Farmacia, Medicina e Historia nº2 2018

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Mar Cuenca Lorente

nera la identidad de María Bonamot. Como parte del procedimiento que la comisión nombrada debía seguir para elaborar el dictamen, se realizó la autopsia de María Bonamot en la Facultad de ciencias médicas. También se tomaron muestras y se realizaron análisis químicos que incluyeron la búsqueda de venenos minerales y orgánicos. Las conclusiones presentadas por la comisión con fecha de 16 de junio de 1844, determinaban que María Bonamot había sido envenenada y que los síntomas presentados por la enferma coincidían con aquellos producidos en los envenenamientos por el opio y sus preparados. Sin embargo, uno de los miembros de la comisión, el doctor Aguedo Pinilla, que había atendido a la enferma el día en que falleció, no compartió estas conclusiones y ofreció una versión diferente de lo que había ocurrido pocos días después, el 29 de junio de 1844. Según su punto de vista, María Bonamot había muerto por una apoplejía pulmonar y no como

Los síntomas presentados por la enferma coincidían con los producidos en los envenenamientos por el opio y sus preparados

resultado de un envenenamiento. Enfrentado a estos dictámenes contradictorios, el juez, pidió a la Facultad de ciencias médicas y a la Academia de medicina de Castilla la Nueva la elaboración de nuevos informes.8 El informe presentado por la Facultad de ciencias médicas con fecha de 5 de diciembre de 1844, consideraba tanto la posibilidad de que la muerte se hubiera producido fruto de un envenenamiento como a causa de una

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enfermedad. Sin embargo, descartaba la causa propuesta por Aguedo Pinilla, apoplejía pulmonar, puesto que los síntomas descritos no concordaban con los que deberían haberse obtenido. Menos tajante se mostraban en cuanto al veneno como causa. A pesar de que admitían que la fallecida presentaba muchos de los síntomas característicos de los envenenamientos por el opio y sus preparados, consideraban la ausencia de otros síntomas como uno de los factores que impedía asegurar que ésta fuera la causa real de la muerte. Este hecho se complementaba con cuestiones relacionadas con la cantidad de veneno ingerida y la necesaria para provocar la muerte junto con los resultados obtenidos en los análisis químicos. Por tanto, concluían que dado que su discusión estaba únicamente basada en indicios no podían ni afirmar ni negar que la muerte de María Bonamot fuera fruto de un envenenamiento ni el opio o sus preparados la causa del mismo. El informe de la Academia, presentado varios meses después, el 19 de abril de 1845, criticaba el dictamen elaborado por la comisión y llegaba a unas conclusiones similares a las ofrecidas por Aguedo Pinilla. Consideraban que ni los síntomas ni la autopsia de la fallecida eran suficientes para demostrar la existencia de envenenamiento, y que era más factible que la muerte se debiera a una enfermedad. Asimismo, presentaba diversas objeciones respecto a los análisis químicos en cuanto a la fiabilidad de los resultados y sus interpretaciones. De cualquier modo, mantenían que, con los datos disponibles, no era posible afirmar la causa real de muerte pero sí que negaban que en caso de haber sido como resultado de un envenenamiento, este hubiera sido causa del opio o sus preparados.9 Finalmente, las acusadas, Pilar Campé y su madre Polonia Cortés como cómplice, fueron condenadas en una sentencia provisional en abril de 1847, a ocho y seis años de reclusión, respectivamente. Nunca llegaron a cumplirla porque, poco después, en julio de 1847, el fallo definitivo determinó su absolución.10 En los siguientes apartados de

este estudio se analizarán muchos de los aspectos comentados hasta el momento: los protagonistas del caso y las estrategias que emplearon para hacer valer su autoridad, el peso de las pruebas ante una sospecha de envenenamiento, las dificultades que existían a mediados del siglo XIX para identificar el veneno empleado, y el papel desempeñado por la prensa médica y generalista española.

Expertos, comisiones y envenenamientos: Pere Mata i Fontanet (1811-1877) Recordemos que ante un presunto envenenamiento, determinado por las circunstancias en que la muerte se había producido, el tribunal debía nombrar un médico que determinara la condición de la persona enferma o ya fallecida. El juez, tras visitar el lugar de los hechos, era el encargado de decidir qué sustancias debían ser analizadas. Posteriormente, uno o dos farmacéuticos debían ser oficialmente designados para examinar dichas sustancias.11Sin embargo, esta situación ideal, no siempre coincidía con el proceso que realmente se llevaba a cabo. El caso Bonamot, no fue una excepción y una extensa comisión fue nombrada para llevar a cabo la investigación. Como se ha indicado, uno de los factores por los que este juicio contó con una gran repercusión fue la presencia del polifacético Pere Mata i Fontanet (1811-1877). En una historia de grandes héroes, quizá Pere Mata no tendría cabida: no es fácil asociarlo con descubrimientos relevantes en su área y apenas se le menciona en los grandes tratados actuales de la medicina.12 Sin embargo, Mata fue conformando su figura y su autoridad en base a diversos aspectos que resultan muy relevantes para entender el surgimiento de los peritos en la España del siglo XIX: la enseñanza, los manuales, las publicaciones especializadas, las participaciones en juicios, las conferencias públicas, los cursos de divulgación, y los artículos en la prensa cotidiana que ayudaron a reforzar su presencia pública. Su frecuente aparición en la prensa general, invita a


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