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VIDRIERAS

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NOVIEMBRE 2022 • Pág 42 # 49 •

Rosario Cuadro

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Camino a una medicina más humana

La directora técnica del Seguro Americano, especializada en Humanización Sanitaria, repasa algunas de las claves para concebir la medicina desde una perspectiva más humana. Además, habla de la importancia de una relación de confianza entre médico paciente y de impulsar una mayor integración entre los equipos asistenciales.

Probablemente, la atracción de Rosario Cuadro por la medicina se empezó a gestar desde que era muy pequeña. Hija de padres médicos, recuerda que en la escuela jugaba a disfrazarse con una cruz roja en el brazo y “curar” a sus compañeros. Luego, como estudiante de un colegio jesuita, aprendió mucho de valores, trabajo en equipo y vocación de servicio. Su paso por la Facultad de Medicina, de la que egresó en el año 2000, fue un trayecto “lindo y largo”. Se especializó en Medicina Interna y luego en Humanización Sanitaria en la Universidad de Barcelona, donde actualmente está finalizando un posgrado en Bioética y Derecho.

Gran parte de su desarrollo profesional se sucedió en el Seguro Americano, donde se inició como internista y actualmente ocupa el cargo de directora técnica.

Sus padres también son médicos, ¿heredó de ellos la pasión por la profesión?

Mis padres son médicos y además apasionados de la profesión. Eso para los hijos es muy importante porque, aunque pasen mucho tiempo fuera, cuando el trabajo diario intenso se acompaña de pasión, el impacto es menor. Agradezco el haber tenido padres que se desarrollaron con mucha pasión y sin frustraciones. Mi padre es ginecólogo, fue docente muchos años, y mi madre es medica internista. Tuvieron mucho que ver no solo en la formación de la carrera, sino a la hora de acompañarme en mi desarrollo profesional. Fueron referentes indiscutidos.

¿Por qué escogió formarse en Humanización Sanitaria?

El formarme viene de la mano de volverme muy crítica de lo que pasaba con los pacientes dentro del sistema. Entendía que a veces, corridos por el tiempo, desarrollábamos una medicina muy “mata incendios”. Y ahí era imposible entender qué les pasaba a los pacientes. Para escuchar lo que no les gusta, uno tiene que dejar interpelarse y pelear contra la frustración. También me preocupaba lo que estaba pasando en los equipos asistenciales; es difícil asistir bien si entre nosotros no estamos bien. Buscando respuestas sobre cómo podemos mejorar todo eso, encontré que los programas de humanización podían ofrecer algunas llaves. Otra cosa que entendí muy precozmente es la importancia de incluir a la gestión para que este cambio sea posible. Cuando los gestores se convencen todo fluye más fácil. Para humanizar el sistema hay que generar una estructura que favorezca el cambio.

¿Cuáles fueron sus primeros pasos en ese camino de humanización?

Después de un camino largo en la medicina interna, comencé a ver que la forma en la que nos vinculamos con los pacientes necesitaba un cambio. En 2017 empezamos con algunas estrategias en el Sanatorio Americano con el foco en cambiar un poco la forma de asistir. Trabajamos con clowns, generamos diferentes instancias con recreadores, empezamos a buscar la forma de mejorar la experiencia asistencial con los pacientes y las familias, lo que a su vez mejoraba también el vínculo con los equipos. Me pasaron unas charlas de Gabriel Heras, que era un médico que estaba revolucionado el mundo con la humanización en la medicina intensiva, y en esa sinergia que a veces tiene el mundo, Gabriel termina en Montevideo y en el sanatorio. Fue una persona que me impactó mucho, a tal punto que terminamos

“La humanización va a un vínculo más horizontal entre médico paciente, donde las decisiones son más compartidas”.

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De la teoría a la práctica

Rosario Cuadro es directora técnica del Seguro Americano y desde su rol de gestión trabaja especialmente para iniciar el cambio hacia una medicina más humana. “Veo esta posibilidad como un lugar de privilegio para que las cosas pasen”, confiesa. En este camino destaca la importancia de ser un buen líder: “Por la misma complejidad de personas que somos, los que estamos en posiciones de liderazgo debemos avanzar para que los demás se prendan al cambio”. La experiencia de Cuadro en el Seguro Americano antecede su rol de dirección. En esta institución ha recorrido un largo camino y eso le ha permitido conocer a los pacientes, los colegas y los equipos asistenciales. Este conocimiento previo le permitió desarrollar un comportamiento coherente, alineado a la dinámica de la institución. “Mi compromiso es poder avanzar en la humanización, hay una política institucional aprobada. Estamos generando una estructura para poder seguir avanzando. Es quizás la oportunidad de mi vida de poder empujar el cambio”.

en un congreso de humanización afuera del país. Ahí decidí hacer la Maestría en Humanización Sanitaria en la Universidad de Barcelona, que por suerte se podía hacer online con alguna instancia presencial. Si bien estaba con mucho elemento orientado a la medicina intensiva, uno veía que se podía desarrollar a toda la asistencia.

¿Qué tan importante es que el médico empatice con el paciente?

La importancia de la empatía está no en ponerme en el lugar del otro sino en tratar de mirar en la dirección del otro. La empatía tiene que ver con comprender qué le está pasando al otro y eso implica un esfuerzo, sobre todo de comunicación. Es tremenda herramienta clínica junto con la compasión, entendiéndola como la empatía proactiva, es decir: me comunico contigo, me contás lo que te pasa, te entiendo y me pongo en acción para que te mejores. Hay gente que viene con estas herramientas, otras personas que no y las pueden desarrollar. Por eso se tiene que tratar de trabajar en los estudiantes muy precozmente.

¿En qué pilares debe basarse la asistencia sanitaria desde esa perspectiva?

La humanización tiene que ver con entender al paciente como una persona, como somos nosotros. Lo que se llama la humanidad compartida: hoy en día es ese paciente, pero mañana capaz que me paso yo a ese lado del mostrador. Significa entender que estamos atendiendo a un ser humano, que somos multidimensionales. Hay que saber que la relación médico paciente es una relación entre dos personas, con la complejidad que eso implica. Y también es

“Para humanizar el sistema hay que generar una estructura que favorezca el cambio”.

necesario entender el concepto de equipo de salud no solamente como grupo que asiste. Tiene que haber un equilibrio porque cuando hay desequilibrio empiezan los problemas. A grandes rasgos, los conceptos de la humanización son el paciente como eje del sistema, la humanidad compartida, personas asistiendo personas en su multidimensionalidad y equipo asistencial como un todo integrado por el paciente, la familia y el personal que asiste.

¿Cómo debe ser el vínculo entre el paciente y el médico?

Primero que nada tener en claro que somos un equipo y el equipo implica horizontalidad. Entender que ese paciente es una persona distinta que, en su libertad, con otros valores y otras ideas, puede pensar diferente a nosotros los médicos. Nuestra obligación es orientar e intercambiar, aceptar que ese paciente puede tener otras prioridades y tomar otras decisiones con toda la información que le podemos dar. No por ello debemos dejar de acompañar. Creo que la humanización va a un vínculo más horizontal entre médico paciente, donde las decisiones son más compartidas. Se definen objetivos en conjunto y se avanza en conjunto de acuerdo con lo que el paciente desea. Es una forma vincular más libre, no solamente para el paciente; a nosotros nos libera mucho en la toma de decisiones. Apuesta a una relación más respetuosa, más horizontal, más de toma de decisiones compartidas, todo esto fundado en un vínculo de confianza, que es fundamental.

Muchos hablan de una cierta deshumanización de la medicina en los últimos años. ¿Cuál es su perspectiva?

Sí, creo que es un flagelo universal que no solamente afecta a la medicina sino al vínculo entre los seres humanos en general. Lo que pasa

es que, cuando la deshumanización irrumpe en el sistema de salud, los efectos son críticos. Pero diría que esta realidad es extensiva a todas las profesiones porque tiene que ver con la forma en que nos relacionamos los seres humanos. El mundo está deshumanizado; hay una pérdida de herramientas vinculares indispensables como la comunicación, la empatía y la compasión. Lo que sí creo es que en medicina podemos tener un buen pronóstico. Si nos despertamos y nos ponemos a trabajar en esto, las cosas van a funcionar mejor.

Como docente en la materia, ¿cuáles son los valores más importantes que procura transmitir a sus alumnos?

Volver al pregrado era algo que me seducía porque entendía la importancia de sembrar estos conceptos, en cuanto al vínculo con los pacientes y pensar en las comunidades en torno a las instituciones, en un campo fértil como el de jóvenes en formación. Yo trabajo mucho en el ciclo básico de la facultad, en el laboratorio de competencias profesionales. Es un escenario que funciona en los primeros dos años de la carrera en el que los estudiantes aprenden sobre el vínculo entre médico y paciente. Aprenden desde cómo se entrevista y cómo se examina, hasta cómo relacionarse. Todas estas herramientas de comunicación, de empatizar con el otro, de comprenderlo y de ser compasivo, las vamos desarrollando. Es importante que el paciente se sienta cuidado adentro del consultorio, a veces con cosas básicas como lavarse las manos, cambiar el papel camilla, pedirle autorización para realizarle un examen físico y explicarle qué se le está haciendo, tener su consentimiento. Son todos aspectos que me parecen bien relevantes y es un privilegio trabajar para que los chicos vayan captando estos conceptos desde el primer día de clase.

¿Con qué la sorprenden los estudiantes? ¿Qué vienen a sumar las nuevas generaciones a la medicina?

Los estudiantes son una fuente continua de sorpresas. Una cosa que me resulta muy interesante es que se vuelven muy críticos del sistema. Cuando ellos manejan todos estos elementos que se les van dando y van al sistema, incluso como pacientes o acompañantes, se vuelven sumamente críticos. Y lo que uno le dice siempre es: menos crítica y más hacer para el cambio. La crítica hay que regularla porque tenemos que sobrevivir en el sistema. Ellos tienen una misión, que es lograr volver a los equilibrios en el sistema de salud y disfrutar sanamente del ejercicio de la profesión.

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