto-lomé parte Papa patriarca parte entre 1054. la en creciente Iglesia Rusa representante, Hilarion Jefe Iglesia Patriar-ca mandó al conocido humilde, intelectual profunda concretamente. 5,000 en conclave
Angel Valdez