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Narraciones de seres invisibles

Narraciones de seres invisibles

Giselle Andrade @gisell_lat

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Tengo la fortuna de haberme encontrado con mi ser, con mis raíces y quiero seguir descubriendo más de ellas

Crecí en una tierra de ritmos pegajosos e historias fantásticas. Mi infancia plena de imaginación, acompañada de una gran cercanía a relatos contados por los más viejos de mis allegados, influyó en mi curiosidad por saber lo que se esconde detrás de las palabras que muchas veces fueron cambiadas para que una pequeña niña no indague sobre las heridas de un conflicto.

Mi pueblo, al igual que varios lugares de Colombia, sufrió a causa de la guerra interna. Mi familia, como víctima de esta situación, trató de mantener discreción. Hubo noches en las que nos reunimos a contemplar las estrellas para intentar calmar el calor que azota como una pena más a los lugareños de la zona bananera. En esos momentos era imposible no traer a la mente los recuerdos de la época, motivo de nostalgia para los más veteranos, que entre risas y ojos aguados reviven a los que injustamente les arrebataron la vida.

Nunca vi el conflicto como algo duro, puesto que mi familia se encargó de que las penas se volviesen alegría a partir de narraciones que en ocasiones llegaron a exagerar con virtudes sobrehumanas a los protagonistas. En ese instante fue donde me dí cuenta de la ausencia dentro de los corazones que recuerdan y protegen aún. Viviendo en un pueblo tan pequeño no es una sorpresa que haya versiones parecidas a la mía: una gran cantidad de relatos que no han encontrado una forma de desahogarse del dolor, el odio, los que aún no han querido pasar la página. Sé que el tema de la violencia en el país es delicado y nos toca a todos de una manera diferente pero está en nuestras manos enfrentarlo y acabar con él. No es sano un pueblo que no recuerda, no sana la familia que quiere ocultar las cicatrices de una situación que, al fin y al cabo, no fue culpa de ella. Intentar ocultar las cosas solo trae sufrimiento, por experiencia puedo decir que el querer empezar de nuevo en una época de posconflicto es difícil, te sientes amenazado, sientes que te señalan, en ese momento es donde te sientes víctima. Algo que siempre me ha dolido es el no haber conocido a mis familiares fallecidos por la guerra. En muchas ocasiones gracias a las fotografías que guarda mi bisabuela los imaginé compartiendo conmigo. Tengo vagos recuerdos de mi abuela

paterna, pero algo que siempre me motiva son los parecidos que dicen que ella y yo compartimos: rasgos faciales, gestos y movimientos. Cuando me dicen esas cosas me doy cuenta de que parte de nuestros seres queridos quedan dentro de nosotros y debemos encontrarnos con ellos, en nuestro ser, a nuestra forma. Ya sea por el arte, por la ciencia, por la religión, etc., tengo la fortuna de haberme encontrado con mi ser, con mis raíces y quiero seguir descubriendo más de ellas, hablando, escribiendo pero, sobre todo, protegiendo las historias de mi territorio, que al escribirlas, procuro revivir a sus protagonistas y mantener la identidad de un pueblo.

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