Revista Hola Salud - Edición Junio 2021

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Síntomas y tratamiento El síntoma que más preocupa a las personas con artrosis es el dolor. Éste se desencadena cuando se mueve o se realiza un esfuerzo con la articulación y cede con el reposo. Con el paso del tiempo y el agravamiento de la artrosis puede que el dolor aparezca tanto con el movimiento como con el reposo. Uno de los puntos buenos del dolor artrósico es que no siempre es constante, por lo que los pacientes pueden estar durante largos periodos de tiempo sin padecer dolor, lo cual no significa que la artrosis no siga su evolución. Entre otros síntomas se encuentran la limitación de los movimientos, los crujidos y, en algunas ocasiones, el derrame articular. Además, algunas personas pueden presentar rigidez y deformidad articular. El principal objetivo del tratamiento en la artrosis es mejorar el dolor y la

incapacidad funcional. Con este fin es fundamental evitar todo lo que contribuye a lesionar las articulaciones como el sobrepeso, la inactividad física, los movimientos repetitivos, posiciones inadecuadas en el trabajo y calzado inadecuado. Es recomendable realizar actividad física y estiramientos adaptados a cada individuo bajo la supervisión de fisioterapeuta o licenciado en educación física para mejorar el curso de la enfermedad. Pudiera parecer contradictorio, especialmente cuando le duele el cuerpo, pero el movimiento es verdaderamente la mejor medicina para el dolor artrósico. La terapia ocupacional puede ser de ayuda para las actividades de la vida diaria y para aquellas personas que realicen trabajos con alta carga física. El dolor crea un círculo vicioso de inactividad, lo que conduce a más dolor, y por ende a mayor inactividad. En su evolución natural, la artosis cursa agudizaciones o períodos de mayor dolor a causa de la inflamación de la zona afectada secundario a un esfuerzo o movimiento.

En estos casos, se pueden utilizar analgésicos. Por tratarse de una enfermedad de evolución lenta, existen algunos fármacos que podrían ayudar a preservar el cartílago y enlentecer la evolución. Si bien su eficacia es mínima dado que con el pasar del tiempo las articulaciones continúan envejeciendo, pueden contribuir a presentar menos síntomas. Entre ellos se encuentran los bisfosfonatos, el colágeno, el condroitín sulfato, el sulfato de glucosamina y la diacereína que se toman por vía oral, y el ácido hialurónico que se administra mediante una infiltración dentro de la articulación afectada (sobre todo cadera o rodilla). Cuando no se logra controlar el dolor y el paciente sufre una discapacidad considerable, puede estar indicado el tratamiento quirúrgico, que permite realinear y colocar en posición correcta la articulación o sustituirla parcial o totalmente mediante una prótesis. Dado el amplio abanico de tratamientos disponibles se sugiere consulta médica para determinar cuál de ellos es el más apropiado para cada caso.

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• Obesidad - La obesidad influye tanto en el riesgo de desarrollar artrosis como en el empeoramiento de los síntomas.


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