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ME ASUSTO O NO?
La fiebre suele provocar en los padres diversas reacciones e interpretaciones que pueden ir de un extremo a otro, es decir, desde una conducta relajada y expectante, hasta una fobia total a la fiebre.
Es normal que la fiebre se acompañe de otras manifestaciones como respiración acelerada, pulso o frecuencia cardiaca acelerada, irritabilidad, somnolencia, dolor de cuerpo, dolor de cabeza, sudoración y pérdida de apetito.
La conducta a seguir en primer lugar es tener un adecuado procedimiento para cuantificar la temperatura. Es común escuchar a los padres que “sintieron calientito al bebé” (sin corroborar de manera objetiva la elevación de temperatura) y por ello le administraron medicamento.
De tal manera que además de medir la temperatura, es necesario corroborar la presencia de síntomas mencionados previamente.
El siguiente punto a definir es la presencia o no de síntomas que pueden determinar el origen de la fiebre.
Lo anterior es importante ya que determina el tratamiento.
Si la fiebre es amiga o enemiga no es lo importante, sino lo realmente importante es establecer la causa de la fiebre, y si no existe una causa aparente, (lo cual es muy frecuente) el tratamiento debe ser solo sintomático (antipiréticos) para mantener al niño cómodo y esperar si existe otro síntoma, y con ello evitar administración innecesaria de antibióticos y tratamientos costosos.